31 de enero de 2012

El rol de la agresividad



Ultimamente se ha hablado mucho de la agresividad; en concreto el pisotón del central luso del Real Madrid Pepe a Messi ha dado lugar a ríos de tinta sobre el tema y el hombre, que no es la primera vez que pierde la cabeza de forma lamentable -vgr. gravísima agresión al volante del Getafe Casquero-, ha sido puesto merecidamente en la picota por casi todos. Y también está en la calle un llamativo rumor acusatorio hacia José Mourinho, pues muchos consideran que sus actitudes, declaraciones y estrategias incitan precisamente a esa agresividad. En el "planeta fútbol" existen muchos intereses creados, algo que lleva a algunos, no sólo a los citados, a pretender buscar por vías nada deportivas los triunfos que les mantengan en la cúspide y les reporten beneficios. Pero la agresividad no es exclusiva del fútbol ni se limita a la violencia física que cualquier persona con un mínimo sentido común critica y rechaza.

También existen otro tipo de agresividades, por ejemplo la derivada de la visceralidad ideológica a la que a veces nos abandonamos; mucho se ha hablado de las dos Españas, algo que me temo sigue vivo y se ha acentuado en los últimos tiempos. Es posible que hasta ahí hayamos llegado entre todos, pero creo que ha habido responsables específicos de haber despertado viejas rencillas y reabierto antiguas heridas. Cuando se abren debates sobre temas polémicos, cuando se entra en el camino de la crítica, por lo general plenamente justificada, de políticos, instituciones, personajes, ... no es infrecuente ver cómo hay unos cuantos que parecen opinar con las vísceras: la descalificación, el insulto .... la actitud beligerante que amedrenta a quien piensa distinto y le paraliza la intención de opinar. Corre por las tertulias, por los corrillos ciudadanos, por los foros de internet, ... una visceralidad excesiva, como si los problemas se pudieran arreglar más fácilmente descargando adrenalina, como si los errores y torpezas de las personas fueran razón de peso para echarlos a los leones, como si tuviéramos tan claro poseer la verdad que quien se aleja de ella solamente merece la preterición.

A mí no me gusta el concepto, ni siquiera cuando alguien pretende emplearlo como argumento de peso para hacer el bien; y no se trata solamente de que no sea preciso cortar ninguna cabeza para que triunfe un ideal, es que el respeto a la libertad debería excluir esos instintos adoctrinadores que no se sabe de que afanes protectores, ansias de conquista o deseos de redención proceden. Las ideas, como los idiomas o las convicciones que sean, no se deben imponer, la vía de la recomendación, la invitación racional y, sobre todo, el buen ejemplo, es mucho más sana y recomendable.


29 de enero de 2012

Un carácter que animaba



"Aunque ya nadie pueda devolvernos el tiempo del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no debemos afligirnos, porque siempre la belleza permanece en el recuerdo."
(William Wordsworth)

La foto del post la tenía guardada como borrador desde hace días; está bajada de  internet y representa el inicio de la calle Prat de la Riba de Tarragona, vista desde la Plaza Imperial Tarraco. No se trata de una estampa especialmente bella, pero solo con mirarla venían a mi mente montones de recuerdos de mi estancia en Tarragona: no creo que exagere si afirmo que esa imagen se reprodujo en mi retina casi todos los días de esos 22 años que viví en la Imperial Tarraco. Pero la Providencia, que en ocasiones nos cuesta tanto entender, ha querido que la perspectiva de la calle Prat de la Riba centralice tales recuerdos en una única dirección.

El viernes por la mañana pasaron al teléfono de mi despacho una llamada que desearía no haber recibido nunca; inesperadamente, con la discreción y el silencio que le definía tan bien, había muerto mi amigo Gabi. Cuando alguien nos deja pueden sonar a tópico los penegíricos y las afirmaciones de que era el mejor, el principal, pero en esta ocasión en uno u otro caso siempre me quedaré corto. Hacía muchísimo tiempo que la pérdida de alguien cercano no me producía un dolor de este calibre, que no lloraba tanto como ahora. Con la marcha de Gabi noto esa sensación de soledad y desamparo que se siente cuando te falta aquél a quien recurrir en los momentos de necesidad; el otro día lo comentaba con alguien: si alguna vez me hubiera hallado en estado de desesperación, creo que hubiera acudido a él.

