30 de diciembre de 2015

Feliz 2016 ... siempre en positivo


En tiempos en los que nos pasamos el día oyendo hablar de guerras, terrorismos, crisis de todo tipo, sistemas que se derrumban, desestabilizaciones y demás, me veo obligado a aparcar mi natural tendencia a ver la botella medio vacía y:

A todos, absolutamente a todos, os deseo un 2016 lleno de lo mejor: que todos los días descubramos algo o alguien que vale la pena, que brille la luz desde enero a diciembre.


"Tener esperanza  es exactamente esto: estar en tensión hacia la revelación, hacia el gozo que llenará nuestra boca de sonrisas”
Papa Francisco


Que Dios bendiga a todos los que alguna vez leen este blog¡¡¡

25 de diciembre de 2015

Un mensaje que no debería quedarse en noticia ocasional

En su mensaje por la Navidad, el Papa Francisco pidió por el fin de las guerras, el terrorismo, el narcotráfico y la trata de personas.

Solamente quedan tres cosas: que quienes pueden hacer algo le escuchen, que le hagan caso ... y que quienes vivimos al margen, tal vez demasiado cómodos, no nos pongamos de perfil.

Este es el mensaje completo que dio el Papa Francisco a los siempre asiduos fieles:

Queridos hermanos y hermanas, feliz Navidad.

Cristo nos ha nacido, exultemos en el día de nuestra salvación.

Abramos nuestros corazones para recibir la gracia de este día, que es Él mismo: Jesús es el «día» luminoso que surgió en el horizonte de la humanidad. El día de la misericordia, en el cual Dios Padre ha revelado a la humanidad su inmensa ternura. Día de luz que disipa las tinieblas del miedo y de la angustia. Día de paz, en el que es posible encontrarse, dialogar, sobre todo, reconciliarse. Día de alegría: una «gran alegría» para los pequeños y los humildes, para todo el pueblo (cf. Lc 2,10).

En este día, ha nacido de la Virgen María Jesús, el Salvador. El pesebre nos muestra la «señal» que Dios nos ha dado: «un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12). Como los pastores de Belén, también nosotros vamos a ver esta señal, este acontecimiento que cada año se renueva en la Iglesia. La Navidad es un acontecimiento que se renueva en cada familia, en cada parroquia, en cada comunidad que acoge el amor de Dios encarnado en Jesucristo. Como María, la Iglesia muestra a todos la «señal» de Dios: el niño que ella ha llevado en su seno y ha dado a luz, pero que es el Hijo del Altísimo, porque «proviene del Espíritu Santo» (Mt 1,20). Por eso es el Salvador, porque es el Cordero de Dios que toma sobre sí el pecado del mundo (cf. Jn 1,29). Junto a los pastores, postrémonos ante el Cordero, adoremos la Bondad de Dios hecha carne, y dejemos que las lágrimas del arrepentimiento llenen nuestros ojos y laven nuestro corazón.

Sólo Él, sólo Él nos puede salvar. Sólo la misericordia de Dios puede liberar a la humanidad de tantas formas de mal, a veces monstruosas, que el egoísmo genera en ella. La gracia de Dios puede convertir los corazones y abrir nuevas perspectivas para realidades humanamente insuperables.

Donde nace Dios, nace la esperanza. Donde nace Dios, nace la paz. Y donde nace la paz, no hay lugar para el odio ni para la guerra. Sin embargo, precisamente allí donde el Hijo de Dios vino al mundo, continúan las tensiones y las violencias y la paz queda como un don que se debe pedir y construir. Que los israelíes y palestinos puedan retomar el diálogo directo y alcanzar un entendimiento que permita a los dos pueblos convivir en armonía, superando un conflicto que les enfrenta desde hace tanto tiempo, con graves consecuencias para toda la región.

Pidamos al Señor que el acuerdo alcanzado en el seno de las Naciones Unidas logre cuanto antes acallar el fragor de las armas en Siria y remediar la gravísima situación humanitaria de la población extenuada. Es igualmente urgente que el acuerdo sobre Libia encuentre el apoyo de todos, para que se superen las graves divisiones y violencias que afligen el país. Que toda la Comunidad internacional ponga su atención de manera unánime en que cesen las atrocidades que, tanto en estos países como también en Irak, Yemen y en el África subsahariana, causan todavía numerosas víctimas, provocan enormes sufrimientos y no respetan ni siquiera el patrimonio histórico y cultural de pueblos enteros. Quiero recordar también a cuantos han sido golpeados por los atroces actos terroristas, particularmente en las recientes masacres sucedidas en los cielos de Egipto, en Beirut, París, Bamako y Túnez.

