31 de enero de 2013

Libros en la cuesta de enero


El mes de enero he cerrado nada menos que la lectura de ocho libros, la mitad de los cuales ya tenía empezados antes de terminar el año. Ha habido unos cuantos de relleno, de esos a los que recurres para descansar, por ejemplo, un fin de semana. De todos ellos me quedo con el último "Planeta" ganado por Lorenzo Silva, una novela en la que creo recupera las mejores esencias de Bevilacqua y Chamorro y con "La llave de cristal", uno de los "clásicos" de un "clásico": Dashiell Hammet. También la lectura me ha permitido conocer mejor a Albert Boadella un personaje tan peculiar como genial, incluso entrañable, por encima de sus notas polémicas e irreverentes y volver a profundizar sobre un hecho tan importante en nuestra historia como lo fue el asesinato de Carrero Blanco.

Leer "El color del dinero" de Mark Giménez equivale prácticamente a caer en la primera tentación del año; la editorial utiliza como lema de portada el fácil recurso de hablar del "nuevo Grisham", algo de lo que el novel autor -es su primera novela- anda todavía bastante lejos. Había leído un par de buenas críticas del libro, pero éste no pasa de un thriller sin pretensiones con los ingredientes habituales: un despacho de abogados que ha prescindido de la ética, enormes contrastes sociales, un problema judicial grave, cierta intriga, algún personaje fracasado y desgracias personales que redimen al protagonista. Pienso que las dos grandes virtudes del libro han de encontrarse en la agilidad con la que está narrado, aderezada por un tono irónico que lo convierte en ameno y hasta divertido, y el planteamiento "ético-moral" que por una vez se soluciona dando cancha a quienes procuran hacer el bien y hasta rezan. El autor no se resiste a incluir sexo, aunque se agradece que se trate de escenas que sólo se plantean y no se detallan, ... ojalá la próxima vez ni siquiera aparezca eso. A quien necesite una novela para descansar al final de una semana dura ésta le puede venir bien, si lo que quiere es calidad literaria, mejor que escoja otra.

La figura de Albert Boadella siempre ha estado acompañada de la polémica y la controversia, pero por encima de todo el cómico catalán me parece un hombre interesantísimo; recientemente ha sacado su "Diario de un franco-tirador", libro del que andaba detrás, si bien antes de enfrentarme a una selección de dud recuerdos recientes preferí sacar de la Biblioteca sus memorias, publicadas hace unos diez años por Espasa bajo el título de "Memorias de un bufón". Leer el libro me ha durado bastante y la razón hay que encontrarla en que lo he hecho "a tirones", fundamentalmente porque unas historias me han pillado más el interés que otras, creo que por la simple razón de mi desconocimiento del mundo artístico en el que se ha movido Boadella. De cualquier manera he confirmado que se trata de un personaje genial, dotado además de una gran humanidad; el catalán es un ácrata, provocador e irreverente, pero a la vez me ha parecido alguien nada dañino, esencialmente honesto y, aunque no lo parezca, bastante respetuoso con quienes no comulgan con él, por encima de la media ... eso sí, cuando ve hipocresía o falsedad se convierte en implacable. Otro aspecto positivo de estas memorias es la capacidad de autocrítica: Boadella admite sus errores y sus defectos, algo muy poco habitual en este tipo de literatura, por mucho que no pueda evitar ser subjetivo, "pecado" que parece irremediable cuando de unas "Memorias" se trata. Todo un descubrimiento que deja pendiente hacerse con el último diario, donde imagino que también "tirará a matar".


Tenía ganas de volver a leer algo de Juan Bolea, compañero de colegio, hombre ilustrado y con personalidad y del que había leído con agrado sus "Crímenes para una exposición", una novela de intriga protagonizada por una subisnpsectora de policía con perfiles de gran personaje, Martina de Santo. Pienso que Bolea puede ser ahora el mejor escritor aragonés del género, a la altura de gente como Lorenzo Silva, Domingo Vilar o Eugenio Fuentes, desde mi punto de vista el triunvirato puntero del panorama español actual. Por eso me enfrenté con ilusión a "Pálido monstruo", en el que no aparece de Santo, pero que reune dos elementos que lo hacían especialmente sugerente: la entrada del autor en el mundo de los despachos de abogados y los pasillos judiciales y la ambientación de la trama en Zaragoza. El libro está bien escrito y tiene ese aire propio y especial que ya comprobé en la otra novela citada: una personalidad propia que aporta a las novelas de Bolea un toque que no se si calificar de culto, gótico o mágico, pues es una visión muy personal mía y no soy, ni de lejos, un experto en crítica literaria. Pero también he de decir que esperaba más, que me ha parecido una novela escrita deprisa y corriendo, no porque le haya encontrado defectos, sino porque pienso que se ha quedado corta, que el tema podía haber dado más de sí: el autor resuelve todo en un "pis-pas" y pasa como de puntillas por unos ambientes y unas cuestiones que podrían dar mucho juego.

Hacía mucho tiempo que había escuchado grandes alabanzas de Ismail Kadaré, un escritor albano a quien en su día concedieron el "Príncipe de Asturias" de las artes y las letras y es, por lo que cuentan, eterno candidato al Premio Nóbel; animado por esta buena fama he leído una de sus últimas novelas, "El accidente", y la verdad es que he perdido las ganas de intentarlo con otra, por mucho que uno tiene respeto por quien tiene prestigio internacional de gran escritor y por más de una crítica positiva que ha leído del libro. Me ha costado un par de meses largos concluirlo, a pesar de que 278 páginas no son muchas y una vez terminado no he conseguido aclararme del todo sobre su argumento, a pesar de que me ha quedado claro que los dos únicos personajes del mismo andaban metidos en actividades internacionales de cierta envergadura y misterio y que el autor nos ofrece el relato del indudable romance apasionado que surge entre ambos, tema con el que no regatea ni elucubraciones espirituales y psicológicas ni descripciones elocuentemente "físicas". Hay momentos en que todo lo que nos cuenta parece más claro e inteligible y al final te haces, más o menos, una idea global de todo, pero me parece que Kadaré excede mis posibilidades intelectuales.

Las aventuras de los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro que desde hace poco más de una década nos ofrece Lorenzo Silva son para mí de obligada lectura; hay novelas cuya cata me produce dudas, pero cuando se trata de los personajes de Silva, estoy dispuesto incluso a sufrir una decepción, pues creo que se ha ganado mi confianza y si alguna vez falla, estoy seguro de que el siguiente volverá a estar a la altura; si a lo dicho añadimos que la entrega última ha sido galardonada con el Premio Planeta, los motivos, si cabe, aún son mayores. No me había gustado en exceso "La estrategia del agua", pero "La marca del meridiano" me ha hecho disfrutar: la devoré el fin de semana de Reyes y pienso que está, cuando menos, a la misma altura de "El alquimista impaciente", el título con el que Silva ganó el Nadal y que se convirtió en su día en uno de mis libros de cabecera. La última novela de Silva nos devuelve los mejores Bevilacqua y Chamorro, acompañados desde la novela anterior por el guardia Andreu con quien forman un grupo de personajes entrañables, trabajados y cargados de significado. La historia está bien contada, contiene elementos suficientes para mantener el interés y aportar cuestiones sustanciosas e incluso Silva adereza todo con ciertas dosis de sentimiento y humanidad. Pienso que estamos ante uno de los mejores "Planeta" de los últimos años.

El atentado que costó la vida a quien entonces era Presidente del Gobierno de España Luis Carrero Blanco es uno de los acontecimientos más importantes de la historia reciente de España; en mi caso se trató posiblemente del primer suceso convulso que se producía en nuestro país desde mi llegada al uso de razón. En su día leí una magnífico trabajo de Joaquín Bardavio titulado "La crisis" y publicado prácticamente "a pie de obra", así como una magnífica biografía del almirante escrita por Javier Tusell. Por eso he leído con interés, en plazo de varios meses y "a trompicones" eso sí, "Todos quieren matar a Carrero", un trabajado estudio de Ernesto Villar que destaca por las buenas fuentes y el excelente desarrollo que hace del tema. Villar nos plantea la tesis de que el magnicidio de la calle Claudio Coello no fue únicamente un acto terrorista perpetrado por ETA, sino que los etarras que lo llevaron a cabo no fueron más que el brazo ejecutor de un plan mucho más amplio y ambicioso en el que podrían tener que ver la CIA, los más inmovilistas del propio régimen y otros personajes que veían a Carrero como un obstáculo para el tránsito a un régimen democrático. El autor no aporta conclusiones definitivas, pero sí que va relatando hechos a base de datos del sumario, opiniones de testigos y sujetos importantes de la época y otras fuentes. En el libro aparecen, además, referencias a personajes tan interesantes como el General Díez Alegría, el Comandante Cortina, el entonces Ministro de Gobernación y luego Presidente Carlos Arias Navarro, el etarra "Argala", Eva Forest, el General Iniesta Cano, entonces Director General de Seguridad, etc. Un buen libro para quienes andamos interesados en una época tan importante de nuestra historia reciente.


