1 de marzo de 2013

Los libros de febrero



Creo que el mes de febrero he leído bastante calidad; me han parecido dos obras absolutamente recomendables las novelas de Dennis Lehane y Benjamin Black y el desopilante inicio literario de Evelyn Waugh; a los tres cabe sumar una pieza teatral nada menos que de Buero Vallejo, en este último caso una razón por la que lamentar no haber nacido antes para poder ver en vivo y en directo más de una representación de sus obras. A los referidos hay que sumar la novela policíaca de moda, "El guardián invisible", una originalidad escandinava y otra policíaca escrita en el castellano argentino que tan nervioso le pone a Brunetti. Si tuviera que elegir el "libro de mes" optaría sin dudarlo por "Cualquier otro día", aunque como lo empecé en octubre no se si cabe calificarlo como exclusivamente "del mes".

Casi desde el primer momento en que comencé "Cualquier otro día" tuve la certeza de estar leyendo uno de esos libros que va más allá de ser una excelente novela, porque el largo relato de Dennis Lehane -más de 700 páginas- es de lo mejor que ha pasado por mis manos en mucho tiempo. El nombre del autor no nos debe confundir, porque la novela no es un relato policíaco, sino una magnífica narración, novelada por supuesto, de hechos históricos, además de una perfecta descripción de una época fundamental, además de apasionante, en la historia de los Estados Unidos. La novela se ambienta en el Boston de los años 20, cuando se está bajo la impresión del Final de la guerra europea, y se centra en sucesos tan llamativos como la tremenda epidemia de gripe sufrida en el país, los problemas raciales, el esplendor del deporte del béisbol el nacimiento de los sindicatos, los movimientos blocheviques y anarquistas surgidos al impulso de la revolución rusa y la huelga de policías que terminó con unos gravísimos altercados sangrientos en el propio Boston. Lehane relata todo con precisión y ritmo extraordinarios, y en especial los últimos capítulos relativos a los incidentes derivados de la huelga de policía son de una intensidad, una precisión descriptiva y un dramatismo formidables. Los dos grandes protagonistas son Danny Coughlin, policía de Boston e hijo de un emigrante irlandés que llegó de polizón a Norteamerica y terminó siendo capitán de la Policía Local y Luther Laurence, un hombre de color que llega hasta la referida ciudad fugitivo de sus circunstancias; se trata de dos personajes de calado, con fuerza y personalidad. Junto a ellos van desfilando toda una reata de personajes que convierten "Cualquier otro día" en un fresco magnífico que nos da una idea ajustada y apasionante de lo que eran los Estados Unidos de principios del siglo XX, poco antes de la gran depresión. Hay que leer este libro despacio, con tiempo y sin perder una coma.

No hace mucho que leí -y di cuenta de ello- la primera novela de Ernesto Mallo protagonizada por el Comisario Lazcano, "el Perro", y entrre finales de enero y principios de febrero concluí la segunda, "El policía descalzo de la Plaza San Martín", otro relato excelente, escrito en ese tono claramente argentino al que uno se va acostumbrando poco a poco y con esos diálogos en cursiva que el autor no separa y uno tiene que ir siguiendo despacio para no perderse. La novela está ambientada en los tiempos inmediatamente seguidos a la dictadura militar argentina y el autor, militante en su momento en la izquierda radical, nos muestra unos personajes marcados por el drama de la represión y los desaparecidos vivido en los tiempos de Videla y demás generales. Está escrito con una gran agilidad, en tono descarnado, con cierto maniqueismo y unos personajes llenos de fuerza, entre los que destacan, además del protagonista, el "Topo Miranda", un delincuente culto y quijotesco y el Fiscal Marcelo Pereyra, a quien el autor, en boca del propio Lazcano, define como un joven que trata de luchar honestamente en medio de la mierda". Se trata de una novela policíaca de ritmo ágil, en el que la intriga y el desenlace es lo de menos, con un marcado acento de crítica socio-política y en el que el autor muestra un estilo entre irónico y desencantado.

Me apunté en su día el nombre de Ake Edwardson en uno de esos correos-informe que suelo recibir de la librería "Negra y Criminal"; los libreros citaban un puñado de autores de novela policíaca escandinava y el referido autor sueco era el único que no conocía. Por eso me hice con un ejemplar de su única novela traducida al castellano, "Bailar con un ángel", y ya puedo decir que he llenado mi laguna. Desde mi punto de vista esta novela tiene dos atractivos principales, por un lado la aparición de dos policías bien distintos que acaparan el protagonismo: el sueco Erik Winter, inspector en Goteborg y el escocés afincado en Londres Steve Macdonald: las similares muertes violentas de un joven sueco en la capital de Inglaterra y de un inglés en la referida localidad sueca les ha puesto en contacto y entre ambos se esfuerzan por resolver el enigma. El otro aspecto positivo es la propia forma de narrar de Edwardson, pues no se limita a contarnos unos hechos criminales y su investigación, sino que nos da una visión amplia no solamente de la personalidad y las vivencias de los protagonistas, sino de la sociedad en la que viven: no faltan párrafos para la reflexión. Se trata de una novela francamente dura, pues trata el tema de las películas "snuff" y los crímenes que se suceden son desagradables, aunque, todo hay que decirlo, el autor no se ceba a la hora de contárnoslo. Curiosamente, siendo la novela ya de hace unos cuantos años -la edición de "Lengua de trapo" es de 2002, pero el libro fue escrito en la década de los 90- no se ha vuelto a traducir a nuestro idioma ningún otro relato de este autor, lo que no deja de ser una lástima.

