27 de febrero de 2014

Esa muerte que nos llega


Asistí  ayer miércoles a un funeral por el alma de un buen amigo; falleció el 25 de febrero tras luchar durante dos años contra un cáncer, esa enfermedad que en los usos periodísticos se califica como cruel y donde tantas veces -es el caso- quienes la sufren muestran su valor: fortaleza, capacidad de sufrimiento, esfuerzo personal, ... a la vez que los más próximos tienden a olvidar diferencias y a unirse en apoyo de quien lo está pasando francamente mal. Es inevitable -y conforme vas cumpliendo años más- que la muerte de alguien cercano nos mueva a la reflexión sobre un hecho irrefutable: habrá un día en el que el convidado protagonista del evento será uno mismo, y no es ni de valientes ni de sensatos esconder la cabeza bajo el ala y no pensar alguna vez en que eso va a pasar. Hay muchas cosas en la vida de las que no estamos seguros, pero hay un suceso que ocurrirá impepìnablemente, tal vez el único del que tengamos certeza plena: el de nuestro fallecimiento. Por eso es cosa prudente estar preparados, y que cada uno se plantee lo que ésto significa.

No abro el post para hablar del fallecido, ya ha habido quien lo ha hecho mejor que yo y solamente me queda poner de manifiesto mi agradecimiento a quien siempre me trató con cariño y una sonrisa en la boca. El funeral se celebró en la capilla del tanatorio madrileño de la M-30 y fue llamativo el talante de los familiares, el ambiente de paz y serenidad de quienes habían perdido al marido, el padre, el hijo, el hermano ... También una muerte puede servir para que haya quien nos de ejemplo y para que el alma de cada cual reciba un impulso, un deseo de alcanzar la paz interior, la tranquilidad del alma.

25 de febrero de 2014

De coches y conductores locos



Ayer lunes iba camino del trabajo, lo hacía por mi trayecto habitual y al llegar al semáforo ubicado en el cruce de la calle San Jorge con la Avenida de la Paz de Huesca coincidí con una madre que cada mañana acompaña a sus dos niñas pequeñas al colegio; llaman la atención tanto el cariño, el tono maternal y el sentido común con que la mujer trata a sus niñas como lo espabiladas que parecen éstas, con unos ojos grandes y preciosos con los que ineludiblemente tienen que conquistar el mundo de aquí a unos años. Ya he dicho en otras ocasiones que la escena de unos niños camino de la escuela suele ser una imagen reconfortante que te reconcilia con el mundo y te devuelve el optimismo de que esto tiene futuro.

A esas horas el cruce citado suele andar concurrido tanto de peatones como de coches, y algo indebido debió de hacer algún vehículo porque escuché a la señora comentar con voz enérgica y alterada que "los coches están locos", una afirmación que chocaba a la vista de la habitual ponderación de la dama y que resultaba más llamativa cuando suena con el tono propio de las personas llegadas de África, pues de allí parece ser la mujer. Al momento se escuchó su sabia rectificación: "no son los coches los locos, sino los conductores", ante lo que quien esto escribe sintió una ráfaga de solidaridad con quien mostraba su voluntad de proteger a sus niñas frente a las agresiones exteriores y un rayo de la simpatía que suele provocar quien tiene esa rapidez de cabeza a la hora de argumentar.

Y tras el toque de empatía, me vinieron sucesivamente a la cabeza tres pensamientos concretos; en primer lugar que es bien cierto que los conductores con frecuencia pierden el sentido de la medida cuando circulan por el interior de las ciudades, pues al simple respeto a semáforos, señales e indicaciones, deberían sumar la extrema precaución que debe usarse ante alguien que suele estar en condiciones de inferioridad como es el peatón, máxime si éste es menor de edad ... y no es infrecuente ver a algún que otro irresponsable a quien puede la prisa, la impaciencia o la simple chulería. En segundo lugar recordé los comentarios, hay frases que uno no puede evitar escuchar, que a lo largo de estos años he oído decir a la señora en cuestión, lo que me llevó a considerar la suerte de sus aún mínimas descendientes de poder ir al colegio -e imagino que regresar- recibiendo un complemento de educación tan sabroso y equilibrado. Y finalmente no pude evitar el pensamiento de que si el problema fueran los coches todo sería más sencillo, bastaría ajustar el motor, las ruedas, la carrocería, ... para solucionar los fallos, pero los conductores, como los peatones, como cualquier persona, somos bastante más difíciles de arreglar. El peligro no está en los coches, sino en el uso que de los mismos hacen los hombres ... vamos, como con la dinamita, las armas o las cajas de caudales.

21 de febrero de 2014

El miedo a no estar a la altura



En un libro que ando leyendo, de esos en los que el protagonista te cuenta lo que ocurre en primera persona, hay un momento en el que el hombre se acusa de sufrir el defecto de tener miedo a no estar a la altura. He de confesar que, como en unos cuantos sucedidos más que el autor relata, me he visto reflejado en el problema. No se si la raíz de todo hay que encontrarla en la timidez, la inseguridad o esos retazos de vanidad que todos llevamos dentro, ... imagino que habrá de todo un poco, aunque es posible que con mayor injerencia que los motivos citados, ese miedo a no estar a la altura pueda tener su causa en el temor a decepcionar, en esa preocupación sobre lo que esperan los demás de nosotros que se puede convertir en obstáculo para el buen desarrollo de lo que hacemos, en condicionante de nuestros deseos, de nuestras aspiraciones, ... en sierra implacable que nos corta las alas, es decir, que frena y limita nuestra libertad.

