29 de septiembre de 2012

De Borges o no

"La amistad, a diferencia del amor, no necesita presencia física"

Estuve el otrro día en una comida homenaje a una persona que se despedía de su trabajo y de la ciudad donde lo ejercía; con los cafés llegaron los discursos, esos momentos en los que uno escucha a veces palabras de compromiso, en otras mensajes llenos de cariño sincero y emotivo y en alguna ocasión comentarios geniales e ideas interesantes. En esta ocasión uno de los que intervinieron cito la frase que encabeza el post atribuyéndosela al gran escritor argentino Jorge Luis Borges. La verdad es que no he encontrado en internet ninguna mención que confirmara que Borges es el ideólogo de la frase, pero ésta me pareció con la suficiente enjundia como para convertirla en protagonista de una entrada. La amistad, sin ninguna duda es una de las cosas más bonitas que te puede pasar, y aunque con esa facilidad que tenemos para generalizar, y a veces para frivolizar, acabamos calificando como amigos a bastantes personas, por mucho que la profundidad y el calado de lo que es una verdadera amistad lleva a concluir que amigos de verdad son unos cuantos menos que aquéllos a los que calificamos como tales. En cualquier caso, y a diferencia de la familia, los jefes o los compañeros de trabajo, los amigos suelen ser gente a las que elegimos personal y libremente.

La amistad no necesita presencia ... conforme cumples años adquieres más experiencia en eso de tener amigos lejos; en ocasiones se marchan, en busca de éxito, de amores, de prosperar, .. otras veces eres tu el que se va lejos, porque ha surgido el momento de tomar una decisión difícil ... Y la amistad permanece en la distancia, por mucho que suele ser inevitable que conforme se aleja el momento de la despedida, el día en que uno por razones que sean pone con los amigos kilómetros por el medio, la relación directa puede ir reduciéndose, los contactos escasear cada vez más y hasta pasa mucho tiempo sin que el uno sepa nada del otro; pero si la amistad es de verdad, si hay algo más que una simple empatía, que el mero haber tenido una buena relación, el cariño permanece y el fuego de esa amistad se aviva en cuanto se recupera el contacto. Así, cuando uno vive la triste experiencia de la muerte de un amigo, aunque lleve tiempo sin haberle visto, sin haber charlado con él, sufre igualmente el vacío de la ausencia, porque antes sabías que "estaba allí" y ahora falta, y ese faltar lo notas y se pasa de la presencia a la ausencia ... por mucho que a partir de entonces esa presencia empiece a serlo de otra manera.





28 de septiembre de 2012

Lecturas de septiembre


Me he quedado sin hilos adecuados para este lluvioso viernes de septiembre, por lo que me veo obligado a adelantar la entrega de libros mensuales antes de que termine el mes de septiembre. Aparecen cuatro novelas, sin que entre ellas no haya ninguna de esas de cierta entidad y volumen, aunque no deja de tener su interés un clásico de la novela negra, dos relatos policíacos de personajes que ya han pasado varias veces por aquí y una magnífica disección sobre la Barcelona de posguerra.

"El hermano menor" es la quinta entrega de la serie que protagonizada por la juez Mariana de Marco comenzó José María Guelbenzu hace ya once años; he leído las cuatro anteriores y la novela, sin llegar a la, desde mi punto de vista, notoria calidad de la primera -"No acosen al asesino"- presenta evidentes similitudes con las anteriores: bien escritas, con capacidad de mantener la atención del lector de principio a fin de la lectura y con una forma de presentar el mundo policial y judicial que no responde plenamente al real. Guelbenzu es uno de nuestros buenos autores literarios y es algo que se nota al leer el libro, como queda dicho parte de una serie que no es más que una pequeña muestra de la obra literaria completa del citado autor. La juez Mariana de Marco tiene una personalidad fuerte y definida, tanta que absorbe todo el relato, presenta una implicación para resolver los casos que nop coincide en exceso con la propia de un juez instructor y mantiene una moral con la que sinceramente, no nos identificamos. Pero esto no quiere decir que el libro deje por ello de estar bien escrito y se llamativamente entretenido.

Llegó este verano a mis manos un ya trabajado ejemplar de "1280 almas", posiblemente la mejor obra de Jim Thompson, uno de los clásicos de la novela negra norteamericana, autor maldito en la época del Macarthysmo y del que hasta ahora no había leido nada. No cabe duda de que estamos ante una novela genuinamente negra, incluso un medio tan fiable en estas materias como la revista "El viejo topo" incluyó a "1280 almas" como la tercera mejor novela negra de la historia, tras "cosecha roja" de Hammet y "El largo adiós", de Chandler; estas opiniones, por mucho que se basen en encuestas objetivas, no dejan de ser susceptibles de diferentes opiniones, pero lo que no es discutible que estamos ante un libro mítico del género negro. "1280 almas", como al parecer toda la obra de Thompson, es una novela dura, con un contenido de alto voltaje, en cuanto el autor nos muestra un ambiente hostil, unos personajes violentos y unas descripciones que no excusan crudeza ni agresividad verbal. El protagonista, que narra el relato en primera persona, es el comisario Nick Corey, un policía corrupto y venal, un auténtico psicópata sin conciencia que no se para en barras a la hora de matar a quien haga falta para lograr sus propósitos; la maldad de tal personaje va apareciendo poco a poco y asoma casi sin que el lector llegue a estar preparado para asumir lo que llega a hacer el hombre. La acción se desarrolla en el imaginario pueblo de Potts County, un lugar de la América profunda que tiene 1280 habitantes ... De cualquier manera, por crudo que sea lo que se lee, "1280 almas" es, por encima de todo, una magnífica novela.

Recientemente falleció Esther Tusquets, la escritora y editora catalana de la que había oído hablar muy bien y de la que sabía muy poco; por esta razón cuando recorriendo las estanterías de la Biblioteca Pública de Huesca me topé con varios de sus libros, me pareció oportuno dedicarle un tiempo y me hice con "Habíamos ganado la guerra", un libro autobiográfico publicado hace tres años. En éste la escritora catalana relata sus años de infancia y juventud, que coinciden esencialmente con la posguerra española, convirtiéndose la narración en un interesantísimo análisis de la burguesía barcelonesa de esa época. Del libro me han llamado la atención tres cuestiones: la primera de ellas, lo bien que escribe Esther Busquets: tiene una prosa ágil, directa y facilita mucho la lectura; por otra parte, el relato es de una crudeza notable, la autora no deja títere con cabeza y el referido análisis de la sociedad catalana, a la que pertenecía, resulta ácido y demoledor; finalmente es llamativa la sinceridad de la autora, pues no ahorra el relato crítico cuando afecta a su propia familia, nunca me había encontrado con un relato autobiográfico en el que quien lo escribe carga sin piedad contra los suyos y contra sí mismo, y ambas cosas las hace Estherv Tusquets sin faltar por ello ni a la justicia ni a la caridad, pues todo lo hace con una elegancia y una honestidad llamativas.

He cerrado el mes recurriendo a lo seguro y he leido "Muerte en Estambul", la sexta entrega de la serie protagonizada por el genial comisario griego Kostas Jaritos creado por Petros Márkaris. Como suele ser habitual en Márkaris, la novela alterna la cuestión policíaca con las cuitas familiares del comisario protagonista, en este caso derivadas de dos asuntos concretos: él y su mujer Adrianí se encuentran de vacaciones en Estambul, un descanso interrumpido brúscamente por unos crímenes que obligan a Jaritos a ponerse a investigar y, de paso, mueven a la desesperación a su esposa, mientras que su hija Katerina, que acaba de casarse por lo civil, decide dar satisfacción a sus tradicionales padres y plantea desde Atenas su boda ante el altar. En esta ocasión la intriga planteada es francamente original y contiene un fondo de humanidad que la hace distinta, por mucho que no cabe hablar en esta novela de ningún tipo de giro ni sorpresa final tan propios de este género literario. En definitiva, un libro entretenido, sin excesivas pretensiones pero que se lee con agrado por la fluida forma de escribir del autor y la indiscutible simpatía de los protagonistas: no cabe duda de que Márkaris ha conseguido crear unos de los personajes más humanos de la literatura policíaca.

