28 de febrero de 2013

Sabio Wittgenstein

 
"De lo que no podemos hablar, mejor es callarse".

Ludwig Josef Johann Wittgenstein había nacido en Austria, aunque luego se nacionalizó británico y terminó muriendo nada menos que en Cambridge; además era un individuo bastante inteligente, de hecho era experto en filosofía, matemáticas, lingüística y lógica, algo que nos da a entender su valía. Y si nos fijamos en la frase antes citada, que seguro no es la más brillante de las muchas que pronunció a lo largo de sus 61 años de vida, no nos cabrá ninguna duda de la enorme sabiduría que se esconde tras una afirmación tan sencilla. Wittgenstein fue discípulo de Bertrand Rusell y tuvo su relación con el Círculo de Viena, aunque nunca se considerara como integrante del mismo, habiendo crecido en un hogar donde se le proporcionó un ambiente excepcionalmente propicio para la realización artística e intelectual: sus padres eran aficionados a la música y todos sus hijos tuvieron dotes intelectuales y artísticas. Una formación de este calado contrasta con lo que se observa en los últimos tiempos por estas lides, cuando cualquier ciudadano -o ciudadana- opina de lo que haga falta sin más conocimiento que el obtenido en algún debate televisivo de medio pelo mientras se limpia los churretones de tomate que en la cara o la camisa le salpica la salsa de los macarrones.

Claro, que el mal ejemplo ya surge de los "padres de la patria", quienes se han habituado a lanzar afirmaciones de todo tipo ya no sólo faltando consciente y frecuentemente a la verdad, sino opinando "de oídas" y buscando el mero éxito coyuntural en vez de la verdad y la eficacia. Hace ya más de un decenio que observamos cómo en las bancadas del Congreso, sillones azules incluidos, no se sientan quienes saben más de los temas trascendentes, sino personajes elegidos a dedo por no se sabe qué expertos de su partido y por vete a saber qué motivos, más o menos ocultos, de gratitud o servicios prestados a la formación que sea. Ha habido -y debe de seguir habiendo- ministros -y ministras- de Industria, Sanidad o Educación que de la materia cuya cartera ocupan saben lo que yo de física cuantíca o ingeniería nuclear y cuyo quehacer y acierto acabará dependendiendo del mayor o menor tino a la hora de escoger asesores, expertos y fontaneros -y fontaneras-. No deja de ser preocupante escuchar de lo que hablan aquellos a quienes hemos elegido para representarnos, pues cada día crece la sospecha de que no saben muy bien lo que dicen, o en todo caso son capaces de decir hoy blanco y mañana negro y hasta pensar que son coherentes.

Pero ya se ha repetido desde diversos rincones que nuestros políticos no son marcianos, y brotan de la misma sociedad que el resto de los españoles; así basta entretenerse un rato en la barra de un bar o en la cola de las taquillas del cine, de la RENFE o del INEM para comprobar la facilidad con la que solventamos los problemas que nos acucian, con que etiquetamos al personal con más o menos saña, le decimos a quien tiene responsabilidades lo que debe hacer, al detalle, para cumplir su obligación y le cantamos las cuarenta, con vehemencia y rotundidad, sin ápice de duda, al lucero del alba. Eso sí, en nuestros escritos -impresos y digitales- seguiremos poniendo "haber" por "a ver", nos sonarán a chino nombres como Góngora, María Estuardo o Canalejas y pensaremos que Thomas Hobbes es el central del Bayern y Núñez de Balboa una calle de Madrid.

27 de febrero de 2013

A vuela pluma sobre los Oscar


Teniendo en cuenta que no presencié en directo la gala de los Oscar y aún no he visto ninguna de las películas nominadas -vencedoras incluidas- resulta más bien complicado entrar en valoraciones sobre la ceremonia de este año, una noche que la mayoría calificó de más bien sosa, que tuvo la sorpresa de la presencia de Michelle Obama entregando -vía conexión desde la Casablanca- una de las estatuillas y en la que los premios parece que estuvieron más repartidos que nunca. De cualquier manera, fue una ocasión más en la que tanto los cinéfilos como los amantes de los espectáculos glamourosos pudieron disfrutar de lo lindo, sin ahorrarse, por supuesto, auténticos "despellejes" y críticas ácidas, que no deja de ser otra manera de disfrutar. La cuestión es que el pasado lunes más de uno llegó a trabajar con las sábanas pegadas a la mejilla y un sueño difícil de digerir.

La película que se ha llevado el gato al agua ha sido "Argo"; a priori parecía, y hablo de una impresión absolutamente personal, que "Lincoln", la versión de Steven Spielberg sobre el mítico presidente de los Estados Unidos durante cuyo mandato se abolió la esclavitud, tenía muchos boletos en la rifa: a mí me recordaba aquel lejano "Gandhi" de Sir Richard Attenborough que se llevó ocho estatuillas en 1982, pero queda claro que esta vez no ha tenido tanto éxito el reclamo de un personaje histórico legendario. Eso sí, como era de esperar Daniel Day Lewis no tuvo rival y se llevó en la maleta su tercer Oscar como mejor actor principal; ya dediqué un post exclusivo a este actor del que aseguran que se pasa meses encerrado para preparar cada uno de los papeles que le encomiendan. "Argo" es una película que, junto a las bondades propias que le han hecho merecedora del premio más importante, tiene según cuentan la virtud de entretener, de llevar a la pantalla un suceso real y de ofrecer acción, que no todo van a ser tesis ni teorías históricas. Ben Affleck, director del film, ya había conseguido otro Oscar junto a Matt Damon por "El indomable Will Hunting" por el mejor guión original, lo que demuestra que el chico vale, aunque también el que actuar no es lo que se le da mejor, que ya dice mi amigo Tommy que el mozo es más bien soso. La mejor actriz según la Academia fue Jennifer Lawrence por su papel de viuda neurótica en "El lado bueno de las cosas"; he de admitir que no conocía a la actriz y que repasando su currículum no he visto nada que me sonara, aunque hace un par de años ya fue nominada por "Lazos de sangre"; eso sí, la mujer pasará a la historia por el "tozolón" que se pegó la pobre no se sabe si a causa de la emoción o por ese traje próximo al "miriñaque" que se puso.

Mucho más discreto fue el traje elegido por Anne Hathaway, la formidable Fantine de "Los miserables" que se hizo con el Oscar a la mejor actriz de reparto; Hathaway ya desempeñó un papel de relieve en otra adaptación de un clásico con "La leyenda de Nicholas Nickleby" (2002), adaptación musical de la novela de Charles Dickens, siendo la actriz protagonista de películas de cierto éxito como "Brokeback Mountain" (2005), "El diablo se viste de Prada" (2006) y "La joven Jane Austen" (2007) amen de la "Alicia en el país de las maravillas" (2010) de Tim Burton, "Siempre el mismo día" (2011) o "El caballero oscuro: la leyenda renace" (2012); en 2008 también fue candidata, esta vez como actriz principal, por "La boda de Rachel". La Hathaway tenía dos rivales "expertas", pues Sally Field ya andaba en posesión dos estatuillas y Helen Hunt de una. Me pareció emotiva la forma de agradecer el Oscar de Christopher Waltz, mejor actor secundario por su trabajo en "Django desencadenado"; Waltz es un veterano actor que ha trabajado bastante y al que han tardado en reconocer méritos. El pobre Tarantino parece proscrito por la Academia, habiendo sido candidato en dos ocasiones -"Pulp fiction" (1994) y "Malditos bastardos" (2009)- y al mejor director, habiéndose debido conformar con los premios al mejor guión original en la primera y ahora con la de este año. Parece que Tarantino sigue la estela de Martin Scorsese como actor al que los "cerebros" de los Oscar quieren hacer sudar la gota gorda, ... por no hablar del pobre Di Caprio, que este año no ha tenido ni el consuelo de la nominación. Waltz tenía rivales de mucho peso: Robert de Niro -7 nominaciones y 2 Oscar-, Tommy Lee Jones -4 nominaciones y 1 Oscar-, Philip Seymour Hoffman -4 nominaciones y 1 Oscar- y Alan Arkin -4 nominaciones y 1 Oscar-, vamos que casi ha sido como ganar la Champions League frente a Barça, Manchester, Inter y Bayern Múnich.

La estatuilla a la mejor película extranjera fue para "Amor", la película francesa de Michael Haneke, un drama duro y amargo que protagonizan Jean Louis Trintignan y Emmanuelle Riva; para muchos era la mejor película y apostaban porque fuera la ganadora principal, galardón para el que también estaba nominada. Si uno comprueba que la música que aparece en el film es de Beethoven, Bach y Scubert debe presumir que verlo ha de ser una gozada, aunque el tal Haneke, que es alemán, tiene fama de dirigir películas más bien desesperanzadoras: "El castillo" (1997), "Código desconocido" (2000), "La pianista" (2001), "El tiempo del lobo" (2003), "La cinta blanca" (2009), ... por lo que cuentan todo un reflejo del cine sombrío y turbador, aunque debe de ser bueno, pues ha ganado bastantes premios en Cannes. La presencia de dos auténticas leyendas galas como Trintignan y Riva aporta interés, sin duda, a la película, que no debe de ser, en cualquier caso, lo más aconsejable para recuperar el tono.