Tanto para dirigirme a su casa de Ramón y Cajal como a su despacho de Cardenal Cervantes tenía que enfilar la calle Prat de la Riba; de este modo atravesé tantas veces la peluquería "París", "Lámparas Palau", la gestoría de la esquina, la frutería rancia de la otra, ese "Frankfurt" cutre que tanta gracia le hacía, varios bares de medio pelo, el Banco Central, ... hasta llegar a su despacho, o al "Florida", donde era tan fácil desahogar las penas, el stres, los agobios. No sabría concretar que año le conocí, pero sí puedo afirmar que entonces pensé que posiblemente le podría echar una mano, pero a la hora de la verdad fue él quien me la echó a mí: él me escuchó siempre, me comprendió, me aceptó pacientemente y me abrió los ojos a esos aspectos de la vida que suelen escaparse a quienes andan por la nubes.

Era un hombre que aborrecía lo artificial: se resistía a los actos sociales, le producían urticaria las poses y los formalismos; era humano, auténtico y, por encima de todo, amigo de sus amigos. Se había hecho a sí mismo, pero sus ambiciones iban mucho más allá de ganancias económicas y vanidades, valoraba mucho más la satisfacción de los pequeños momentos que ofrecen la familia y los amigos. Tenía buen gusto, una exquisitez muy lejana a lujos y elitismos, con una pose discreta y serena, una elegancia que se manifestaba en hechos tan simples como el modo de escuchar y la forma de coger el vaso de whisqui. El me enseñó a valorar a los grandes "crooner" americanos, como Tony Benet, Paul Anka, y, por encima de todos, el gran Frank Sinatra, de la misma manera que dominaba el cine europeo: resultaba divertidísimo oírle hablar de Vittorio Gassman, haciendo una pausa llena de respeto y de "coña" en la que miraba al cielo y decía eso de que "Dios le tenga en su gloria" o de Marcelo Mastroianni; era apasionante escuchar su admiración por Tete Montoliú, del jazz, ... o de esas querencias británicas, pues Gabi era poseedor de un elegante y bien medido humor con indiscutibles aires de las islas.

Juntos pasamos tiempos duros, él los superó con garbo y saber estar, yo los llevé con bastante menos empaque y madurez y su hombro apoyó más de una lágrima en ese despacho al que acudí tantas veces o en la barra del "Florida", en ese rincón desde el que aprendí, con él, a observar la vida ciudadana, a distinguir el grano de la paja y a valorar que la amistad es mejor vivirla sin calificativos y sin buscar nada más que vivir y compartir juntos la vida de cada uno. Por detrás de esa nariz prominente de la que presumía -una de sus virtudes siempre fue saber reírse de sí mismo- siempre vi unos ojos que miraban con cariño auténtico, y me duele el que tal vez no correspondiera a la altura que merecía. Dicen que amigos hay pocos y debe de ser verdad, y Gabi era, sin ninguna duda, uno de ellos, y aunque desde mi marcha de Tarragona nos habíamos visto poco y no hablábamos demasiadas veces, él seguía siendo uno de esos "pocos", posiblemente el primero ... y siento que el vacío de su ausencia se agranda conforme pasa el tiempo y la herida no cicatrizará nunca.

Era generoso, mucho, nunca olvidaré que cuando comíamos juntos al llegar el postre yo solía pedir el capricho de turno y él, que no era nada laminero, pedía trufas para que me las comiera yo. Dios le pagó bien su generosidad, con una familia estupenda y unos hijos de primer nivel. No se porqué me viene a la cabeza esa canción que su admirado Sinatra cantaba con tanta fuerza, y es que Gabi pienso que vivía así: a su manera ... "Vivir, siempre vivir y ha sido así, mi vida entera, ... Jamás, me arrepentí y fui feliz, a mi manera ...". Una manera de ser que animaba, que ayudaba a ser mejor ... Gracias por todo, tu enseñanza no caerá en saco roto.

28 de enero de 2012

El Oscar al mejor secundario

Ya se han hecho públicas las nominaciones para los Oscars de 2012; a primera vista no parece que haya habido grandes sorpresas, aunque seguro que cualquiera de esos cinéfilos que visitan el blog nos haría al respecto comentarios tan jugosos como interesantes. Da toda la impresión que entre "The artist" y "Los descendientes" va a estar la gran triunfadora de la noche de la alfombra roja; creo que no es un exceso afirmar que Geoirge Clooney se ha convertido en uno de los fijos del certamen, como en su día lo fueron Bette Davis, Jane Fonda o Robert Redford, o como lo sigue siendo al cabo de más de 30 años de la primera vez Meryl Streep; vuelve a figurar entre los directores que aspiran a la estatuilla, otro fijo de la fiesta que no ganó su primera hasta la octava nominación -"Infiltrados" (2006)- y al que nuestro amigo Tommy me da la impresión profesa cierta devoción. Entre los actores y actrices que figuran en el elenco de posibles triunfadores aparece por vez primera Gary Oldman, un hombre a quien le suelen tocar papeles de personaje "peculiar" y más bien malo, mientras repiten dos de los de siempre, Brad Pitt y Glenn Close. No obstante, al ver la lista de los "llamados" -ya sabemos eso de que luego "son pocos los elegidos" lo que más me llamó la atención fue la lista de los nominados al mejor actor de reparto.