Hace unos meses leí, y así lo reflejé aquí, "El largo adiós" de Chandler, según muchos la mejor novela negra clásica; en aquella ocasión un ilustre seguidor del blog lanzó una lanza a favor de "La llave de cristal" de Dashiell Hammet, considerándola como la novela de este autor que rivalizaba en el olimpo del género con la citada. Por esta razón me faltó tiempo para hacerme con un ejemplar, ya vetusto, pues parece que este tipo de literatura se lee mejor si se hace en tapas dañadas y papel sobado, y comprobar que efectivamente estamos ante una novela excepcional. El libro reune todos los requisitos del género negro: ambiente paralelo a la legalidad, personajes siniestros y oscuros, tono crudo y episodios criminales. Me han gustado los diálogos y los magníficos personajes que crea Hammet, muy especialmente el protagonista, Ned Beaumont, una especie de mezcla de gangster, detective y quijote, así como el de su jefe y amigo Paul Madwing, el senador Henry y la hija de este Janet, sin olvidar a los matones que sirven al ganster Shad O'Rory. Muy buenos diálogos, una trama que va cogiéndote más conforme avanzas la lectura y un final espectacular, creo que lo que más me ha gustado de esta formidable "llave de cristal". Eso sí, por la red he encontrado alguna crítica muy negativa que la considera de lo más flojo de su autor y asegura que va narrando sucesos inconexos: no lo comparto, pero dejo constancia.

Hace años que pululaba por mi estantería "Las viudas negras", una novela de intriga de esas que uno adquiere por simple intuición; su autor es Jonathon King, un periodista de Filadelfia que se lanzó hace un tiempo a escribir novela policíaca; no parece que haya tenido excesivo éxito en nuestro país, pues sólo consta otro título traducido al español. "Las viudas negras" es la segunda, y por ahora última, entrega de una serie protagonizada por Max Freeman, un ex-policía de Filadelfia al que los demonios personales han llevado a refugiarse en una cabaña aislada en lo más profundo de los Everglades de Florida. EL libro tiene un coprotagonista, el abogado de color Billy Manchester, un hombre honesto y de origen humilde que le reclama para que regrese a Filadelfia a investigar un caso que se convierte en la trama central de la novela, un argumento al que hay que reconocer originalidad y buen desarrollo. Paralelamente el autor realiza frecuentes "flash-back" que reflejan tanto la cruda infancia del protagonista como sus peripecias como policía que terminaron en tragedia y marcaron su vida. Se trata de una novela que podríamos calificar de "serie B", escrita sin grandes alardes, pero que está bien construida y es amena, es decir, que puede resolver un fin de semana lluvioso.

30 de enero de 2013

La abdicación de una Reina


La reina Beatriz de Holanda ha anunciado su abdicación; próxima a cumplir los 75 años ha decidido dar paso a las nuevas generaciones y a partir del mes de abril el nuevo rey de los holandeses será su hijo rpimogénito, el príncipe Guillermo. No deja de ser una noticia llamativa que una monarca se jubile, algo que hace en pleno uso de sus facultades mentales, con una salud de hierro y sin más causa que el deseo de renovar el trono del país con gente joven. Un discurso breve, elegante y emotivo puso fin al reinado en activo de una mujer sencilla, discreta y que cuenta con el apoyo y la simpatía del 80% de su pueblo. Y es que a la gente no le importa en exceso que el régimen político sea de una naturaleza u otra, tan sólo pide que le rijan con honestidad y con decoro. La curiosidad me ha llevado a ver un video de "Youtube", de cerca de 20 minutos de duración, que contiene un reportaje de la coronación de la reina Beatriz hace 33 años, una ceremonia bellísima celebrada al son de unas partituras musicales muy bonitas y con todo el boato y la elegancia que exige un acto así; habrá quien piense que estas cosas están pasadas de moda, algo que no comparto, pues ni está reñido con la sobriedad ni tenemos que conformarnos con lo hortera, lo rancio o lo chabacano.

Mi primer recuerdo de esta mujer se remonta a un reportaje del Hola sobre la boda del entonces príncipe de Grecia Constantino, hermano de la Reina Sofía, con la princesa danesa Anne-Marie Dagmar Ingrid en septiembre de 1964; en dicho reportaje aparecía Beatriz, entonces princesa heredera, con una sonrisa de oreja a oreja, un gesto que le ha acompañado permanentemente, y es que a quien entonces era un niño próximo a cumplir los 6 años la idea que le vino a la cabeza era la de "¡qué simpática es esta chica!-. Y la sonrisa de esta mujer, con esa apariencia cariñosa, afable, alegre, tiene su mérito, pues no parece que la vida haya sido siempre fácil para beatriz de Holanda. Ya su boda estuvo bañada por la polémica, pues su entonces prometido, el aristócrata alemán Claus von Amsberg, servido en las Juventudes Hitlerianas y en la Wehrmacht, algo a lo que si añadimos la habitual ojeriza hacia los germanos del pueblo holandés provocó que durante la ceremonia abundaran las manifestaciones y protestas, incluso na bomba de humo fue arrojada contra el carruaje nacional, dando lugar a un violento enfrentamiento con la policía.

El príncipe Claus acabaría siendo aceptado y querido por los holandeses, pero tenía una salud muy frágil, padeciendo una serie de graves depresiones que le obligaron a pasar varios períodos de internamiento en centros psiquiátricos; evidentemente, los males de su marido fueron otra fuente de dolor para la Reina beatriz, algo que supo superar cara al exterior, donde seguía presentándose con la jovialidad de siempre. Clñaus padeció también cáncer y parkinson, falleciendo en octubre de 2002. También se puso en entredicho la boda de su hijo mayor y príncipe heredero, Guillermo Alejandro, con la argentina Máxima Zorreguieta, dado que el padre de ésta fue al parecer uno de los militares que colaboró con el General Videla en la dictadura argentina. En febrero de 2012 su segundo hijo, Juan Friso, fue sepultado por un alud durante unas vacaciones en Lech (Austria), pasando 20 minutos bajo la nieve hasta que pudo ser rescatado; desde entonces el príncipe permanece en coma.

Se ha discutido mucho sobre la excesiva riqueza de la familia real holandesa, sobre los escándalos que afectaron a la Monarquía con motivo de la implicación del príncipe Bernardo, padre de Beatriz, en el tristemente "Caso Lookkhed", sobre otros asuntos financieros que se aseguran son poco claros e incluso sobre la propia filosofía que justifica la persistencia de la Monarquía en los Países Bajos, cuestiones en las que no puedo entrar por simple desconocimiento; lo que queda claro es que la reina Beatriz tiene el mérito indudable de saber conservar, al menos externamente, la calma y la sonrisa en medio de una trayectoria en la que no se le han ahorrado el dolor y la desgracia y, sin duda, también ha sabido retirarse a tiempo, marcharse sin portazos ni palabras fuera de tono.

29 de enero de 2013

El garito de la Rambla Vieja


Como ya he contado en otras ocasiones, viví 22 años en Tarragona, y una de las consecuencias que trajo este dorado exilio catalán consistió en tener que vivir mi zaragocismo desde la lejanía. En la actualidad, con el fútbol pagado por televisión y, fundamentalmente, por vía de internet uno puede estar al día de los partidos, las lesiones, los fichajes y cualquier otro tipo de noticias relacionadas con el mundo del balón. Pero durante muchísimo ti empo no tuve otra posibilidad de seguir al equipo de mis amores, amen de las pocas referencias al mismo que hacían en los diversos programas deportivos de ámbito nacional de las emisoras de radio, que la lectura del Heraldo de Aragón -algo que a algún talibán de la zona le parecía manifestación de poca adaptación al terreno- o intentar conectar con el programa de Radio Zaragoza que a última hora de la tarde dirigía Ortiz Remacha, para lo cual tenía que acudir a la zona de la ducha y poner un viejo transistor de los llamados "loros" en una posición concreta.