Y no estoy hablando de ese afán de quedar bien que en mayor o menor medida nos influye a casi todos y que suele tender a disminuir con el paso de los años, conforme va extinguiéndose el sentido del ridículo y vamos aprendiendo a reírnos de nosotros mismos; pienso más bien en las consecuencias de que por encima nuestro, familiar, profesional, institucionalmente, puedan existir quienes hayan asumido su función con cierto exceso, no hayan sabido controlar una personalidad fuerte, una mentalidad "profesoral" o una forma de ser posesiva y nos hayamos acabado creyendo que en nuestras metas no tenemos ni la iniciativa ni la libertad de elección. Para estar a la altura sólo es precisa la disposición y el esfuerzo, el resto lo componen nuestra propia forma de ser, hacer, actuar, ... la que nos ha dado Dios, cuyo juicio es el único que nos debe importar, e intuyo que es persona que sabe valorar la altura de cada cual, que no necesita exhibiciones, que nos conoce muy bien y por eso comprende y perdona.

Es posible que en ocasiones nos hayan reprochado el haber decepcionado en algo a alguien, tal vez no deberíamos darle excesiva importancia porque quizá la razón última de lo que decepciona al decepcionado no se encuentra en nuestra mayor o menor altura sino una inadecuada valoración de las cosas, en una indisimulada capacidad de proyectar su visión de la vida en los demás o en una sencilla sobredosis de egolatría.

18 de febrero de 2014

Algo se mueve en Venezuela

 
En Venezuela llevan ya muchos años de dictadura, el sistema impuesto por el difunto Hugo Chavez no creo que pueda llamarse de otra manera y su modo de entrar a saco en el poder judicial, la propiedad privada, etc son una muestra del cariz totalitario de su mandato. Maduro ha seguido la línea de su antecesor, aunque en su caso la cosa se agrava por una evidente falta de carisma, unas formas abruptas y la agravación de la situación social: al parecer tras más de una década de chavismo el hambre y la miseria han ido a peor, por mucho que se haya vendido otra cosa.

Hace unos días tres personas murieron cuando los estudiantes de Caracas organizaron una protesta multitudinaria; el fallecimiento de estas personas parece ser que tuvo su causa en los disparos del ejército y la policía gubernativos; ya se sabe que sucesos de esta naturaleza incrementan la tensión y la incertidumbre. Para hoy, martes, uno de los más representativos líderes de la oposición, Leopoldo López, ha convocado una marcha dirigida al Ministerio de Justicia e Interior, sede donde por lo visto tiene su origen la represión habida; se espera una mayoritaria respuesta a esta convocatoria, al final de la cual López se dirigirá en solitario al edificio ministerial para entregar un documento reivindicativo.

Llama poderosamente la atención el poco eco que ha tenido la represión policial citada; así como en determinados medios aquí se monta la "parda" si algún miembro de los antidisturbios detiene a quien quema un contenedor o tira piedras, la muerte de tres personas no es al parecer acción reprochable si viene avalada por quien rige una dictadura de determinado signo.

16 de febrero de 2014

¿Vivimos intoxicados?



Desgraciadamente la realidad actual es tan triste como incuestionable: crisis, corrupción, conflictos, paro, ... No se si tenemos lo que nos merecemos, y de ser así, si la distribución de las consecuencias del castigo es equilibrada y justa, pero hace tiempo que pasaron los días de vino y rosas y da la impresión de que no acabamos de asimilar los nuevos tiempos, que no nos acostumbramos a vivir de otra manera y aceptar las limitaciones que traen consigo los vaivenes de la vida misma. Pienso que la decepción por haber llegado a esta situación, la desilusión ante determinados comportamientos, las frustraciones y demás consecuencias que traen contemplar el límite al que hemos llegado nos han convertido en potenciales víctimas de la intoxicación, en presas fáciles para creérnoslo todo, sobre todo si es algo negativo y atribuible a quien no piensa como nosotros o, en todo caso, se encuentra en posición económica, de poder o situación más elevada.

Nos han fallado aquéllos en los que confiábamos, y reaccionamos con una indignación, un "cabreo" lógico y comprensible, es más, es posible que a veces sigamos estando como anestesiados, como impasibles ante desmanes y trapisondas, pero también es la hora de demagogos y populistas. Los medios de comunicación, fuerzas necesarias para mantenernos bien informados y denunciar lo que no anda bien, da la impresión de que con no poca frecuencia caen en la tentación de regodearse en las noticias, casi hasta cocinarlas para convertirlas en atractivas, es decir, de asumir la célebre frase de que "la verdad no te estropee una buena portada". Al mismo tiempo, las redes sociales se han convertido en cables transmisores de exclusivas, rumores, interpretaciones, ... haciéndolo muchas veces sin filtro, rigor ni moderación alguna, de tal manera que muchas veces los hechos salen de la fuente de un modo y terminan llegando al quinto o sexto receptor transformados, ordinariamente tras sufrir un proceso de exageración, pues ya se sabe que las "anécdotas tienen vida propia". Por no hablar del fenómeno de nuevas webs y diarios digitales que se han reproducido como por generación espontánea convirtiéndose en fuentes de información que a veces es sesgada y tendenciosa y puede producir indigestiones.