26 de febrero de 2013

La última batalla de Nando Yosu

En la prensa deportiva de estos días se habla del centenario del Racing de Santander, un equipo que atraviesa una época dificilísima, hundido en los últimos puestos de la tabla de 2ª división y con una situación económica muy preocupante. Pensar en el Racing trae a mi memoria aquellos tiempos de su ascenso a la máxima categoría, en 1973, con un equipo en el que destacaban el meta Santamaría, los cántabros Portu, Díaz y Chinchon, el ex-madridista Grande, el ariete Aitor Aguirre, el gallego Geñupi y el "Torito" Zubiría, un extremo argentino feísimo que jugó luego en el Barça. Fue un paso fugaz, pero al poco tiempo los cantabros regresaron para quedarse con refuerzos tan sonados como los portugueses Damas y Quinito o el veterano José Armando Ufarte. Al cabo de 40 años los nombres terminan siendo incontables: Verón, Sañudo, Quique Setién, Marcos, Quique Estebaranz, Radchenko, Popov, Mutiu, Munitis, Zigic, ... Pero todos ellos fueron gente que estuvo un tiempo y luego acabo marchándose; también tuvo entrenadores míticos, como Fernández Mora, Laureano Ruiz, Irureta, Miera o José María Maguregui, aunque por encima de todos quedó un personaje fiel a la casa, uno de esos hombres de confianza a los que acudir cuando las cosas van mal y que nunca decepcionan: Nando "Yosu", Fernando Trío Zabala, nacido en Munguía (Vizcaya) hace 71 años, pero cuya vida siempre estuvo unida al Racing. Con motivo de la noticia del centenario del conjunto del Sardinero me he enterado de que Yosu padece Alzheimer y que en estos momentos ni conoce ni recuerda; recientemente he conocido varios casos de personas afectadas por esta enfermedad, entre otras de una compañera de promoción que con cerca de 60 años ha tenido que pedir la jubilación anticipada. Dios sabe más, pero es muy triste ver a personas divertidas, simpáticas, inteligentes, amenas, cultas, ... que van perdiendo sus capacidades y cerrando su mente a ese mundo al que han dado tanto y que aún podrían seguir haciéndolo. Yosu fue entrenador del Racing en cinco ocasiones, salvándole del descenso en varias de ellas, la última en 2006 cuando sustituyó al llorado Manolo Preciado y culminó un auténtico milagro, saliendo a hombros de los aficionados la última jornada en El Sardinero.

Mi primer recuerdo de Yosu se remonta a las colecciones de cromos de mediados de los años 60; entonces Yosu, un extremo izquierdo clásico, militaba en el Pontevedra C.F., aquel conjunto que vestía de granate e hizo famoso el lema de "hay que roelo"; el vizcaíno formaba la delantera junto a Odriozola, Martín Esperanza, José Jorge y Neme y ponía su granito de arena para mantener en la máxima categoría a un equipo que tenía mucho mérito. Pero la historia deportiva de Yosu se remonta al Rayo Cantabria, filial del Racing, conjunto del que pasó al Valencia, un gallito de primera con el que ganó la entonces llamada Copa de Ferias en 1962 y 1963; en la foto se le puede ver formando el ataque con Héctor Núñez, Ribelles, Waldo y Guillot. En 1963 regresó al Racing de Santander, donde se hizo famoso por marcarle dos goles al Barça en el mismo partido, siendo luego traspasado al Athletic de Bilbao, club en el que apenas jugó  y que le vendió en 1965 al Pontevedra. Tras unos buenos años en el equipo de "Pasarón", Yosu se marchó al Calvo Sotelo de Puertollano, un conjunto que en aquella época era gallito de segunda y llegó a jugar la promoción de ascenso a primera frente al Córdoba, para terminar sus días de jugador otra vez en Cantabria, en concreto en la Gimnástica de Torrelavega, un histórico de la región con el que debutaría como mister, trabajo en el que destacó enseguida con los juveniles del Racing. Luego dirigió a Real Oviedo, Linares, Granada -en dos ocasiones-, Ourense y Alavés, para regresar al Racing de Santander en 1977, de donde ya no salió. Muchísimos jugadores que han sido algo en el mundo del fútbol, le deben buena parte de ello a este hombre de carácter afable, trabajador y honesto, como es el caso de Sañudo, Mantilla, Preciado, Ceballos, Geli, Quique Setién, Gelucho, Roncal, Munitis, ... gente que para triunfar necesita trabajo y paciencia, algo que le sobraba a este hombre que ahora, posiblemente sin ser consciente de ello, libra su última batalla en esta vida.

25 de febrero de 2013

El boom del Dr. Gannon

En torno a 1969 hizo furor en España "Centro médico", una serie norteamericana que se emitía los sábados a última hora de la noche, después del programa de variedades que solía protagonizar la emisión nocturna y que tuvo diversas denominaciones: "Noches del sábado", "Pasaporte a Dublín", "Galas del Sábado", "Canción 71", "La gran ocasión", ... Series como "Los intocables", "El inmortal", "Kung Fu", "Kojac" o "Marcus Welby" tuvieron también ese horario tan intempestivo, paliado, eso sí, por la circunstancia de que al día siguiente era domingo y cierta libertad de "amanecida". Todos los telefilms citados tuvieron su fama, algunos como "Kung-fu" supusieron incluso toda una revolución, pero el fenómeno "Centro médico" fue realmente espectacular, y la razón fundamental del éxito tuvo mucho que ver con el protagonista, el Doctor Gannon, cirujano del Hospital universitario de Los Ángeles que cada semana se enfrentaba a casos de verdadera dificultad. Gannon era encarnado por el actor nacido en el estado de Indiana Chad Everett, que representaba a un médico audaz, joven -el actor tenía entonces poco más de 30 años- e innovador; el otro protagonista fijo de la serie era el doctor Paul Lochner, papel que desempeñaba James Daly, que había nacido en 1918 y reflejaba la veteranía y la cautelam propias de un médico con años de vuelo. Evidentemente, quien encabezaba los créditos era Everett y, por lo tanto, quien se llevaba siempre el gato al agua. No obstante el motivo del éxito arrollador de "Centro médico" hay que encontrarlo en el hecho de que Chad Everett era un hombre apuesto, un actor que, tomando la figura de un médico joven, dinámico y exitoso, conquistó a las mujeres de la época y cuyo rostro figuró durante muchos meses en las carpetas de nuestras hermanas, que acudían los lunes al colegio a exultar de las últimas hazañas de un ser al que adoraban y por cuya foto eran acompañadas a clase el resto de la semana. Los niños de la época vibrábamos más con "Daktari", el "Tarzán" que protagonizaba los miércoles Ron Ely o las series de los sábados como "El virginiano", "Viaje al fondo del mar" o "Tierra de gigantes".

Chad Everett falleció en Los Ángeles el pasado mes de julio a la edad de 76 años víctima de un cáncer de pulmón, y al acudir a su "curriculum" he comprobado que intervino en múltiples series televisivas, aunque ninguna tuvo, ni de lejos, la relevancia de "Centro médico". Como secundario estuvo en algunas películas de repartos notables, como "Cita en París" (1966), de Boris Sagal, junto a Ann-Margret, Louis Jourdan y Richard Crenna, "Dominique" (1966), de Henry Koster, con Debbie Reynolds, Ricardo Montalban, Greer Garson, Agnes Moorehead, Ed Sullivan y Katharine Ross, "Duelo a muerte en Río Rojo" (1967), de Richard Thorpe, junto a Glenn Ford y Angie Dickinson, "Return of the Gunfighter" (1967), de James neilson, con Robert Taylor, "La edad difícil" (1968), de Michael Gordon, junto a David Niven, una versión de "Aterriza como puedas" (1982), de Ken Finkleman en la que también aparecen otroas estrellas rutilantes de la tele de entonces como Peter Graves -"Misión imposible"- y raymond Burr -"Ironside"-, "Juego sucio en Las Vegas" (1985), de Richard Brooks, con Ryan O'Neal y un curioso remedo de "Psicosis" (1998) que dirigió Gus Van Sant y Everett tenía un pequeño papel en un reparto donde destacaban Vince Vaughn, Anne Heche, Julianne Moore y Viggo Mortensen. Queda claro que el actor le debió al Dr. Gannon el hecho de que su nombre quedara grabado en la historia de la tele. los tiempos han cambiado, y aunque no cabe olvidar que George Clooney dio el "pelotazo" con su papel de médico en la serie "Urgencias" quien sabe si hoy al pobre Gannon le hubieran endosado más de un vicio.

23 de febrero de 2013

El primer Burgos que llegó a Primera


                                       Arriba: Bilbao, Capón, Astorga, Raúl, Benegas, Ederra.
                                       Abajo: Mendiolea, Jacquet, Aitor Aguirre, Olalde y Requejo.