El tema de los partidos tenía su miga; por supuesto solamente había posibilidad de escucharlos en directo cuando los blanquillos se enfrentaban a culés o periquitos, algo que no era excesivamente aconsejable a la vista de la escasa imparcialidad -lógica por otra parte- de quien los retransmitia, además de que el Zaragoza no ha sido históricamente equipo al que le televisaran excesivos encuentros. Por esta razón solía escucharlos a través de los distintos "carruseles" deportivos de la radio, con preferencia al de la SER , donde lucían Joaquín Prat, José María García -hasta su marcha a Antena-3-, Héctor del Mar y otros o el "Tablero Deportivo" de Radio Nacional, que no tenía publicidad y donde me gustaba especialmente la objetividad y ponderación del corresponsal en Zaragoza Vicente Merino, un hombre de una voz elegantisima. Así, he vivido durante quinquenios domingos llenos de anuncios de "Soberano" y "Anis de la Asturiana", de relojes "Seiko", brandy "Terry", "Autorradio de Val", y demás, alimentados con los gritos y comentarios, tantas veces desproporcionados y excesivos, de Alfonso Guzman, Paco Ortiz, "Chencho", Manolo Oliveros, Erostarbe, y tantos otros.

Pero muchas veces, al llegar el descanso andaba tan nervioso que optaba por ir a darme una vuelta por la ciudad y no conocer el resultado definitivo hasta el final. Fueron muchos los minutos gastando suelas de zapatos por diferentes calles del centro de Tarraco: Prat de la Riba, Gasómetro, Apodaca, la Rambla Nova, Plaza Verdaguer, la de la Font, ..., caminaba nervioso, frecuentemente entre oscuridades, fríos y nieblas, hasta el momento en el que podía enterarme cómo había terminado el partido de mi equipo, al que había dejado en el descanso con el partido encaminado, cuesta arriba o en situación de incertidumbre. Al llegar la hora aproximada de fimalización los encuentros -entonces casi todos eran a las 5 de la tarde y ese momento llegaba entre las 18.50 y las 18.55- me acercaba a un pequeño establecimiento de la Rambla Vella, enfrente de la iglesia de San Francisco, donde se despachaban quinielas y lotería y en el que existía una pizarra donde ponían con tiza el resultado final.

La referida pizarra siempre estaba apoyada, cara al exterior, en la puerta de cristal del garito y en ella figuraban los resultados en blanco, salvo lógicamente los relativos a los encuentros jugados el sábado; en un momento dado aparecía un hombre ya mayor, calvo, bajito, algo encorvado, de modos pausados y con bigote que apoyaba la pizarra en un estante e iba apuntando los resultados. En la puerta siempre nos agolpábamos seis o siete personas que mirábamos impacientes a la espera de saber el resultado del equipo de nuestros amores, no sin cierta desesperación pues el hombre era de un perfeccionismo notable y llegaba a borrar números si no quedaban correctamente escritos. Cuando llegaba el partido del Zaragoza, las sensaciones variaban según jugaba fuera o en casa: si había actuado de visitante la cifra inicial era ya significativa: un 0 aseguraba haber puntuado, un 1 -incluso un 2- dejaba alguna esperanza, mientras a partir de 3 uno quedaba seguro de haber palmado sin necesidad de comprobar la cifra correspondiente a tu cñub. Pero cuando jugabas de local, un 1 y, sobre todo, un 0 en primer lugar te dejaba hundido, mientras que con cifras superiores podías anticipar la celebración.

Pero había ocasiones en las que cuando llegaba el individuo ya había dejado la maldita pizarra de nuevo apoyada en la puerta, y entonces quien suscribe solía realizar unas operaciones que creo no haber contado nunca y que al recordarlas no dejan de ponerme colorado; me acercaba lateralmente al hueco existente antes de la puerta y miraba de tal manera que no se me mostrara el resultado completo, sino primero los goles del equipo local y posteriormente los del visitante, de manera que volvía a sentir las sensaciones antes citadas. Evidentemente, la emoción era especial cuando no sabía nada del partido, pues cuando ya acudía con conocimiento del resultado al descanso tenía alguna pista. Posteriormente regresaba a casa bien satisfecho o bien con el rabo entre las piernas.

Así de miserables somos los humanos, ... o más bien los hinchas futboleros, diría yo.

28 de enero de 2013

Una coleta novata


La semana pasada comí un día en el "VIPS" de la Plaza Aragón de Zaragoza; allí ofrecen un menú simpático y puedes comer rápido y sin cazar excesivas calorías, evidentemente siempre que no caigas en la tentación de poner el colofón al almuerzo con una de sus célebres "tortitas" con nata y sirope de caramelo o chocolate. El lugar se encuentra generalmente bastante lleno y los camareros parecen ir de cráneo para atender las distintas mesas y llevar a cada cual lo que corresponde, que no es cosa precisamente sencilla a la vista de los variadas apetencias y caprichos que podemos tener los humanos con una carta tan interesante como la del "VIPS". Suele ser admirable la eficacia de quienes atienden a los clientes, máxime si tenemos en cuenta que a veces éstos no son ni pacientes, ni comprensivos, ni flexibles ni educados.

Al poco de instalarme en la mesa me fijé en una chica bastante joven que aparecía por ahí con el uniforme negro y granate de la casa; era rubia y lucía una llamativa coleta; me llamó la atención por su juventud, ya que no es habitual ver una moza hispana entre los camareros -casi todos son de más allá del Atlántico- y también porque saltaba a la vista que tenía poca experiencia en este trabajo, es más casi apostaría a que era el primer día que ejercía como camarera. En el tiempo que duró mi comida la pobre salió y entró varias veces de la cocina despistada y sin saber qué hacer, intentó servir el vasito de helado de postre sin plato ni cuchara, portaba la bandeja con platos y bebidas haciendo equilibrios casi equivalentes a quien camina por la cuerda floja y demostraba escasa soltura a la hora de disponer las cosas en las mesas que servía.

Me sentí enormemente identificado con la pobre muchacha, la cual deambulaba entre las mesas como pato sin cabeza, perdida en unas obligaciones y unas formas que el resto de compañeros dominaban perfectamente; tuve ganas de hacerle un comentario desdramatizador, pero ni hubiera sido oportuno ni tampoco parecía que la moza estuviera sufriendo demasiado por el tema. Vi como alguno de sus colegas le echaba una mano y parecía estar al quite para frenar alguna que otra metedura de pata. Me puse en su lugar y recordé mis inicios profesionales hace ya casi 30 años, cuando también comencé chocando con una realidad que no aparecía en los libros y tuve mis torpezas y errores, seguramente unos cuantos de ellos sin que llegara a ser consciente de mi fallo. Espero que los responsables del establecimiento sepan tener paciencia con quien empieza y valoren la buena voluntad que saltaba a la vista ponía la chica de la coleta rubia.


26 de enero de 2013

La cafetería naranja


En los inicios de los años 70, tal vez aún estábamos a finales de la década anterior, comenzaron a florecer en Zaragoza las cafeterías de cierto nivel; habían desaparecido "Niké" y el viejo "Gambrinus" y parecía que "Las Vegas" era el único lugar de encuentro de algún lujo. "Imperia", al principio de lo que entonces era General Mola fue toda una aparición allá por el año 1967, pero pocos años después la oferta se disparó, y así surgieron "Gurrea", en el Pasaje "Ebrosa", "Italia" en el Coso bajo, "Alfonso I" en el alto, "Avenida" en Independencia, "Formigal" en la manzana del Hotel "Corona de Aragón" y otras más que ahora no me vienen a la cabeza. Se trataba de locales bien puestos, limpios y elegantes y frecuentemente con pastelería incluida.

En la calle llamada durante esos años General Sanjurjo, a la altura de su unión con Capitán Portolés -denominación cambiada hace poco- se abrió la Cafetería-repostería "Maryland", un establecimiento moderno y original que tuvo mucha fama en su momento. Aunque no se encontraba en una zona propiamente emblemática como podía ser el Paseo Independencia, la Gran Vía o la célebre y pija "Milla de oro", mucha gente acudía a tomarse el café, la merienda o una copa con familia o amigos. El nombre elegido no dejaba de ser "sonoro" y tenía esa connotación yankee que por entonces enriquecía mucho. El estado norteamericano de Maryland recibió su nombre en homenaje a la reina Enriqueta María de Francia, esposa del rey Carlos I de Inglaterra siendo una palabra que en inglés significa "Tierra de María". Maryland fue una de las Trece Colonias que se rebelaron contra el dominio británico en la región.