Uno de los aspirantes a esta estatuilla, por su trabajo en la película "Principantes", es Cristopher Plummer, de quien ya hablé hace bien poco, y otro Jonah Hill, por la película "Rompiendo las reglas", el único a quien no conozco, cuestión que hace probable que acabe llevándose el gato al agua. Si me preguntaran a quien me haría más ilusión que concedieran el premio, creo que contestaría que a Max Von Sydow, nominado por su papel en "Tan fuerte, tan cerca", un sueco que va a cumplir 82 años y cuya trayectoria en el cine va íntimamente unida a la de su compatriota Ingmar Bergman, del que fue uno de sus actores de cabecera. El nombre de este actor me trae inmediatamente a la cabeza "El séptimo sello" (1957), la mítica partida de ajedrez entre el caballero cruzado y la muerte que solían poner en tiempos por la tele para Semana Santa. Le recuerdo en una serie de películas en los que desempeñaba roles religiosos bien opuestos: como Jesucristo en "La historia más grande jamás contada" (1965), como padre Lankester Merrin en "El exorcista" (1973) o como perverso demonio en "La tienda" (1993), una adaptación de una novela de Stephen King; sin olvidar sus papeles en "Los tres días del cóndor" (1975), "El viaje de los malditos" (1976), "Evasión o victoria" (1981), "Hannah y sus hermanas" (1986), "Pelle el conquistador" (1987) -su otra nominación al Oscar-, "Despertares" (1990) y "Más allá de los sueños" (1998).

Keneth Branagh ha sido nominado por su papel en "My Week with Marilyn"; para mí el nombre del actor británico irá siempre unido al de William Shakespeare, pues hay tres películas en las que el actor lo borda que se basan en piezas del gran dramaturgo inglés: "Enrique V" (1989), "Mucho ruido y pocas nueces" (1993) y "Hamlet" (1996), tres films que Branagh no solamente protagonizó, sino que también dirigió e hizo el guión. Esta es la quinta nominación del actor, que ya rozó la gloria con "Enrique V" y con "Hamlet". Hay otros dos trabajos de Keneth Branagh que también me gustaron mucho: "Los amigos de Peter" (1992) y "Celébrity" (1998), en la que dejó los trastos de dirigir a Woody Allen. Este actorm, que estuvo casado con Emma Thompson -¡nada menos!- tiene esa categoría especial de los grandes actores británicos educados en el teatro, como Lawrence Olivier o Peter O'Toole, entre muchos otros; una categoría que se eleva por encima del glamour de Hóllywood, aunque aquí quepa ahora el que se reconozca definitivamente su valía.

Nick Nolte ya estuvo en lista de espera por "El príncipe de las mareas" (1991) y "Aflicción" (1998) y seguro que le gustaría que a la tercera fuese la vencida con "Warrior", donde encarna a un veterano del Vietnam que tras dedicarse al boxeo y tener graves problemas con el alcohol trata de redimirse entrenando a su hijo, un papel que le va como anillo al dedo al actor nacido en Nebraska. El nombre de Nolte me retroatrae a su papel de Tom Jordache de "Hombre rico, hombre pobre", aunque de todos es conocido mi debilidad por su trabajo como Tom Wingo en la citada "El príncipe de las mareas", aunque tampoco es manco el de abogado descompuesto de la versión que de "El cabo del miedo" (1991) hizo Scorsese; "Distrito 34: corrupción total" (1989), "El aceite de la vida" (1991), "Affliction" (1997), "La delgada línea roja" (1998) y "Hotel Rwanda" (2004) son otras películas donde lució Nick Nolte. Frente a dos europeos con tablas y capacidad creativa como Max Von Sydow y Keneth Branagh, Nolte representa al cine tradicional americano. Gane quien gane, el acierto será indiscutible.