Para los zaragocistas la temporada 1970-71 fue nefasta, pues el equipo, tras años de gloria bajo el imperio de los míticos "Cinco magníficos" se fue a 2ª División; pero no en todos los lugares hubo drama, y en Burgos, a orillas del Arlanzón y con el testigo imponente de la catedral gótica más bella del mundo, se festejó el ascenso a la máxima categoría. Era un año en el que se ampliaba la primera división y solamente bajaron dos clubes -el Elche acompañó a los maños- y junto a los castellanos lograron el ascenso Betis, Córdoba y Deportivo de La Coruña; éstos tres últimos no hacía demasiado tiempo que se habían codeado ya con los grandes, pero para el Burgos la experiencia era nueva; hasta ese año, el Burgos no era más que un equipo modesto de la división intermedia, un conjunto que se conformaba con ir salvando una categoría en la que por entonces pululaban equipos como la Unión Popular de Langreo, el Racing de Ferrol, la Cultural Leonesa, el Castellón, el San Andrés o el Mestalla. Pero ese año, a las órdenes de un mister veterano como Ignacio Eizaguirre, el Burgos mantuvo una regularidad admirable y supo aguantar en cabeza hasta el final. El ascenso se edificó sobre una trayectoria impecable en El Plantío, donde solamente cedió tres empates, mientras que fuera de casa el equipo bajaba su rendimiento, a pesar de lo cual llegó a obtener tres triunfos fundamentales en Vallecas, Logroño y Puertollano.

El equipo del ascenso se edificó con jugadores procedentes del fútbol vasco; destaca la presencia de dos auténticas leyendas del fútbol: Victoriano Bilbao, un portero que tenía ya 34 años y habiéndose formado en la cantera del Arenas de Guecho, llegó a militar en el Atlético de Madrid, club con el que había jugado la Copa de Europa, fichando luego por el Hércules, con quien también jugó en 1ª división y Luis María Astorga, un veteranísmo lateral que era el capitán del equipo, el típico jugador de raza que siempre ha defendido los mismos colores. Destacaban también, tanto que jugaron prácticamente todos los encuentros, dos jugadores que habían defendido durante unos años la camiseta del Athletic de Bilbao, el central Raúl, típico jugador rocoso y duro, un auténtico tallo inexpugnable por alto y el extremo diestro Arraiz, un hombre rápido que debutó con fuerza en San Mamés, pero que no terminó de cumplir con las expectativas creadas en el Bocho. El lateral zurdo era para el guipuzcoano Aramburuzabala, mientras que la pareja de volantes la formaban el vizcaíno Alcorta I y el navarro Ederra, un buen medio de cierre que jugaría años después en el Granada de Castellanos, Montero Castillo, Aguirre Suárez, ... En zonas de ataque los protagonistas de la temporada fueron dos: Requejo, un joven interior, de poca envergadura pero con una zurda de oro, formado en la cantera del club y al que se adivinaba un futuro prometedor, que fue el máximo goleador con 9 tantos y el ariete Mendiolea, natural de Santurce y que marcó ocho goles importantísimos para el ascenso. En el interior derecho se alineaba el guipuzcoano Olalde, un tipo espigado, luchador y con cierta facilidad para el gol, destacando sobremanera el extremo izquierdo Angelín, zaragozano formado en la cantera del club de la capital maña que había tenido que emigrar para triunfar, haciéndolo primero en el Hércules y posteriormente en el Burgos, figurando en la foto adjunta junto al meta Bilbao: Angelín era rapidísimo y poseía un excelente disparo. El extremo Nájera, el volante valenciano Nebot y el ariete Chomin fueron otros jugadores con cierta presencia en el equipo a lo largo del histórico curso del ascenso.

 
Los castellanos prepararon la temporada en la máxima categoría sin grandes dispendios; consiguieron mantener el bloque del ascenso y acudieron al Atlético de Madrid para pedir que les echara una mano; de esta forma llegaron al club del plantío tres jugadores jóvenes y con mucho futuro: el lateral Capón, una de las grandes promesas de la cantera atlética que al año siguiente regresaría al Vicente Calderón por la puerta grande y sería trece veces internacional y dos paraguayos - el Atlético tenía abundantes sudamericanos en plantilla-, Benegas, medio defensivo durísimo y muy seguro y Jacquet, un centrocampista ofensivo que había fichado ese mismo años por los colchoneros. El Athletic de Bilbao les cedió a Aitor Aguirre, un ariete "larguísimo" que poseía un imponente remate de cabeza y jugaría casi toda su carrera profesional en primera con Racing de Santander, Sevilla y el propio Athletic, mientras se trajo del Mallorca al delantero asturiano Quirós, quien años atrás había tenido un fugaz y nada brillante paso por La Romareda. Para dirigi al equipo se optó por un jovencísimo entrenador al que también se fue a buscar a orillas del Manzanares, Mariano Moreno, quien manejaba las divisiones inferiores rojiblancas y que junto a hombres como Chus Pereda y Vicente Miera ocuparía responsabilidades notorias en el equipo téncico de la Federación Española años después. Como era de esperar el año resultó difícil, pero los burgaleses supieron administrar bien sus cartas, haciendo una buena primera vuelta y sabiendo sufrir en la segunda para terminar conservando la categoría, aunque no se ahorrasen sustos finales. Para el éxito de la aventura fue necesario que los veteranos Bilbao y Astorga repitieran una campaña excepcional, jugando casi el pleno de encuentros, que los tres cedidos del Atlético demostraran que su fama no era gratuita y que el resto de jugadores se apretaran los machos hasta el último minuto. Los 10 goles de Requejo y los 5 de Olalde y Angelín también influyeron en el éxito.

Pero el Burgos era un modesto, y a esta clase de equipos no le resultaba fácil conseguir mantener una situación equilibrada cada año; terminada la primera temporada en la cima los mejores jugadores abandonaron el barco: el club no renovó a Bilbao, que se fue a Baracaldo, Aitor Aguirre fue repescado por el Athletic y vendido al Racing, Capón y Benegas se fueron al Calderón a jugarse un puesto y Jacquet terminó en el recien ascendido Oviedo de Carrete, Marianín, Galán y Uría. Los técnicos burgaleses no acertaron demasiado con los recambios, llegando a "El Plantío" el lateral Osorio, que había sido internacional absoluto en sus mejores tiempos con el Español, pero cuyo mejor momento había pasado, el meta García Cuervo, eterno suplente de Castro en Gijón y el extremo valenciano Esteve, un joven que parecía se iba a comer el mundo pero que como tantos se quedó a mitad del camino. Adquirieron mayor protagonismo el lateral Gómez y el menor de los Alcorta, pero ninguno pudo evitar que los castellanos se hicieran con el farolillo rojo desde las primeras jornadas. Avanzada la temporada se hizo un intento de remontar posiciones con cuatro fichajes de urgencia: el ariete Burguete que destacaba como goleador en el Villarreal, dos jóvenes promesas del Español, el defensa Figuerola y el interior Gonzalo y Pocholo, un fino interior diestro que había jugado en Celta y Mallorca y respondió con seis goles, pero a la larga no fueron capaces de enderezar la situación y el equipo se fue a segunda. La directiva había confiado en el veterano Román Galarraga la dirección técnica del equipo, sustituyéndolo al inicio de la segunda vuelta por Rafael Zamora, ni uno ni otro evitaron un descenso que no apagó los ecos de la gesta de un club pequeño que disfrutó un par de temporadas de los cracks de la época.

En 1976 el Burgos regresó a primera bajo el mando del francés Lucien Muller y con un equipo donde destacaban jugadores del nivel de Juanito, Manzanedo, García Navajas y los yugoslavos Kresic y Katic, y, tras una refundación, aún pasearía otro Burgos por la máxima categoría, con camiseta roja y pantalón blanco, y nombres como Pedrag Juric, Joseba Aguirre, Ribera, Ayúcar, Barbáric, Tocornal, Balint o Loren, pero unos y otros son ya parte de otra historia.

22 de febrero de 2013

Las ideas claras


El otro día leí una entrevista a María Vallejo-Nágera, se trataba de un reportaje breve que no dudé en leer al sentirme atraído por tres motivos; en primer lugar, su padre se encuentra entre las personas que admiré en su día y todavía recuerdo con agrado cómo disfruté con los tres libros escritos por él que han pasado por mis manos: "Concierto para instrumentos desafinados", un delicioso elenco de anécdotas de pacientes suyos que padecían diferentes enfermedades mentales, "Yo, el rey", una espléndida biografía novelada de José Bonaparte que le valió el premio "Planeta" y "La puerta de la esperanza", un entrañable y emotivo libro redactado cuando el cáncer ya anunciaba sus últimos meses en este mundo. También he de reconocer que cuando vi la foto que encabezaba la entrevista -la misma que ilustra este post- pensé: "pues vaya chica más guapa", e instantáneamente pasó a formar parte de ese grupo de personas que, así de entrada, me caen bien. Finalmente, me pareció tremendamente sugerente la frase elegida por el autor del interviú para dar título al mismo: "Si de verdad tuviéramos fe, no tendríamos miedo a morir". Una frase llena de sentido, y que mueve a pensar, y mucho, a alguien que considera que tiene fe, pero que debe admitir que la realidad de la muerte no deja de inquietarle y estremecerle.