Reitero, ni puedo negar la evidencia ni pretendo defender a nadie, que cada cual asuma sus torpezas y pague por ellas, pero no me cabe la menor duda de que andamos en tiempos de ausencia de rigor, de afición a la "sal gorda", ... en definitiva, que hay intoxicación y que esto es algo que enrarece el ambiente, por mucho de que no hay duda de que ha habido quienes han provocado que la olla ande a punto de reventar.

13 de febrero de 2014

Un actor europeo que triunfó en Hollywood



El pasado 1 de febrero falleció en Innsbruck Maximiliam Schell, el actor austríaco contaba 82 años y llevaba tiempo delicado de salud. Schell fue uno de esos actores europeos que llegó a brillar en Hóllywood y que en las décadas de los 60 y los 70 tuvo una trayectoria bastante brillante. Schell, nacido en Viena, era hijo del escritor y dramaturgo suizo Ferdinand Hermann Schell y hermano de la también actriz María Schell, fallecida hace ahora nueve años. Schell tenía una planta notable y ciertos aires de intelectual, y además de participar en más de 92 películas de cine y televisión, también fue escritor, director y productor de varios films.

Para mí el nombre de Maximiliam Schell siempre irá unido a "El juicio de Nuremberg" (1961), la película dirigida por Stanley Kramer y que en nuestro país fue titulada "Vencedores y vencidos"; por dicho film el actor, que contaba solo 31 años, se llevó el Oscar al mejor actor por su magistral encarnación de Hans Rolfe, el letrado que defiende al juez Ernst Janning (Burt Lancaster). La interpretación de Schell tuvo una fuerza increíble y es inolvidable, con el mérito añadido de tener que enfrentarse a un reparto espectacular, pues al citado Lancaster cabe añadir los nombres de Spencer Tracy, Montgomery Clift, Judy Garland -nominados los tres al Oscar-, Richard Widmark y Marlene Dietricht. La actuación del actor austriaco en la película de Kramer le inmortalizó definitivamente y le consagró como una primera figura del cine.

Aunque Schell nunca quiso ser encasillado, es inevitable poner de relieve la frecuencia con la que al actor le tocó representar el papel de nazi; posiblemente su figura, su aspecto duro y su origen austriaco influyeran en ello. Yo le recuerdo muy especialmente como el General Wilhelm Bittrich en "Un puente lejano" (1977), la brillante versión que hizo Richard Attenborough del best seller de Cornelius Ryan, con un reparto excepcional; espectacular la imagen de Schell vestido de general alemán en un balcón de su cuartel mientras presencia la llegada de los aviones americanos que llevan a los paracaidistas polacos y exclama: "si yo tuviera ese poder". Con menos años, pero caracterizado posiblemente con más, interpretó al capitán SS Eduard Roschmann -"el carnicero de Riga", un viejo militar nazi que preside una organización ilegal de antiguos nazis en "Odessa" (1974), un film de Ronald Neame basado en una novela de Frederic Forsythe. No obstante, el pale más llamativo que le recuerdo fue el que le correspondió en "La cruz de hierro" (1974), el durísimo film de Sam Peckinpah, dando vida al capitán Stransky, un militar prusiano obsesionado por obtener a cualquier precio el galardón alemán, ... inolvidables las carcajadas de James Coburn cuando al final de la película comprueba que Stransky no sabe cargar la metralleta.

La relación de Maximiliam Schell con los Oscar de Hollywood no se terminó con su estatuilla de 1961, pues fue nominado en dos ocasiones más en ambas curiosamente también en films vinculados a la Alemania del III Reich; en 1975 volvió a aspirar al galardón al mejor actor principal por "El hombre de la cabina de cristal", una película dirigida por Arthur Hiller y en la que encarna a Arthur Goldman,un magnate judío de Nueva York que acaba siendo capturado por agentes israelíes y juzgado por crímenes de guerra pues su verdadera identidad era la de Adolf Dorff, un coronel de las SS; Jack Nicholson ("Alguien voló sobre el nido del cuco") terminó llevándose el gato al agua. En 1977 fue nominado como mejor actor de reparto por "Julia", bajo las órdenes de Fred Zinnemann, una película en la que los Oscars a los mejores secundarios los obtuvieron dos de sus compañeros de reparto: Jason Robards y Vanessa Redgrave. "The Pedestrian" (1974), que él escribió, produjo, dirigió y protagonizó, fue nominada para Mejor Película Extranjera.

También trabajó en "Topkapi" (1964), de Jules Dassin, con Melina Mercouri y Peter Ustinov, la versión hispano-italiana de "Simón Bolívar" (1966), de Alessandro Blasetti, junto a Rosanna Schiaffino y Francisco Rabal, "El abismo negro" (1979), de Gary Nelson, con Anthony Perkins de co-protagonista, "The Freshman" (1990), con Marlon Brando de estrella, "Stalin" (1992), de Ivan Passer, con Schell en el papel de Lenin y Robert Duvall en el de Stalin y "Deep Impact" (1998), junto a Robert Duvall, Elijah Wood, Vanessa Redgrave y Morgan Freeman. No obstante, mi recuerdo infantil de este actor se remonta a "Al este de Java", un film de aventuras con vocación de superproducción que dirigió en 1969 Bernard L. Kowalski, donde se cuenta como a finales del siglo XIX el barco "Batavia Queen", tras zarpar del puerto de Singapur, se ve sorprendido, en plena travesía, por la erupción del volcán Krakatoa; Maximiliam Schell es el protagonista absoluto, junto a otros actores de cierto renombre como Brian Keith, Diane Baker y Sal Mineo.