27 de enero de 2012

El partido más difícil de Manel Comas

Manel Comas, el legendario entrenador de basket, tiene cáncer; siguiendo la línea de otros personajes famosos Comas ha anunciado públicamente su enfermedad emitiendo un comunicado que dice lo siguiente: "Queridos amigos, durante un tiempo no podré acompañaros en las retransmisiones porque tengo que jugar el partido más importante de mi vida. Me han diagnosticado un cáncer y esto me lleva a dedicar todo mi tiempo y energía a curarme. Estoy seguro de que muy pronto podré volver a compartir tiempo y baloncesto con todos vosotros. Aprovecho para agradecer las muestras de apoyo de aquellos que ya conocíais la noticia. No olvidéis que 'El Sheriff' siempre puede con los malos. Un fuerte abrazo y hasta muy pronto". Como se ve, la nota no está exenta ni de optimismo ni de sentido del humor, habiendo de hacerse notar que Manel Comás, un hombre vehemente y enérgico, es conocido en el mundo del balón-cesto como "el sheriff", un apelativo que le viene como anillo al dedo y que define perfectamente la personalidad de un auténtico enamorado del basket que nació en Barcelona hace 66 años.

Comas es especialmente querido por la afición zaragozana por haber entrenado al CAI Zaragoza en dos momentos concretos (1985-87 y 1990-92), además de a otros equipos del nivel del Juventut de Badalona, F.C. Barcelona, Cacaolat Granollers, Taugrés de Vitoria, Forum Filatélico de Valladolid y Caja San Fernando de Sevilla. Con el CAI fue subcampeón de la Recopa europea en un inolvidable equipo en el que destacaban los hermanos Arcega, Indio Díaz, Paco Zapata, Chuck Aleksinas, Claude Riley y Eugene MacDowell, entre otros. Fue una época dorada del basket en Zaragoza que, ya sin Manel Comas en el banquillo, acabó terminando como el rosario de la aurora, más o menos en la línea actual del Real Zaragoza de fútbol; en la actualidad el CAI ha recuperado plaza en la Liga ACB y lucha por alcanzar el nivel que tuvo, entre otros, con Manel Comas.

Manel Comas, con sus característicos mostacho y melena rubios y un carácter explosivo, era un hombre para el que el basket no tenía secretos, que vivía los partidos al cien por cien, con una intensidad y un compromiso llamativos, sabiendo transmitir a los jugadores -y también al público- esa mentalidad ganadora tan necesaria para competir; todo ello lo va a necesitar en este nuevo envite al que se enfrenta en la vida. Desde este rincón de internet deseamos a Manel Comas el éxito en su batalla contra el cáncer; rezaremos por él.


26 de enero de 2012

Y toda España se alegra



Hace unos años el Numancia de Soria, entonces en 2ª B, admiró y emocionó a toda España al eliminar a unos cuantos equipos de 1ª División de la Copa del Rey hasta llegar a enfrentarse al todopoderoso Barça, a quien se las hizo pasar moradas con un empate a dos en "Los Pajaritos" y una sufrida derrota en el Camp Nou por un honrosísimo 3-1. Esta temporada la historia se repite con el Mirandés, un equipo que hace bien poco navegaba por la tercera división y este año ya se ha cargado al Villarreal, Racing de Santander y R.C.D. Español, plantándose en semifinales y haciendo soñar a toda Miranda de Ebro con llegar a la Final, lo que sería todo un hito en la historia del fútbol español, ya que nunca un equipo de la categoría de bronce habría llegado tan lejos.

En cualquier caso, pase lo que pase a partir de ahora, el Mirandés ya ha hecho historia. Pienso que es muy bueno para el fútbol español que ocurran estas cosas; en un deporte en el que todo se ha desmadrado de manera notable, con unos equipos poderosos que han pasado del deporte al negocio, unos jugadores que cobran cantidades estratosféricas y totalmente fuera de "mercado" y una afición que se ha acostumbrado a idolatrar a jugadores endiosados que lucen modelos de modistos carísimos, anuncian colonias y se ligan a las top-model más famosas, es de agradecer ver a una serie de jugadores modestos que han vuelto a demostrar que el fútbol lo juegan once contra once y es posible ganar a cualquiera con compromiso, máximo esfuerzo y "un par" de lo que hay que tener. Por otra parte, ya viene bien que la noticia de primera página en los medios deportivos vaya más allá de lo que ocurre en Madrid y Barcelona, de la última "boutade" de Mourinho o el afán de protagonismo de tal o cual "refereé".