Que el Niño Jesús les dé consuelo y fuerza a nuestros hermanos, perseguidos por causa de su fe en distintas partes del mundo.

Pidamos Paz y concordia para las queridas poblaciones de la República Democrática del Congo, de Burundi y del Sudán del Sur para que, mediante el diálogo, se refuerce el compromiso común en vista de la edificación de sociedades civiles animadas por un sincero espíritu de reconciliación y de comprensión recíproca.

Que la Navidad lleve la verdadera paz también a Ucrania, ofrezca alivio a quienes padecen las consecuencias del conflicto e inspire la voluntad de llevar a término los acuerdos tomados, para restablecer la concordia en todo el país.

Que la alegría de este día ilumine los esfuerzos del pueblo colombiano para que, animado por la esperanza, continúe buscando con tesón la anhelada paz.

Donde nace Dios, nace la esperanza¸ y donde nace la esperanza, las personas encuentran la dignidad. Sin embargo, todavía hoy muchos hombres y mujeres son privados de su dignidad humana y, como el Niño Jesús, sufren el frío, la pobreza y el rechazo de los hombres. Que hoy llegue nuestra cercanía a los más indefensos, sobre todo a los niños soldado, a las mujeres que padecen violencia, a las víctimas de la trata de personas y del narcotráfico.

Que no falte nuestro consuelo a cuantos huyen de la miseria y de la guerra, viajando en condiciones muchas veces inhumanas y con serio peligro de su vida. Que sean recompensados con abundantes bendiciones todos aquellos, personas privadas o Estados, que trabajan con generosidad para socorrer y acoger a los numerosos emigrantes y refugiados, ayudándoles a construir un futuro digno para ellos y para sus seres queridos, y a integrarse dentro de las sociedades que los reciben.

Que en este día de fiesta, el Señor vuelva a dar esperanza a cuantos no tienen trabajo, que son muchos, y sostenga el compromiso de quienes tienen responsabilidades públicas en el campo político y económico para que se empeñen en buscar el bien común y tutelar la dignidad toda vida humana.

Donde nace Dios, florece la misericordia. Este es el don más precioso que Dios nos da, particularmente en este año jubilar, en el que estamos llamados a descubrir la ternura que nuestro Padre celestial tiene con cada uno de nosotros. Que el Señor conceda, especialmente a los presos, la experiencia de su amor misericordioso que sana las heridas y vence el mal.

Y de este modo, hoy todos juntos exultemos en el día de nuestra salvación. Contemplando el portal de Belén, fijemos la mirada en los brazos de Jesús que nos muestran el abrazo misericordioso de Dios, mientras escuchamos el gemido del Niño que nos susurra: «Por mis hermanos y compañeros voy a decir: “La paz contigo”» (Sal 121 [122], 8).

21 de diciembre de 2015

Los ojos del futuro

El pasado sábado asistí en la iglesia de Santa Teresa de Huesca a un concierto de villancicos de la Coral "Diego de Pontac"; ya estuve en uno parecido que ofrecieron las pasadas Navidades y de nuevo salí encantado de la belleza y la calidad de sus interpretaciones. Además tengo que agradecer sincera y efusivamente que contaran conmigo para un excelente "tentempié" en el "Apolo", allí tuvieron la bondad de admitir a un intruso como yo y tratarme como uno más.

Pero mi intención no es hablar de la actuación, que sólo pudo ser excelente a la vista del nivel y del trabajo de los miembros de la Coral, con su directora a la cabeza, sino de algo que sucedió ya iniciada la actuación y que fue para mí como esa iluminación que no esperas, esa ráfaga de aire fresco que te da, sin aviso previo, energía para tomarte lo que queda del día de otra manera. No fue nada extraordinario, venía revestido de la sencillez de lo cotidiano, pero hay ocasiones en que viene bien que alguien, sin quererlo, te recuerde que siempre hay algo que vale la pena.

