11 de marzo de 2013

Eva, siempre Eva

 
Este fin de semana vinieron a Huesca unos amigos de Tarragona; hacía mucho tiempo que no nos veíamos y la participación de la hija de ambos en el Certamen de Danza de "Anaprode" que se celebraba en el Palacio de Congresos oscense fue ocasión de un feliz reencuentro. Podría hablar de los buenos momentos que pasamos y de su excelente experiencia con las bondades gastronómicas, entre otras, de la capital del Alto Aragón, pero de lo vivido sábado y domingo me quedo con el espectáculo de danza de un número inmenso de jóvenes de Aragón, Cataluña y Levante que exhibieron sus cualidades en todo tipo de bailes. Y es que allí hubo desde flamenco hasta danza clásica, pasando por jazz, pop, y hasta temas tan variados y célebres como "Ne me quitte pas", "Maquíllate" e incluso unos cuantos villancicos. Quien esto escribe no entiende ni jota de danza, pero pienso que poseo la mínima intuición para saber al menos cuando alguien domina el escenario.

Algún que otro chavalote bailaba, pero la inmensa mayoría de las participantes eran féminas; y ahí quería llegar, pues una vez más comprobé la enorme capacidad de las mujeres para dominar la escena, actuar con soltura y "camelar" literalmente -y en el mejor de los sentidos- al personal. Las chicas que actuaron no tendrían menos de 10 años ni más de 15, y pude comprobar como casi todas salían a bailar con un descaro y una seguridad pasmosa; y lo que más me llamó la atención fueron los gestos, su mirada de frente al público y esa sonrisa descarada, brillante y con su parte de cautivadora que te dirigían. Recuerdo perfectamente un par de niñas -dudo que pasaran de los 12- que vestidas con un traje de ballet en tonos verdes, falda corta de tul y un lazo en la cabeza de ese color, se enfrentaron a una canción movidísima mientras mantenían una enorme sonrisa que dirigían al público como ofreciendo todo su saber hacer y su saber estar. Las mujeres son así, ya desde pequeñitas, más maduras, más listas y con un poder profundo y delicioso de seducción; y es que daba gusto contemplar no sólo el estilo, la gracia y la elegancia de tanta joven princesa, también ese aplomo, ese garbo y esa capacidad de "camelar" que las hace insustituibles.

Como digo, también hubo chavales, un par de ellos bailaron un flamenco formidable, pero sin ninguna duda, el Palacio de Congresos de Huesca fue tomado el fin de semana por los encantos más sanos y elegantes de las jóvenes promesas de la danza del noreste español.

3 comentarios:

que dificil la vida sin ti dijo...

Si, Modestino, querido...la seducción como arte la dominamos las mujeres casi desde la cuna (en serio) en abierta superioridad con los varones que hacéis lo que podéis...algo torpemente...la verdad ¡pero eso también tiene su encanto, no me gustan los donjuanes y su prepotencia insultante!
Ahora bailando...una se acuerda de Nureyev y me entra la duda ¿has visto Billy Elliot? sentimentaloide y flojita...
Un guiño (inocente)
A

Modestino dijo...

Efectivamente, Elliot me pareció exactamente eso. El don Juan suele ser un cretino, un machista o un creído ... y nunca un hombre maduro y cabal.

Anónimo dijo...
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