27 de febrero de 2016

Sembrar





Al menos desde mi punto de vista, no son éstos los mejores tiempos. Andamos en un mundo en crisis, con la civilización occidental en horas bajas y con la sensación, en ocasiones de que ésto se desmorona. Así las cosas, existe el peligro cierto de entrar en dinámicas pesimistas, de sucumbir a la tentación de tirar la toalla ... y no debe de ser así.

El otro día me contaban el comentario de un viejo profesor de Derecho al tiempo de su jubilación: cuando crees que aquello en lo que creías se viene abajo, no cabe sino sembrar. Y ya sabemos que la semilla está oculta y cuando surge el fruto, muere. Ese es el camino, olvidarse de los negros  nubarrones, hacer de tripas corazón ... y seguir sembrando. Cuando se siembra nada cae en saco roto.

¿Y qué sembrar? ... amor, comprensión, sonrisas, paz, apoyo, compañía, ... ¡¡la de cosas que podemos sembrar!!

AMEN.

24 de febrero de 2016

Aquellas barritas tan concentradas

Mars retira sus barritas de España y otros países

La compañía de chocolatinas ha tomado esta decisión después de encontrar un trozo de plástico en una barrita fabricada en Holanda.

De entre las golosinas que encaprichaban mi infancia recuerdo los "Bucaneros" y los "Bonys", el descubrimiento de los "Donuts" e incluso una especie de chocolatinas almendradas llamadas "Bonanza". También estaban las chocolatinas de Nestlé, redondas, envueltas en papel de aluminio y empaquetadas en cajitas rojas con forma de tubo, las "Crunch" y las de la casa "Suchard", ... entre muchas otras. 

Algún tiempo después, si no recuerdo mal ya en tiempos adolescentes, comenzaron a hacerme gracia las barritas de "Mars", unas chocolatinas que cabría calificar de "concentradas" compuestas de chocolate, caramelo, frutos secos y vete a saber cuantas cosas más. Se trataba sin duda de un producto altamente alimenticio, aunque no sería capaz de asegurar que resultara sano. Pienso más bien que cada barrita que me comía suponía la introducción de una especie de bomba en mi aparato digestivo. Conforme he ido cumpliendo años, la imagen de las barritas "Mars" se fue transformando de objeto de deseo a alimento cuya sola visión me producía prácticamente sudores fríos.

Ahora que la empresa ha tenido que retirar su producto ante un incidente comercialmente tan nocivo como aparecer un trozo de plástico en su interior, vienen a mi memoria esos caprichos antiguos, cuando valorábamos más los "chuches" que los langostinos.

22 de febrero de 2016

La primera contraseña


Los recuerdos del colegio suelen constituir parte importante de nuestra primera memoria. Hoy me ha venido a la cabeza una costumbre que impuso el profesor que tuve en 3º y 4º de primaria, un maestro nacido en un pueblo de Teruel lleno de bondad y sabiduría. El sólo consiguió convertir una clase de poco más de veinte niños en un grupo unido, casi una familia ... pienso que fue un avanzado, que su forma de educar podría exportarse hoy día como algo moderno, vigente. Fomentaba la ayuda mutua, el compartir vivencias y opiniones, hablar de algo más que meras asignaturas.

Ya andaba avanzado el curso de tercero cuando instauró la costumbre de establecer una contraseña semanal, una especie de lema  que todos deberíamos intentar seguir, sobre el que habíamos de pensar y llegar a conclusiones. Y, como si estuviera ocurriendo ahora mismo, tengo bien grabada su figura, pequeña y nerviosa, escribiendo con fina caligrafía en la esquina ubicada al norte de la parte derecha de la pizarra lo que se iba a convertir desde ese momento en el primer santo y seña: "Sonríe".

Y ahora, pasados 50 años del suceso, con las canas en el pelo, más de una arruga en el cuerpo y alguna más que planchar en el alma, pienso que la contraseña de la primera semana bien podría convertirse en el mantra permanente para el resto de la vida: "SONRÍE", me propongo recordarlo cada mañana, como si lo escuhara de esa voz de notable acento aragonés, con esos ojos que transmitían comprensión ... y también cierta exigencia, porque cuando se dirigía a cualquiera de nosotros uno creía entender cierta petición de que no le falláramos.

18 de febrero de 2016

Almas sin matices


Ayer tenía hora en el médico; de vez en cuando te toca pasar la ITV, si no revisar alguna avería más o menos inesperada. La planta segunda de la Clínica "Viamed Santiago" de Huesca andaba por la tarde de bote en bote, con esa mezcla de expresiones inquietas, miradas impacientes y conversaciones de compromiso tan propias de la situación. Frecuentemente las visitas se prolongan más de lo previsto y a las 18.40 de la tarde, cuando tenía fijada mi citación, aún quedaban pacientes delante de mí, amen de bastantes más que esperaban otras consultas.