Ya se habían interpretado unas cuantas composiciones, se abrió la puerta del templo y entro una pareja con un cochecito de niño. Mi primer pensamiento fue de extrañeza, pues parece que un bebé en un concierto constituye todo un peligro de llantos y ronroneos, pero pronto ví que la magia de la música lo puede todo ... ésto no era el "Flautista de Hammelin", sino algo más tierno, más bonito, más entrañable. Del carrito asomó la cabeza de una niña pequeñísima -luego supe que rondaba los 8 meses- y pude contemplar unos ojos grandes y asombrados que miraban al exterior con tanta sorpresa como paz, unos de esos ojos que algún día conquistarán el mundo y que brillaban con fuerza en un ambiente que era todo arte, discreción y espiritualidad. 

Tal vez esa mirada inocente y dulce, que no debía ni saber donde estaba aunque seguro que intuía todo lo bueno que allí había, puede ser el toque de salida a mi propio espíritu navideño, la contraseña que recuerde tanto misterio, tanto mensaje, tanta cercanía humana,  ... a descubrir que hay futuro, que basta una mirada, que queda tanto por hacer.

14 de diciembre de 2015

Acuerdo sobre el cambio climático


En las últimas semanas se ha hablado mucho de la cumbre de París sobre el cambio climático. Tengo que reconocer que ni estoy al día de los problemas relacionados con el tema ni he seguido demasiado el desarrollo de las reuniones. Me he quedado con la idea de que había muchas opiniones encontradas y dificultades para alcanzar el necesario consenso y que la visión del tema es bien distinta en Europa y  el resto del mundo. Eso sí, al final se veía a todos muy contentos por el acuerdo alcanzado, al que calificaban de histórico. Me ha llamado la atención ver aparecer de nuevo, en este caso como presunto hombre clave en el citado acuerdo, a Laurent Fabius, prometedor y mediático Presidente del Gobierno francés en tiempos de François Mitterrand.

En cualquier caso, y admitiendo mi condición de ignorante máximo, me quedo con dos ideas: que se trata de un tema en el que, como en otros, hay bastantes que hablan con ligereza, sin que parezca que sepan demasiado sobre la cuestión y que se ha desatado una euforia excesiva tras el acuerdo, como si, en frase que leí ayer no se donde, si en una operación grave se tomara como un éxito definitivo el que el paciente hubiera reaccionado bien a la anestesia.

El tiempo nos dirá si esto ha servido o no para algo, no obstante parece que aún queda mucho por hacer ... y por aprender.


11 de diciembre de 2015

Entre fríos y nieblas


Desde ayer el paisaje es  invernal, y por ello más navideño. Así, casi sin avisar, como si no hubiera pasado el tiempo y las Navidades del 2014 permanecieran con vida, vuelvo a sentir el sonido de los villancicos, la esperanza de la lotería, la intimidad de la familia, las tradiciones del pavo y  la Misa del gallo, ... Los paseos matutinos camino del trabajo están ya acompañados por el frío y la niebla, algo que lejos de constituir una impresión negativa, me ofrece alicientes indudables: no se sabe porqué el tiempo desapacible añade una sensación de cierto confort, posiblemente porque el frío te acerca paradójicamente al calor ante la necesidad de abrigarte, a la vez que te vuelve más solidario con quienes te cruzas en el camino y sienten las mismas sensaciones.

Tiempos de rocíos y escarchas, de calles oscuras y silenciosas en las que escuchas tus propios pasos y también los ajenos. Tiempo de nostalgias, de recuerdos agridulces, momentos en los que añoras las caricias que faltan, los detalles que en su día no valoraste lo suficiente, las personas ausentes y los amigos que andan lejos. Paisajes nevados, necesidad de evadirte, horas de reflexiones, de luces y sombras. 

9 de diciembre de 2015

La guerra del gas


No me refiero a acontecimiento bélico alguno: no se trata ni de pozos petrolíferos, ni de estrategias guerreras, ni siquiera de maniobras económicas. Simplemente, han regresado a mi memoria recuerdos publicitarios de mi época infantil. Pertenezco a la generación de la burbuja, y en mi época lo que hacía furor, si de refrescos hablamos, eran la "Coca-cola" y la "Pepsi" y las bebidas con sabor a naranja y limón que tenían esas excitantes burbujas, desde el "Kas" hasta la "Fanta" -2 ... da gusto tener sed ..."-, pasando por marcas menos exitosas y duraderas como la "Mirinda" o el "Orange.crush". La palabra "radical" no sonaba nada y los zumos eran más bien productos que te tomabas en casa tras aprovechar las naranjas más feas con un exprimidor manual.   