Cuando Tommy me regala un libro hay varias cosas que me quedan bien claras: el presente es de calidad, la novela tiene una originalidad notable y su contenido tiene cuando menos un algo de "friki", dicho ésto en el sentido más positivo del concepto. Por eso, cuando con motivo de mi cumpleaños, ya hace un par o tres de años, me vino con "Decadencia y caída", la primera novela de Evelyn Waugh, supe que mi "benefactor" de ese instante no había acudido a una librería y escogido la primera novedad que se le ocurrió pudiera gustarme, sino que se trataba de una elección meditada y llena de intención. Creo recordar que me habló de un libro disparatado, y tras decidirme a leerlo, bastantes meses después de incorporarlo a mi biblioteca, puedo confirmar que tenía razón: una novela divertida, con ribetes de absurda y llena de un humor que podríamos calificar como más bien desmadrado. No soy un novato en la lectura de Waugh, un autor del que he recibido enormes alabanzas desde variadas procedencias, pues ya pasaron por mis manos "Noticia bomba", "Los seres queridos" y su celebradísimo "Retorno a Bridshead", pero parece ser que esta primera novela, escrita a los 25 años, nos muestra un autor aún en fase de madurez, sin el temple y la profundidad que surgieron en él a partir de su conversión al catolicismo, aunque hecho tan relevante no privó nunca a sus libros de ese excelente humor inglés. Me lo he pasado en grande leyendo "Decadencia y caída", aunque mentiría si afirmara que lo he entendido todo y no me he perdido en ningún momento de mi lectura. El personaje protagonista, el joven y frustrado estudiante de teología Paul Pennyfeather, es sencillamente genial, de una ingenuidad y una simpatía llamativas, sin olvidar a toda esa gama de profesores atrabiliarios, damas frívolas y tramposas y demás que forman un cuadro en el que según los expertos pretende asimilar la sociedad inglesa anterior a la gran guerra a la época más decadente del mismísimo Imperio Romano: de ahí el título que toma osadamente prestado del historiador Gibbon, autor de la "Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano".

"El guardián invisible", primera entrega de la anunciada "Trilogía del Baztán" de la novel escritora guipuzcoana Dolores Redondo, está siendo el fenómeno literario español de comienzos del 2013; unos cuantos expertos de diversos medios coincidieron en alabar la obra, habiendo incluso quien la ponía a la altura de Domingo Vilar al valorar a uno y otra como las grandes esperanzas de la novela policíaca española actual, a lo que cabe añadir una cuidadísima edición a cargo de una editorial del prestigio de Destino y una promoción que anuncia su publicación en varios países e idiomas a la vez. Había por lo tanto razones de sobras para priorizar la lectura de la novela, y tal vez tanta expectativa, e incluso tanta impaciencia por mi parte, han sido la causa de que a la hora de la verdad no me haya parecido un libro redondo -y no pretendo hacer juegos de palabras con el apellido de su autora-. "El guardián invisible" es algo más que una novela de intriga, pues la autora cuida el lenguaje, trata de hacer buena literatura, poniendo el acento no sólo en la investigación de unos crímenes, sino en la propia vida de la protagonista, la inspector de la Policía Foral navarra Amaia Salazar, una mujer de una infancia difícil, unos traumas evidentes y una inteligencia y preparación de primer grado; es más, una vez terminada la lectura casi aseguraría que la historia personal de Amaia tiene en el libro más importancia que su propia investigación. Pienso que como al relato le falta algo, que su autora no termina de cerrar bien el rompecabezas en que consiste toda novela policíaca, aunque tanto elogio de gente de fiar me lleva a la cautela de plantear que el problema puede haber sido mío. La trama se desarrolla íntegramente en la localidad Navarra de Elizondo, en pleno Valle del Baztán, zona de enormes influencias vascas y tierra enormemente bella; de allí es la protagonista y allí sucedieron hechos que condicionaron su carácter y su propia vida. La autora añade elementos mitológicos propios del País Vasco, como el "basajaun", algo que dota al libro de una originalidad muy especial, con presencia de seres fantásticos que no dejan de ser una novedad llamativa en la literatura española del género. Queda dicho que "El guardián invisible" no me ha llenado del todo, pero sin duda, cuando se publique el segundo tomo de la trilogía, le daré a su autora una segunda oportunidad.