Entre quienes ejercitaban la paciencia en ese tiempo y espacio, se encontraba un joven matrimonio con una niña pequeña; la nena tendría muy poco más de un año, era rubia, de ojos azules y una vitalidad tremenda. Se producía un llamativo contraste entre tanto adulto más o menos consciente de sus achaques y la alegría vital de Sofía -su nombre terminó apareciendo-. Y como ésta se ubicaba en el asiento contrario al mío, decidí crear una complicidad mutua, y comprobé cómo los niños son seres esencialmente agradecidos, y les basta una sonrisa o una lengua medio mostrada  par corresponder con su entusiasmo y su sonrisa ... sobre todo eso: una sonrisa que alivia, que reconforta y atenúa las penas.

Y di gracias a Dios por haber sabido sacar de mi interior el lado cariñoso, de no caer en la tentación de ver carga en los entusiasmos infantiles, por robarle a Sofía esa sonrisa que oxigena, ... que sana probablemente más que las medicinas que me recetaban poco después.

"El bebé nos mira y aunque no nos conoce, nos regala una sonrisa radiante, un don de felicidad"

Piero Ferrucci. "El poder de la bondad".

16 de febrero de 2016

Volvió la cigüeña

Aunque pueda parecer que está avanzada la tarde, la foto es de poco después de las 2 del mediodía; me temo que a la confusión ayudan las limitaciones de la cámara del móvil y la torpeza de quien la hizo. Además, la finalidad última de hacer la foto, inmortalizar a la cigüeña recién instalada en la copa del segundo árbol, queda bastante anulada por la falta de luz y la lejanía de su figura, apenas mostrada en una especie de sombra. La discreción de la imagen contrasta con el impacto del momento vivido, cuando pensativo, en pleno ensimismamiento del habitual recorrido de regreso a casa, escuché el llamativo sonido del canto del ave migratoria, que caía casi a peso sobre un nido enorme que ocupaba prácticamente más espacio que el que la propia cima del árbol le permitía. Sin aviso previo, sin esperarlo, me encontré con la naturaleza, con un ser que aparece y se muestra tal como es, sin aristas, protocolos ni disimulos, ajeno a las preocupaciones y a los particulares dramas que frecuentemente nos agobian, tantas veces injustificadamente, a las personas. Allí estaba la cigüeña, libre y vigorosa, conformada con lo que tiene, alegre por poder ocupar su espacio, sin quejas ni exigencias. Dicen que "por San Blas, la cigüeña verás", yo efectivamente la vi, y ahí sigue, a mitad del camino, brillante, libre y espléndida, disfrutando el presente y enfrentándose en paz al futuro.

15 de febrero de 2016

A propósito de Natalia de Molina


No vi la gala de los últimos Premios Goya, ... realmente, no es algo que me atraiga. Tampoco he visto "Techo y comida", la película de Juan Miguel del Castillo que nos muestra con toda su crudeza el drama de una joven madre soltera a quien el mundo se le derrumba cuando se ve incapaz de sacar adelante a su hijo después de tres años en el paro y con el inminente y cierto peligro de ser desahuciada de su domicilio. Pero por esos caprichos a los que te conduce la curiosidad, pude contemplar a través de Youtube el momento en el que Natalia de Molina, protagonista indiscutible del film, recoge su premio a la mejor actriz y pronuncia un discurso lleno de naturalidad y emoción.

Y ante la simpatía que me produjo la joven actriz de Linares -¡¡25 espléndidos años!!- sentí casi la necesidad de buscar por la red algún trailer de "Techo y comida". Comprobé que el premio era absolutamente merecido -insuperable Natalia-  y me tocó la fibra comprobar un drama real, una situación que se puede trasladar auténticamente de la ficción a la realidad. Una vez más sentí la llamada a no caer en la indiferencia, a compartir, a ser solidario.

Además, otro pensamiento viene a mi cabeza, no puede ser que la solidaridad asome simplemente cuando ves una película, cuando la persona afectada es personaje de ficción,  además de muy guapa ... el compromiso tiene que trasladarse al mundo real, con relación a las personas que sufren la discriminación, el daño, el peligro, ... real y verdaderamente, aquellos cuyo aspecto exterior será posiblemente menos grato. Y una cosa más, me rebelo ante el simple sentimiento de compasión, ... no creo que ésta sea mala, pero es insuficiente. Me pongo en el lugar de los otros, ... a mí no me gustaría que me compadecieran, más bien desearía que me quisieran. Es una cuestión de amor ... ojalá no perdamos nunca ese compromiso de amar al ser humano, sin excepción, sin límites.