27 de septiembre de 2012

Miguel Angel Aguilar increpado

Miguel Angel Aguilar es un periodista madrileño de larga trayectoria; comenzó su trabajo en el diario "Madrid", periódico fumigado por el régimen anterior y trabajó en las revistas "Cambio-16", "Posible" y "Tiempo" y "El Siglo", siendo director de los diarios "Diario-16" y "El Sol", así como de la Agencia EFE; es columnista de "El País" desde su aparición y también escribe en "La Vanguardia" y "Cinco días". Se trata de un hombre agresivo y ácido, con gran capacidad crítica y, a pesar de todo, elegante y creativo. Su orientación política se puede encuadrar en un progresismo próximo al PSOE y se trata, sin duda, de uno de los pesos pesados del periodismo español actual, un columnista de auténtica calidad. No me encuentro entre las personas que suelen comulgar con las ideas de Aguilar, aunque también es cierto que no lo leo con regularidad, aunque sí lo hago en ocasiones, amen de haberle escuchado en varias intervenciones en Televisión y en tertulias radiofónicas. Es posible que a veces le pierda cierta parcialidad, pero es algo que se puede achacar a bastantes de los columnistas de los diversos medios de una u otra orientación. Por desgracia en España somos demasiado tendentes a enrocarnos en nuestros medios de comunicación ideológicamente próximos y nos cuesta practicar el sano deporte de contrastar opiniones.

En la tan comentada manifestación de la Plaza Neptuno del pasado martes día 25 Miguel Ángel Aguilar fue increpado por varios manifestantes, no se si por inquinas personales o porque le confundieron con uno de los miembros del Congreso que aquéllos pretendían rodear. No entraré en valoraciones sobre una manifestación que acabó mal, pues aunque no me identifico en absoluto con ella, comprendo el enfado y hasta la desesperación de los ciudadanos y estoy seguro que tal concentración estaba compuesta por bastantes hombres y mujeres pacíficos y de buena fe. Pero tras ver el vídeo, que ha dado la vuelta a España, me produce una enorme pena contemplar que la escena excede de cualquier forma legítima de reproche. Hay un señor de barba, completamente desbocado, que parece tratar de agredir al periodista, a la vez que se escuchan increpaciones como "hijo de puta", "ojalá te mate la ETA" y otras lindezas. Hay frases admisibles, incluso uno lee en pancartas expresiones certeras y de una gracia y una intencionalidad crítica notables, pero cuando lo que se contempla es odio y exabruptos, cuando ya se ha perdido el respeto a la persona, cuando se insulta y agrede a un señor, no se si porque piensan que es político o porque lleva corbata, quien lo hace ha dejado de ser pueblo, ya es sólo chusma.

26 de septiembre de 2012

Un clásico de los 60

Estoy seguro de que la mayoría de los de mi generación vieron en alguna ocasión "El desafío de las águilas", la larga película dirigida por Brian G. Hutton, basada en la novela del prolífico Alistair MacLean -"Los cañones de Navarone", "Estación polar Zebra", ...- en la que un oficial inglés y un americano "impasible" comandan un equipo que pretende llevar a cabo una tarea imposible en un viejo castillo lleno de nazis. Richard Burton y un jovencísimo Clint Eastwood dieron vida a unos personajes que parecen hechos a su medida y nos hicieron pasar dos horas y media inolvidables. El guión lo tiene todo: traidores inesperados, generales alemanes elegantes y fríos, nazis con aspecto de psicópatas, mujeres valientes, un teleférico en el que se juegan la vida los protagonistas, un castillo impresionante, nieve, persecuciones ... y muchísimos muertos, casi todos alemanes. La película debió suponer en su día una inversión notable y se convirtió en un clásico del cine bélico, por mucho que algunos vean también su parte de thriller e incluso de cine de espías. Junto a Burton y Eastwood destaca también el papel de Mary Ure, quien durante muchos años fue esposa del inolvidable Robert Shaw, a quien corresponde el papel de heroína en permanente peligro y que moriría dramáticamente por un exceso de barbitúricos poco tiempo después de estrenar la versión teatral de "El exorcista".

Han pasado más de cuarenta años desde el rodaje y estreno de "El desafío de las águilas" y cuando ves el film se nota que los escenarios, la ambientación, ... todo queda muy lejos de los efectos especiales y los avances en general de ahora, a pesar de lo cual es una película que te suigue "pillando" y que, en mi opinión, ha sobrevivido al paso de los años con bastante dignidad. Uno no puede evitar sentir cierto aire de estar leyendo un tebeo cuando ve a los "buenos" huyendo sin tener prácticamente bajas mientras los nazis caen de dos en dos y de tres en tres, pero así era ele stilo de la época. Magnífica la presentación de los oficiales nazis, a los que el director consigue caracterizar magníficamente, con mención especial al actor británico Derren Nesbitt, perfecto en el personaje del Mayor Von Hapen, un oficial de la Gestapo cínico y mujeriego, posiblemente el único papel de importancia que desarrolló el actor en su carrera. "El desafío de las águilas", que recuerdo haber visto en el Cine Mola de Zaragoza en septiembre de 1973, ha supuesto, en suma, una ocasión de revivir una de las películas emblemáticas de los de mi generación.

25 de septiembre de 2012

La histórica "Sala Oasis"


El otro día me pareció leer en el Heraldo de Aragón que había algún conflicto con la "Sala Oasis"; no se en concreto qué pasaba y no he encontrado por internet ninguna noticia que me diera pistas. Pero la cita de este rincón, ubicado en el casco viejo de Zaragoza, ha puesto en mi cabeza la idea de hablar de él ... y mira que no va a ser fácil, pues he de confesar que nunca he estado en este teatro tan especial y legendario, algo que para unos constituirá muestra de decencia y para otros manifestación de que no he tenido juventud. Cuando era pequeño mi única referencia del "Oasis" venía de algún anuncio del periódico y de alguna entrada suelta que aparecía por el suelo de la calle, pero ni se me ocurría pensar que fuera algo distinto del Teatro Principal, donde se representaban los grandes éxitos de Casona, Jaime Salom o Buero Vallejo o el Argensola, donde en las fiestas del Pilar solían actuar Paco Martínez Soria, Juanito Navarro y Lina Morgan, entre otros, y es que me encontraba en el que entonces era notorio pelotón de niños metidos en burbuja ... me temo que hoy cualquier chaval que supere el uso de razón anda mucho más enterado de todos y cada uno de los aspectos de la vida ... cosa que no tengo nada claro que sea buena.

Con los años fui enterándome que el "Oasis" era un lugar donde se celebraban espectáculos atrevidos, una especie de cabarette donde lucían vedettes con poca ropa y delanteras que ni Amancio y Santillana que venían anunciadas en cartelones expuestos, conforme pasaban los años con menor discreción, en las calles zaragozanas; así tuve conocimiento de nombres como Carmen de Lirio, Vicky Lusson o Lita Claver "La Maña". El día que celebramos el término del bachillerato, tras la recatada fiesta colegial, un grupo de alumnos se marchó a la referida Sala, donde cuentan que algún espectador llego a preguntarles donde paraba el biberón, ... yo opté por una cena cerca de la Plaza San Francisco. El "Oasis", como el "Plata", eran considerados lugares poco recomendables, y no parece que efectivamente fueran focos de buen estilo y moralidad, pero no por ello dejaron de tener su hueco en la pequeña historia de los locales frecuentados, de los usos y costumbres zaragozanas de una época. Hoy en día la diversidad es tanta que no son más que viejos reductos de un pasado distinto. Incluso he encontrado folletos relativos al barrio de "El gancho", donde está ubicada la Sala, en las que se incluye a la misma entre los lugares históricos a visitar, junto a la iglesia de San Pablo y el palacio renacentista de la Escuela de Música.

El "Oasis" se halla en la calle Boggiero, detrás del Palacio de los Luna, sede del Tribunal de Justicia de Aragón; y Basilio Boggiero Spotorno fue, nada más y nada menos, que un monje italiano que murió heroicamente en los sitios de Zaragoza, lo que no deja de tener su miga ... ¿quién le iba a decir al buen religioso que su nombre y apellidos iban a dar lustre a una calle en la que se ubicaría un local de semejante naturaleza? ... estas cosas tiene la vida. Si las paredes hablaran, las del "Oasis" nos podrían contar de todo, historias chuscas, otras poco edificantes, alguna para no dormir y más de dos y de tres bastante divertidas.

24 de septiembre de 2012

¿También en el resto de la Unión Europea?


La zaragozana Estación de Delicias no tiene demasiados años, si no recuerdo mal la de trenes fue inaugurada en 2003 y tres o cuatro años después se completó el "lote" con el estreno de la de autobuses. Hay distintas opiniones en torno al estilo de la misma, aunque parece claro que se trata de una estación moderna, bien acabada y útil para el servicio que debe prestar, por mucho que haya quien la vea fría y poco acogedora. Pero no abro la entrada para discutir sobre la estación zaragozana, sino para hablar de algo sobre lo que quienes están más "viajados" es posible tengan más datos: ¿la costumbre de escribir "simplezas" en paredes y puertas de los servicios de las estaciones, está generalizada?, ¿En Londres, París, Berlín, Amsterdam, ... también uno se ve casi obligado a leer "guarradas" si tiene la desgracia de sufrir un "apretón" o similar a la espera de un tren o un bus?.