Desgraciadamente no he encontrado foto alguna de tal cafetería, y tan sólo puedo incluir la de un "posavasos" que aparece a la venta en "Todocolección" nada menos que por 9,99 €, todo un capital. Mis recuerdos de un local por el que pasé muchísimas veces, aunque entré muy pocas, se limitan fundamentalmente a tres cuestiones: el exterior de la cafetería combinaba el color metálico con el naranja, lo que a la vista de los usos del momento dotaba a la fachada de una originalidad y un atrevimiento llamativos. Por otra parte, el interior, al menos las mesitas qyue daban a la calle, estaba dividido en una especie de compartimentos, de manera que quien pasaba por fuera veía al personal disfrutando del manjar que fuera como si viajara en un tren expreso de la época. Finalmente, "Maryland" fue uno de los primeros establecimientos que dispusieron de puertas que se abrían automáticamente, algo que en la actualidad no supone ni sorpresa ni secreto alguno, pero que entonces no dejaba de tener para el personal provinciano ciertas connotaciones de ciencia ficción.

Hasta aquí mi recuerdo de una Cafetería que ya solamente vive en los delirios nostálgicos de algunos.

25 de enero de 2013

José Antonio Plaza

Vete a saber porqué me he acordado de José Antonio Plaza, un periodista segoviano que se convirtió en un habitual de Televisión Española en aquéllos tiempos en los que ésta era la única que había en España; Plaza falleció prematura e inesperadamente hace casi quince años víctima de una rápida enfermedad y tuvo sus inicios en el diario "Pueblo", un vespertino madrileño con toques de sensacionalismo que pertenecía a los sindicatos verticales, y en Radio Madrid. Estos datos los he encontrado en internet, pero la primera vez que fui consciente de su existencia fue en 1968, cuando TVE le destino como corresponsal en Londres, en una época en la que en los telediarios se convirtieron en familiares los rostros de unos cuantos corresponsales en el extranjero; así, además de Plaza, en Nueva York se encontraban Jesús Hermida y Cirilo Rodríguez, en Roma, Francisco Narbona, en Berlín, Pedro Wender y creo recordar que el de Francia era Pedro González Abuin. Eran tiempos de medios rudimentarios, de conexiones poco ágiles y ausencia de excesos y originalidades, limitaciones que obligaban a los periodistas en cuestión a un desempeño profesional óptimo, a un plus de esfuerzo notable. Con esos medios y esos obstáculos, fuimos teniendo noticia de los asesinatos de Martin Lúther King y Bob Kénnedy, de la llegada del hombre a la Luna, la dimisión del Charles de Gaulle, el viaje de Pablo VI a Fátima, los sucesivos triunfos de Harold Wilson y Edward Heath en las elecciones británicas o las peripecias que solían suceder en torno al Muro de Berlín, convirtiéndose en imagen habitual de nuestras casas lugares como Cabo Kénnedy, la Casablanca, el 10 de Downing Street o el Palacio del Eliseo.

A mí José Antonio Plaza siempre me pareció un periodista solvente; hablaba con seguridad y con una dicción excelente, recuerdo que se despedía diciendo su nombre y cargo pronunciando pausadamente cada sílaba, dejando un breve silencio entre nombres y apellido: " ... desde Londres les informó José / Antonio / Plaza". Con Jesús Hermida formó una especie de nueva ola del periodismo político televisivo que se ponía de manifiesto en un dinamismo mayor que el habitual, ausente de la circunspección de David Cubedo y cía. Quizá a Hermida le sobraba algo de sofisticación, pues tendía al exceso verbal y gestual, mientras José Antonio Plaza aportaba una imagen moderna, pero más seria, ... eso sí, ambos compartían "tupé". De cualquier manera, venían a ser como un soplo de aire fresco en unos programas informativos que eran de una ortodoxia y un rigorismo posiblemente excesivos. La estancia de Plaza en Londres fue larga: siete años en los que se convirtió en cicerone del inconfundible estilo inglés para los españolitos de a pie, que en aquella época no teníamos al alcance esas ofertas de vuelos baratos que nos permiten ir a Londres como quien va a la gran superficie instalada en las afueras.

En 1975 José Antonio Plaza volvió a Madrid y allí consiguió encontrar su hueco con "35 millones de españoles", un programa que presentó junto a Alfredo Amestoy y que gozó de una popularidad notable. En el programa tenía como compañero de trabajo a Alfredo Amestoy, todo un fenómeno de la televisión de la época, un joven periodista con unas gafas que le daban aspecto de "Pitagorín" y que hablaba con un soniquete muy característico mientras se movía como si tuviera el "baile de San Vito". En dicho espacio Plaza y Amestoy representaban con energía y vehemencia el papel de defensores de la calidad de vida de los españoles. Su labor en "35 millones de españoles" les valió a ambos el Premio Ondas de Televisión de 1975. No recuerdo cuánto duró este programa, pero consiguió que Plaza se convirtiera en un personaje popular y valorado, ofreciendo una imagen bien distinta a la había dado desde Londrés, mucho más polémica y cercana a la gente. Ambos ejercieron con acierto el papel de Pepitos Grillo nacionales.

Entre 1976 y 1978 presentó "625 líneas", otro programa de éxito que se emitía los domingos en horario de tarde; "625 líneas" duraba una hora y su objeto era anticipar a los espectadores los programas que emitiría la cadena durante los siguientes siete días. El modelo no era nuevo, pero Plaza supo darle atractivo introduciendo entrevistas, números musicales y sobre todo, humor. Con él colaboró una de la más célebre "televisiva" de entonces, Paca Gabaldón, que al principio era conocida como Mary Francis. Posteriormente llegaron otros presentadores como Juan Santamaría, Mayra Gómez Kemp, Marisa Medina, Santiago Peláez y Marisa Abad. Inolvidables las intervenciones de Tip y Coll, con un remedo de noticiario en el que pusieron de moda la mítica frase de "La próxima semana hablaremos del Gobierno", unas actuaciones que no pudieron evitar sufrir los rigores de una censura que todavía daba sus últimos coletazos.

También dirigió un programa sobre cine: "24 imágenes por segundo", presentado por Isabel Tenaille, una dulce locutora que en su momento causó furor entre los telespectadores y de la que se decía que recibía sacos llenos de cartas de amor cada semana; en 1978 presentó durante algunos meses "300 millones". El concurso "Ding-Dong" y el infantil Sabadabada fueron otras aportaciones del periodista a principios de los 80. Posteriormente regresó a la Radio, dirigiendo en Antena 3 Radio el programa "Viva la gente divertida", a la vez que formaba parte de la redacción de la revista "Panorama". Volvió a TVE con "Aventura 92" y presentó de nuevo junto a Alfredo Amestoy "Un país de locos" en Antena-3. El espacio musical "Veraneando", con Remedios Cervantes y Bertín Osborne y "Una pareja feliz" con Anne Igartiburu fueron sus últimas intervenciones como presentador, mientras que el programa de Antena-3 "Querida familia" fue su último trabajo como director. Nos queda su recuerdo y su aportación a unos entrañables años televisivos.



23 de enero de 2013

La rotundidad de un cocido y algo más.


Ayer martes fue fiesta en Huesca; se celebraba San Vicente Mártir, segundo patrón de la ciudad y hermano, al parecer, de San Lorenzo. Así, cada 22 de enero los oscenses -de nacimiento o de adopción- tenemos un día de asueto para hacer más llevadera la cuesta de enero. La leyenda, confirmada por el uso, asegura que los habitantes de la capital del Altoaragón viajan cada día de San Vicente a Zaragoza, donde entre otras actividades se dedican a recorrer y, en su caso, hacer gasto en "El Corte Inglés", incluso hay quien asegura que por los altavoces de dicha gran superficie se da la bienvenida a la buena gente de Huesca que anda de compras por el establecimiento.