Aunque leer teatro no es cosa sencilla, además de faltarle el encanto de una representación en directo, pienso que es algo que debería hacer más: autores como Oscar Wilde, Jardiel Poncela, Casona o Miguel Mihura tienen suficiente encanto como para hacerlo, sin olvidar a Shakespeare o a los clásicos españoles. Antonio Buero Vallejo es, sin ninguna duda, uno de los autores epañoles contemporáneos de más entidad, posiblemente el mejor de su generación: sus obras son brillantes, de intensidad dramáticas y con un fuerte compromiso y una indudable crítica social. El último fin de semana del mes dediqué unos cuantos ratos libres a leer una de sus más importantes obras, "La doble historia del Doctor Valmy", una pieza que fue terminada en 1964, pero que los avatares de la censura de la época hicieron que no se estrenara hasta doce años después. Se trata de una obra de un dramatismo tremendo, que tiene como trasfondo el problema de la tortura policial; se ambienta en un país imaginario, entre otras razones porque la censura hizo todo lo posible para alejar de los espectadores la tentación de pensar que había alguna referencia local, tanto que incluso cambiaron el apellido del psiquiatra que da título a la obra, que acabó llamándose "Valmy" en lugar de "Barga". Buero va cambiando de escena, pasando del domicilio del protagonista, Daniel Barnes, un policía de la "secreta" que acaba traumatizado por sus propios excesos a la propia Comisaría y a la consulta del Dr. Valmy, un psiquiatra que viene a hacer de narrador. El autor se muestra profundo, consiguiendo unos diálogos excelentes y, por encima de todo, un dramatismo excepcional, eso sí, sin que con el desenlace quede puerta alguna abierta a la esperanza. La obra se estrenó el 29 de enero de 1976 en el Teatro Benavente de Madrid, con varios actores de lujo: Marisa de Leza, Julio Núñez, Andrés Mejuto y Carmen Carbonell, entre otros.

Bénjamin Black es el nombre que reserva el escritor irlandés John Banville para sus novelas policíacas; Banville es un autor de culto, una de esas "primeras plumas" que suenan cada año para el "Nobel" de literatura, algo que sigue estando en el cajón de pendientes. Hace pocos años Black -Banville- comenzó una serie de novelas protagonizadas por un médico forense, Quirke, un personaje francamente oscuro, con problemas con el alcohol, pasado turbio y una capacidad enorme para meterse en problemas. En su día leí "El secreto de Christine", primera entrega de la serie y no hace mucho, en una de esas cenas que terminan con reparto de libros en préstamo, me hice con la segunda, "El otro nombre de Laura", un libro que inicié enseguida y he terminado recientemente, bastante satisfecho por cierto. Benjamin Black escribe muy bien, entre otras razones porque enfilar un género considerado de nivel menor no impide que el buen escritor lo siga siendo: me han encantado las descripciones, los diálogos y la fuerza con la que relata el asunto dicho escritor. Leyendo la novela uno no tenía ninguna duda de estar leyendo literatura de calidad, algo que no me llamó tanto la atención en mi primera experiencia con Black. El autor sitúa el relato en la Irlanda de los años 50 o 60, en un ambiente más bien pobretón y oscuro, y nos habla de matrimonios rotos, de un suicidio sospechoso y de viejos y sucios secretos familiares, de los que no se escapa, ni mucho menos, el protagonista. Banville mueve a sus personajes en una amoralidad y turbiedad notables, lo que aconseja combinar esta lectura con algún libro más "positivo". Pero que no suene a crítica ni desilusión: un pedazo de escritor y un excelente libro.

6 comentarios:

molinos dijo...

"Cualquier otro día" es una novela magnífica, sí señor. Yo la leí hace un par de años y me encanto...una pasada.

Saludos

Modestino dijo...

Afianza mi opinión el hecho de ser compartida por una lectora mucho más experta y exigente que yo. Un saludo!

Brunetti dijo...

Hace años leí Mystic River, la novela con la que Dennis Lehane se dio a conocer, y disfruté mucho.

También me encantó la película basada en dicha obra, dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por Sean Penn, si mal no recuerdo.

Aprovecharé tu recomendación para acercarme de nuevo a este autor estadounidense, no excesivamente conocido por estos lares.

Salud y suerte para esta noche: el Coliseo es una plaza últimamente muy propicia.

Modestino dijo...

El libro tiene más de 600 páginas, algo que se no te gusta, pero vale la pena. Sean Penn protagoniza, efectivamente, "Mystic river", por la que obtuvo un Oscar, al igual que Tim Robbins; el tercero en discordia fue Kevin Bacon.
Ufff, el Coliseum ....

Zambullida dijo...

Me apunto la novela del norteamericano, de Dennis Lehane. Veré a ver si la encuentro en inglés. Gracias por la recomendación.

Modestino dijo...

En versión original debe de ser ya la pera; un saludo, Zambullida!!!