En esos pequeños recintos, generalmente poco gratos, fuente de olores nauseabundos y de los que uno desea salir cuanto antes, es donde con mayor frecuencia me he sentido avergonzado de ser español; y mira que uno tiene bastante capacidad de comprender y disculpar a sus paisanos y que unos cuantos de nuestros defectos dominantes tiendo a mirarlos con bastante indulgencia, pero no puedo evitar que me parezca penosa esa capacidad de idear obscenidades y plasmarlas por escrito. Y es que hay miserias que se pueden medio justificar por un mal momento, una debilidad, ... hasta por el calor o el frío, pero el tomarse la "molestia" de sacar boli o rotulador y poner por escrito en lugar público frases incalificables, exabruptos repelentes y repugnantes solamente se le puede ocurrir a una mente enferma, y por lo que uno ha comprobado, de éstas hay bastantes por estos andurriales.

No se trata tanto de consideraciones morales, como de decoro y de respeto; quien "enriquece" la cutrez de una pared asaeteada de letras pone de manifiesto, en primer lugar, que le importa un bledo la sensibilidad ajena, que para él todo aquel que llegue a leer sus lindezas es alguien al que se puede faltar impunemente al respeto, mientras que al mismo tiempo, refleja una absoluta ausencia de delicadeza por la pulcritud y la buena conservación de los espacios públicos, es decir, considera que puede hacer lo que le venga en gana donde él quiera, ... como los perros, que levantan su pata en el primer árbol que pillan. Y seguramente, el mismo ciudadano que escribe procacidades y palabras sátiras en la puerta de la "toilette" reclamará indignado cuando las torpezas de otro afecten a lo que le pertenece o agrada. Y es que por aquí somos muy conscientes de los impuestos que pagamos y lo que por ello podemos exigir, pero a veces da la impresión de que todo esto es un poco de boquilla.

22 de septiembre de 2012

Caricaturas y libertad de expresión



Mucho se está hablando del último conflicto con el mundo musulmán; la revista satírica francesa Charlie Hebdo ha reincidido en la publicación de caricaturas del profeta Mahoma y se ha vuelto a organizar la parda. El mundo islámico ha montado en cólera y ya se han hecho sentir todo tipo de amenazas y advertencias, algo que a la vista del fanatismo violento que muestran algunos de sus representantes no es como para tomárselo a broma. Paralelamente, en Occidente se ha iniciado todo un debate sobre la oportunidad de estos dibujos y, muy especialmente, en torno al tema de la libertad de expresión. Argumentos los hay para todos los gustos, y si por un lado parece desproporcionado llamar poco menos que a la guerra santa por unos simples dibujos más o menos acertados y una campaña más o menos elegante, tampoco es desdeñable asumir que toda creencia merece un respeto y no resulta edificante ofender las convicciones de un buen número de ciudadanos con la frivolidad que lo hacen ahora nuestros vecinos de arriba. Ahora bien, lo que yo no dejo de preguntarme es si estas precauciones occidentales, esa actitud de nuestros dirigentes próxima al popular concepto de "cogérsela con papel de fumar" se debe a la preocupación por el respeto a la fe de los hijos de Alá, o lo que más bien hay es un miedo atroz a lo que éstos son capaces de hacer en represalia por las mentadas caricaturas.

Y es que uno no puede sino traer a su cabeza unas cuantas portadas de semanarios satíricos de nuestra patria, por ejemplo "El Jueves", en las que se hace mofa y escarnio, sin ningún tipo de delicadeza, autocontrol, miramientos ni buen gusto, del Papa, los obispos, los curas, los santos y cualquier persona o manifestación que huela a religión católica. Ante las groseras viñetas y los insultantes chistes que no pocas veces han aparecido en la publicación referida, nadie ha dicho "esta boca es mía", ningún gobernante ha asomado la cabeza para cuando menos insinuar que allí se estaba faltando al respeto a un buen número de ciudadanos y quienes difunden y quienes leen con devoción estos pastiches parecen siempre muy satisfechos del buen humor de los autores de aquéllo. Da la impresión de que sólo cabe el respeto cuando el presunto ofendido es lo suficientemente agresivo y/o poderoso para dar contestación a tales provocaciones o bien, cuando nos enfrentamos a uno de esos lobbys que hoy día parecen intocables. Mientras tanto hay quien sigue haciendo negocio a costa de las vísceras y el pésimo gusto ajeno, y como para darle caña a algunos vale todo y éstos ponen la otra mejilla, "ancha es Castilla".

21 de septiembre de 2012

La comba vive

Me encontraba el pasado domingo en la Estación Intermodal de Huesca; esperaba el autobús de las 11.15 y en un momento determinado aparecieron por el anden una joven madre con dos gemelas preciosas de unos 7 u 8 años. En el lugar estábamos unos cuantos viajeros impacientes, pues el bus llegaba con cierto retraso y las niñas sacaron vete a saber de donde una comba, esa cuerda sujetada en los extremos por una especie de mangos con la que en nuestra niñez vimos jugar a hermanas, primas, amigas y vecinas. Mientras la mamá y una de las gemelas daban vueltas a la cuerda, la otra niña saltaba sobre ella y las tres cantaban una rítmica canción infantil que hablaba de enviar una carta a Miguel, de la querida Isabel, que se encontraba "malita en la cama y no se puede mover". Tanto el juego como la melodía la iban repitiendo continuamente, a la vez que las niñas cambiaban alternativamente su lugar, bien sujetando un extremo de la comba o bien saltando en torno a ella; y he de confesar que descubrí que me hago mayor, pues hubo un momento que el retintín del cántico y los sonidos de la propia cuerda y los zapatos de la niña saltarina sobre el piso me comenzaron a agobiar, asomando esos inicios del "cabreo" que tiende a aparecer cuando algo te fustiga por dentro.

Afortunadamente tuve reflejos para cortar de raíz mi inicial encono; ¿quién era yo para fustigar interiormente el inocente juego de unas niñas alegres y simpáticas con el que colaboraba su paciente madre?; rechacé cual tentación diabólica esa inicial reacción de malestar y comprendí que, por el contrario, había que congratularse de la vitalidad infantil y, muy especialmente, de comprobar que por mucho que la vida evolucione, algo tan sencillo como jugar a la comba sigue siendo uno de los más válidos argumentos para mantener entretenidas a un par de niñas con necesidad de esparcimiento. Una comba y una canción, no se puede pedir más para regresar al pasado, para alegrarse de que determinados iconos de nuestra infancia sigan plenamente vigentes y para rectificar esas inclinaciones que nos vuelven egoístas y viejos, que aún no es tiempo.

20 de septiembre de 2012

Tensar el alma


Una vez escuché esta frase, este concepto; quien lo mencionó se refería a un conocido común poseedor de una personalidad que en ocasiones termina siendo agobiante. A mí a veces me ocurre, hay personas que lo consiguen y no suele ser gente mal intencionada, más bien al contrario, personas de buena voluntad, revestidos de ideales más o menos firmes, deseosos de ayudar, pero que por lo general, quizá por estar bien convencidos de su mercancía, te la quieren colocar a toda costa, pretenden llevarte a su terreno y hacerte comulgar con ruedas de su molino, algo que a los inseguros corre el peligro de conducirnos por caminos de agobio y desasosiego.

Malo es lo que quita la paz, lo que coarta libertades y crea tensiones y desazón. Y hay gente que lo hace y no se da cuenta; generalmente tienen sus objetivos: eficacia empresarial, perfección humana, búsqueda de la excelencia, obtención de rendimientos -de uno u otro tipo-, ayudar a quien tiene problemas, ... Y la bondad de estos fines puede convertir la convicción propia y la buena voluntad en genuinas armas de Maquiavelo. Intuyo que detrás de estos problemas se puede esconder cierto desconocimiento o mal uso del respeto a la libertad del prójimo, no asimilar que hay pluralidad de modos de ser y pensar entre las personas, ignorar que no todos somos iguales y, por lo tanto, a no todos cabe exigirles las mismas cosas y las mismas formas de hacerlas, el apego a las recetas e incluso a las obsesiones y esa inclinación dictatorial que, en mayor o menor medida, todos llevamos dentro.

Cuando se tensa la cuerda existe un peligro cierto de que ésta se rompa; de la misma manera el alma, la persona puede sufrir daños graves, incluso irreparables cuando alguien le pone injustificadamente -si es que cabe justificación alguna vez- entre la espada y la pared, si hay quien se empeña en forzar su personalidad o marcarle metas para las que no está capacitado, si se le trata impersonalizadamente, sin ese toque de humanidad que hay personas que aparentan despreciar.