No negaré que la visita al "Corte Inglés" es actividad que he realizado en otras ocasiones, pero esta vez opté, en compañía de buenos amigos, por aprovechar la existencia del AVE Huesca-Madrid-Huesca para pasar un día en la capital del reino. El tiempo no acompañó, pero no nos importó demasiado, pues cumplimos el objetivo de pasar un buen día y recorrer diversos puntos de interés en una ciudad que no tenía fiesta, lo que suponía la ventaja de comprobar como los establecimientos estaban abiertos y la ausencia de aglomeraciones en colas, tiendas y restaurantes. Como en otras ocasiones aprovechamos para visitar un par de librerías de viejo, en esta ocasión en el castizo barrio de Malasaña, una ubicada en la calle Ruiz y denominada "La Tarde", uno de esos locales atestados de volúmenes de todos los tamaños y orígenes, en semejante cantidad que parece desbordar la situación y otra más pulcra y ordenada, de nombre "Arrebato" y situada en la calle La Palma, un establecimiento de aspecto post-moderno donde se hacen sesiones de recitado de poesías y que tiene una página web magnífica. Tampoco faltó la visita al magnífico kiosco de la Glorieta de Bilbao donde uno encuentra películas de todas las épocas a precios muy asequibles y, aún mejor, una buena oferta de los mejores "Estudio-1" de los años 60 y 70.

Como la lluvia y la caminata dejaron huella en el cuerpo, hubo que buscar el correspondiente consuelo gastronómico y reponer fuerzas, para lo cual, y para calentar motores, acudimos a dos sitios conocidos de la anterior "excursión" y de los que ya di cuenta en este "foro": la "Torre del Oro", en la Plaza Mayor y el "Mercado de San Miguel", un genuino templo del buen "yantar" que desde que me lo enseñó el gran Driver se ha convertido para mí en parada obligatoria; ambos lugares ofrecieron el adecuado aperitivo al plato fuerte del día: un cocido en la "Taberna de la Daniela", sita en la calle Cuchilleros, muy cerca del Arco del mismo nombre, donde comprobamos como en ocasiones la pitanza ofrecida corresponde a la fama previa. El cocido que nos metimos entre pecho y espalda fue notable, con las tres partes del mismo perfectamente diferenciadas: una sopa con fideos que, además de reponernos adecuadamente del frío y la lluvia -que no fueron escasos-, estaba especialmente sabrosa -"Nada mejor que la sopa que sonroja las mejillas y entra sola calentando de la nuez a la espinilla"-, los garbanzos, que allí llamaban "gabrieles" -"Los gabrieles son las joyas de este bendito Madrid los comemos <> con vinillo del país"-, con la verdura, la patata y la bola de carne y pan y, finalmente, lo que en Logroño denominan sacramento, con chorizo, morcilla, hueso, tocino, ternera, pollo y alguna cosa más -"Las carnes engalanadas terminan la ceremonia, es 'pa' chuparse los dedos y 'pa' rebañar la olla"-; los tres "vuelcos" cumplieron, casi hasta dejar ahito, su función de entonar y alimentar el cuerpo. Eso sí, no puedo dejar de referirme a nuestros vecinos de mesa, y en concreto a uno de ellos, un individuo cincuentón que se pasó toda la comida hablando en tono fuerte de lo bien que sabía hacer las cosas, lo mal que lo hacían los demás y cómo se consideraba un genuino hombre de empresa ... en fin, uno de esos tipos que no paran de ponerse medallas, de juzgar sin piedad el trabajo de los demás y de creerse el ombligo del mundo.

La tarde tuvo un colofón interesante, pues en el Círculo de Bellas Artes, un viejo edificio que se encuentra en torno a lugares tan significados como la calle de Alcalá y la Cibeles, estaba instalada una Exposición de Saúl Bass, alguien cuyo nombre no me decía en principio nada, pero la grata y útil compañía de Tommy facilitó el conocimiento de que se trataba de un formidable autor de créditos y carteles cinematográficos. Efectivamente, allí encontramos excelentes ejemplares de carteles de películas del nivel de "West Side Story", "El hombre del brazo de oro", "Tempestad en Washington", "Bonjour tristesse", "Vértigo", "Horizontes de grandeza", "Anatomía de un asesinato", "Donde la ciudad termina", "Exodo" o "La lista de Schindler", entre otras, amen de una serie de proyecciones en las que aparecen los créditos de algunas de ellas. Sin duda, algo original e interesante.  Eso sí, la pitanza previa nos dio fuerzas para encarar con garbo esta etapa final.

22 de enero de 2013

El éxito del camaleón

Las candidaturas a los Oscar son oficiales desde hace días; una primera lectura de los nominados, desde la perspectiva de alguien con tan poco conocimiento de la actualidad cinematográfica como yo, hace que me llamen la atención varias cuestiones: en primer lugar la aparente fuerza que tiene la figura de Steven Spielberg, quien con su film "Lincoln" parece aspirar de nuevo a unas cuantas estatuillas; desde luego ha elegido un personaje muy atractivo. También destacan la relevancia, cuando menos popular, de unas cuantas de las películas incluidas en la lista de las mejores: "Argo", que parece haber ganado el primer set con su éxito en los "Globos de "oro", "La vida de Pi", uno de esos films de los que la gente habla y no para, la referida "Lincoln", "Los miserables",´basada en una obra maestra que siempre da tanto juego como la de Víctor Hugo, "La noche más oscura", centrada en un hecho tan relevante como la "caza y captura" de Bin Laden o el original talento innato de Tarantino, en esta ocasión con "Django desencadenado". Notable también el nivel de los candidatos a los Oscar que premian a los mejores actores de reparto, en cuya lista aparecen nombres tan llamativos como Sally Field, Helen Hunt, Robert de Niro y Tommy Lee Jones. No obstante, si hay un candidato claramente "ganador" es sin duda Daniel Day-Lewis, un actor que ya tiene dos estatuillas en propiedad, dos nominaciones frustradas y que todo hace indicar se va a llevar de nuevo el gato al agua con su magistral recreación del Presidente de los Estados Unidos que consiguió abolir la esclavitud..

Daniel Day-Lewis es un actor sólido, con una capacidad tremenda de adaptarse a cualquier papel: basta contemplar su filmografía para darse cuenta que es capaz de transformarse camaleónicamente en muchos papeles. Además da la sensación que se trata de una persona seria, que selecciona sus trabajos y que ha mantenido una carrera regular, por encima de otros grandes de su generación que posiblemente han caído más veces en la tentación de lo comercial o en la inconstancia. Las dos primeras intervenciones de Daniel Day-Lewis en películas importantes lo fueron con papeles secundarios, así tuvo una modesta aparición en la oscarizada "Gandhi" (1982) y otra algo más relevante en la versión del Motín de la Bounty que realizó Roger Donaldson, "Motín a bordo" (1984) con un reparto excepcional: Mel Gibson, Anthony Hopkins, Lawrence Olivier, Edward Fox y Liam Neeson. Su primera película como protagonista fue ya una muestra clara de su "camaleonismo", interpretando a un punkie en "Mi hermosa lavandería" (1985), cinta que nos ofrece una visión sobre la vida de la comunidad asiática en el Londres de la época Thatcher. De esta primera época cabe destacar dos excelentes películas más: "Una habitación con vistas" (1986), uno de esos films tan elegantes de James Ivory en el que de su antiguo papel de punkie pasa al de dandy y "La insoportable levedad del ser" (1988), de Philip Kaufman, en la que, trabajando junto a Juliette Binoche, encarna a un mujeriego cirujano checo.

El primer Oscar lo consiguió el actor en 1989 con su trabajo en "Mi pie izquierdo", un galardón merecidísimo que premiaba una interpretación dura y esforzada en la que Lewis asume la piel de Christy Brown, un pintor, poeta y escritor irlandés aquejado de parálisis cerebral cuyo único miembro con vida propia era su pie izquierdo, con el que aprendió a escribir y pintar. El esfuerzo en el rodaje de la película por parte del actor tuvo que ser verdaderamente titánico; el film lo dirigió el irlandés Jim Sheridan y la compañera de reparto de Daniel, Brenda Fricker, se llevó la estatuilla a la mejor actriz secundaria. La siguiente interpretación brillante la realizó en 1992 con un libreto clásico y repetido: "El último mohicano", una película que dirigió Michael Mann, con una banda sonora espléndida y rodada en unos escenarios sobrecogedoramente bellos. En ella le corresponde el papel del mestizo Nathaniel, que junto al indio Uncas protegen a Cora y Alice, hijas del Coronel Munro, en la durísima lucha del ejército inglés en la frontera del Canadá contra los indios. La estadounidense Madeleine Stowe es su compañera de reparto.