Al parecer María Vallejo-Nágera tuvo una conversión a raíz de una visita a Medjugorje; ahora la escritora ha publicado un libro titulado "Cielo e infierno" en el que nos habla de estas verdades de fe, algo que denota una admirable audacia en estos tiempos en los que parece que se cree en todo menos en "lo de siempre", cuando el personal esconde la cabeza cual avestruz ante la realidad de que esta vida se termina a la vez que le suena a chino eso de que haya algo más allá de la muerte. Es de agradecer la sencillez y la humildad con la que esta mujer habla de fidelidad a la doctrina de la Iglesia, asume los dogmas sin enfrentarse altanera y absurdamente a aquello que nos cuesta entender. A la vez, me han parecido francamente estimulantes esos planteamientos de pensar en Dios como alguien próximo y que nos quiere, mucho más allá de la figura de un ser lejano y justiciero. Conforme pasan los años siento más la necesidad de profundizar en el "mandamiento único", en simplificar el ejercicio de la fe cristiana a una vida de amor y servicio al prójimo y en darle menos vueltas a cuestiones "alambicadas" y reglamentarismos más bien formales.

En la entrevista Vallejo-Nagera comentaba que en twitter y otros foros era frecuentemente insultada y humillada por defender sus convicciones cristianas, circunstancia que llevaba con elegancia y sin quejas, convencida de estar haciendo lo que debía: difundir la verdad. Yo también he notado la abundancia de "comecuras" en foros y redes sociales; se lo pasan en grande ridiculizando, despreciando y atacando con saña a todo lo que tenga que ver con la Iglesia, con sus autoridades y sus ministros. Abundan los que con cuatro lemas trasnochados y conocimientos de barra de bar pontifican y destrozan la historia, la verdad y la fama. Yo he conocido muchos no creyentes plenamente respetuosos, gente que a la vez de reconocerse agnóstica o atea muestran sus opiniones con elegancia y sin ofender al que anda en la otra orilla, pero se ha generalizado mucho el estilo "El Jueves", la broma de mal gusto, el recochineo irreverente que los mismos que lo ejercitan no consentirían nunca respecto de ideas y personas a las que han puesto en un altar, porque conforme se han alejado de Dios han ido creando otros ídolos particulares. María Vallejo-Nagera nos da una lección sabiendo estar por encima del coro de ignorantes que pulula por las redes creando opinión sin rigor, sentido común ni fundamentos.

21 de febrero de 2013

Dostoevsky en "Novela"


Con frecuencia he hablado con nostalgia y cierto entusiasmo del viejo espacio "Novela" de Televisión Española; series míticas como "El Conde de Montecristo", "David Copperfield" o "Los 3 Mosqueteros" quedan grabadas en mi memoria -no digo que para siempre por eso de los avatares de una vejez cada vez más cercana-, y una de esas casualidades de la vida hicieron que el pasado domingo me topara en la red con este fotograma de "Humillados y ofendidos", la magnífica novela de Fyodor Dostoevsky que bajó la dirección de la inolvidable Pilar Miró fue emitida, no recuerdo si en cinco o en diez episodios, en el año 1973. En la foto se puede ver a la propia Pilar Miró dando instrucciones a dos de los protagonistas de la obra: la actriz Inma de Santis, que fue en su tiempo niña prodigio, destacando en la serie "Antoñita la Fantástica" de los años 60, y falleció temprana y dramáticamente en un accidente de automóvil en el desierto del Sahara y Ramiro Oliveros, un galán de la época que triunfó en la tele con su papel del "latin-lover" en "La saga de los Rius", adaptación televisiva de la trilogía de Ignacio Agustí y que también tendría su lugar en la prensa del corazón al casarse con Conchita Márquez Piquer.

El papel de protagonista le correspondió a Leo Anchoriz, un veterano de las coproducciones hispano-italianas a quien recuerdo de una de esas películas más bien "cutres y salchicheras" que corrían por los cines de los colegios y parroquias de la época, "Siete pistolas para los MacGregor", un genuino "spaguetthi western" en el que junto a unos cuantos italianos aparecían nombres hispanos como Fernando Sancho, Perla Cristal y Ana María Noé y donde Anchoriz encarnaba al principal "malo-malísimo", muy poco creíble, por cierto; también le correspondió presentar un programa concurso que pretendió seguir la exitosa estela del "Un, dos, tres" y fue un fiasco, entre otras cosas porque el hombre no tenía precisamente madera de presentador. También desempeñaba papel principal Fiorella Faltoyano, que junto a otras actrices como Silvia Tortosa o María Luisa San José eran las noveles más prometedoras de entonces, así como Mayrata O´Wisiedo, una magnífica secundaria nacida en Zaragoza, formada teatralmente en Madrid y con experiencia de siete años en Italia. El reparto lo completaban Mary Delgado, Andrés Mejuto, ese actor de pelo blanco con aspecto de "bon vivant", Yolanda Ríos, que en su día fuera chica "Un, dos, tres" y falleció hace poco y Pedro Mari Sánchez, otro ex-niño prodigio que también tuvo sus pinitos musicales en los años en el que Miguel Bosé puso de moda entre las jovencitas los rubitos de ojos azules - Ivan, Pedro Marín, ...-.

Recuerdo el espacio como de una gran intensidad dramática y el trabajo de los actores como una demostración de profesionalidad y buen hacer tan frecuente en la época. Tres años antes "Novela" llevó a la televisión otra de las grandes obras de Dostoevsky, "Crimen y Castigo", dirigida por Alberto González Vergel y protagonizada por José Luis Pellicena, Ana Belén, José Calvo, Marisa Paredes, Lola Gaos, Rosario García Ortega, Nelida Quiroga, Antonio Iranzo, Ramón Corroto, ... todo un elenco de extraordinarios profesionales.

20 de febrero de 2013

Aristóteles me hace pensar


No se porqué me viene a la cabeza que en la actualidad muchos ... tal vez todos, tendríamos que darle vueltas a la frase.

19 de febrero de 2013

El oro que reluce por ahí

 
La noche del domingo tuvo lugar la gala de los premios "Goya"; tengo que comenzar admitiendo que no la vi y mi información acerca del evento viene de lo que he leído en la prensa digital y lo visto en algún que otro de esos vídeos que corren por internet. No obstante, creo poseer los datos suficientes para tener una opinión formada sobre lo que allí ocurrió, y en concreto sobre esas formas peculiares de entender la protesta que tienen determinados personajes de la farándula que permanecen tan callados cuando quienes gobiernan son unos y se apuntan al populismo y a la protesta trasnochada cuando quienes lo hacen son los otros, porque digo yo que lo de Afganistán también es una guerra, de la misma manera que no nos libramos de recortes cuando gobernaba el "equipo" anterior. La presentación corrió a cargo de Eva Hache, circunstancia definitiva para que pasara olímpicamente de tragarme la ceremonia; no dudo que sea una mujer lista, rápida y ágil, pero su estilo me parece tan basto y desagradable que prefiero optar por la lectura, que además llevo últimamente entre manos unos cuantos libros bien majos.

No voy a lanzar diatribas contra el cine español, en primer lugar porque he de admitir no haber visto ninguna de las películas que aspiraban a los diferentes premios, a la vez que estoy seguro de que en el elenco de películas, directores, actores, etc de nuestro cine hay personas muy válidas que son capaces de ofrecer productos fílmicos de calidad. Pero algunos de estos representantes del cine español parecen revestidos de una vanidad y un engreimiento tal que dan la impresión de creerse por encima del bien y del mal, de ser los adalides de la verdad, pues hablan como si la poseyeran en exclusiva. Además, no puedo dejar de observar un toque de oportunismo, como el de Candela Peña, capaz de manipular la triste muerte de su padre afirmando que murió en un Hospital sin agua ni mantas, dato por lo visto desmentido horas después por el director del centro hospitalario, además de que ahora se comenta que el óbito del progenitor de la Peña ocurrió a finales de 2011 ... o el de Maribel Verdú, quien ataviada con traje de Christian Dior recurrió al populismo para lanzar su apoyo a quienes son víctimas de los deshaucios, cuando hace menos de 3 años sacó sus buenos duros haciendo publicidad sobre pisos e hipotecas ... calificó al sistema de quebrado, injusto y obsoleto, pero bien que le vino hace un tiempo para incrementar sus ingresos ... vamos que no le va en exceso el papel de Robin Hood que aparentaba pretender. Me hace mucha gracia tanta pegatina y tanta preocupación por los desheredados de la fortuna entre trajes de modistos de primera fila, champagne francés, glamour comprado a precio de oro y aromas de perfumes de etiquetas cargadas.