19 de septiembre de 2012

El alma del universitario


Mis tiempos de universitario quedan bastante lejos; han pasado siete años desde que celebramos las bodas de plata del fin de carrera y, evidentemente, el ambiente, las formas, el estilo de quienes cursan sus estudios en las diferentes facultades de la amplia oferta existente tienen muy poco que ver con quienes nos sentábamos, en muchos casos en las mismas aulas, hace más de 30 años. Yo viví una especie de época de transición tras esa universidad que en los 50 y parte de los 60 era más bien elitista, con numero notoriamente mayor de hombres que de mujeres y en la que llamaba la atención quien se presentaba sin chaqueta y corbata y la siguiente, fruto del mayo de 1968 y acontecimientos paralelos y similares, convertida en foco de la oposición al régimen en nuestro país y con apariencia conflictiva. En mis años universitarios ya no había corbatas ni elitismos, las chicas copaban los asientos, y frecuentemente las matrículas de honor, al menos en Derecho y al terminar -1980- habían ido desapareciendo las tensiones que seguían latentes en mis comienzos -1975-. Pero cuando, en muy contadas ocasiones, he tenido la oportunidad de regresar a las aulas universitarias lo que me encontré fue gente muy joven -impresión que imagino subjetiva-, estéticas cada vez más llamativas y transgresoras y un estilo, en definitiva, que no tenía nada que ver con lo vivido en esa segunda mitad de los 70 en la que me correspondió recorrer el Campus universitario.

No obstante el pasado viernes comprobé que al final todos somos iguales, que los matices, las formas, incluso las ideas evolucionan, se transforman, pero ese espíritu que da la juventud, la vitalidad y, en cierta manera, la ingenuidad interior que provoca el escaso tiempo vivido consiguen que la persona exteriorice sentimientos y reacciones comunes a los de hace varios decenios. El pasado viernes tuve ocasión de conversar un buen rato con una estudiante de Derecho de Zaragoza; es una suerte poder comprobar cómo siguen existiendo la ilusión, el deseo de prosperar y los buenos sentimientos, que hay ojos que te miran de frente, sin oscuridad ni escapismo, que cabe mirar el futuro con optimismo e ilusiones, por mucho que corran malos vientos generales e incluso personales. Venía la moza de sufrir cierto "desengaño" académico inesperado y perjudicial, pero era llamativo, y ejemplar, descubrir su capacidad de encajar el disgusto, de superar el trauma y de plantearse inmediatos planes de superación. "Desde hoy mismo me voy a hacer un calendario de estudios" ... esta frase llevan lustros pronunciándola los estudiantes del siglo pasado y el presente, la dijimos muchos, aunque luego ejerciéramos el propósito con mayor o menor fidelidad, porque ya se sabe eso de que "el espíritu está presto pero la carne es flaca", pero el buen deseo allí está y seguro que, a trompicones de planes cumplidos e incumplidos todos hemos salido adelante. Y aunque ahora los universitarios lleven móvil, portátil y auriculares, nos enseñen la "raja de la hucha", se peinen de las formas más originales y variopintas y parezca que van por la vida pasando de todo -incluso de curso- al fin y a la postre siguen gozando del tesoro de la juventud, con todo el juego de sentimientos e ideales que se arrastran consigo.

18 de septiembre de 2012

El reino de la anchoa


No se hasta cuando dura la juventud, es más hay quien piensa que ser joven tiene más de subjetivo que de físico, que lo que envejece es el espíritu; de cualquier manera queda claro que entre la adolescencia y esa época en que uno comienza a enfrentarse con sus inicios profesionales y sus distintas veleidades personales podemos encuadrar los tiempos de la juventud. Y en esa juventud las aficiones gastronómicas suelen enfocar más la cantidad que la calidad, porque son tiempos en los que tiendes a comer más por los ojos y no sueles andar en detalles ni pijadas. Así, comienzas por buscar directamente hamburguesas en su versión más cargada y continúas ambicionando pizzas, bocatas enormes y spaguetti carbonara. Pero conforme rodeas esa dura barrera de los 40, comienzas a peinar canas -si es que peinas algo- y valoras la importancia cada vez mayor de una buena digestión, los gustos se vuelven más refinados y ya no aspiras a ponerte las botas sino a quedar satisfecho con algún bocado de calidad. Y un ejemplo claro de lo que digo es comprobar cómo algo tan sencillo como unas anchoas bien "aseadas" se han convertido para mí en pieza codiciada y objeto de deseo cuando encuentro un tiempo para la tapa y el aperitivo.

Recuerdo que de pequeño pensaba que la anchoa discurría por el mar tal como aparecía en esas pequeñas latas que llevaban incorporada una sencilla llave de hojalata, es decir que cada fina lámina carnosa de color "marronoso" con raíz oscura y abundantes "pelillos" correspondía a una "unidad anchoa", era un auténtico animal. De ahí mi sorpresa cuando en uno de esos álbumes de cromos de animales comprobé que la anchoa era un simple pececillo de formato similar a la sardina ... no recuerdo ahora si sufrí similares traumas con otros peces como el atún ni si pensaba que éste recorría los abismos en forma de escabeche.

He oido hablar poniendo el acento en la calidad de las anchoas de L'Escala, y seguro que están de cine, pero las que he probado últimamente por algún establecimiento oscense son las de Santoña y puedo asegurar que, como diría alguno, juegan en Liga de Campeones. Parece ser que la clave está en el arte a la hora de someterlas a un proceso de curación en sal; se dice que el tiempo que debe dedicarse a esa curación ha de fijarse en torno a los 6 meses, debiendo procederse a la desespinación del "bicho", y su adecuada preparación con sal y aceite de oliva. No obstante, dejo un enlace que profundiza en el tema:
http://www.suculencia.com/elaboracion_anchoas.htm

En cualquier caso, por mucho que andemos en crisis, no debemos perder las costumbres de fomentar la amistad compartiendo el buen gusto por lo que está bien elaborado, que compensar las penas de la vida y del trabajo en ocasiones no es ni difícil ni poco asequible.

17 de septiembre de 2012

¿Es sólo el principio?


Hemos terminado una semana en la que el terror se ha apoderado de las misiones diplomáticas norteamericanas en los países islámicos; el asalto a la embajada USA en Libia en el que murió violentamente el embajador ha sido la mecha que ha iniciado una larga serie de acciones similares en Egipto, Yemen, Túnez, ... En los tiempos que corren y a la vista del fanatismo y la irracionalidad que impera en buena parte del mundo árabe, el problema no es pequeño, y ya no preocupan sólo los gravísimos hechos ocurridos, sino las consecuencias de los mismos y hay miedo de que la violencia se generalice y se extienda tanto en intensidad como en extensión en el espacio. Al menos a mí no me cabe ninguna duda de que el fundamentalismo islámico es el gran problema que existe en el mundo actual, a lo que cabe añadir que vemos confrontados un mundo como el occidental, en decadencia económica y moral, con unos individuos que no tienen límites ni freno a la hora de actuar, dispuestos a llegar hasta el final y alimentados y encendidos por un odio tan bárbaro como irracional.

No es la primera vez que se producen situaciones como la actual en la que cualquier ciudadano medianamente sensato y sensible siente temor ante las llamas que contempla desde lejos: no hay más que recordar lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001 en Manhattan, la invasión de Kuwait o el hoy ya muy lejano en el tiempo asalto a la embajada norteamericana en Irán. Entonces uno sentía cierta justificada seguridad en la fuerza y el poder de los Estados Unidos, y tal vez con cierto egoísmo, confiaba en la reacción de quien ocupaba la Casa Blanca y sus colaboradores inmediatos; hoy no se puede evitar la sensación de que ese escudo es frágil y corre el peligro de resultar insuficiente e ineficaz. Ya no vemos a los yankees como esos guardianes implacables, no se si porque nunca lo han sido y ahora se han descubierto sus flaquezas o porque no han sabido prepararse bien para los tiempos difíciles y los vecinos de Oriente próximo les han comido terreno.

No soy profeta ni un experto en temas internacionales, por lo que no tengo ni idea de cómo van a evolucionar los acontecimientos, si los conflictos irán creciendo cada día o si, esperemos que sea así, la violencia se va a cortar, pero mi intuición me lleva a estar preocupado, y mucho. En Occidente somos débiles, andamos en una crisis económica que nos debilita, no sólo por las tristes consecuencias de paro, miseria y conflictos que trae consigo, sino por nuestro propio egoísmo que nos hace llevar mal los tiempos de escasez; a la vez la pérdida de conciencia y de convicciones nos convierte en pasivos y egoístas y frente a una religión que une a los enemigos en el odio y la sinrazón, nos hemos alejado de las raíces cristianas que cimentaron Europa y son fuente de ideales y afán de buscar el bien común y nos hemos convertido en rivales acomodados, débiles e inoperantes.