Descanse en paz.

12 de febrero de 2014

Ahora toca Coca-cola


Al parecer "Coca-cola" ha decidido cerrar alguna de sus plantas en España; no es una buena noticia y toda mi comprensión, apoyo y respeto para quienes reivindican su derecho a trabajar y se manifiestan en contra de estas decisiones. No me tengo por un liberal genuino, ni mucho menos, pero no estoy en nómina de quienes piensan que el Estado debe acaparar controles ni me produce urticaria la propiedad privada, por lo que entre mis planteamientos incluyo la posibilidad de que los rectores de la gran empresa norteamericana tengan sus razones y su legitimidad para hacer lo que han hecho. Bien está que cada cual reivindique lo que cree legítimo y proteste aquello que no comparte, pero hay veces en las que al menos en apariencia se intuye excesiva víscera y muy poca racionalidad.

En la fiesta de los "Goya" buena parte de la progresía oficial de la farándula lució pegatinas en contra de "Coca-Cola" con la excusa de defender unos puestos de trabajo; parece que esta gente tan glamourosa pretende marcarnos el ritmo de nuestras reivindicaciones, aunque no sabemos si alguno de ellos se planteó rascarse sus nutridos bolsillos para echar una mano a la causa, porque me temo que con frecuencia estamos ante personajes de palabra larga y acción corta. Incluso ha habido quien nos ha exhortado a dejar de consumir tal bebida, como si se estuviera tratando con súbditos de vete a saber que régimen totalitario; al menos quien esto suscribe seguirá consumiendo la versión "Zero" del producto, pues quien me ha prohibido la entera es mi médico a quien le suelo hacer más caso que a populistas y demagogos.

9 de febrero de 2014

Gente que me cautiva en Huesca



El otro día, vete a saber porqué, me venía a la cabeza la idea de que frecuentemente el buen ejemplo, los incentivos para ser mejor, la confianza en las personas no me llegaban de quienes se postulan como líderes, ni de aquellos que me son mostrados, privada o públicamente, por terceros como ejemplos a seguir. No pocas veces mi admiración se dirige a ciudadanos y ciudadanas comunes y corrientes, de los que en bastantes ocasiones desconozco hasta el nombre, con los que con mayor o menor frecuencia me cruzo en mi deambular habitual por Huesca, desde hace más de 12 años mi ciudad de residencia. ¿Y qué tienen estas personas? ... no sabría decirlo, tal vez me cautiva su mirada noble, aunque a veces la intuya cansada, o la amabilidad de alguien detrás de la barra del bar, del muestrario del quiosco, del mostrador de la farmacia, ... una complicidad de esas  que sin haberse nunca confesado expresamente  se da por supuesta; la sonrisa, la forma de tratar a los niños, un detalle de buena ciudadanía, una bondad que se nota con solo mirar a los ojos, ... un semáforo que se respeta, un saludo sincero, la actitud paciente, ... todo ello es de agradecer en una época de actitudes que a veces rozan la agresividad, de crispación habitual, de tentaciones individualistas. Por eso valoro el consuelo y la paz que llegan de quienes te ofrecen la mercancía con una sonrisa, de quienes no espantan, de quienes caminan con serenidad y hablan con pausa, de aquellos a los que miras a los ojos y puedes afirmar sin temor al error que "éste, ésta, no me van a fallar".

Tal vez sea una de las ventajas de ser peatón, de llevar muchos años caminando por las calles, porque uno es esencialmente "urbanita", o simplemente es fruto de una forma de ser curiosa, puede -y pido disculpas- que con toques de "cotilla". Podría poner muchos ejemplos, a algunos incluso ya los he citado en esta misma sede en otras ocasiones, pero tampoco pretendo poner colorado a nadie. Evidentemente todos tenemos nuestros seres queridos, nuestra familia, nuestros amigos, ... y con ellos pasamos los momentos buenos y los peores, nos divertimos y nos consolamos, ... pero también debo agradecer a tantos que, sin saberlo, me han hecho tantas veces más llevadera la mañana, la tarde o la noche, han dado a mi vida un toque de optimismo, me han llevado a experimentar esa especie de sana envidia que mueve a desear ser como el otro y en cualquier caso la gratitud de quien comprueba que no está solo. No suelen ser personas que ocupan puestos elevados ni con una cuenta corriente poderosa, más bien gente sencilla, sin coche exportado, segunda vivienda ni raqueta de tenis último modelo. Repito: gracias, por sonreír, por ser amables, por caminar de frente, por no mirar por encima, por no retorcer las los hechos ni las cosas, ... por ser así.