Mucho más ecuánime y en su sitio estuvo el prediente de la Academia, Enrique González Macho, que no ahorró críticas, pero haciéndolas con un sentido institucional, y teniendo la valentía de afirmar que el cine no es exclusivo de "cejas", "bigotes" ni "barbas", así como considero lógico que sacara el problema de la piratería en internet. De la misma manera que también volvió a estar perfecto José Sacristán, un hombre de convencimientos bien arraigados en la izquierda, y que siempre muestra un saber estar y una elegancia de la que deberían aprender otros y otras más jóvenes. Además Sacristán tuvo la honestidad y la valentía de realizar su personal homenaje de reconocimiento a Pedro Marsó, el fallecido director que en los 70 dio la alternativa a Sacristán en películas que ahora bastantes tildarían de machistas y demás tópicos.

A los políticos de los partidos mayoritarios se les lleva tiempo echando en cara, me temo que con bastantes razones para ello, eso de que "no nos representan"; a mí desde luego, toda esta caterva de personajes sofisticados, ególatras, demagogos y oportunistas tampoco me representan, y para luchar de verdad contra esos dramas tan tristes y preocupantes que se suceden día sí, día también en nuestra sociedad prefiero buscar otras vías que las de la interpretación: que actúen mejor cuando hacen cine y dejen de hacerlo fuera de lugar y a destiempo.

18 de febrero de 2013

¿Llega la catarata?


Conocí en Tarragona a una persona bastante aficionada a los temas escatológicos; había leído mucho sobre apariciones, visiones y profecías de todo tipo y, aunque era bastante discreto y hasta tendía a hacerse el interesante limitándose a incoar sobrentendidos y sembrar alguna duda, más de una vez le escuché anunciar que nos acercábamos a "la catarata". Han pasado entre 25 y 30 años de estas advertencias, lo que me hace poner en cuarentena cualquier previsión a este respecto, además de que me parece que siempre han existido "expertos" apocalípticos que juegan con datos excesivamente generales, como los que en la década de los 80 anunciaban el inminente estallido de una guerra nuclear cuyo primer signo vendría determinado por una pretendida invasión de Yugoslavia por el ejército de la Unión Soviética ... al poco tiempo el citado país se hizo pedazos´, el Muro de Berlín se fue a pique y la Unión Soviética, con todo el telón de acero con ella, se disolvió cual azucarillo. No obstante, el Apocalipsis es un libro del Nuevo Testamento, el mensaje de Fátima merece muchísimo respeto y los actuales signos de los tiempos cabe calificarlos, cuando menos, de inquietantes.

La reciente renuncia de Benedicto XVI ha vuelto a traer a la palestra las míticas profecías de San Malaquías, un santo fraile irlandés que elaboró unas teorías que tienen a unos cuantos en jaque; según las predicciones -o cuando menos lo que de ellas se interpreta- del tal Malaquías el actual Papa es el penúltimo de la historia, por lo que, de ser ciertas, andamos a las puertas del último Santo Padre ... y por mucho que uno sea providencialista y cuente con la infinita misericordia divina, el tema no le parece baladí y la cosa no deja de producir una buena dosis de estremecimiento. A mí nunca me ha gustado hacer demasiadas elucubraciones de este tipo, tal vez porque tiendo a ser más bien "cobardón", además de que ya queda dicho que hasta ahora no he visto demasiado acierto en aquéllos a quienes en su día escuché teorizar pronósticos. Eso sí, tengo bien claro que el sistema sobre el que nos venimos sosteniendo a lo largo de la últimas generaciones se tambalea tanto que comienzo a dudar que la cosa tenga arreglo; y no cabe hablar exclusivamente, desde mi punto de vista, de una crisis de tal sistema, sino de una decadencia total de los valores, pues no hay más que ver tanto las continuos escándalos políticos y económicos que van estallando, como algunas de las reacciones a los mismos, protagonizadas por el insulto y la violencia ... Afortunadamente, al salir a la calle sigues encontrando personas de bien que consiguen que recuperes la fe en la humanidad.

En el ambiente se respira pesimismo, desánimo y tensión; no son momentos en los que resulte reconfortante realizar ningún tipo de planteamiento con respecto al futuro, por eso he hecho el propósito de no pensar más en la catarata. Si las cosas van mal, toca arrimar el hombro, quejarse lo justo, poner buena cara y tratar de hacer bien lo que te toca; y si el Papa dice que no se ve con fuerzas de asumir lo que viene -debe de ser gordo, pues- rezaremos por él, por el que ahora venga y por el resto de la gente ... que mal no nos vendrá.

16 de febrero de 2013

Cuatro pelis viejas


En el desván de los viejos films queda todavía el brillo de las películas míticas, como lo fueron "Lo que el viento se llevó", "La diligencia", "Casablanca" o "Eva al desnudo", por citar unas pocas; pero también permanecen otra serie de cintas excelentes que sin alcanzar el brillo de las citadas siguen siendo auténticas joyas y te ofrecen la posibilidad de disfrutar de unas horas verdaderamente gratas y agradables, de descansar cultivando el buen cine.

He dicho que no estaba hablando de películas míticas, pero sin duda "La carta" (1940) no anda demasiado lejos de ese concepto; de hecho tuvo hasta siete nominaciones al Oscar, entre ellas a la mejor película y al mejor director en la persona de William Wyler, aunque al final no obtuvo ninguna estatuilla. La película la protagoniza Bette Davis, que como siempre está magistral, copando cada escena en la que interviene y creando un personaje lleno de la fuerza y la personalidad habituales en la actriz nacida en Massachusetts. La película está basada en un cuento de Somerset Maugham y la acción se desarrolla en una plantación de caucho en la colonia británica de Malasia. Davis encarna a la apasionada esposa del administrador que mata a un hombre alegando defensa propia. La película lo tiene todo, pero yo destacaría, fundamentalmente, el trabajo de la Davis, esas miradas, esa tensión que crea en sus personajes, esa forma inigualable de actuar y las escenas llenas de misterio y tensión, como el inolvidable comienzo con el crimen en una noche de luna llena y la impactante escena final cuando Leslie, el personaje interpretado por Bette Davis, sale al jardín presintiendo la muerte que la espera, la escena posee una carga atmosférica inolvidable. La película es una de las tres que la Davis hizo con William Wyler; las otras fueron "Jezabel" (1938) y "La loba" (1941), tras la que al parecer Wyler juró no volver a trabajar con la actriz.

"Los sobornados" (1953), de Fritz Lang, no tuvo ninguna nominación para el Oscar, pero me pareció una película policíaca formidable. He de confesar que nunca había escuchado hablar de ella, lo que tras verla me hace reflexionar sobre lo ignorante que soy en temas de cine. La corrupción política y policial, el poder de los mafiosos, los dramas familiares y las miserias humanas se juntan en una película que te hace pasar un rato estupendo. El protagonista del film es el sargento Bannion, que interpreta Glenn Ford, un hombre honesto y cumplidor que viene a ser un antecesor del célebre Elliot Ness, pero desde mi punto de vista las dos grandes interpretaciones de la película son "secundarias", por un lado Gloria Grahame, en el papel de mujer "casquivana" que tanto le iba, en esta ocasión como Debby Marsh, la típica "chica" que se movía en torno a los gangsters y un perfecto Lee Marvin, quien encarna a Vince Stone, uno de los villanos más malvados que he visto en el cine. El film tiene intriga, su buen componente de drama, alguna escena estremecedora y un final en el que ganan los "buenos", ¿qué más se puede pedir?.

Tenía ganas de volver a probar el "espíritu de Roosevelt" que tan bien supo encarnar Frank Kapra; tras ver películas como "Sucedió una noche", "Vive como quieras" o "¡Qué bello es vivir!", no me cabe ninguna duda de que seguir la estela es toda una garantía. Por eso hace ya tiempo que tenía ganas de poder ver "Caballero sin espada"(1939), en inglés "Mr. Smith Goes to Washington", toda una demostración de sueño americano en estado puro. Indudablemente el gran capital del film -Capra aparte- es James Stewart, en un papel que le va como anillo al dedo: ingenuidad, candidez, bondad, ... Se trata de una película que hoy en día habrá quien la etiquete de simple o de quimérica, pero que si lo piensas bien tiene una actualidad tremenda, pues en ella se refleja cómo la política se había convertido en un juego de intereses, egoísmos y corrupción. Junto a Stewart destaca el papel femenino de Jean Arthur y dos secundarios que lo hicieron tan bien como para optar al Oscar al mejor actor de reparto: Claude Rains, en el papel de político cínico y falso y Harry Carey como un hábil presidente del Senado. La película aspiró a 11 Oscars, pero al final solamente conquistó el del mejor argumento, lo que no deja de ser significativo.

