14 de enero de 2013

Tóxicos

Hay quien desea un mundo mejor y existen algunos que parece que lo que les gusta es descubrir defectos, fallos e inconvenientes para poder ejercitar con amplio espacio el ejercicio de criticar todo lo que se pone por delante. Y no me estoy refiriendo específicamente a las críticas al Gobierno, algo que parece principio establecido en todas partes y en todos los tiempos, sino a esa especie de transformación social sufrida desde aquellas viejas épocas cuando cualquier fecha, suceso o conducta era susceptible de felicidad, satisfacción y aplausos hasta las actuales, en las que parecemos incapaces de admitir con mínima unanimidad que algo está bien hecho y ya ponemos en cuarentena hasta la Cabalgata de Reyes. Así parecemos no cansarnos de escuchar odios a la Navidad, críticas desaforadas a cualquier edificio o monumento, valoraciones genéricas negativas, sin exclusión, a empresarios, comerciantes, banqueros, funcionarios o maestros, puestas en entredicho de curas, monjas u obispos, desprecios a los que desarrollan actividades benéficas o faltas de respeto a la autoridad, los pensadores o cualquier persona que se instala tras un sillón, barra o mostrador, según los casos. Podríamos encontrar mil argumentos para justificar esta especie de "nacional-pesimismo", por no llamarlo "nacional-cenicismo", pero independientemente de cuestiones sociológicas y demás, a mí me parece que existen ciertas personalidades "tóxicas", gente que disfruta cuestionándolo todo, que parece haber hecho bandera de la acritud, la visión destructiva de la vida y el encono hacia casi todo lo que se mueve. Creo que todos hemos conocido ese tipo de gente con una capacidad crítica próxima a la psicopatía, que disfruta señalando lo mal que hace las cosas el resto del mundo, que tienen un "subidón" cuando descubren algo que no responde a su ortodoxia y ven expedito el camino de la despotricación y el clamor por el descrédito ajeno.

No llamaría tóxicos a quienes sencillamente no aciertan al encauzar sus legítimas reclamaciones; por desgracia, ya lo he comentado en reiteradas ocasiones, sobran los motivos para poner el grito en el cielo, algo que a veces hacemos sin el respeto y la educación deseables, no por eso se es "tóxico", pues la indignación y la torpeza del sujeto pasivo de nuestras quejas pueden justificar que se pierdan los papeles. Cuando hablo de toxicidad estoy pensando en caracteres concretos, en querulantes, instigadores, cizañeros, ... personas que se suelen mover entre bastidores, que parecen buscar la camorra, provocar el choque, retorcer los conflictos, sino crearlos artificialmente. Son gente que siempre ha existido, amantes de buscar las cosquillas, especialistas en el enfrentamiento, expertos en fomentar crispación y venganza, ... pero que ahora en tiempos de convulsión se mueven como pez en el agua; son los profetas del "ya lo decía yo", enemigos de la conciliación, del acuerdo, del perdón ... precisamente el tipo de personas que no necesitamos en estos momentos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

De los toxico/as,lo mejor es salir corriendo,si se puede-(no lo digo yo ,lo dicen los manuales al uso)-.
Si bien este tipo de personas nunca se juntan con alguien como ellas ,sino que buscan a alguna victima propiciatoria.

Modestino dijo...

Hay que huir de los tóxicos ... pero no se dejan.

veronicia dijo...

Estoy de acuerdo con el anónimo hay manuales al uso; fue una doctora la que definió a las personas toxicas como gente que desgasta, intimida, cosifica, embrutece, culpabiliza, enfada, ningunea y envenena. Dicen que tienen dos puntos en común; sus armas son el miedo y la culpa y que tienen baja autoestima por lo que necesitan hundir la de los otros para sentirse bien, siendo su droga emocional ver como los demás se sienten mal.
Hay otro método para enfrentarlas es mantener el sentido del humor.

Modestino dijo...

Sentido del humor, ... no es mala receta.

Susana dijo...

Los que alimentan los extremismos no se dan cuenta de que al final todos salimos perjudicados. Un beso.

Modestino dijo...

Sí,los extremismos son malos y hoy día las circunstancias han llevado hasta allí a más gente de la habitual.

Alberto dijo...

Bueno, ya sabes que yo soy algo cenizo y agorero, en especial en los temas que afectan a nuestro Real Zaragoza, pero no lo puedo evitar...

Modestino dijo...

Eso no es ser tóxico ... es tener fino olfato crítico ;); además tu criticas al Zaragoza porque le quieres, la vehemencia te viene de la pasión. No iba por tí, ... ni en general por ningún zaragocista.