Corrían los felices 60, y al clásico refresco veraniego  con burbujas le salió un competidor agresivo y los bares, chiringuitos, mercados y tiendas "del ramo" se llenaron de unas botellas más pequeñas y redondas que las habituales que con el nombre  de "Trinaranjus" basaban su oferta en el hecho de no contener precisamente esos "agujeritos"  que tanto alegraban el sentido del gusto. En los veranos de la segunda mitad de la citada década, los consumidores fuimos bombardeados por una agresiva publicidad en la que se ponía en claro enfrentamiento los refrescos dominantes hasta entonces con el nuevo producto, dando a entender  que éste contenía sólo naranjas y que se había prescindido de las burbujas para hacerlo más sano y  eficaz. 

No obstante, la marca no era nueva, y si investigamos en la vida del "Trinaranjus" encontraremos su prehistoria  en un adelantado farmaceutico valenciano llamado Dr. Trigo, quien en 1924 sacó al mercado un zumo concentrado de naranjas para diluir cuyas botellas equivalían "al zumo de 80 naranjas" llamado "Naranjina". Eso sí, la empresa "Trinaranjus" no la sacó adelante hasta 1933 y para su desarrollo contó con un socio, el empresario catalán Salvador Soler Violant. El boom" de los años 60 tuvo lugar con el impulso de un nuevo comprador, el grupo catalán "Agrolimen", que cambió el nombre de "Productos del Dr. Trigo" por el de "Cítricos y Refrescos S.A. (CITRESA)".

No cabe duda de que la campaña fue un éxito, y la marca "trinaranjus" ha ido creciendo y ha logrado sobrevivir a todas las crisis que desde hace ya tanto tiempo han ido haciendo estragos en nuestro país. Eso sí, la publicidad de "Trinaranjus" tuvo su réplica, y la marca "Kas", por aquellos años muy fuerte, tanto que financiaba un equipo de balon-cesto y el mejor grupo ciclista que ha tenido España, reaccionó con anuncios en los que jugaba con las palabras y se animaba al personal a elegir entre refrescos con "gas" o con "kas", a la vez que se ponían en entredicho las ideas de los rivales sin gas asegurando que la mejor opción era siempre el "Kas", pues quien no quisiera burbujas siempre podía tomarse una naranja.


7 de diciembre de 2015

De sufrimientos y soledades


En las últimas semanas he estado en contacto con personas sobre las que ha caído la dura carga del sufrimiento, algunos están siendo sujetos directos, otros lo reciben a través de sus seres queridos. Ante esta realidad solamente caben los sentimientos de cariño y solidaridad, a los que sumo el propósito de vencer ese egoísmo que  llevamos tan escondido en el interior y nos lleva a engrandecer desproporcionadamente nuestras cuitas, a la vez que nos impide ser conscientes de las más graves y tristes que padecen los demas. 

El sufrimiento existe, y es bueno buscarle una razón, un sentido ... aunque me da miedo caer en la tentación de dar lecciones o clases magistrales, algo que puede ser demasiado cómodo desde la distancia, esa postura de quien cree tener remedios para todo. Es posible que el consuelo venga más por la compañía silenciosa, por la solidaridad de quien -sencillamente- sabes que "está ahí".

Quien sufre el dolor es fácil que sienta también soledad, algo que no deberíamos consenti, pues los lazos de sangre o amistad, el hecho de compartir trabajos e ilusiones, deberían equivaler a que no somos indiferentes: lo que le pasa al otro nos importa. Y me temo, es experiencia propia, que nuestras loables reacciones de sentimiento e impresión tienden a ser efímeras, y dejamos a quien sufre a solas con su dolor.