"El premio"(1963) es una película poco encuadrable entre las anteriores: es en color, algo posterior y tiene un estilo y un ritmo diferente. Dirigida por Mark Robson está protagonizada por tres primeros espadas, Paul Newman, Elke Sommer y Edward G. Robinson. Me gustó el film porque es ameno, porque en él se ve a un Paul Newman en un papel que le va como anillo al dedo y porque responde al thriller sin complicación y a la vez ágil y con ritmo tan propio de la época -"Cortina rasgada", "con la muerte en los talones", ...-. La película está ambientada en la entrega de los Premios "Nobel" en Estocolmo y el guinista nos muestra varias historias paralelas protagonizadas por varios de los premiados: un matrimonio que no funciona, un científico americano cuadriculado y vanidoso que no se fía de quien comparte el galardón con él, un italiano simpático que se mueve a golpe de inspiración, ... aunque el argumento central es la que protagoniza Newman, quien encarna a un escritor alcohólico e indolente que descubre una trama de engaño y manipulación que parte del otro lado del telón de acero. Una película donde lo pasas bien, con un magnífico Edward G. Robinson, quien realiza un doble papel, y la presencia ineludible de historia de amor paralela y asesino profesional a sueldo. Quien sea dependiente de efectos especiales y soluciones complicadas, absténgase.

15 de febrero de 2013

Luis Miravitlles


Luis Miravitlles era licenciado en Farmacia y profesor adjunto de Bioquímica y Geología en la Universidad de Barcelona; también fue miembro de la Comisión Especial de Selenología de la NASA y en 1972 fue nombrado vicepresidente de la Asociación de Astronáutica Española, sin olvidar su condición de miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Pero para la mayoría de españoles de su tiempo, Miravitlles fue un personaje famoso de la televisión, alguien que junto a personajes como Félix Rodríguez de la Fuente, Victoriano Fernández Asís, José Luis Uribarri o Laura Valenzuela se convirtieron en los primeros años de TVE en visitantes habituales y "amables" de nuestras casas. Luis Miravitlles fue posiblemente, junto a Manuel Calvo Hernando, el primero en acometer una tarea tan difícil e interesante como la de iniciar la divulgación científica a través de la primera pantalla. Recuerdo a este catalán como una persona serena, con una dicción perfecta, que explicaba con sencillez y claridad cuestiones interesantes que sin duda ayudaban a elevar el nivel cultural del espectador y a aumentar la calidad de la televisión que se nos ofrecía ... algo de lo que andamos últimamente tan lejos.

Buscando datos por internet encontramos que dirigió cuatro programas en TVE: "Visado para el futuro" (1963-1965), "Las fronteras de la ciencia" (1966), "Misterios al descubierto" (1966-1970) y "La Prehistoria del futuro" (1974). De todos ellos mi recuerdo se centra en el que duró más tiempo, "Misterios al descubierto"; en dicho espacio Miravitlles trataba de ofrecer al ciudadano que veía su programa explicaciones acerca de cuestiones científicas que escapaban al conocimiento y al entendimiento del hombre de la calle con un idioma inteligible y de una manera cercana. Se trataba de una televisión sencilla, en blanco y negro, sin grandes exhibiciones, sin efectos especiales ni demostraciones de poderío, pero en la que uno podía merendar viendo a un señor que vestía y hablaba bien, sabía lo que decía y uno ignoraba su estado civil, sus secretos inconfesables y sus últimos romances, si es que los tenía ... todo bastante más ejemplar que "¡Sálvame!" o "El diario de Patricia". >En algún sitio he visto que le llamaban el "punset de su época", aunque Miravitlles no anunciaba pan Bimbo.



14 de febrero de 2013

Truenos contra el Rey


No atraviesa la Monarquía sus mejores momentos; el caso Undangarín ha hecho perder popularidad a la Casa Real hasta límites que hace no demasiados años nadie hubiera sospechado. Si a las andanzas del yerno de los Reyes añadimos incidentes como el de la caza de elefantes en Botswana y alguno más, cabe comprender que en las últimas encuestas la confianza en la institución ande a la baja. También es cierto que en tiempos de crisis económica, cuando las cosas nos van mal en el tema de los euros, los ciudadanos nos volvemos, como es natural, bastante más sensibles a la hora de analizar los traspiés y las torpezas, presuntas o no, de quienes ocupan posiciones de relevancia y tendemos a ensañarnos con ellos, quizá porque incluso nos sirve de desahogo.

En la Final de la Copa del Rey de Baloncesto, disputada el pasado domingo en el "Buesa Arena" de Vitoria, su Majestad el Rey sufrió una sonorísima pitada, asonada que se mantuvo e incluso se amplió mientras sonaba el himno nacional español. Como queda dicho andamos en tiempos revueltos, y ya comienza a ser el pan nuestro de cada día el que haya incidentes y el personal se sienta legitimado para cantarle las cuarenta al lucero del alba, algo que bastantes justifican, pero que me sigue pareciendo una falta total de respeto, saber estar y educación. Porque quienes tienen responsabilidades, deberán responder y dar cuentas de sus errores y trapacerías si los cometen, deseablemente con la eficacia y la rapidez que ahora brillan por su ausencia, pero lo cortés no debería quitar lo valiente y tendríamos que aprender a convivir de otras formas y con otros talantes. Hay quien defiende que estas cosas son "pecata minuta" ante las barbaridades que muchos han cometido: no niego que hay unas cosas más graves que otras, pero existen argumentos que tienen cierto tufillo demagógico, amen de que es posible que deberíamos desterrar esa costumbre de llamar "hijo de puta" al primero cuya actuación no nos gusta.

En el caso que comentamos hay una circunstancia añadida, pues los hechos se produjeron en "territorio comanche" y ya llueve sobre mojado si hablamos de la actitud de determinados sectores, radicales por supuesto, del nacionalismo "periférico" ante los signos distintivos de la nación española. Parece que unos cuantos disfrutan haciendo escarnio y desprecio hacia todo lo que suene a español, e imagino que son libres para ello, como lo somos quienes pensamos que han perdido prestigio, capacidad para ser respetados y argumentos. Me parece triste la postura de quienes contemplan a estos grupos de exaltados como si fueran unos adolescentes tan rebeldes como simpáticos y deleznable la de quienes se suman a silbidos y abucheos, máxime en un sector social y político que a veces uno tiene la tentación de pensar que ha edificado su fuerza sobre los cimientos de cientos de cadáveres, unos dramas de los que han sabido sacar buen rédito.

13 de febrero de 2013

Licor 43


Muchos no podemos olvidar el mítico anuncio: "Pilerella, te llamo desde una discoteca, todos toman combinaciones vulgares ... ¡Intolerable! ... ¡Adelante mis 43"!". Sin duda los anunciantes de la época eran audaces a la hora de poner en órbita sus ideas y no necesitaban complicarse la vida para promocionar en la tele los productos por medio de anuncios tan simples como llamativos. La wiki nos dice que el "Licor 43 o simplemente Cuarenta Y Tres es un licor español, de color dorado, confeccionado, según la leyenda, a partir de 43 distintos cítricos, frutas y especias del mediterráneo. Su sabor es dulce, y muy versátil, variando enormemente según la mezcla con la que se tome. Contiene un 31% de volumen de alcohol etílico.". Para quienes aún nos poníamos pantalones cortos en aquellos tiempos, no es más que una especie de anisette del que escuchamos hablar muchas veces y no llegamos a probar nunca. Eran tiempos en el que las bebidas alcohólicas nos sonaban a anuncios de la tele o a botellas expuestas en los bares donde nos tomábamos como mucho una Coca-cola, y si sonaba la flauta hasta unas olivas o patatas fritas; anuncios que solían ir acompañados de músicas pegadizas y lemas que hoy sonarían a políticamente incorrectos como ese de "Soberano, que es cosa de hombres", el de "Byass-96, en el que un galán con micrófono cantaba lo de que "una copa basta para ser feliz". Eran bebidas que frecuentemente eran bautizadas con números: "103", "501" y, como queda dicho, "Licor-43".

"Licor-43" tuvo en esos años mucho que ver con el deporte, manteniendo un importante equipo de ciclismo profesional en la segunda mitad de los años 50, patrocinando la participación española en el Campeonato del Mundo de Motociclismo, la Vuelta al Mundo a Vela a principios de los 80 así como el patrocinio de la Selección Española de balonmano y diversos equipos de baloncesto como el "Licor 43 Santa Coloma" o el "Licor 43 de Granollers", y eso que su sede principal siempre estuvo ubicada en Cartagena. De cualquier manera, vete a saber porqué, hoy me ha venido a la cabeza este producto, que un poco viene a ser como el chocolate del loro versión "spanish on the rocks", algo que nunca fue una uestra de exquisitez y lujo, pero que nunca muere, como el "Anís del Mono", el "Calisay" o el "Ricard" para los franceses.

Hoy me iré a la cama con el sonsonete del anuncio de Licor-43 ... y volveré a pensar eso de ¡Guerra a la vulgaridad!" ... ¡de lo que eran capaces las agencias publicitarias!.