7 de febrero de 2014

La moda del golden retriever


En los últimos meses he comprobado que el Golden retriever es el perro de moda; en las conversaciones que escuchas en el autobús, en las comidas y cenas con amigos y compañeros, en los diarios contactos con las calles de Huesca y Zaragoza me he dado cuenta de que esta raza se ha impuesto en los gustos de las personas. A un viejo conocido le escuché decir en más de una ocasión que no era verdad eso de que el perro es el mejor amigo del hombre, sino que más bien el hombre es quien debe considerarse el mejor amigo del perro: algo de esto debe de ser cierto, pues quien tiene un golden habla y no para de las virtudes y ventajas de este tipo de canes.

He buscado por internet datos sobre estos animales, y en todos los artículos que he leído se mencionada su carácter amigable y deseoso de complacer, añadiendo que su buen carácter no lo reservan a sus dueños y allegados, sino que lo extienden a cualquiera con el que se encuentran. No cabe duda de que, por mucho trabajo que den y esa esclavitud que supone tener que sacarlo a pasear varias veces al día, no deja de ser gratificante tener en casa alguien incondicional que ni te exige dinero,ni te da encargos, ni te pide orden ni silencio ni te somete a sus caprichos, y cuando se llega a casa cansado y tenso del trabajo no está de más comprobar que un animal que dicen es irracional te salga a recibir con cara amistosa, actitud cordial y moviendo la cola. Y también he pensado que eso de poner cara amigable y tener deseos de complacer a quien te rodea es una actitud muy digna de ejercitar, y no te digo si eso lo sigues manteniendo con cualquiera que te cruzas por la calle, sin exclusivismos ni endogamias.


5 de febrero de 2014

Una gran carrera cinematográfica que se ha quedado incompleta.

Me enteré del fallecimiento de Philip Seymour-Hoffman a través de Tommy: me mandó un mensaje -es tan inteligente que no se ha rendido al washapp- en el que me preguntaba si haría un post a la vista de que Seymour era uno de los actores de "Esencia de mujer", una de mis películas preferidas. No obstante, el film de Martin Brest es un producto al servicio de Al Pacino -inolvidables el tango, el Ferrari y el discurso final- y queda claro que el actor dramáticamente fallecido el domingo a la edad de 46 años pasará a la historia por muchísimo más que por su papel de joven del film referido. Mentiría si dijera que se trata de un actor cuya trayectoria y relevancia he seguido de cerca, pero ha sido llamativa la unanimidad de cineastas y expertos en remarcar la enorme calidad de un intérprete cuya temprana desaparición frustra una carrera que se anunciaba brillantísima, aunque haberla cerrado con un Oscar y tres nominaciones antes de cumplir los cincuenta no está nada mal. Un "vecino" de facebook citaba una frase de un artículo publicado a raíz de su muerte: "el hecho de que este tipo de actores haya ido copando papeles principales en películas de éxito se debe a que sus roles, los que jamás interpretarían Matt Damon o George Clooney nos ponen delante del espejo. Sus papeles y sus vidas más allá de la pantalla son más nosotros mismos que los guapos oficiales.", no se si la frase es textual o la idea captada por mi amigo de redes sociales, pero me pareció interesante y la traigo aquí.

Seymour-Hoffman Hoffman consolidó una sólida carrera en el cine interpretando personajes variados y de especial idiosincrasia en roles secundarios, trabajando con una amplia variedad de cineastas notables como Todd Solondz, los hermanos Coen, Spike Lee, Cameron Crowe, David Mamet, Robert Benton, Anthony Minghella y Paul Thomas Anderson. Tras "Esencia de mujer", el actor siguió a la sombra de actores que tenían entonces más "caché": "Cuando un hombre ama a una mujer" (1994), "Twister" (1996), "Boogie Nights" (1998), "El gran Lebowski" (1998), "Happiness" (1998) y "Magnolia" (1999). En 1999 ocupa más espacio de cinta en "El talento de Mr. Ripley", la versión que Anthony Minghella dirigió de la gran novela de Patricia Highsmitt con un reparto lleno de oscarizados: Matt Damon, Gwyneth Paltrow, Jude Law, Cate Blanchett. En 2002 destacan sus trabajos en "Casi famosos", "Embriagados de amor" y, muy especialmente, "La hora 25", donde borda su papel de un tímido profesor de instituto enamorado de una de sus alumnas y sin olvidar su cabecera de cartel en "Con amor, Liza" (2002). Tras su trabajo de obsesivo predicador en "Could mountain" (2004), a Seymour-Hoffman le llegó su gran hora con "Capote" (2005), el film de Bennett Miller en el que da vida al histriónico personaje con tanto acierto que le valió el Oscar a la mejor interpretación masculina. La estatuilla supuso su consagración y la certeza de que estábamos ante uno de los mejores. Hasta llegar a pisar alfombra actor había interpretado una gran variedad de personajes: homosexuales ("Boogie Nights", "Flawless" y "Capote"), adinerados desmedidos ("Esencia de mujer", "Patch Adams" y "El talento de Mr. Ripley), figuras comprensivas ("Magnolia" y "Casi famosos"), matones ("Embriagados de amor" y "Misión Imposible III"), un inescrupuloso periodista de la prensa amarilla (Freddy Lounds, en "Red Dragon") y un solitario pervertido sexual ("Happiness").