8 de febrero de 2016

En el trapecio


Cuando era niño aparecía  con frecuencia en prensa y televisión el nombre de de Pinito del Oro. Era el apelativo artístico de una trapecista española -había nacido en el barrio de Guanarteme, en Las Palmas- que había triunfado a nivel mundial y era capaz de realizar en el aire una gran variedad de giros y movimientos que dejaban boquiabiertos a los espectadores. Eran tiempos en los que el circo poseía una atracción y una magia que posiblemente haya perdido hoy en día, y los niños esperábamos que llegaran tiempos de fiestas y ferias para acudir a ver con ojos extasiados a domadores, equilibristas, acróbatas, payasos y demás.

El gran mérito de Pinito del Oro, lo que dotaba a sus actuaciones de una emoción y una tensión especial, era que trabajaba sin red. Cuentan que su marido se mantenía atento en la arena circense para tratar de atenuar con su cuerpo una posible caída. De hecho la artista sufrió a lo largo de su carrera tres graves accidentes -en Huelva, Suecia y Laredo-, alguno de los cuales estuvo a punto de costarle la vida.

En la vida que a cada cual nos ha tocado vivir existen también momentos en los que nos sentimos como en el trapecio, ocasiones en las que miramos hacia abajo y solamente vemos un inmenso abismo. Me temo que nuestra tendencia, los impulsos del miedo, mueven a buscar una red, descubrir las seguridades que anhela nuestro instinto, y a lo mejor no nos damos cuenta que la reacción adecuada es asumir que esa red no existe, y con ello aprender a tomar las grandes decisiones con el riesgo de su ausencia.

2 de febrero de 2016

Tiendas de cabecera


De vez en cuando se hace necesario ir de compras; a veces caemos en el capricho y compramos más de la cuenta, en otras ocasiones alguna temporada de estrechez económica e incluso algo de dejadez nos mantiene alejados del ejercicio de consumir. En todo caso, nos gusta encontrar comercios donde poder comprar con confianza, garantías de mínima calidad y buena atención ... también de compras nos gusta estar a gusto.

En mi caso, esta necesidad es más llamativa si se trata de comprar ropa. Y en esta materia no terminaba de encontrar un comercio de mi gusto en Huesca, situación que solía llevarme a Zaragoza cuando de renovar vestuario se trataba. Hace cerca de dos años descubrí un establecimiento especializado en ropa masculina, y allí encontré todo lo que deseaba: buen gusto, amabilidad y profesionalidad. Y es que en esas funciones de elegir, probarte prendas, decidir arreglos, etc, además de encontrar lo que todo comprador suele buscar -la mejor relación calidad/precio, etc, etc- también se agradece el calor humano, el sentir que cada cliente no es "uno más", el ser llamado por tu nombre, una sonrisa que te invita a volver ... casi a quedarte, una mirada que no engaña.

Allí me encuentro con dos personas con las que uno siente ser bien recibido, aspiro a ser capaz de devolver, como dice la canción de Perales, cariño con cariño y a mantener esa fidelidad que podríamos llamar comercial. Y bien me consta que no debe de ser fácil mantener el buen estilo tras muchas horas de trabajo y con los inconvenientes propios de quien está "al otro lado del mostrador".

Sirva el post de homenaje a tantos comercios en los que encuentras calor, saber hacer y afecto, ... además de buen servicio.

1 de febrero de 2016

Mis primeras lecturas del 2016


Al finalizar el mes de enero, y por lo que se refiere a mi actividad lectora, puedo hablar de dos libros de primer nivel: la tercera entrega de la serie que portagoniza el Comisario argentino Lazcano, una novela tan "negra" como excelente de Ernesto Mallo y la recopilación de artículos sobre el juicio por el secuetro de Segundo Marey que firma un primerísimo espada literario como Muñoz Molina. También me parece destacable una novela que en su tiempo fue "rompedora" y marcó un hito, como es "Tiempo de silencio". El resto de lecturas -un relato premiado con tintes taurinos, una breve historia de la gran guerra, un thriller económico muy actual y una serena y espiritual  narración de una psiquiatra oscense- también las recomendaría a cualquiera.