Por todo ésto temo que las cosas sigan yendo a más: la carrera nuclear iraní, la existencia de guetos musulmanes por todas las ciudades de Europa -yo me cruzo muchas mañanas con una madre que lleva a los niños al colegio con traje negro y burka-, el fanatismo creciente que se contempla cada vez más numeroso y en más países ... Todo esto me mueve a imaginar cosas que no me gustan nada. Hace un año y pico hablábamos de primavera árabe ... yo ya no veo primaveras, desde luego.

15 de septiembre de 2012

Uno de esos matrimonios de actores

Desde siempre ha habido matrimonios de actores, y no estoy hablando tanto de los grandes del cine (Humphrey Bogart y Lauren Bacall, Richard Burton y Liz Taylor, Paul Newman y Joanne Woodward, ...) como de los actores de siempre de nuestra escena, y así cuando uno disfrutaba con "Estudio-1", "Novela", "La pequeña comedia", etc, sabía que muchos de esos intérpretes estaban también unidos entre sí en la vida real, desde Paco Pierrá y Amparo Martí hasta Fernando Guillén y Gemma Cuervo , pasando por Daniel Dicenta y Lola Herrera, Julio Peña y Luchy Soto, Pastor Serrador y Luisa Sala, Paco Rabal y Asunción Balaguer, Carlos Larrañaga y María Luisa Merlo y unos cuantos más ... no todos los matrimonios citados acabaron bien, pero imagino que al menos cupo decir eso de "fue bonito mientras duró". El otro día me enteré, con año y medio largo de retraso, del fallecimiento de Asunción Villamil, una de esas actrices de reparto que aparecía día si, día también en los espacios teatrales de televisión allá por los años 60 y 70 y que nos dejó en Madrid el día de Navidad de 2010 a la edad de 84 años. Asunción Villamil formó una pareja, sólida en teatro y en la vida real, con Pablo Sanz, posiblemente uno de los actores más "televisivos" de su época. Asunción Villamil era un nombre "de guerra" que ocultaba sus verdaderos apellidos: Cagigal Gutiérrez de Ceballos y Gutiérrez de Alzaga, de arraigada importancia en Cantabria y que hacen que descubra ahora que la actriz era hermana de José María Cagigal, uno de los hombres clave de la gestión del deporte español en los años 60 y 70, fundador del primer INEF de MAdrid, frecuente contertulio televisivo y que falleció trágicamente en un accidente de avión ocurrido en Barajas en diciembre de 1983. Con el post terminado y programado surge la noticia de la muerte a la edad de 80 años de Pablo Sanz, que falleció en Madrid el pasado jueves 13 de septiembre.

Asunción Villamil se prodigó muy especialmente en el espacio "Novela", donde formó parte del reparto de títulos como "Eugenia Grandet", "Fue en Molokai", "Las aventuras de Tom Sasyer", "El cardenal de Castilla" o "La condesa de Bureta". Pero la actriz cántabra tuvo una larga actividad teatral, habiendo destacado en la interpretación de las castizas obras de Carlos Arniches, precisamente fue en 1955 cuando conoció a Pablo Sanz en la representación de "Los milagros del jornal", con los años, también junto a su marido, interpretarían también otras obras de Arniches: "¡Qué hombre tan simpático! y "La locura de Don Juan", destacando igualmente en títulos de otros autores como "Elena Ossorio", de Luis Escobar y "Celos del aire", de López Rubio. No es fácil, por el contrario, encontrar actuaciones de Villamil en el cine, y solamente se han hecho eco de tres pequeños papeles en "Los habladores" (12965), del televisivo Fernando García de la Vega "La mujer del juez" (1984), de Francisco Lara Palop, con Norma Duval y Héctor Alterio de cabeza de cartel y "De hombre a hombre" (1985), de Ramón Fernández y protagonizada por el mismísimo Fernando Fernán Gómez.

Pablo Sanz fue en su día, muy posiblemente, el actor más habitual de los programas teatrales de televisión; evidentemente había muchos: Luisa Sala, Fernando Delgado, Paco Valladares, Mercedes Prendes, Gabriel Llopart, ... pero, al menos en mi recuerdo, la cara de este segoviano de 80 años tenía presencia constante en la pequeña pantalla. Pablo Sanz ofrecía una imagen de hombre duro, serio, de carácter, ... y sus personajes tendían a ser de este calibre; tenía además una voz profunda, de esas que ocupan el escenario y una notable versatilidad interpretativa.. El primero que se me viene a la cabeza fue el de Conde de Mondego en la mítica versión que Pedro Amalio López realizó para el espacio "Novela" de "El Conde de Montecristo", la serie que consagró a Pepe Martín y en la que Sanz compartía los papeles de villano con José María Escuer y Estanis González. En el citado espacio "Novela" Pablo Sanz presenta un "currículum" espectacular: "Jane Eyre", "El pequeño Lord", "Los hermanos Karamazov", "El aguilucho", "La frontera del hombre", "Hay alguien fuera", "Eugenia Grandet", "La casa de las locas" y "Anna Karenina", entre muchas otras. Estoy seguro de que vi unas cuantas de ésta y alguna más, pero puestos a recordar, y además de la referida al principio, tengo memoria de otras cuatro: "Los candelabros del emperador", basada en el libro de la Baronesa De Orczy, junto a María Luisa Merlo, Jesús Puente, Víctor Valverde y María José Goyanes, "Cabeza de estopa", sobre una novela de Rafael Pérez y Pérez en torno a la vida de Ramón Berenguer II, en el que compartía cartel con Juan Diego, Lola Herrera y Amparo Pamplona y "La esfinge maragata", uno de esos dramones de Concha Espina, con reparto estelar: Carmen de la Maza, Paco Valladares, Inma de Santis, Luisa Sala, Pedro Civera, ... y "Anna Karenina", la formidable obra maestra de Leon Tolstoi en la que actúa con María Silva, Paco Valladares, Amparo Baró, María Massip, Luis Sala, Mercedes Sampietro, Francisco Piquer y Daniel Dicenta. Eso sí, uno no se acuesta sin aprender algo nuevo, pues he descubierto que Sanz comenzó en televisión española como presentador de la mítica "escala en Hi-fi".
 
En el cine, al igual que su mujer, no se prodigó en exceso; buscando por la red he encontrado unas pocas películas en cuyo reparto aparece, aunque seguro que hay unas cuantas más: "Tenemos 18 años" (1959), de Jesús Franco, con Terele Pávez y Luis Peña, "091 Policía al habla" (1960), de José María Forqué, junto a Adolfo Marsillach y Tony Leblanc, "Días de feria" (1960), una españolada de Rafael J. Salvia que protagonizaban López Vázquez, Isbert y Tony Leblanc, "El grano de mostaza" (1962), de José Luis Sáenz de Heredia, con un elenco completísimo: Manolo Gómez Bur, José Bódalo, Rafael Alonso, Amparo Soler Leal, Gracita Morales, Agustín González, Encarna Paso, Rafaela Aparicio, Antonio Garisa, ..., "La Guarda cuidadosa" (1965), versión de "La ilustre fregona" de Cervantes, dirigida por Fernando García de la Vega y que protagonizó junto a Gloria Cámara y "Tú estás loco, Briones" (1980), todo un título "llamativo" dirigido por Javier Macua y junto a Esperanza Roy y Quique Camoiras. En teatro, por el contrario, intervino en obras de primera calidad, como "Los tres etcéteras de Don Simón", de José María Pemán, en cuyo estreno en 1958 actuó junto a Guillermo Marín y Mary Carrillo, "Celos del aire" (1967), de Jósé López Rubio, junto a Arturo López y su mujer, "La Fundación" (1974), uno de los grandes éxitos de Buero Vallejo, alternando con Francisco Valladares y Jesús Puente, "Una vez al año" (1976), de Bernard Slade, junto a Irene Gutiérrez Caba, "Julio César" (1976), de Shakespeare, con Guillermo Marín, Gemma Cuervo y Javier Loyola, "La detonación" (1977), otro tesoro de Buero Vallejo, dirigido por José Tamayo y con Juan Diego, también Buero Vallejo fue el autor de "Diálogo Secreto" (1984), donde Pablo Sanz sustituyó a Ismael Merlo al fallecer éste, "La difunta" (1990), de Miguel de Unamuno, actuando de nuevo con Asunción Villamil y una moderna versión de "Doce hombres sin piedad" (2001), de Reginald Rose, con excelentes segundos actores como Fernando Delgado, José María Escuer, Juan José Otegui, Manuel Zarzo, Conrado Sanmartín, Tony Isbert, ... sólo una parte de un currículum muy notable.