En 8 años aún tuvo tiempo de tener tres nominaciones más: "La guerra de Charlie Wilson" (2007), donde encarna a un extravagante oficial de la CIA, "La duda " (2008), en la que interpreta al Padre Flynn, un apasionado y carismático sacerdote y "The master", en el papel de Lancaster Dodd, un intelectual brillante y de fuertes convicciones que crea en 1952 crea la iglesia de la cienciología. En los tres casos fue nominado como mejor actor de reparto; Javier Bardem ("No es país para viejos", Heath Ledger ("La noche oscura") y Christopher Waltz ("Django encadenado") impidieron que repitiera esatuilla. "Synecdoche, New York" (2008), "Los idus de marzo" (2011), "El último concierto" (2012) y las tres entregas de "Los juegos del hambre" fueron otros trabajos excelentes de Philip Seymout-Hoffman entre tanta nominación. Las drogas han cortado de cuajo una carrera que se anunciaba excepcional, es triste pero su trabajo permanece. Descanse en paz.

3 de febrero de 2014

Fallece Luis Aragonés


El pasado sábado nos levantamos con la noticia del fallecimiento de Luis Aragonés; al no estar enterado de su enfermedad la noticia cayó como un auténtico mazazo entre quienes seguimos el fútbol, que en mi caso se remonta a hace casi 50 años, sin exagerar un ápice, pues mi primer conocimiento del llamado "sabio de Hortaleza" se produjo con los cromos de la Editorial "Fher" allá por los años 64 y 65, cuando el madrileño se vestía de corto cada domingo con la camiseta del Atlético de Madrid. Luis era un hombre peculiar, un personaje que en ocasiones parecía un "cachazas", a veces un "somarda" y casi siempre un hombre cargado de sentido común y sabiduría futbolística. Era admirable la enorme capacidad de Luis para enfrentarse a los periodistas en las ruedas de prensa, sabiendo salir airoso casi siempre de preguntas y cuestiones, muy especialmente en aquellos partidos que no habían terminado bien para su equipo y en los que sabía ponerse el mundo por montera y contestar con habilidad y sabiduría.

Como entrenador Aragonés fue un auténtico monstruo, creo no equivocarme si afirmo que nunca lo hizo mal, y eso que su trayectoria se extiende nada menos que a cuarenta años en los banquillos. Recuerdo perfectamente cuando en la temporada 1974-75 pasó de la noche a la mañana de jugador a entrenador del Atlético de Madrid al ser cesado el mítico míster argentino Juan Carlos Lorenzo. En la carrera profesional de Luis Aragonés hubo muchos equipos, aunque sin ninguna duda su nombre siempre irá unido al Atlético de Madrid, y es que Luis para los colchoneros es como Cruyff para el Barça, Di Estéfano para el Real Madrid, Bobby Charlton para el Manchester United o Beckenbauer para el Bayern de Múnich. No obstante, si tenemos en cuenta que ha ocupado las banquetas de F.C. Barcelona, Sevilla, Valencia, Betis, Español, Mallorca y Oviedo, no cabe duda de que nos encontramos ante uno de los expedientes más brillantes de los últimos tiempos en España. Eso sí, por encima de tanto trabajo bien hecho y unos cuantos títulos -1 Liga, 4 Copas del Rey y una Supercopa-, su nombre queda bordado con letras de oro al ganar con la selección nacional la Eurocopa de 2008; 44 años llevaba nuestra selección nacional sin ganar absolutamente nada, brillando tan sólo en los amistosos y en alguna ocasión aislada que siempre terminaba en frustración. Es cierto que contó con la mejor generación de jugadores de nuestra historia, pero sería un error atribuir este hecho tan sólo a las virtudes de quienes se vestían de corto: Luis supo sacar el máximo partido de sus hombres y convertir una selección "angustiada" en un grupo ganador. Los aficionados al fútbol de España le debemos a Luis que nos diera la gloria que habíamos llegado a pensar que era imposible conseguir.

Pero Luis antes de ser entrenador fue un futbolista formidable; le costó llegar y hasta consolidarse en la élite hubo de penar por esos campos difíciles con las camisetas del Getafe, Real Madrid -en su filial, Plus Ultra-, Recreativo de Huelva, Hércules, Oviedo y Betis; fue en el Villamarín donde se consolidó como un excelente futbolista y a los 26 años llegó al Atlético, equipo en el que ocupó el interior diestro de la mítica delantera formada por Ufarte, Luis, Gárate, Adelardo y Collar; posteriormente otros jugadores como Salcedo, Alberto, Irureta. Becerra, Ayala, ... Luis, que ganó tres ligas y dos copas con los del Manzanares, era un interior de buena técnica, con un guante en su pierna derecha y capacidad goleadora, con unas cifras increíbles para un centrocampista: 123 goles en once temporadas con la camiseta blanquirroja, llegando a ser "Pichichi" exaequo con Amancio y Gárate en 1970. Por encima de todo, Luis Aragonés destacaba al sacar faltas directas al borde del área, el balón tomaba una dirección increíble de ariba-abajo y era letal; en 1974 marcó así un gol a Sepp Maier en la Final de la Copa de Europa que su equipo disputó al Bayern de Múnich y que sólo amargó un increíble gol de Schawazenberg en el descuento de la prórroga.

Luis Aragonés dedicó una vida al fútbol y siempre lo hizo bien. Descanse en paz.