3 de diciembre de 2015

De fraudes, cejas y galas


"El fraude del ‘taquillazo’ simulaba pases y se inventaba espectadores"

Desde hace una semana la prensa se viene haciendo eco de un fraude de notables dimensiones que afecta al cine español. Al parecer, exhibidores, distribuidores y productores engordaban las cifras para acreditar taquillas importantes, y con esta falsedad se conseguía incrementar las subvenciones recibidas del Ministerio de Cultura. Habrá que respetar la presunción de inocencia, andar con pies de plomo y no anticipar condenas hacia nadie en concreto, pero no puedo evitar llegar a conclusiones y alimentar ideas y opiniones, entre otras que ni es oro todo lo que reluce ni da la impresión de que cierta hipocresía ande ausente de algunos de nuestros más afamados y peleones representantes del mundo de la gran pantalla.

Al leer estas noticias me vienen inmediatamente a la cabeza las sonadas ceremonias de entrega de los Premios "Goya" del cine español con las que los astros locales del celuloide nos vienen obsequiando desde hace tiempo; se trata de sesiones que no he llegado a ver en directo, pero de las que siempre acabas teniendo cumplida información en su momento, entre otras cosas porque ya se encargan algunos de sacar el "tam-tam" y airear a los cuatro vientos el espectáculo anual, que suele ir bastante más allá del espectáculo "strictu sensu". Desde hace más de una década los más insignes representantes de la farándula cinematográfica se han dedicado a alardear de altura moral y responsabilidad cívica, aprovechando estas ceremonias para protestar por guerras, recortes, privatizaciones, legislación y todo lo que hiciera falta. Se trataba, sin duda, de una actitud legítima y no discuto su mayor o menor justificación, pero también es cierto que ahora queda -o puede quedar- en evidencia esa superioridad moral que exhibían unos personajes que surgían envueltos en una nube ubicada por encima del bien y del mal, que deambulaban por el escenario de con la sonrisa en la boca y el machete en la mano como si fueran inmaculados quijotes contemporáneos.

A la hora de la verdad sospecho que ni todo el monte es orégano, ni las actitudes son muchas veces desinteresadas ni el personal tan puro y noble como quiere aparentar. Alguna escama debería desprenderse de nuestros ojos.

1 de diciembre de 2015

Libros de noviembre


En noviembre he seguido con la tendencia a los libros no excesivamente largos, así como a variar los géneros literarios. Creoi que he mantenido el buen nivel de autores, con dos franceses históricos -Víctor Hugo y Chateaubriand-, una de las mejores plumas actuales en lengua inglesa -Ian McEwan-, un prolífico escritor de medio oriente como Yasmina Khadra que tiende a tratar temas actuales y quien es posiblemente el mejor autor español del género policíaco -Eugenio Fuentes-. Lo he completado con las entretendias memorias de un actor inolvidable y una policíaca escrita por un policía, que evidentemente tiene mucho que decir sobre el tema.

El británico Ian McEwan es uno de los autores de habla inglesa contemporáneos de mayor prestigio;  hace ya tiempo que tenía en la cabeza la idea de leer algo suyo, de hecho novelas como "Sábado", "Expiación" u "Operación Dulce" las tuve en su día en cartera, aunque al final las dejé para otra ocasión. "La ley del menor" es su última obra publicada  y tras coincidir un argumento interesante con la recomendación de un par de lectores de confianza he logrado cumplir por fin mi propósito ... algo a lo que también ha ayudado el que se trate de una novela más bien corta (216 páginas). La protagonista del libro es Fiona Maye, una jueza de familia londinense que tiene que enfrentarse con un problema del calado de un adolescente con leucemia que necesita una transfusión a la que se niegan sus padres, Testigos de Jehová.  El relato va más allá del simple tratamiento del problema, pues McEwan nos habla también de la crisis  conyugal de Fiona y la resolución de otros asuntos, lo que termina siendo una excelente exposición de la forma de funcionamiento del sistema procesal británico. La prosa es magnífica y la novela está muy bien estructurada y resuelta, eso sí con cierto mal sabor de boca final, pero la buena literatura no tiene porque exigir necesariamente un happy end.