Ahora Pablo Sanz se reencontrará con Asunción Villamil, y ya la representación durará siempre. Descansen en paz.

14 de septiembre de 2012

Los tiempos de Cholo

Recuerdo perfectamente que el primer partido televisado del que fui consciente enfrentaba al Elche y al Pontevedra, lo vi en la televisión "Iberia" de casa de mi abuela y ante mis ojos aparecía un equipo, el gallego, que vestía íntegramente de oscuro y otro, el alicantino, cuya indumentaria era blanca con una franja horizontal negra en el pecho: el blanco y negro me impedía comprobar el granate de unos y el verde de la raya de otros. Ambos equipos eran entonces inquilinos habituales de la 1ª división y rivales complicados para cualquiera de los clásicos de la categoría. El Pontevedra C.F., en concreto, era un conjunto rocoso y peleón, tanto que en su campo inmortalizó el lema "Hay que roelo", indicativo de que quien quisiera imponerse a los granates habría de sudar duramente la camiseta desde el primero hasta el último minuto, descuento incluido. Hace unos años desarrollé un extenso post en torno al club pontevedrés y a esos míticos jugadores que los niños de la época conocíamos al dedillo: Irulegui, Batalla, Calleja, Martín Esperanza, Neme, Odriozola, ... Pero no pretendo hoy centrarme en el equipo gallego, sino, partiendo de la peculiar figura de su capitán, el lateral zurdo Cholo, homenajear a ese fútbol que conocí de pequeño y que, poco a poco, fue cambiando hasta convertirse en el negocio deshumanizado que contemplamos ahora.

Eduardo Dapena Lis era el nombre real de Cholo, un personaje de aspecto rudo y de lealtad y entrega permanente a los colores del club; fue propietario del número 3 del equipo y del brazalete de capitán durante las seis inolvidables temporadas que el equipo alternó con Real Madrid, F.C. Barcelona, Valencia, Athletic, etc y, como no eran tiempos de grandes fichas y primas, compartía partidos y entrenamientos con su trabajo como conductor en la empresa local de Trolebuses, donde se levantaba a las 5:45 de la mañana. El defensa había jugado antes en el San Lorenzo juvenil, el Nodales y el Vilagarcía y se retiró en 1972, siendo al cabo de casi 40 años homenajeado con el nombramiento de presidente de honor del Pontevedra. Cholo tuvo que marcar a extremos de la talla de Amancio, Ufarte, Argoitia, Canario, Zaballa, ... El legendario jugador contaba en una entrevista como en su primera temporada en Pontevedra su ficha era de 10.000 pesetas anuales, el segundo año subieron a 30.000, después a 50.000, «y lo máximo que llegué a ganar en Primera División fueron 220.000 pesetas al año». Por esta razón Cholo no le perdió la cara al trabajo fijo y siguió haciendo la ruta del trolebus Marín-Pontevedra. Cholo también hablaba de los desplazamientos, recordando que eran interminables: «Cuando íbamos a jugar contra el Barcelona, salíamos en autobús el jueves después de comer, llegábamos el sábado para entrenar; tras jugar el partido del domingo, parábamos a dormir en Lérida, después en Valladolid o Puebla de Sanabria, y estábamos en Pontevedra el martes hacia la noche». A Cristiano Ronaldo y alguno más me hubiera gustado verlos con estos planes.

Pasados 46 años desde que terminé mi primera colección de cromos, me pregunto qué habrá sido de tantos jugadores modestos que en aquella época saltaban los domingos al Bernabeu, Nou Camp, Mestalla, Sánchez Pizjuan, San Mamés, ... sin fichas millonarias ni representantes de lujo, sin usar colonias exclusivas ni mantener contratos con Armani, Nike o Ferragamo, ni ligar con las top-model más actuales ni conducir Ferraris o Masseratis. ¿Qué habrá sido de Juanin, ariete del Córdoba, con una alopecia tan prematura como notable y que se hinchaba de marcar goles domingo tras domingo?; viene a mi cabeza la anécdota de Carlos Lapetra, un niño bien de Huesca que en su primera concentración con la selección B de España se encontró en la habitación del Hotel a un gitano de 1,90 que le decía: "¡Hola!, zoy Mingorance!; me acuerdo del central y capitán del Elche Iborra, un hombre con aspecto de huertano que jugó siempre con los franjiverdes, sin olvidar a Romero, un portero paraguayo que jugó en Español y Sporting y que terminó repartiendo bombonas de Butano a domicilio, nunca más se supo de jugadores que fueron "Pichichi", como el también ilicitano Vavá o el ovetense Marianín, o de Ramón, un extremo que maravilló a mediados de los sesenta en el Hércules y se tuvo que retirar por problemas cardíacos, ... aún recuerdo los nombres que costaba encontrar en aquella colección de la temporada 1966-67: Datzira del Granada, Víctor, Rebellón y Román del Sevilla, Ribada y Joanet del Coruña, Cerezuela, Vallejo y José Jorge del Pontevedrá, Verdú, Casco y Romero del Elche, Sertucha y Pedreño del Sabadell, Ramoní, Miralles y Martínez del Español, Martínez Jayo y Colo del Atlético de Madrid, Lavín y Zorriqueta del Athletic, Encontra del Zaragoza, ... seguramente usaban todo el año las mismas botas, alguno tendría la camiseta desgastada y más de uno acudiría a entrenar en medios públicos.

Ahora los tiempos han cambiado, andamos eufóricos por lo éxitos de la absurdamente llamada "roja", blaugranas y merengues se hinchan de meter goles y dicen, aunque no me lo crea, que la española es la mejor liga del mundo; afloran periodistas que cargan las tintas, pretenden ser imaginativos y crear escuela, les gusta liar las cosas y han perdido la pasión y bonhomía de Matías Prats -abuelo-, la elegancia de Fernández Abajo, el estilo de José Félix Pons y la sabiduría de Enrique Mariñas. Ahora el negocio preside los fichajes del verano, donde ya no es suficiente con el apretón de manos de caballeros del deporte como Luis de Carlos, Nicolau Casaus, Vicente Calderón o Vicente Peris, el premio "fair play" que en su día recibió el extremo Zaballa por echar fuera un balón con el meta rival en el suelo hace tiempo que no cae por estos pagos, ... ahora importan los derechos de televisión, el mercandishing y las comisiones pertinentes, se ponen partidos a las 11.00 de la noche y les importa una higa los niños, los currantes y la paz familiar ... y unos cuantos echamos mucho de menos esos tiempos de los calzones ridículos, los árbitros sólo de negro, los ídolos con un par, la furia española y los cromos de las editoriales Este y FHER.


13 de septiembre de 2012

Los límites de la "hijoputez"


Un viejo jurista, jubilado hace unos cuantos años, hombre comprometido y honesto, tendente al comentario ácido, las frases desmitificadoras y las posturas políticamente incorrectas comentaba hace un tiempo en un conocido programa de televisión que había compañeros suyos cuya trayectoria profesional estaba encaminada a llegar lejos y tener poder, pero él era de los que se conformaban con poder mirarse cada mañana al espejo cuando se afeitaba y decirse a sí mismo: "cuando menos no soy un hijo de puta"; como no escuché la entrevista en cuestión no puedo dar fe de la literalidad de la frase, que pongo tal como me la contaron sin estar seguro de si mi interlocutor le echó o no algo de imaginación. En cualquier caso el comentario casa perfectamente con la personalidad del individuo y da pie a incoar unas cuantas "divagaciones" sin más intención que intentar regar la capacidad de parir ideas de quienes lean ésto.

No me parece mal ejercicio eso de mirarse al espejo y preguntarse si nos podemos considerar o no unos "malnacidos", el problema está en dilucidar cuándo lo somos, o dicho de otra manera, dónde está la frontera, en qué lugar está el punto a partir del cual un alma responsable debería parar el coche y plantearse el camino de regreso, la vuelta a los principios. Vivimos en sociedad, hay gente, más o menos cercana, en mayor o menor medida conocida, a la que afectan nuestros actos, nuestras decisiones y nuestras manifestaciones de voluntad, razón por la que ni todo debería de valer ni parece que tenga necesariamente que ser bueno eso de liarse la manta a la cabeza e ir a por todas cueste lo que cueste.