Hace un par de años leí las dos primeras novelas del argentino Ernesto Mallo, ambas protagonizadas por el "Perro" Lascano, un policía argentino polémico e insobornable. Ambas me parecieron excelentes y de ello dejé constancia en este mismo lugar. Pasados muchos meses me he decidido a leer la tercera, "Los hombres te han hecho mal", y debo afirmar que mi valoración es todavía superior, no se si porque Mallo ha ido perfeccionando la serie con el tiempo o porque ésta la he leído con más atención y mejor disposición. La novela tiene un personaje formidable, un ritmo excelente, con un autor que sabe ir llevándonos de escenario a escenario sin desmontar la atención y con una agilidad notable, relatándonos una historia llena de fuerza e interés. El tema central del libro es la trata de blancas, un tema duro en el que Ernesto Mallo no regatea crudeza ni lo atenúa de forma alguna, por mucho que aún así no deje de aportar incluso cierta ternura. Mi amigo Brunetti suele poner como pega a esta novelas sudamericanas el excesivo uso del vocabulario propio de allá, pero en este caso, y aunque Mallo utiliza palabras muy "porteñas", todo se entiende perfectamente, no hay dificultad alguna de comprensión, nada "chirría". Acaba de salir la cuarta entrega de Lascano -"La conspiración de los mediocres"- y aún teniendo pendiente ésta última, creo estar en condiciones de aconsejar la lectura de la serie completa. Excelente además la edición de "Siruela".

Berta Vías Mahou, una escritora madrileña, ganó el 2015 el premio de narrativa "Torrente Ballester" con el libro "Yo soy el Otro", un relato de temática taurina. He de reconocer que la razón que me movió a leer este relato no fue el galardón citado ni el indiscutible aval de ser editado por "Acantilado", sino el hecho de que la citada autora nos cuenta la vida de José Saéz "El Otro", un torero de los años 60 que presentaba un parecido asombroso -era como su hermano gemelo- del héroe taurino de la época, Manuel Benítez "El Cordobés" y a quien yo recordaba de los escalafones de novilleros de la época, listas que yo miraba con frecuencia y en las que me llamaban la atención apodos tan llamativos y "chuscos" como "El Feo", "El Brujo", "El Zorro de Toledo" o el del protagonista del libro. Vías nos cuenta las andanzas de este hombre a modo de conversación, con un llamativo dominio de los párrafos en primera persona que vienen avalados por la propia entrevista que la escritora realizó al protagonista. El libro sirve para contarnos el drama de un hombre cuya corta y frustrada carrera como torero anduvo condicionada por la permanente e inevitable comparación con el ídolo a quien se parecía, para darnos una certera descripción de la España más profunda de los años 60, un país de toreros, tabernas, pobreza e incultura y para reflejar cómo tantas veces los toreros son utilizados y engañados por la codicia, la ambición y las malas artes de apoderados y demás "aprovechados" que pululan en torno a ellos. Me encantaron por humanas y emotivas las conclusiones finales. Un buen descubrimiento.

"Tiempo de silencio", de Luis Martín Santos, era para mí una asignatura pendiente de casi 35 años. Durante la mili participé de bastantes conversaciones literarias con gente entendida, y allí me hablaron de  la publicación de esta novela en 1961 como un evento clave en el desarrollo de la narrativa española. La prematura muerte del escritor en un trágico accidente de coche, nos privó de comprobar su evolución literaria, pues se trataba de su primera obra y después solo apareció, en 1975, "Tiempo de destrucción", una novela incompleta. "Tiempo de silencio" nos cuenta una historia de drama y miseria, y su autor la desarrolla en los ambientes más miserables de Madrid: chabolas, tugurios, prostíbulos, ... son lugares en los que se mueven unos personajes que en su gran mayoría son unos perdedores. Se trata de una novela nada fácil de leer, el estilo de Martín Santos es barroco, con  términos cultísimos y científicos, digresiones frecuentes y cambios de forma de redactar -en ocasiones en primera persona y en otras en tercera-. Por esta razón ha habido momentos en que no he conseguido enterarme demasiado, aunque junto a ellos he encontrado párrafos excelentes, con descripciones magistrales del aspecto de los protagonistas, de los lugares miserables que habitan y frecuentan, del "Café Gijón", de la verbena popular donde se consuma el drama final, ... Aún con la dificultad referida, se trata sin duda de una lectura casi indispensable, al menos para quienes admiramos la generación de novelistas españoles de posguerra. En uno de esos intercambios literarios que mencionaba alguien comentaba que "Tiempo de silencio" era junto a "Los bravos", de Jesús Fernández Santos y "El Jarama", de Rafael Sánchez Ferlosio, el trío de novelas "estrella" de la época ... en su día leí la de Fernández Santos y me gustó, la de Ferlosio la tengo pendiente, ... pero estando Delibes, Matute, Martín Gaite, Aldecoa, ... la afirmación en cuestión me parece arriesgada.