Alfredo Landa fue sin duda un personaje interesante; en la Biblioteca de Huesca encontré "Alfredo el Grande", una especie de  memorias en las que el actor navarro, ya fallecido, nos cuenta su vida, especialmente a través de sus películas, con la inestimable ayuda de Marcos Ordóñez, un escritor y periodista barcelonés, que hace crítica teatral en "El País" y del que leí en su día "Un jardín abandonado por los pájaros", un testimonio de la vida española durante su infancia -paralela a la mía- que me encantó. Imagino que la redacción final será atribuible a Ordóñez, aunque Landa habla permanentemente en primera persona. Aunque nos cuenta sus primeros años y recuerdos, nos habla de su familia, de su boda y sus hijos, las 311 páginas del libro se centran en la trayectoria profesional de un actor que comenzó destacando en esas míticas "españoladas" de los 60 y 70 -la llamada época del "landismo"- para acabar destacando en películas de enjundia y éxito. Alfredo Landa no se muerde la lengua a la hora de opinar sobre directores, productores y compañeros, algunos de los cuales no salen excesivamente bien parados en el libro. El actor no puede evitar caer en ese "tic" tan habitual en quien habla de su vida de recargar méritos, aunque el relato me ha parecido bastante honesto. Por las páginas del libro van pasando nombres ilustres de nuestro cine como Garci, Fernan Gómez, los Ozores, Elías Querejeta, Concha Velasco, Mario Camus, Paco Rabal, Gracita Morales, José Luís Dibildos, ... hasta una lista interminable. Con ellos Landa destila tanta sinceridad como cariño.

Víctor Hugo es uno de los grandes de la literatura universal; novelas como "Los miserables" o "Nuestra Señora de París", por citar las más famosas, son auténticas obras maestras. Por eso no tenía perdón de Dios el no haber leído todavía nada de este escritor  nacido en la localidad francesa de Besanzón. Curioseando por librerías de viejo encontré algunos libros de viaje, entre los que me llamó la atención "Pamplona", un brevísimo volumen de 56 páginas donde nos cuenta lo que más le impresionó de una estancia en Pamplona el año 1843 -él había nacido en 1802-. Víctor Hugo era hijo de un general de Napoleón que había vivido con su familia en Madrid al servicio de José Bonaparte durante su breve reinado español; el escritor era un niño y conserva el recuerdo del viaje de   regreso a Francia, cuando entre otras ciudades pasaron por Pamplona. De esta manera, el libro refleja el contraste entre los recuerdos infantiles de Víctor Hugo y su visión de la ciudad ya maduro y versado en la cultura. Se trata de un relato evidentemente limitado, con una descripción incompleta y bastante subjetiva de la ciudad; incluye el trayecto realizado desde San Sebastián, con parada en la localidad de Tolosa. Literariamente es una joya, además de contener descripciones, comparaciones y valoraciones interesantísimas redactadas por un auténtico genio literario.

Eugenio Fuentes, ya lo he dicho en otras ocasiones, es en mi opinión uno de los mejores autores de novela policíaca de España, desde un punto de vista de la calidad literaria posiblemente el número uno. La mayoría de las novelas del género que ha publicado están protagonizadas por el detective privado Ricardo Cupido, residente en la imaginaria localidad de Breda. Con el citado personaje como protagonista ya habían pasado por mis manos "El interior del bosque", "Las manos del pianista" y "Cuerpo a cuerpo", sin que ninguna de las tres veces me haya sentido decepcionado. Por una vez he incumplido mi costumbre de leer por orden las novelas de un mismo investigador y he optado por anticipar la lectura del último caso de Cupido, "Mistralia", un relato que nos cuenta la investigación en torno al asesinato de una ingeniera en un molino de una zona de energías renovables. En alguna crítica hallada en la red se alababa la novela comentando que en ella queda reflejado el hecho de que Fuentes escribe cada vez mejor, afirmación que comparto plenamente. La novela ha confirmado mis mejores expectativas, nos presenta a un Ricardo Cupido cada vez más humano y con vida propia, narra un caso creíble, sabe desarrollar adecuadamente la intriga y la concluye acertadamente, con los giros necesarios y un desenlace logrado, por mucho que al menos a mí, la opción elegida por Fuentes para concluir la narración no me dejara buen sabor de boca.