Hoy en día parece que esa condición de "hijo de tal", dicho siempre en ese sentido figurado que el lenguaje de la calle ha ideado dando bastante en el clavo, viene frecuentemente unida a la ambición, al afán de medrar política, económica o socialmente, el afán de prosperar suele ir acompañado del codazo en la boca, el pisotón al prójimo, la patada al vecino, de manera que para conseguir lo que ansiamos tiende a ser consecuencia irremediable la aparición de cadáveres en el camino. La ambición suele cegar y, con ello, cauteriza conciencias y suspende buenas intenciones; y esa ambición no cabe limitarla a quienes se pasean por las alturas institucionales o las cimas empresariales, pues también una Junta de vecinos, un club deportivo o una asociación de barrio te pueden convertir en genuino hijo de la gran gusana y con ello oscurecer el espejo de tu cuarto de baño.

Pero el itinerario de acceso a la condición de "hijo de puta" es plural, mucho; uno puede acceder por la vía del machismo, el de quienes consideran a la mujer como un objeto de disfrute y la maltratan, la ningunean o se limitan a observarla en el bus, en la calle o al otro lado de la barra del bar con mirada que esconde tanto deseos sucios como conciencia de posesión. También por la del fanatismo político que ciega, que desprecia a quienes piensan de otra manera, no hablan el mismo idioma o han nacido más allá de una frontera, o por la del poder que da un puesto determinado, que entre los jefes hay unos cuantos de éstos, de los que caen en la tentación de desahogar en sus subordinados las frustraciones familiares o personales, y es que no hay nada que pueda transformar más a una persona, para mal, que el darle poder, el ponerle en disposición de poder pisar a otro, algo de lo que saben mucho quienes han partido del odio y han esperado su ocasión agazapados en la mata del resentimiento.

Si lo piensas bien, las vías de llegar hasta aquí son amplísimas, pero no es menos cierto que el antidoto sigue siendo sencillo; ya hace más de 20 siglos alguien nos explicó lo del mandato único, eso de que la caridad es lo importante, a pesar de lo cual llevamos milenios cayendo en el error tanto de no hacerle caso, como de añadir anexos y complementos a ese mandato único. Hace muchísimos años tuve el privilegio de presentar en Tarragona la conferencia dada por una monja barcelonesa -creo recordar que se llamaba Ángela o parecido- que había dedicado si vida a atender a los enfermos terminales de SIDA en las zonas más conflictivas de la ciudad condal; y dijo algo que lo puede resumir todo: cuando ves una persona así basta con pensar que es como tú, que es tu hermano, que es un hijo de Dios para no sólo sentirte obligado a ayudarle, sino desear hacerlo. Intentar andar por la vida con esta disposición asegura que al mirarnos al espejo tras levantarnos cada mañana veamos alguien ojeroso, medio dormido, tal vez más viejo que ayer, pero no un "hijoputa".

12 de septiembre de 2012

El Señor es mi pastor

Hace unos años falleció prematuramente un colega de profesión; le diagnosticaron un cáncer en una pierna y desgraciadamente el tratamiento médico no llegó a tiempo en esta ocasión de evitar su muerte. Fue mi profesor de prácticas en mis primeros pasos de iniciación en Madrid, allá por los primeros meses de 1985, y le guardo un especial cariño derivado del agradecimiento por la seriedad y cordialidad que siempre mostró. A raíz de su desaparición alguien, no recuerdo quien, me contó una anécdota que me pareció muy bonita y reconfortante; cuando se reincorporó a su despacho tras un primer diagnóstico tan tremendo, otro compañero quien tiempo antes había enfermado del mismo mal y seguía en tratamiento, se le acercó y cogiéndolo cariñosamente de los hombros le recitó, de principio a fin, el Salmo 23. No deja de ser una reacción tan original como audaz, pero el escucharla me hizo pensar mucho en la amistad, en la fe, en el cariño, ... no me cabe duda que en su caso me gustaría encontrar alguien que fuera capaz de aparcar temores y timideces para ofrecerme uno de esos detalles que hace cruzar la frontera del compañerismo a la amistad: la capacidad de consuelo, el apoyo en el momento difícil, el cariño materializado en hechos. Es verdad, ante el dolor, la enfermedad y la muerte lo único que puede convertir la desazón en paz, el hundimiento en esperanza es recordar que Dios nos lo ha prometido, saber que hay algo que da sentido a todo. Ni uno ni otro sobrevivieron al cáncer, pero sin duda hace ya tiempo comprobaron directamente que lo que dice el Salmo es verdad.


El Señor es mi pastor, nada me falta.

En prados de hierba fresca me hace reposar,

me conduce junto a fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas.


Me guía por el camino justo,

haciendo honor a su Nombre.

Aunque pase por un valle tenebroso,

ningún mal temeré,

porque Tú estás conmigo.

Tu vara y tu cayado me dan seguridad.


Me preparas un banquete

en frente de mis enemigos,

perfumas con ungüento mi cabeza

y mi copa rebosa.


Tu amor y tu bondad me acompañan

todos los días de mi vida;

y habitaré en la casa del Señor

por años sin término.


Psalmo 23


11 de septiembre de 2012

La mejor Vuelta


He de reconocer que no he seguido la recientemente terminada Vuelta Ciclista a España, pero me he ido poniendo al día por la prensa de lo ocurrido en las distintas jornadas, especialmente en las de montaña, que han sido bastantes. Si podemos presumir de tener una de las orografías más empinadas de Europa, ya iba siendo hora de que la ruta de nuestra prueba ciclista más importante tuviera una dureza acorde con la realidad del país. Pienso que las fechas de la Vuelta no son las más adecuadas, y parecían más aptas para lograr la atención de los aficionados las de antes, cuando la Vuelta española era la primera de las tres grandes de Europa, pero doctores tiene la Iglesia y razones habrá para que se celebre entre los últimos días de agosto y los primeros de septiembre.

El gran triunfador de la carrera ha sido Alberto Contador, y no sólo por haber terminado líder y haberse impuesto en condiciones adversas y con una actuación memorable en la etapa que terminó en Fuente De, sino porque con su éxito rompe maldiciones y se rehace moral y deportivamente tras el tremendo mazazo que supuso la decisión del TAS, un fallo que le privó de un Tour y un Giro que hasta entonces brillaban en su palmarés. La victoria del ciclista de Pinto acredita que sigue vivo y que es capaz de reeditar viejos éxitos y de incrementar un historial que ahora queda incompleto. Verdaderamente espectacular y emocionante la llegada de Alberto Contador a la meta de Fuente De, donde no pudo contener una euforia y una alegría que tenía sin duda enquistadas en su interior tras los "palos" recibidos en los últimos tiempos.

El otro nombre de la carrera tiene que ser el del catalán Joaquín "Purito" Rodríguez, un ciclista que ha sufrido en el mismo año las decepciones de perder el Giro y la Vuelta en los últimos momentos. Por encima de análisis deportivos acerca de la carrera seguida por el corredor del equipo ruso del "Katusha", hay que reconocerle unos méritos indudables: el haber realizado unas dos terceras partes de competición impecables, el no haberse rendido nunca, como lo demuestra el haber reducido la ventaja que le llevaba el madrileño en la penúltima etapa de "La Bola" y por encima de todo la elegancia y el espíritu deportivo con los que asumió una derrota tan dolorosa e inesperada como la sufrida en la etapa ganada por Contador. Acostumbrados a excusas, lamentos y hasta acusaciones de trampas, estimula escuchar declaraciones como las de "Purito" -¡vaya apodo!- desdramatizando la situación y reconociendo los valores de quien le ha ganado.

El ciclismo anda en crisis, existe una pérdida de credibilidad de quienes lo protagonizan desde hace tiempo, pero que esta Vuelta a España ha merecido la pena parece algo incuestionable.

10 de septiembre de 2012

El buitre fatigado


Leído en el Heraldo de Aragón del pasado viernes: "Cae un buitre fatigado en una avenida oscense".

La noticia venía en portada, y en la sección de Huesca se explicaba que el ave causó revuelo y estupor entre los transeuntes, que pasada la sorpresa inicial varios viandantes le dieron comida y que un experto en la materia lo recogió y llevó a un lugar adecuado para que se recuperara y pudiera volver a volar en unos tres días. Al parecer no es el primer caso y las altísimas temperaturas de agosto ya ocasionaron en su día la caída de otros ejemplares.

La noticia no tiene más importancia, pero me ha salido la vena alegórica y me he planteado si no irá ya siendo hora de que los "buitres se fatiguen"; porque la palabra "buitre" para el Diccionario de la Lengua Española es el "nombre común de diversas aves rapaces carroñeras falconiformes de aproximadamente 2 metros de envergadura alar, pico fuerte, cuello largo y desnudo con un collar de plumas más claras", pero la cosa no queda ahí, y hay una segunda definición que tiene plena actualidad: "persona que se aprovecha de los demás y, en especial, de su desgracia". Estamos en tiempos de buitres, la crisis que asola Occidente tiene también sus beneficiarios; tras esta larga recesión que está trayendo ruina, paro y depresión tienen necesariamente que ocultarse unos cuantos "espabilados" que se enriquecen a costa de la miseria ajena. A mí no me cabe en la cabeza que haya quien pueda dormir tranquilo sabiendo que engorda sus cuentas a costa de la desgracia ajena, pero salta a la vista que a estos límites hemos llegado. Por eso al ver en la prensa la foto del buitre agotado sobre la acera ha pasado por mi cabeza que el suceso pudiera contener sus connotaciones proféticas y estuviéramos ante una nueva perspectiva en la que los buitres -llámense mercados, entidades financieras, brokers, tiburones u otras zarandajas- comenzaran a notar el achaque de los excesos.