2 de febrero de 2014

Leidos en enero



Creo que enero ha sido un mes muy fructífero en cuanto a lecturas se refiere; tengo la certeza de haber leído dos novelas formidables -"El caudal de las noches vacías" y "Capital"-, otras dos de calidad notable - "Instrucciones para una ola de calor" y "El inocente"-, un buen relato policíaco, con toques de novela histórica -"El asesino entre los escombros"-, un ensayo de C.S. Lewis que hace pensar y parte de las memorias de una figura importante de la reciente historia española que gustará, lógicamente más a unos que a otros. 

Comencé el año concluyendo una magnífica novela, "Instrucciones para una ola de calor", de la irlandesa Maggie O'Farrell; había leído comentarios muy favorables y venía avalado por su publicación en "Salamandra", una editorial que suele acertar en sus selecciones. La novela nos relata los avatares de una familia de emigrantes irlandeses que viven en Londres a partir de la inesperada y extraña desaparición del padre tras marcharse a comprar el periódico. Por un lado, la autora acierta con unos personajes estupendamente elaborados, la madre, Gretta y los tres hijos, Michael Francis, Mónica y Aouife, cada cual lleno de peculiariedades y frustraciones. El relato se centra en las vidas de estas personas, cada una de las cuales posee secretos que nunca ha revelado y que en sí constituyen la esencia del mensaje del libro, la necesidad de las personas de dar a conocer su verdad, aunque no siempre sea ejemplar. Junto a ésto, O'Farrell describe con acierto el ambiente en que se mueven esos irlandeses de clases bajas que han tenido que iniciar una nueva vida en la "city", con una versión de un Londres mucho menos amable y glamouroso. Aparecen en un segundo plano algunos temas muy interesantes como la situación política de Irlanda, las guerras y sus consecuencias, el catolicismo, las apariencias, la educación, el fracaso y el éxito en la vida, la felicidad... El relato tiene además un punto de intriga que incrementa su atractivo.

Compré en su día el primer tomo de las "Memorias" de José María Aznar, mucho no me debió apasionar, pues comencé a leerlas y lo dejé a mitad; el principio de año ha sido una buena ocasión para reanudar y finalizar la lectura, tal vez azuzado por el deseo de leer el segundo volumen, donde aparecen temas de más enjundia, aunque ya veremos si cae. Es una lectura grata, en la que el ex presidente del gobierno de España nos cuenta su infancia y juventud, sus inicios en la política, sus primeras elecciones perdidas y las que ganó en 1996 que dieron lugar a una legislatura con la que cierra el ciclo. Como todas las memorias que he leído, el autor cae en el error de escucharse demasiado a sí mismo y de poner sus posturas y logros casi como única verdad, por otra parte, pienso que aporta pocas novedades, que no desvela grandes secretos ni levanta misterios. En el lado positivo, el que nos de una versión de una época importante de España, el interés de relatos tan personales como el atentado de ETA que sufrió en persona o la victoria en las elecciones referidas, así como que redacta sus recuerdos con bastante elegancia, sin hacer leña del árbol caído ni cebarse con nadie.

Mercedes Salisachs es, sin duda, una de las escritoras españolas que más me gustan; su literatura elegante, profunda y pulcra no puede dejar indiferente y sus novelas son relatos que entretienen tanto como enseñan. Por esta razón, en cuanto encontré un hueco leí "El caudal de las noches vacías", la novela que según confiesa la propia autora, quien ya cumplió 97 años, pone punto final a su larga y brillante carrera literaria. Salisachs nos cuenta la historia de un joven y brillante sacerdote que se enamora de la madre de un alumno; la autora aprovecha para darnos una brillantísima descripción psicológica de un hombre atormentado y de las cuitas que pasa con motivo del dilema existencial y vocacional que se le plantea. Al mismo tiempo, la escritora barcelonesa nos ofrece, como en tantas otras ocasiones, una cruda y certera disección de la burguesía catalana, dando en el clavo al mostrarnos el contraste entre unos personajes de la alta sociedad curtidos en mil batallas y capaces de dar una imagen al gusto de consumidor y un cura de origen sencillo sin doblez ni aristas. Mercedes Salisachs destaca por un magnífico dominio del castellano y una notable agilidad narrativa; sus novelas son duras, no da concesiones al sentimentalismo y nos muestra la realidad de la vida sin anestesias ni adornos. En algunos momentos, además, la autora es valiente, no cae en la tentación de ser políticamente correcta y da testimonio de sus convicciones religiosas personales. La novela es dramática, como he dicho sin concesiones, por mucho que deje puertas abiertas a la esperanza.

Hacía tiempo que había escuchado hablar elogiosamente de Mario Lacruz, con el aval de que quien lo hacía era gente con buen gusto literario. Lacruz es un escritor catalán fallecido hace diez años que en vida publicó muy poco, tan sólo la llamada trilogía de la culpa, descubriéndose a su muerte la existencia de un buen número de novelas ´s guardadas en un armario. "El inocente" es el primero de los relatos de la referida trilogía, fue publicada nada menos que en 1959 y fue galardonada con el "Premio Simenon" de novela negra. Tras su lectura he comprendido perfectamente las positivas opiniones escuchadas, pues el libro nos cuenta con buen arte literario una logradísima historia de un crimen del que se acusa injustamente a un excéntrico personaje por razón de la desmedida ambición de un inspector de policía, todo ello en el ámbito de la típica ciudad española de provincias. Tanto el ambiente que se describe como los personajes -se trata de un relato de marcado carácter psicológico- son magníficamente diseñados por este autor de quien la "Wikipedia" nos cuenta tuvo amplios contactos con la generación literaria de 1950 ( José Agustín Goytisolo, Juan Goytisolo, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma y José María Castellet, ...). Se trata de una novela que no es fácil de leer, pues Lacruz recurre a la técnica de ir y volver en el tiempo a lo largo de la narración. Un autor al que se debería dar más cancha.