"Un monje se confiesa" es el tercer libro de la psiquiatra oscense Mercedes Nasarre; anteriormente publicó, siempre con pulcra edición de "Editorial Pirineo", "Una psiquiatra se pone a rezar" y "Yo también estaré contigo cuando llores", dos títulos bien sugerentes y que. al igual que éste, ponen etiqueta a libros que tratan sobre la dimensión espiritual de las personas. La autora nos cuenta en forma de novela la historia de cuatro personas que acuden a un Monasterio para compartir la vida de los monjes; se trata de tres hombres y una mujer ayunos de fe que conviven con quienes precisamente esa fe les ha llevado al abandono del mundo. Es un libro muy bien escrito, con un ritmo pausado y en el que prima la conversación, fundamentalmente entre la mujer del grupo, marcada por traumas familiares, y uno de los religiosos con quien surge una especial relación. El amor divino y humano, la fe, la entrega, el sacrificio, ... muchos temas van apareciendo en una lectura que da paz al lector y mueve a pensar bastante. Un libro sugerente, cargado de sentido y que invita a leer los anteriores.

"Montecristo", la última novela del suizo Martin Suter, me entró por los ojos desde la primera vez que  la vi anunciada. Una serie de buenas críticas en la red de diversas bitácoras de confianza y un tema tan interesante como actual -los "enjuagues" y corrupciones en que se meten bancos, instituciones y otras entidades- terminó poniéndola en lugar preferente. Se trata de un thriller muy ameno, de esos que se lee de un tirón, sin lagunas ni capítulos que bajan la intensidad. El protagonista, Jonas Brand,  no es ni  policía ni  detective, sino un simple videoreportero que trabaja en una televisión local de Zurich; pero un casual incidente cuando viaja en un tren de cercanías le convierte en inesperado protagonista de una auténtica conspiración en la que están metidas instituciones financieras de peso considerable en el país. A partir de ahí Suter construye un thriller creíble, bien argumentado, con ritmo y buena construcción argumental. A esto cabe añadir cierta calidad literaria y el que el autor sepa incluir una serie de dilemas morales que contribuyen a valorar la novela como un acierto. Su extensión -320 páginas- es asequible y no sobra prácticamente ninguna.

Hacía tiempo que tenía ganas de leer algo sobre la "Gran Guerra"; hace ya unos años leí "París 1919", de Márgaret MacMillan, un larguísimo tratado de las conversaciones de paz llevadas por Wilson, Lloyd George y Clemenceau que me "entretuvo" unos cuantos meses y me pareció brillante. En esta ocasión he preferido optar por un libro breve, eligiendo "La primera guerra mundial", de Michael Howard, un historiador británico con notables conocimientos militares, que resume en poco más de 200 páginas un acontecimiento crucial en la reciente historia del mundo. Howard nos relata de forma clara y didáctica la contienda, dividiendo el libro en dos partes; una primera en la que describe la situación de Europa al iniciarse la guerra y las circunstancias históricas de cada país implicado, en la segunda parte nos relata cronológicamente las sucesivas decisiones, batallas e incidencias de la propia guerra, dando especial relieve a los aspectos estratégicos de cada enfrentamiento. La lectura es amena, el autor consigue dar una visión global de los acontecimientos y mantener un equilibrio desapasionado, aunque evidentemente quien quiera mayores profundidades deberá acudir a tomos bastante más extensos.

Antonio Muñoz Molina, sin duda una de las primeras firmas de la literatura española actual, ha publicado en una edición especial de la "Fundación Huerta de San Antonio" y bao el nombre de "La puerta de la infamia"  una recopilación de los artículos que escribió en su día en El País con motivo del juicio por el secuestro de Segundo Marey. Se trata sin duda de uno de los momentos más importantes de la historia política y judicial española de los últimos tiempos, con presencia en el banquillo -y condena posterior- de personajes tan importantes como José Barrionuevo, Rafael Vera, etc. No obstante, el gran valor de este pequeño libro está en la calidad de la literatura de Muñoz Molina, sus artículos son auténticas joyas que lees con verdadera delicia. Pienso que lo menos importante de los escritos del escritor jienense es el propio objeto del juicio celebrado en la Sala II del Tribunal Supremo, pues lo que destaca es la especial forma de escribir del autor acerca de la idiosincrasia de los principales personajes, modos de actuar, situaciones, expresiones de las caras, ... interesantísima la visión del autor sobre la actitud de políticos y policías, las formas de hacer de jueces y abogados y, muy especialmente, el contraste entre la pompa de las Salas del Supremo y la ineficacia y torpeza del sistema.