Pero me temo que no cabe hacerse ilusiones; el pobre pajarraco que se derrumbo sobre el asfalto no es más que un bicho poco agraciado y con mala prensa, pero que al fin y al cabo sigue sus instintos y procura salir adelante de la mejor manera posible. Los otros buitres, con cerebro humano y corazón de piedra, son insaciables, no se paran en barras y están dispuestos a seguir haciendo su agosto, porque a ellos no les afecta el calor, más bien se aprovechan de lo que se avalanza sobre nosotros como una plaga. Seguiremos esperando que asome la fatiga en los otros buitres.




8 de septiembre de 2012

Una carrera frustrada

Los Juegos Olímpicos de 1976 tuvieron como sede la localidad canadiense de Montreal; a pesar del boicot de 24 países africanos en protesta por la no exclusión de Nueva Zelanda de la competición con motivo de la participación de su selección de rugby en un partido frente a la de Sudáfrica, fueron unos juegos brillantes, además de ser la primera ocasión en la que desde España pudimos ver las diferentes competiciones con una televisión en color, algo que hoy suena a vetusto pero que entonces era la mayor de las modernidades. Si se ha de destacar a alguien en estos juegos, pienso que no existen dudas en considerar a Nadia Comaneci, una gimnasta rumana de 14 años, como la gran estrella del certamen, con unos ejercicios perfectos que dieron la vuelta al mundo. De cualquier manera, en unos Juegos Olímpicos el deporte rey es siempre el atletismo y, una vez más, fueron las carreras de medio fondo las que más me llamaron la atención. En 5.000 y 10.000 metros vovlió a imponerse el finlandés Lasse Viren, mientras el cubano Alberto Juantorena vencía en los 800 y el neozelandés John Walker lo hacía en los 1.500. No obstante, quiero recordar aquí a un hombre que no se impuso en ninguna prueba, pero que hizo dos grandes carreras y consiguió la medalla de plata en 800 y 1.500 metros, el belga Ivo Van Damme, un atleta al que el futuro parecía deparar grandes éxitos pero que poco después de estos juegos fallecería en un dramático accidente.

Van Damme tenía una planta espectacular: alto, rubio, en perfecto estado de forma y, a pesar de que su poblada barba le hacía parecer mayor, tenía tan sólo 22 años de edad. En la prueba de 800 metros lisos el gran favorito era el estadounidense Rick Wolhutter, vigente plusmarquista mundial y que parecía invencible en dicha distancia, pero a la hora de la verdad la gran sorpresa la dio el cubano Alberto Juantorena, un hombre peculiar, absolutamente fiel a la revolución castrista y uno de los grandes deportistas cubanos de la historia, a la altura del recientemente fallecido Teófilo Stevenson, triple campeón olímpico de boxeo en pesos pesados y Javier Sotomayor, que años después se impondría en el Salto de Altura de los Juegos de Barcelona. Juantorena era un especialista de los 400 metros, pero no tenía excesiva experiencia en la doble distancia. Pero el cubano hizo una carrera imparable de principio a fin, superando al favorito norteamericano -posiblemente la nacionalidad de éste le incentivaba aún más-, mientras Van Damme mantenía un ritmo uniforme en la parte media del grupo que fue incrementando conforme llegaban los últimos 300 metros, con un estilo elegante y una seguridad tal que le facilitó adelantar al yankee en los instantes finales y hacerse con una plata que era para él un éxito. Para siempre quedó grabada la imagen de un Juantorena exultante tras su exhibición de potencia -parecía un caballo corriendo- que levantaba los brazos, mientras recibía la felicitación del belga, triunfante mientras el americano deambulaba decepcionado con un bronce que le sabía a poco.

En 1.500 no hubo sorpresa, y ganó el favorito, el neozelandés John Walker, primer hombre en la historia en correr una milla en menos de 3:50 , un hombre espigado y fibroso que exhibía una larga melena al viento. Van Damme comenzó la carrera cerrando el pelotón, y así anduvo bastantes metros, pero supo estar bien colocado en el momento clave y fue el único capaz de aguantar el tremendo mazazo final de Walker, que se fue sin remisión del resto de corredores y venció con autoridad, a pesar de que en los últimos metros el belga estuvo cerca de alcanzarle; el bronce fue para el alemán Paul-Heinz Wellmann. Aunque no consiguiera en ninguna de las dos ocasiones el oro, Ivo Van Damme cerró una actuación formidable y fue el único atleta en repetir podio en estas dos pruebas tan importantes.

Van Damme se convirtió en héroe nacional belga, de hecho solamente pudo sumar una medalla de bronce más, y se le auguraba un futuro esplendoroso como sucesor de los grandes atletas belgas de la historia, como Gaston Reiff, Roger Moens, Gaston Roelants o Emiel Puttemans. Pero el destino tenía reservado un final mucho más triste para el atleta, y así el 29 de diciembre de 1976 Ivo Van Damme, cuando regresaba de Marsella, donde se había desplazado para preparar los campeonatos europeos de 1977 que se iban a celebrar en San Sebastián, al volante de un Opel Kadett, cerca de la localidad francesa de Bollène, su vehículo se salió de la vía, cruzando a la contraria y estrellándose contra un vehículo frontalmente, muriendo en el acto. Desde entonces se celebra cada año en Bruselas en Memorial Van Damme, una de las reuniones atléticas más importantes que se celebran en Europa y que forma parte del circuito de la Golden League.





7 de septiembre de 2012

Datos que vuelan de la cabeza

Me dirigía a mi trabajo el pasado miércoles y, como en tantas ocasiones, me crucé -de acera a acera- con la cuñada de un letrado conocido, quien me saluda siempre con gran simpatía y a quien procuro corresponder a la recíproca; tras el saludo me di cuenta, con horror, que no recordaba el nombre y apellidos de dicho abogado, por mucho que se trate de persona a quien conozco desde mi llegada a Huesca -hace ya once años- y que es persona conocida e importante en la ciudad. A base de darle vueltas conseguí que viniera a mi cabeza su nombre de pila, pero el apellido no había manera de que regresara a mi memoria, ni siquiera podía decir eso de que lo tenía "en la punta de la lengua"; llegué acomplejado y agobiado a mi despacho y tuve que acudir a un compañero para que me resolviera el problema, y como es lógico en cuanto me indicó tal apellido se me abrieron las ideas y conseguí restablecer el equilibrio de mi memoria. Recordé entonces ese viejo y manido chiste que hace no tanto tiempo contaba con regocijo y distancia en el que un individuo de cierta edad le comentaba a su mujer: "¿recuerdas Carmen cuando hablábamos todo seguido? ... la vida pasa muy deprisa y los acontecimientos se precipitan de manera imparable y hace ya tiempo que este fenómeno ha comenzado a manifestarse en mi cabeza, que olvida no sólo nombre y apellidos, sino que con frecuencia es incapaz de ubicar personas en el espacio y en el tiempo, contesta saludos de quien piensa no haber visto nunca y se tropieza con caras que le consta conocer, pero no sabe si son vecinos, gente relacionada con su trabajo o famosos televisivos. Y lo más grave del asunto es que no ha hecho más que comenzar.

No pretendo hacer un drama de una situación que, por otra parte, no es ni grave ni exagerada a estas alturas, pero la cuestión trae de nuevo a mi cabeza el fenómeno de la fugacidad de la vida, cómo mucho antes de que uno se de cuenta ha llegado a donde pensaba que se tardaba una eternidad en llegar; sin darte cuenta comienzas a notar las limitaciones propias del paso de los años, algo que no tiene porque ser ni accidental ni enfermizo, sino la natural consecuencia del paso de los años. Imagino que habrá quienes lleguen a esta situación más conscientes, porque a mí a veces me da la sensación de que vivo como desde fuera, como si no hubiera pasado tanto tiempo desde que iba al colegio, terminaba la carrera o maniobraba milis y exámenes de oposición. Y eso que, como acertadamente comentaba un compañero de bachiller en la última cena en que nos reunimos: "estamos en lo mejor de lo peor", .... se trata de llevarlo con elegancia y buen humor.