"El asesino entre los escombros", escrito por el periodista alemán Cay Rademacher, es una novela de intriga que he leído con agilidad y gratitud; se trata de la investigación de un serie de asesinatos ocurridos en el Hamburgo de después del final de la 2ª guerra mundial, la cual corre a cargo del inspector jefe Frank Stave. Además de los hechos que sirven de centro del argumento, la aparición de varios cadáveres desnudos y mutilados entre loe escombros de la ciudad destruida por la contienda, el autor aprovecha para describirnos la imagen desolada de Hamburgo, un relato que añade el carácter de histórica a una novela esencialmente policíaca por esta razón la palabra "escombros" es algo más que parte del título del libro, pues la misma es continuamente utilizada por Rademache, pienso que como recurso literario más que como defecto de reiteración. El protagonista, Frank Stave, tiene fuerza y aporta mucho a la novela, además a su trabajo de investigación de los crímenes referidos añade la carga de su propio drama particular: su mujer falleció en el incendio de su casa a causa de las bombas de la aviación inglesa y su único hijo, que se marchó al frente alemán en contra de la voluntad paterna, figura en la nómina de los desaparecidos, lo que le lleva a investigar sobre su paradero como complemento a su propia labor policial. La novela me ha gustado mucho, aunque debo advertir que siento especial predilección por los relatos ambientados en esta época y mi valoración puede tener algo de subjetivo. Se anuncia una trilogía con idéntico personaje, al estilo de Philipp Kerr y Bernie Gunther, aunque esto son ya palabras mayores. El libro tiene para mí la particularidad de haber sido el primero que leo en el e-book que me pusieron los reyes.

Hace muchos años que vengo oyendo hablas de C.S. Lewis, incluso vi con agrado "Tierras de penumbra", una magnífica película que dirigió Richard Attenborough y en la que Anthony Hopkins daba vida con credibilidad al escritor y pensador británico. He de admitir que, dentro de un orden, Lewis me producía la misma sensación que los libros de Tolkien y los de Harry Potter, como un cierto rechazo ante tanto partidario de los mismos. Como nunca es tarde para salir del error, me decidí a comenzar el año leyendo "Cautivado por la alegría", el ensayo en el que Lewis nos cuenta su conversión al cristianismo, un libro magnífico que te mueve a pensar y a reflexionar con cierta profundidad. En él el escritor nos cuenta sus estudios de bachillerato y universidad, sus relaciones familiares, marcadas por el hecho de haber nacido en Belfast. Así los momentos más entretenidos de la lectura tienen que ver con su estancia en diversos "college" de Londres, con un análisis en el que no faltan ni la visión positiva ni cierta crítica llena de salsa. También habla de sus estudios en Oxford, un lugar al que solamente podían acceder los pobres mediante una beca, como fue el caso de Lewis. El libro tiene su faceta filosófica en cuanto se narra el itinerario religioso del autor, que tras perder la fe la recupera en la universidad, se trata de capítulos más arduos que hay que leer despacio y atentamente. Esta fase de la vida de C.S. Lewis coincide con la 1ª guerra mundial, contienda que marca su juventud, pues se incorpora a filas en 1917, episodio que también tiene su interés. Un libro para leer con atención.

Tras terminar de leer "Capital", el último libro de John Lanchester, no me ha quedado ninguna duda de haber ltenido en mis manos una novela excelente; y digo esto con toda la prudencia, pues me consta que leen estos resúmenes algunas personas con una sensibilidad literaria muy elevada. Se trata de un relato ambientado en Londres, en concreto en la calle "Pepys Road", un lugar figurado, en el que habitan una serie de personas que componen el "microcosmos" en torno al cual se desarrolla la novela. En diferentes capítulos Lanchester nos va contando diferentes historias, que en algunos casos terminan superponiéndose, de los distintos vecinos, fundamentalmente cuatro: un joven y dinámico directivo de un banco, casado con una mujer superficial y derrochadora, una familia de inmigrntes pakistaníes de caracteres muy distintos y que regentan un comercio, una anciana inglesa que se está muriendo y una joven promesa del fútbol de Senegal que ha sido fichado por el Arsenal y convive con su padre y su representante, en relación a ellos van apareciendo otros personajes secundarios, como un albañil polaco, un joven y estrafalario artista y una niñera húngara, entre otros. La historia se desarrolla en 2007, lo que tiene importancia, pues se desarrolla en los prolegómenos de la gran crisis económica que aún sufrimos y justifica el doble sentido del título del libro: Londres como capital y la propia naturaleza del capitalismo. El relato trae a consideración temas tan importantes como la inmigración ilegal, el terrorismo islámico, la vida familiar, ... y Lanchester destaca por una narración ágil, bañada de un tono satírico que provoca una lectura realmente grata e interesante. Se agradece el tono positivo y optimista del relato. Eso sí, hay que tomárselo con calma, pues solamente faltan tres páginas para llegar a las 600.