Una película que me gustó especialmente fue "La edad de la inocencia" (1993), un film en el que Martin Scorsese mostró su vena más romántica al adaptar la magnífica novela de Edith Warthon. Day-Lewis muestra de nuevo su versatilidad y pasa de ser un noble y honesto mohicano a brillar como Newland Archer, un joven abogado de buena familia que está prometido con una rica heredera y a quien seduce nada menos que a una condesa y se mueve como pez en el agua en el ambiente aristocrático del Nueva York de finales del XIX. Winonna Ryder, nominada al Oscar por esta película, y Michelle Pfeiffer son la compañía de lujo del actor. El mismo año vuelve a cambiar radicalmente de estilo con otra película excelente, "En el nombre del padre", una cinta en la que vuelve a trabajar con Jim Sheridan para versionar brillantemente los casos de los Cuatro de Guildford y los Siete de Maguire; aquí encarna a Gerry Conlon, un ladrón de poca monta de Belfast a quien destroza la vida un tremendo error policial y judicial, una interpretación que le valió su segunda candidatura, esta vez frustrada, al Oscar; Emma Thompson vuelve a ser una partenaire perfecta. Menos relevancia tuvo "El Crisol" (1996), una versión del drama de Arthur Miller "Las brujas de Salem" dirigida por Nicholas Hytner y en el que comparte de nuevo reparto con Winona Ryder, además de con un grandísimo actor muy caro de ver: Paul Scofield, el gran Tomás Moro de "Un hombre para la eternidad"; aquí da vida a John Proctor, un joven agricultor implicado en el proceso por brujería; la crítica fue muy dura con el film, aunque alabó unánimemente el papel de Daniel Day-Lewis. En 1997 vuelve a trabajar con Sheridan en "The Boxer", otra película ambientada en Belfast y donde el actor interpreta el papel de Danny Flynn, un miembro del IRA que tras 16 años de cárcel se quiere rehabilitar con el boxeo, una película que no tuvo ni de lejos el éxito de "En el nombre del padre".

Uno de los papeles donde Day-Lewis mostró su capacidad de adaptación de manera más llamativa y brillante fue el de Bill Cutting, un carnicero psicópata y asesino que lidera a los nativos de Nueva York frente a "Los Conejos Muertos", un grupo de pandilleros de origen irlandés que viven en un ghetto y le presentan batalla; la película, "Gangs of New York" (2002) produjo en su día una gran expectación y su director, Martin Scorsese, exhibió todas sus capacidades, consiguiendo diez nominaciones al Oscar, entre ellas la de Daniel Day Lewis, si bien no cuajó ninguna, debiendo conformarse el actor nacionalizado irlandés con un premio "Bafta". En la cinta compartió cartel con leonardo di Caprio, Liam Neeson y Cámeron Díaz. En "La balada de Jack y Rose" (2005), de Rebecca Miller da vida a Jack Slavin, un viejo hippie que malvive con su hija en los restos de una comuna y que padece una enfermedad terminal, todo un drama. Una película dura, con filosofía propia y que no tuvo el éxito de otras.

Con "Pozos de ambición" (2007) llegó la cuarta nominación al Oscar, y esta vez Daniel Day-Lewis obtuvo una segunda y merecida estatuilla; el film lo dirigió Paul Thomas Anderson y esta ambientado en el estrellato del petróleo en la frontera de California a principios del siglo XX; el actor consiguió su Oscar interpretando a Daniel Plainview, un luchador que que pasa de ser un minero extremadamente pobre a convertirse en un magnate del petróleo hecho a sí mismo; como suele ocurrir tras el éxito vienen la corrupción, la mentira, el olvido del pasado y la renuncia a los viejos valores. Una ocasión más en la que el actor de origen judío se muestra plenamente identificado con un papel nuevo y distinto. En 2009 estrena "Nine", dirigida por Rob Marshall y con un cartel espectacular: Marion Cotillard, Sophia Loren, Nicole Kidman, Judi Dench, Penélope Cruz, Stacy Ferguson y Kate Hudson acompañan a Day-Lewis, que se transforma en Guido Contini, un director de cine, está tratando de planear su próxima película después de un fracaso rotundo. La película acabó siendo un desastre en taquilla y no se libró de duras críticas.

Daniel Day-Lewis es un actor con personalidad propia, muy alejado de la prensa del corazón y reservado de su vida privada; elige bien sus papeles y no acepta cualquier proposición de trabajo, de hecho se asegura que ha rechazado papeles en películas como "El Señor de los anillos", "Shakespeare in Love", "Philadelphia" y "Solaris". "Lincoln", dirigido nada más y nada menos que por Steven Spielberg, es su gran oportunidad de entrar en la historia con un tercer Oscar, algo que solamente han conseguido Jack Nicholson, Walter Brennan, Ingrid Bergmann y Meryl Streep, aunque ninguno de ellos tiene el pleno como actor principal, de manera que Day-Lewis les superaría y solamente tendría por encima a la gran Katherine Hepburn, que logró cuatro, todos como mejor actriz. No cabe duda de que Lincoln es el papel que le faltaba a este actor para convertirse en una leyenda y, posiblemente, en el actor con más capacidad de adaptarse a los papeles de la historia.

21 de enero de 2013

Un matraco en busca de material


El pasado viernes me acerqué a un establecimiento situado en la Plaza del Carmen de Zaragoza, más o menos donde hace varios decenios se ubicaba un pasaje que conducía al recordado Teatro Fleta; dicho local está destinado a la venta de móviles, reproductores de DVD y aparatos equivalentes y donde en la planta sótano tienen a la venta un buen número de DVD de segunda mano con películas de todas las épocas a precios mínimos. Aún no habían dado las cuatro de la tarde y en esos bajos no había nadie. Fui dando un repaso a las distintas carátulas, adecuadamente alineadas por orden alfabético, con la idea de encontrar un par o tres de títulos de antiguos films que en su momento me pudieran hacer pasar un buen rato, aunque como suele ocurrir en estos casos había tantas que al final uno no termina de decidirse por ninguna. La serie de los "Harrys" de Clint Eastwood, algun western de John Wayne, "Los amigos de Peter", una película inglesa de los años 90 dirigida y protagonizada por Kenneth Branagh en la que también interviene su entonces cónyuge Emma Thompson y alguna cinta poco conocida de Bette Davis estuvieron a punto de hacerme caer en la tentación, pero al final terminé saliendo de la tienda de vacío.

Cuando ya me hallaba en ese estado que combina la indecisión con cierto desfondamiento consumista, escuché el ruido de varias personas que bajaban con poca discreción y suavidad por las escaleras: lo hacían hablando a voces y sus pisadas sonaban recias. En el lugar aparecieron dos tipos próximos a los 40 años que, aunque tantas veces las apariencias engañen y no se trata de hacer juicios de valor, desde el primer momento me parecieron un par de "morlacos" más bien bastos y poco refinados. De hecho uno de ellos ya empezó su búsqueda de títulos manifestando en voz alta que a él le encantaba "Instinto básico", un gusto respetable, pero que si lo pregonas a los cuatro vientos parece dar a entender que algo obseso ya andas.

En un momento determinado, el admirador declarado de Sharon Stone se dirigió a mí y me preguntó como con misterio: "¿dónde están las pelis porno?; de entrada me quedé sorprendido, pues por mucho que el tipo ya hubiera declarado públicamente su estado -no se si ocasional o permanente- de excitación pasional, me resultaba chocante una actuación tan primaria. Me limite a decirle que ni era de la casa ni era esa mercancía que me interesara, pero me resultó francamente molesta esa pretendida complicidad. Semejante planteamiento fue el revulsivo final para marcharme de la tienda, algo que hice con la duda de si el paisano en cuestión era un primario y un salido, si me había confundido con un empleado o simplemente me había visto cara de "pardillo" y decidió reírse a mi costa.

No me escandaliza el tema, ni soy ajeno a que existe otro tipo de personas de apariencias más formales que también se dedican a buscar este tipo de películas que no son, precisamente de culto, pero uno piensa que el personal debería de tener algo más de pudor, y que el "pueblo soberano" anda últimamente un poco desnortado.

19 de enero de 2013

Drama en Argelia


"El asalto a la planta de Argelia deja 30 rehenes muertos, 7 de ellos occidentales."

Desde el primer momento se vio que se trataba de un suceso importante y que podía acabar mal; por desgracia se confirmaron las peores impresiones y alrededor de 30 personas han muerto en una operación de rescate organizada por el ejército de Argelia, aunque las noticias que van viniendo son confusas y los datos no acaban de ser definitivos. Es posible que los argelinos se precipitaran, seguro que se discute la oportunidad y el acierto de tal operación, pero ahora lo que produce un inmenso dolor es la muerte absurda de tantas personas. Son días de duelo para Occidente, es tiempo de luto para el mundo. Nos queda rezar e intentar perdonar.