12 de febrero de 2013

El día que Benedicto XVI decidió volver a ser Joseph Ratzinger

La noticia nos dejó con la boca abierta a casi todos; ayer, un lunes muy lunes, la mañana se convirtió en histórica cuando los teletipos anunciaban que Benedicto XVI comunicaba al mundo su decisión de dejar el Pontificado por considerar que ya es muy mayor y le faltan las fuerzas. Aunque la avanzada edad del Papa Ratzinger y la conciencia de sus numerosos achaques aportan cierta coherencia y justificación a la decisión, no pude evitar una enorme sorpresa y esa sensación de horfandad y desasosiego que sentí en su día cuando fallecieron Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II; la decisión es insólita y se trata sin duda de la noticia del año ... y posiblemente de algunos años más. Una vez recuperado del golpe, lo que quedaba en mi interior era una sensación de respeto y admiración absoluto a una persona que ha sabido asumir con responsabilidad cada decisión, dura y exigente, que su amor a la Iglesia, sin duda alentado siempre por Dios, le ha obligado a tomar. Cuando comenzaba su mandato el nuevo Papa nos pedía oraciones y se intuía cierta manifestación de sentirse abrumado, sin duda ha estado a la altura y ahora sus fuerzas parecen consumidas, no creo que su decisión haya sido ni fácil ni rápida.

Para muchos será el tiempo para las especulaciones, algo llamativo, pues por mucho que sea una decisión poco habitual -creo que la anterior vez que un Papa dimitió fue hace siete siglos- las normas del derecho eclesiástico están perfectamente establecidas al respecto y el camino a seguir, diáfano. Y seguro que también habrá espacio para el ejercicio de la demagogia y el esparcimiento de los tendenciosos, esos que ponían verde a Karol Wojtyla por no dimitir y ahora cuestionarán la decisión de su sucesor. Mientras tanto, para los cristianos es, ante todo, tiempo de oración, de pedir por aquél que en no excesivo tiempo tendrá que cargar sobre sus hombros la misión de comandar la nave de Cristo, algo que tendrá que hacer en tiempos difíciles y con peligros al acecho. No puedo evitar sentir cierta zozobra, intuir que una noticia como ésta lleva implícito su mensaje, su carisma, una incertidumbre que necesita derivar en esperanza.

Es también el tiempo del agradecimiento, del reconocimiento hacia una persona que ha estado dispuesta a llevar hasta el límite de sus fuerzas el peso de la Iglesia, que ha mostrado al mundo la cara de la bondad y la humildad como nadie lo ha hecho en estos siete años y medio que ha durado su Pontificado. Creo que estamos ante un Papa que fue humilde al principio y ha sido valiente y honesto al final. Vete a saber qué ha pasado por la cabeza de Benedicto XVI éstos días, qué hay detrás de esa perdida de vigor en el cuerpo y en el espíritu que con impresionante sinceridad nos ha relatado; a mi me consuela y me edifica la entrañable manifestación de humanidad de estas palabras. ¡Que tengas un merecido descanso, Benedicto! ... ¡y que sigas rezando por nosotros!.

10 de febrero de 2013

¿No se recortan los carnavales?


Si un viernes de Carnaval te vas a una guardería, la imagen es deliciosa y puedes disfrutar de la gracia y la simpatía de los niños vestidos de mosqueteros, sheriff o payaso o el salero y la belleza de las niñas con sus disfraces de hada, Blancanieves o Caperucita Roja; cuando en la oscuridad y con los fríos del sábado noche ves algún que otro mayor de edad camuflado de conejo, drácula o niño con pañales, la imagen es bien distinta y las sensaciones se aproximan más a lo atrabiliario e incluso al esperpento. La rúa del Carnaval no deja de ser, por otra parte, una especie de feria de vanidades más bien basta e inelegante y el ambiente incluso puede parecer artificial, máxime en tiempos en los que no andamos para demasiadas alegrías. De cualquier modo, bien cierto es que cada cual tiene derecho a divertirse como quiere y si al personal le apetece cenar con traje de presidiario, hombre de las cavernas o indio sioux, nadie debería impedirle hacerlo, lógicamente.

Lo que me llama la atención es qué en las redes sociales, aunque he de admitir que en las últimas semanas me he descolgado bastante de las mismas, entre otras razones porque ando harto de leer alguna que otra melonada, no han menudeado esos comentarios tan agresivos y ácidos que se pusieron de moda en las pasadas Navidades. No me ha parecido leer ni escuchar a nadie que odie los carnavales, le produzcen arcadas o sienta su conciencia rechinar por los gastos que se realizan con tal motivo mientras en otros lugares del mundo la gente se muere de hambre. Es posible que me falten datos y que en muchos exista más coherencia de la que insinúo, pero no estaría de más que en ocasiones nos sentáramos a reflexionar sobre las razones de nuestras fobias y nuestras filias o, dicho de otra manera, tratáramos de encontrar el porqué somos tan demoledores con determinadas tradiciones y tan flexibles con otras. Y, de paso, tampoco creo que sobrara echar un pensamiento sobre la profundidad y la trascendencia de lo que nos ocupa la cabeza y el tiempo.

8 de febrero de 2013

Cariños artificiales


Hay cariños tan evidentes como indiscutibles, casi innatos: el que da la maternidad o la paternidad, también en ocasiones el conyugal, el que tiene su causa en una amistad profunda; son afectos que reunen esas condiciones de incondicional, pleno e irreductible que lo hacen fuerte, a la vez que fortalecen también la relación en cuestión; son cariños que perduran, aunque aparezca la distancia o transcurra el tiempo, que sobreviven incluso a la muerte, ese final de la vida que algunos pensamos que no es más que el principio de todo. Y también hay ocasiones en las que sin sentirlo, incluso en ausencia de cualquier tipo de empatía, las circunstancias te obligan a fingirlo, a mostrar una cordialidad que no sientes interiormente, pero no se trata de una actitud necesariamente criticable pues así lo exige con frecuencia el protocolo, las relaciones sociales o la paz familiar o profesional.

Pero también hay cariños que engañan, por ejemplo los que son interesados; se trata de cariños que duran tanto cuanto dura ese interés oculto, la vigencia del puesto relevante de quien lo recibe o el cumplimiento o incumplimiento de una pretensión concreta. Y también hay cariños oficiales, cordialidades aparentes y sonrisas "Profidén", la de quienes adornan su cara con una sonrisa de la misma manera que se calzan los zapatos, se hacen el nudo de la corbata o se rodean el cuello con un collar de perlas. Yo siempre he tenido conciencia de ser algo ingenuo, aunque haya quien piense que no es así, por eso he caído bastantes veces en el error de considerar que todo el que te sonríe, te da una palmada en la espalda o te paga el café es porque te aprecia, y con los años uno termina comprobando que no es así, que ni siquiera la intensidad del cariño es proporcional a la parafernalia exterior. Recuerdo un sujeto que pululaba por las alturas de una importante institución catalana, alguien cuya sonrisa y cuyo mando me impresionaban, que me trataba con esa paternal actitud que uno un día comprende por fin que no es real, entre otras cosas porque no es ni natural ni sencilla. Existen, no tengo ninguna duda, afectos meramente decorativos, frecuentemente fruto de la displicencia, de ese mirar por encima del hombro de quien cree tener la exclusiva de las virtudes e incluso a veces te mira como quien dice: "ese muchacho ...", porque lo de muchacho lo he escuchado bastantes veces, sin cabar de ver precisamente trigo limpio en quien lo usaba.

Cuando se comienza a peinar canas -o sencillamente a no peinar nada- se tiene el peligro de caer en el escepticismo, en mirar todo con el cristal de quien está de vuelta, y es sin duda un error. Afortunadamente el planeta, incluida la concreta ciudad donde vives, está llena de personajes a los que descubrir, de hombres y mujeres buenos y que no tienen aristas. Pero esos años cargados a las espaldas, tantos que ya comienza a quedar lejano el ecuador de la vida, te enseñan a no fiarte de cualquiera, a ofrecer tu confianza y tu amistad no a quien lo pretende, sino al que entiendes lo merece. La caridad no tiene límites, no cabe tratar mal a nadie, pero que quede claro que uno elige a sus amigos, que la empatía existe.

7 de febrero de 2013

Aquellas tortas con apellido


Con el azúcar disparado, los desayunos han perdido casi todo su encanto; hace tiempo que me he resignado a la sacarina, el jamón de york y las galletas Fontaneda -nunca más de dos- y en mi vida ha desaparecido el incentivo de los cakes, las madalenas, los brioches y las tortas "mulliditas", ... a no ser que viole las reglas impuestas por mi endocrino, quien monta justificadamente en cólera si los resultados del "vampiro" reflejan que no me he portado bien. Hay que asumirlo como una de tantas limitaciones que las goteras del cuerpo provocan con el paso de los años. Y es que desde mi más tierna infancia he tenido notable debilidad por todo tipo de bollería. Y en mi Zaragoza natal -que no olvide nadie mis orígenes- tenían gran predicamento las Tortas de Muel, un producto de la época con forma redondeada y un aspecto exterior como de moño, de hecho en algún sitio he leído que las llaman "tortas de moño".