Aunque pueda mover a confusión, Yasmina Khadra no es una mujer, sino el pseudónimo del escritor argelino Mohammed Moulessehoul, un excelente autor por cierto. De Khadra leí en su día "El atentado", un relato impactante que te da una visión interesante del conflicto palestino; en cartera tengo desde hace tiempo su "Trilogía de Argel", con tres relatos policiales, y  "Lo que el día debe a la noche", novela de la que me han hablado maravillas. Tras leer en "Babelia" la crítica de su última obra, "La última noche del Rais", decidí pasar por encima de los citados y enfrentarme a este breve relato  -176 páginas- en el que, con personajes reales y datos históricos, nos cuenta unas imaginarias últimas horas del líder libio Muamar El Gadafi. En mi opinión Yasmina Khadra ha cerrado una narración magnífica, ha conseguido dar una medida notable de quien rigió sin obstáculo Libia durante más de 40 años,  quien nos es presentado como una especie de "monstruo" con dosis de humanidad, "un desequilibrado que sabe lo que hace". El relato combina la angustia y desesperación de Gadafi y sus hombres de confianza ante el asedio de los rebeldes que terminarán acabando con su vida, con sus recuerdos de infancia y juventud, así como su imparable ascensión al poder y todas la vicisitudes sufridas en los largos años de su ejercicio.  Gadafi se presenta como alguien a la vez despiadado y familiar, implacable y romántico, añadiendo dosis de desequilibrio, como su obsesión con Van Gogh o los sueños en los que se le aparece, entre otros, Saddam Hussein. Un libro breve, editado en letra grande y que se termina devorando en cuanto puedes enlazar un par de horas disponibles.

Supe por vez primera de la existencia de Rafa Melero Rojo cuando asistí a una mesa redonda sobre policías-escritores que tuvo lugar en Huesca hace ya unos cuantos meses; el tema era interesante, pues no cabe duda de que quienes en la vida real ejercen la profesión de policía tienen mucho que decir en materia de novela negra. Melero es mosso d'esquadra y nos habló entonces de su primera novela, "La ira del Fénix", protagonizada por agentes de su cuerpo y que compré al salir de dicha sesión. En una reciente comida en la que se encontraba Lorenzo Silva, quien también intervino en aquella mesa redonda, éste incluyó "La ira del Fénix" entre sus novelas recomendadas dentro del panorama español del género, especificando que el autor reflejaba muy bien lo que es una investigación puramente policial. Tener en casa un ejemplar y la recomendación de Silva fueron argumentos suficientes para emprender la lectura de este libro, en el que verdaderamente se refleja la experiencia directa del escritor y que tiene la virtud de saber desarrollar perfectamente la intriga concreta, tanto que he de admitir que la novela la he leído de un tirón: no está mal 476 páginas en una semana. En un artículo publicado en el blog de "Getafe negro", certamen que dirige,  Silva afirmaba también que "La ira del Fénix" estaba muy bien escrita, y aquí -con todo mi respeto a quien sabe más que yo de intrigas y literatura- discrepo parcialmente con el gran escritor madrileño, pues a mí me ha parecido un relato que literariamente no pasa de discreto, tal vez porque le ha faltado un último repaso, a la vez que me ha parecido pobre de vocabulario. Rafa  Melero Rojo ha sacado una segunda novela que queda en cartera. Y un apunte final: se agradece que el autor haya prescindido de contarnos la vida sexual de los protagonistas.

François René de Chateaubriand, además de diplomático y político, fue  un formidable escritor, considerado por muchos el fundador del romanticismo en la literatura francesa. Desde hace bastantes años no he parado de escuchar alabanzas de sus "Memorias de Ultratumba", aunque la gran extensión de la obra provoca que vaya retrasando una lectura que estoy seguro no me va a decepcionar. Para ir abriendo boca, he leído un pequeño ensayo publicado hace unos años por "Acantilado" con el título de "De Buonaparte y de los Borbones". Se trata de un relato breve, pues suma  143 páginas, de las que las 43 primeras son una magnífica introducción de Césare Garboli y las 13 últimas dos apéndices, uno del propio autor y otro del editor. Chateaubriand nos ofrece un auténtico alegato en contra de Napoleón, a quien atribuye todo tipo de defectos y adjudica la culpa de los males de la Francia de entonces. Frente a ello, realiza un panegírico de la monarquía, promoviendo el regreso de los Borbones en la persona de Luis XVIII, un nombre que me trae inevitablemente a la cabeza la breve pero sólida interpretación que de él hace Orson Welles en el film "Waterloo". Al parecer, estas opiniones de Chateaubriand son parcialmente matizadas en las antes referidas memorias. En cualquier caso, una delicia leer al escritor francés, todo un ejemplo de destreza literaria y elocuencia.