Corren malos tiempos y no sólo en el aspecto económico; como bien ha dicho el presidente francés Holland, en Europa no estamos seguros ante la amenaza islámica, y no se si todos somos conscientes del problema y si estamos preparados para enfrentarnos a él. Y no me preocupa tan sólo la cuestión estratégica, el tema de la seguridad, que impuestos pagamos para quienes tienen responsabilidades lo solucionen: lo que me estremece, lo que me causa desazón interior, es que intuyo que nos hemos vuelto débiles, frágiles, ... que los europeos nos hemos convertido en gentes en decadencia, incapaces de unirnos para hacer frente al enemigo. Tengo que reforzar mi esperanza para superar esta sensación de derrumbe, de ir camino de la catarata. afortunadamente quedan quienes te ayudan a reconsiderar que vale la pena.


18 de enero de 2013

Adiós a Fernando Guillén

Ayer falleció en Madrid Fernando Guillén; había nacido hace 80 años en Barcelona y su figura representa perfectamente a esos actores que mi generación conoció en los distintos espacios teatrales de la televisión. No obstante, la historia de este magnífico actor ni empieza ni se limita a sus intervenciones televisivas, sino que profundizando en su vida uno se entera de que empezó a estudiar Derecho en Madrid y sus inicios teatrales se producen en el Teatro Español Universitario, actuando en obras tan significativas como "Tres sombreros de copa" (1952) de Miguel Mihura y "Escuadra hacia la muerte" (1953), de Alfonso Sastre, y coincidiendo con otros jóvenes talentos de la época como Adolfo Marsillach, Agustín González y Juanjo Menéndez. Estos inicios teatrales le dejaron tanta huella que abandonó la carrera en 1952 y comenzó a trabajar como actor en las compañías de dos monstruos de entonces: Fernando Fernán Gómez y Conchita Montes. Con el tiempo Fernando Guillén tendría Compañía propia junto a quien durante años fue su mujer, Gemma Cuervo. No obstante, fernando Guillén consagró su fama en la televisión, donde trabajó desde sus inicios, interviniendo en numerosos programas tanto de "Estudio-1" como de "novela", casi siempre con su mujer; del primero cabe recordar "Más allá del horizonte" (1966), de Eugene O'Neill, "Prohibido suicidarse en primavera" (1967), de Alejandro Casona, "En Flandes se ha puesto el sol" (1967), de Eduardo Marquina, "Otelo" (1972), de Shakespeare, "La loca de Chaillot" (1972), de Jean Giraudoux y "La venganza de Don Mendo" (1972) de Muñoz Seca, además de varias versiones del Tenorio. En "Novela" fueron importantes sus papeles en "Marianela", de Pérez Galdós, "Los Hermanos Karamazov", de Dostoyevsky y "El Cristo de la vega", de Zorrilla. Tampoco deben olvidarse intervenciones en series tan destacadas como "Historias para no dormir", "La huella del crimen", "Brigada Central" y "Hospital Central".

Sin abandonar la televisión, me queda un recuerdo especial de su trabajo protagonista en una serie que marcó época: "La Saga de los Rius", una serie dirigida en 1976 por Pedro Amalio López con base a la célebre trilogía de Ignacio Agustí. Guillén daba plena credibilidad al personaje de Joaquín Ríus en un reparto de gala donde destacaban Maribel Martín como Mariona Rebull, Ramiro Oliveros en el papel de Ernesto Villar, el latin lover que conquista a aquélla, Emilio Gutiérrez Caba como Desiderio, Mari Carmen Prendes, Victoria Vera, Teresa Gimpera, ... y un excelente grupo de clásicos de la sucursal de TVE en Miramar: José María Cafarell, Javier Anglada, Enrique Arredondo, Montserrat Carulla, ... Fue una serie magnífica donde el realizador supo reflejar la vida de la burguesía catalana de finales del XIX y principios del XX, con el contraste entre las familias acomodadas de siempre y la pujante burguesía que pretendía escalar socialmente. Recuerdo muy especialmente la formidable escenificación de la bomba del Liceo, el episodio donde mueren abrazados Mariona y su amante en el palco de soltero de éste último, con la tremenda imagen del ya viudo Rius bajando las escaleras del Liceo con el cadáver de su mujer en brazos mientras ruedan por el suelo las perlas de su collar.

La trayectoria cinematográfica del actor fallecido es también notable; a excepción de algún papel en películas españolas propias de los 60 y 70, su trabajo en este medio adquiere notoriedad a partir de 1980, empezando con películas con un marcado tono social, como "Los últimos golpes del Torete" (1980), "El caso Almería" (1983), "El pico II" (1984) y "La estanquera de Vallecas" (1986), cuatro trabajos muy en la lúinea de la época con directores del estilo de José Antonio de la Loma, Pedro Costa y Eloy de la Iglesia. Es de destacar la confianza que tuvo siempre Pedro Almodóvar con el actor, dándole papeles, no de excesivo relieve, en "La ley del deseo" (1987), "Mujeres al borde del ataque de nervios" (1988), "Tacones lejanos" (1992) y "Todo sobre mi madre" (1998). Trabajó con fernando Fernán Gómez en "El mar y el tiempo" (1989), una película importante en su momento, con varios premios Goya y con carlos Saura en "La noche oscura" (1989), sobre el encarcelamiento de San Juan de la Cruz. En 1991 ganó el Premio Goya al mejor actor por su papel del Don Juan de Moliere en "Don Juan en los infiernos", de Gonzalo Suárez; en 1993 participó en cuatro películas notables: la versión de "Tirano Banderas" dfe José Luis García Sánchez, "Acción mutante" de Alex de la Iglesia, "La fiebre del oro", de Gonzalo Herralde, donde se vuelve a poner en la piel de un ambicioso pequeño burgués catalán y "¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?", el osado trabajo de Manuel Gómez Pereira. También fue llamativo su papel en la magnífica "Más allá del jardín" (1996), de Pedro Olea, junto a dos "diosas" de la escena como Mari Carrillo y Concha Velasco, aunque a mí me gustó aún más "La herida luminosa" (1997), versión de la novela de Josep Mª de Segarra realizada por José Luis Garci, donde está sencillamente formidable como el Doctor Molinos, sin olvidar un papel menos relevante en otra ópera prima de Garci, "El abuelo" (1998). En el nuevo siglo destacan sus papeles en "El florido pensil", de Juan José Porto, "Otros días vendrán" (2005) de Eduard Cortés. La lista sería interminable, pero pienso que quedan reflejados sus trabajos más destacados.

En el teatro la lista de actuaciones de Fernando Guillén es impresionante, representando obras de los mejores autores españoles del siglo pasado: Casona, Alfonso Sastre, Ruiz Iriarte, Miguel Mihura, López Rubio, Edgar Neville, Valle-Inclán, Carlos Llopis, Antonio Buero Vallejo, ... de los clásicos más importantes como Cervantes, Shakespeare, Eurípides, Esquilo, Lope de Vega, Moliere, Calderon de la Barca, ... y de autores de la relevancia de bernard Shaw, Pirandello, Jean Paul Sartre, William Saroyan, William Faulkner, Arthur Miller, Bertold Brecht, Albert camus y Vargas Llosa. Su sangre seguirá en los escenarios, pues también son actores sus hijos Fernando y Cayetana, además de su recuerdo que quedará vivo siempre. Fernando Guilén era un actor elegante, de una dicción casi perfecta, con un dominio espectacular de las tablas: sabía estar, mantenía el ritmo adecuado, ... en definitiva, un profesional excepcional. Descanse en paz.

17 de enero de 2013

Un par de visitas a un restaurante sugerente

Fotos de Ca l'isidre, Barcelona
Esta foto de Ca l'isidre es cortesía de TripAdvisor

En la calle de las Flors de Barcelona, en pleno Paralelo, se encuentra "Ca L'Isidre", uno de esos restaurantes de primer nivel, comida selecta y facilidad para el sablazo que abundan en ciudades como Madrid y Barcelona. "Ca L'Isidre" está ubicado enfrente del Teatro Apolo, lo que le da de entrada un significado y aire especiales y en su día me contaron que se trataba de uno de los fogones de referencia de un gastrónomo tan experto y exigente como Manuel Vázquez Montalbán, aunque al repasar lo que de dicho establecimiento se cuenta por la red me he enterado que presume de ser el restaurante barcelonés preferido por el Rey Juan Carlos y que en sus mesas se sentaron personajes tan significativos e importantes como el pintor Joan Miró, el genial cineasta Woody Allen y la bellísima actriz francesa Catherine Deneuve. Con estos datos casi me sobrecoge recordar que yo pisé en dos ocasiones semejante palacio del sibaritismo.