Se trataba de unos dulces bien sencillos, sin ninguna "virguería" y con la simple combinación de la harina, el azucar y el tostado del horno. Eran de esas en las que la miga es abundante y como reconcentrada, tanto que al mojarlas en el café con leche uno tiene la impresión de que el pedazo introducido va a chupar todo el contenido de la taza. Se podían untar con mantequilla y mermelada, incluso con "Nocilla", siendo igualmente aptas para combinarlas con el chocolate "hecho", con o sin nata al estilo vienés. La verdad es que no parece que las tortas de Muel hayan llegado a nuestros días con plenitud de fama y prestigio, pues me ha costado mucho encontrar algo sobre ellas en internet, pero dejo constancia de que al menos en su momento cumplían muy bien a la hora de satisfacer los caprichos de mis desayunos en mi época estudiantil. Existen otras tortas con denominación de origen, como las de Ayerbe, Calatayud, Olite, ... pero tiempo habrá de extenderse por la geografía "torteril española".

6 de febrero de 2013

Ese plumier ...


¿Quién no ha tenido un plumier?, de esos de madera, con tapa corrida y forma rectangular ... Mis primeros recuerdos escolares van unidos intimamente a objetos como éste, a batas de rayas, a pupitres de madera gastada, con agujero para el tintero -aunque no hubiera tintero- y alineados por parejas, con banqueta unida a la estructura, a cartillas de aprender a leer, cuadernos unidos por una ridícula grapa y tablas de sumar, restar y multiplicar, a lecturas en corro, mapas rancios colgados de la pared, láminas religiosas y pizarras trabajadas con el tiempo, con el "repelús" de la tizas y esos borradores deshilachados que incluso podían servir de advertencia lejana. Un plumier lleno de lapices de colores, que adquirían certificado de calidad cuando conseguías que te compraran unos "Alpino", y con un lapicero color "madera", chupado hasta el éxtasis, una goma de borrar que iba perdiendo brillo y forma y un sacapuntas de plástico que no siempre sabías usar con tino. ¿Quién puede regatear a la nostalgia de esos días "de diario", con zapatos "Gorila", cartera de plástico y el bollo y la chocolatina de la panadería de al lado? ... ¡qué deprisa pasaron esos tiempos!, a veces me parece que vivíamos como si siempre fuera a ser todo así, ingenuos, confiados, ajenos a la malicia, a la codicia y cualquier otro egoísmo distinto del propio: inofensivo y fácilmente superado.

A mí los primeros años escolares me mueven al agradecimiento, a esas personas que se esforzaron por enseñarme los rudimentos y algo más, a quienes tuvieron paciencia con mis simplezas infantiles y mis torpezas iniciales. Ahora hay quien le gusta hablar de traumas, de frustraciones, de infancias sumisas y represaliadas, e imagino que las debió haber, pero a mí ese pasado me suena a música celestial, a bondad, a calor de hogar, ecos de amistad y afán de enseñar bien y aprender mucho.

5 de febrero de 2013

Paul Gascoigne en picado

"El lamentable estado del futbolista en un acto en Northampton alarma a su agente: «Su vida está en peligro porque es alcohólico»"

Paul Gascoigne fue uno de esos futbolistas que parecían tocados por la mano de Dios: un auténtico genio; desde 1984 a 1992 su juego destacaba un fin de semana tras otro en la "Premier league", primero en el club donde se formó, el Newcastle United y posteriormente en el Tottenham Hotspur, uno de los tres grandes equipos de Londres junto a Chelsea y Ársenal. Gascoigne era un centrocampista elegante, de los que tienen buena visión de juego, un magnífico toque, gran regate y con una innata capacidad para conducir el balón, si a eso añadimos que sabía defender y marcaba unos cuantos goles, no aparecen dudas de que se trataba de un futbolista completo, un jugador llamado a ser santo y seña del fútbol inglés como en su día lo pudieron ser Stanley Matthews, Bobby Moore, Bobby Charlton o Kevin Keegan. Pero, por encima de sus enormes cualidades futbolísticas, Gascoigne tenía ese saber hacer, ese dominio de la escena futbolística, esa capacidad de brillar individualmente sobre el césped que está reservada a las figuras. Tras su paso por los "Spurs", Gascoigne se fue a Italia, jugando en uno de los grandes del "Calcio", la Lazio, un club que aparece y desaparece históricamente en la galaxia superior de la primera división italiana y donde el inglés no cuajó conforme a lo esperado, jugando allí dos años, tras los que regresó a las islas britániocas; allí inició un largo peregrinaje por el Glasgow Rangers escocés, el Middlesburgh, el Everton, el Brunley y el Boston, con una pequeña experiencia en el fútbol chino al fichar por el Gansu Tianma. El gran problema del jugador nacido en la localidad de Gateshead siempre fue su carácter díscolo y libertino, lo que unido a los frecuentes problemas con el alcohol, cada vez más graves, le llevaron a tener frecuentes incidentes en los entrenamientos y partidos , así comoy a convertirse en un habitual de la noche y de los conflictos: detenciones, borracheras, peleas, ... Así, Gascoigne pasó de ser uno de los jugadores "VIP" del mundo a convertirse en un personaje difícil, un futbolista irregular y un deportista frustrante.

La noticia que encabeza el hilo tiene origen en unas recientes declaraciones realizadas por el agente del futbolista, Terry Baker, quien incapaz de conseguir que el Gascoigne se deje ayudar, realiza un llamamiento desesperado pidiendo ayuda para un hombre que parece ir voluntariamente camino de la perdición y es incapaz de dejarse echar una mano. Era de esperar que el jugador inglés llegara a estos límites, pero no por ello resulta menos triste y digno de compasión. Gascoigne se une así a la larga lista de futbolistas convertidos en juguetes rotos, tal y como cabría definir casos como los del brasileño Garrincha, el alemán Libuda, el norirlandés George Best o el propio Diego Armando Maradona. La vida del futbolista suele ser corta, y en los tiempos actuales, por mucho que se tengan unas cualidades excepcionales, quien no se cuida ni triunfa en activo ni sobrevive dignamente una vez retirado. Esperemos que la buena voluntad de quien corresponda sea capaz de echar una mano a Paul Gascoigne y que, por una vez, un asunto de éstos termine medianamente bien.

4 de febrero de 2013

El reloj averiado


Encontré la frase de modo casual hace un par de días en internet y me llamó poderosamente la atención: "Incluso un reloj estropeado no lo hace todo mal: da la buena hora dos veces al día". La afirmación es, sin duda alguna, bien positiva, un ocurrente comentario que de inmediato nos mueve a pensar que nunca hemos de negarle a nadie la posibilidad de que algo de lo que lleva a cabo lo haga bien, es decir y dicho de otra manera, incluso el más villano o el más inútil de los seres humanos es capaz de ofrecer algo bueno de su interior. Y la idea llega en momento oportuno, pues ando en tiempos de esos en los que cuesta confiar en la bondad y, sobre todo, en la buena intención de mucha gente. Curiosamente, no puedo omitir la fuente, la "frasecita" la descubrí en la página de Facebook de un movimiento anarquista, un tipo de rincones que no suelo, precisamente, frecuentar.

Tal vez caemos con frecuencia en el error de etiquetar al personal, o, lo que viene a ser lo mismo, no somos capaces de evitar que a la hora de juzgar a la gente lo hagamos con ideas preconcebidas; y así a algunos les pueden predisponer contra alguien unas rastas, un pendiente, una vestimenta étnica, sus militancias o una forma concreta de expresarse, de la misma manera que "a sensu contrario" se puede mirar con encono al "pijo" de turno por un jersey color pastel, unos zapatos de marca o unos vaqueros modelo "snob americano". No es raro que se trate de rechazos frontales, de esos que tienden a radicalizarse, a convertirse en una especie de enmienda a la totalidad; y así unos y otros, recíprocamente, consideran al otro inarreglable e irredimible. Y es que puede que andemos en tierra de excesivos prejuicios, de valoraciones "a priori", de incapacidad para juzgar con sentido positivo. Así, cuando vemos un reloj averiado ya pensamos en tirarlo, nos parece un aparato inútil, un objeto que sobra ... y nos falta imaginación para darnos cuenta de que puede ser decorativo, tener valor histórico, recordarnos a una persona querida, un suceso agradable o una época añorada, ... y mil cosas más, y posiblemente, mucho más que imaginación nos falta capacidad de cariño y visión positiva de la vida.

La frase en cuestión nos puede llevar a mayores profundidades, y es que un reloj roto, de cualquier manera, es eso: un reloj que no sirve a su fin, y valorar que hasta un reloj estropeado es útil para dar bien la hora en dos ocasiones al día exige un esfuerzo: de comprensión, de renuncia a opiniones preconcebidas, de rendir la opinión ... Y eso es lo que son unas cuantas de las personas que nos encontramos por la vida: relojes rotos, porque se han dado a la droga o a la bebida, porque existen fundadas razones para incluirlos en la nómina de los sinvergüenzas, o tantas otras circunstancias: no han trabajado en exceso, el matrimonio no les ha ido bien, han terminado en la cárcel, no conocemos que se hayan portado bien con nadie, son unos psicópatas, ... Lo cierto es que a pesar de todo, hemos de saber descubrir lo bueno que queda en tanto reloj roto.