Acudí por vez primera a "Ca L'Isidre" en las vísperas de la fiesta de la Epifanía del año 2001; había llegado por la mañana a Barcelona desde Tarragona para efectuar unas compras de Reyes y fui llevado allí por dos amigos, ambos letrados de Tarraco, que nunca me fallaron, entre otros temas, a la hora de guiarme hacia lugares donde se comía de miedo. Recuerdo el momento con un cariño muy especial: la compañía era grata, el paisaje en el que se encuentra el establecimiento era típico, original y mítico, el interior del local elegante y cargado de detalles y la comida magnífica: aunque he de confesar que no recuerdo qué platos escogí, tengo la certeza de haber quedado plenamente satisfecho. A cargo del restaurante se hallaba una señora de cierta edad, de esas que lleva toda la vida trabajando en el tema y con clara tendencia a recorrer las distintas mesas para comprobar si los clientes están satisfechos, algo que supone elegancia y profesionalidad, aunque en algún momento pueda llegar a cansar a algún comensal individualista e impaciente. Mi segunda y, hasta ahora, última visita se produjo pocas semanas después; en esta ocasión acudí con un tercer letrado, un personaje riguroso y detallista a la hora de elegir y valorar los sitios donde come; a mi amigo no acabó de convencerle el lugar, no se si por su natural exigente, por la antes referida tendencia a la intromisión de la "mestressa" o porque en esa ocasión le tocó ser el pagano.

No he frecuentado en exceso los grandes templos de la gastronomía hispánica, con los dedos de la mano se pueden contar mis visitas a esos restaurantes exqusitos y próximos al lujo, pero no cabe duda que estos dos encuentros en "Ca L'Isidre" fueron dos ocasiones para el recuerdo, dos momentos que quedan reservados en los rincones de las vivencias "superficiales" y "gratas", experiencias que tampoco debemos desdeñar. Hoy corren tiempos de austeridad, y tal vez han pasado, al menos por el momento, las oportunidades de hacer algún "despilfarro" de este tipo, pero siempre quedará la posibilidad de contar al resto del mundo que yo estuve en "Ca L'Isidre".


16 de enero de 2013

Teorizando con el caballito de mar


Los caballitos de mar son unos "bichos" peculiares; salta a la vista que su denominación tiene un sentido, en cuanto su cabeza nos recuerda en algo la de los caballos de la tierra, pero a diferencia de éstos su apariencia no nos muestra precisamente un animal elegante, poderoso y ágil, sino más bien alguien ridículo, insignificante y con apariencia torpe. A mi, además, este caballito me recuerda a "Sofico", una entidad financiera que sonó mucho en los años 60/70, a la que se dio mucho bombo y platillo en los medios de comunicación de la época y que terminó constituyendo una estafa monumental. Pero uno no se acuesta sin saber algo nuevo, y el otro día, comiendo con unos amigos, alguien comentó que el caballito de mar era el único animal de los que habitan en el planeta en el que las crías son paridas por el macho. No he confirmado tan llamativa afirmación, pero puedo asegurar que viene de alguien solvente y sin ninguna duda se trata de una situación que incluso da pie a extraer conclusiones. De entrada me recordó el comentario de un antiguo profesor mío de bachillerato, quien se hacía eco de un viejo dicho que sostenía que si el primer hijo lo tuviera la mujer y el segundo el hombre, no habría matrimonios con más de tres; imagino que como todo tal pronóstico será matizable, aunque no parece alejarse de la realidad afirmar que las mujeres tienden a ser más fuertes y generosas.

Corren tiempos en los que hay quien defiende que eso del género es una especie de cuento chino y se pretende quitar relevancia a las diferencias esenciales entre hombre y mujer, algo que además de un error me parece una torpeza, pues nos hace perder el encanto de la diversidad y la belleza de la combinación de las ventajas de uno y otro género. A mí, la peculiariedad del caballito de mar me trae a la cabeza todos los valores de la maternidad, cómo la naturaleza es sabia y limita a una única especie esa posibilidad de traer al mundo la descendencia. Una madre es una madre, y esa ternura intrínseca a la función no depende de formas de ser, caracteres o educaciones concretas, sino que es algo que lo da la naturaleza, un elemento contra el que nunca podremos luchar por más que a veces lo intentemos tenaz y desatinadamente. Hace unos pocos días una amiga tuvo mellizos; su gestación y venida al mundo la he vivido en la distancia, pues ella y su marido residen lejos de mi ciudad, pero el Washap y las redes sociales han bastado para convertirme en testigo de la ilusión, la esperanza y el gozo que la expectativa de los nueve meses y el alborozo del día "D" con los que esa mujer ha vivido el acontecimiento. No se como lo hará el "hipocampo", pero la maternidad es algo tan especial que me parece que los hombres, que también sabemos en su caso vivir con plenitud la parte que nos toca, andamos lejos de sentir lo que sienten ellas ... no es que sea más, es que es distinto.

15 de enero de 2013

Un anuncio de "entonces"



Mi infancia no son recuerdos de un patio de Sevilla, ni de un huerto claro donde madura el limonero ... ¡ojalá!, posiblemente hubiera resultado un hombre más completo y maduro e incluso puede que menos de piso, pero como tantos otros de mi generación, los "tugurios" de máquinas y billares, el fútbol y, por encima de todo, la televisión fueron protagonistas de esos años de crecimiento, ingenuidad y diversiones. Y la televisión la veíamos con tanta fruición que no nos limitábamos a hacer pleno con programas infantiles como los de Valentina, Locomotoro, el Capitán Tan y el Tío Aquiles, los "Dibujos Animados" de Hanna & Barbera , Buggs Bunny, Félix el Gato, o el Pájaro Loco, el "Cine Cómico", los concursos televisivos, las pelis de "Sesión de Tarde" y series toleradas como "Embrujada" y "Viaje al fondo del mar", sino que también nos tragábamos los anuncios, cuyos slogans y cancioncillas terminábamos aprendiéndonos de memoria. Resultaban ser especialmente creativos los anuncios animados como el del cerdo que también prefería "Sanders" o la vaca cuyo último deseo antes de pasar por el matadero era morir condimentada en doble caldo "Starlux", sin olvidar las célebres muñecas de "Famosa" que se dirigían al portal. También nos fijábamos como si de película oscarizada se tratara en el resto de la publicidad, como la del detergente "Persil" al ritmo de la marcha nupcial de Mendelssohn, el de la olla "Magefesa", el del caballo de "Terry" o ese inolvidable "sketch" del madurete al que una bella actriz cuyo nombre no recuerdo le preguntaba eso de "eres joven, guapo y con dinero, ¿qué más quieres, Baldomero?", y Baldomero, suspirando, aseguraba necesitar también una maquinilla de afeitar "Philishave".

Pero no se porqué razón, y ante cierta sequedad de ideas a la hora de elaborar un post rápido, me ha venido a la cabeza el anuncio de aceitunas "La Española", ese que aseguraba que se trataba de "una aceituna como ninguna", excitando el buen paladar al afirmar que estaba "rellena de rica anchoa". Sin duda era un buen "spot", a la altura de una empresa ubicada en la localidad alicantina de Alcoy que en la actualidad sigue en pie, incluso con una magnífica página web en la que, entre otras cosas, uno puede escuchar el famoso "sonsonete" e introducirse en un auténtico museo. Y es que de siempre las aceitunas han sido un excelente producto para un buen aperitivo; hoy en día se pueden encontrar todo tipo de "virguerías" en la barra de un bar, con montaditos, fritos de lo más sofisticados, carpaccios, brandadas y otras "pijadas", pero en otros tiempos las olivas y las patatas, frecuentemente envueltas en unos bastos celofanes amarillentos, eran acompañantes casi exclusivas de la cañita dominical. Y para que quienes ya peinamos canas demos un tiento a la nostalgia, aquí dejo un breve recuerdo de ese anuncio sencillo y sugerente ... y así el hilo de hoy no sólo ha salido rápido, sino también "sustancioso".