El éxito del Mirandés es un soplo de aire fresco para toda la afición futbolística española; creo no equivocarme si afirmo que la inmensa mayoría de los aficionados nacionales nos alegramos enormemente del triunfo de los castellanos, y en cierto modo nos sentimos unidos a la fiesta que se vive en Miranda de Ebro, una ciudad que ya está en el libro de oro del fútbol español, en el mismo lugar que desde hace tiempo andan ubicados el gol de Marcelino, las hazañas de Gento, Txiqui Beguiristaín y Xavi Hernández y la gloriosa selección que al mando de Vicente del Bosque nos hizo vibrar como nunca hace año y medio. En los que, como yo, sufren semana tras semana con los desaguisados del Real Zaragoza, se da además una sensación de sana envidia, pues como dicen algunos aficionados con los que comparto foros y sufrimiento: "Esto es el fútbol, no lo que llevamos aguantando nosotros 5 años"... ENHORABUENA MIRANDÉS!!! .



25 de enero de 2012

La carga de la timidez

De pequeño fui un niño muy tímido, me costaba mucho abrirme a los demás, tenía vergüenza de casi todo y en el colegio tendía al aislamiento y a caminar sólo por el recreo, por eso he de agradecer a mis compañeros de curso la enorme ayuda que me prestaron para conseguir que poco a poco fuera entrando en ambiente. Y como las personas tendemos a arrastrar carácter y maneras de ser a lo largo de nuestra existencia esa timidez ha seguido en mi compañía, por mucho que las circunstancias de la vida, las relaciones sociales y determinadas exigencias profesionales hayan conseguido que venciera determinados prejuicios, o en cualquier caso que aprendiera a disimular mis complejos y a darle a aquella una vestimenta más sociable. Llega un momento en el que te ves obligado a vencer los demonios interiores si no quieres quedarte enquistado en un rincón y convertirte en una especie de autista irredento. La Real Academia de la Lengua define al tímido como aquel que es "Temeroso, medroso, encogido y corto de ánimo"; se trata de una definición demoledora, y no cabe duda que alguien con esas características lo tiene que pasar muy mal en la vida desde el principio: así un tímido es carne de cañón para el acoso escolar, la incapacidad de llegar lejos y el aislamiento social. Si el niño te sale tímido tienes un problema y habrás de echarle una mano para que supere en lo que pueda esa tendencia a la introversión.

Claro que todo tiene sus matices, y de la misma manera que sería una irresponsabilidad quedarse pasivo ante un hijo o hija que "ejercen" la timidez, también puede ser un error pretender forzar el carácter de nadie. La timidez es una manera de ser que trae consigo unos inconvenientes que exigen no resignarse a ella, pero no debería de ser necesariamente considerada como un defecto, y es que hay quienes ven limitaciones en casi todo lo que se mueve. De la misma manera que un tímido puede perder muchas ocasiones de aprender, disfrutar y realizarse, su forma de ser le puede ayudar a ser prudente y discreto; conforme pasan los años uno va teniendo experiencia de lo contraproducente que pueden ser -¡y lo que cansa al personal!- la verborrea, la inoportunidad, el entrometimiento y el afán de protagonismo.

Imagino que es ese carácter tímido el que me lleva a andar con reservas ante quienes se muestran excesivamente seguros de sí mismos; hay quien dice que muchas veces detrás de la apariencia de seguridad se oculta exactamente lo contrario, y es posible que sea así ... pero yo con frecuencia me topo con personas que parecen saber donde pisar en cada momento, qué tecla tocar ante cada situación, qué solución hay para cada problema. En ocasiones te miran con sorpresa, como si fueran incapaces de entender que te "enganches" con un problema; otras veces lo hacen con una especie de desdén, el que emplea quien anda harto de tanto pusilánime y tiene que exhibir la enorme paciencia que tiene, incluso se da el que se dirijan a ti como nuevos mesías que traen la solución a todos tus males. Aunque con los años, la experiencia te lleva al convencimiento de que al final uno se muere con el carácter que Dios le ha dado y solamente se trata de intentar mejorar y limar alguna que otra arista.


24 de enero de 2012

Una vida marcada por la desgracia

El 19 de mayo de 1994, a la edad de 48 años, el ex ciclista español Luis Ocaña ponía fin a su vida de un tiro en la boca; era el trágico final de un hombre a quien la vida, a pesar de haber llegado a ser un gran campeón, no le había sonreído. Ocaña fue un corredor castigado por caídas y lesiones, al que un fatal accidente bajando el Col de Menté en 1971 privó de ganar el Tour de Francia al mismísimo Eddy Mercks en su momento más brillante y cuya salud se había visto mermada por un grave accidente de coche que le había dejado sordo y una hepatitis C que le limitaba en extremo, además de una vida conyugal desencajada y una situación económica lastrada por negocios que no habían salido bien. Luis Ocaña nunca fue un personaje alegre, siempre andaba serio y, además, no caía excesivamente bien por aquí: su condición de español residente en Francia -era llamativo su notorio acento francés- daba lugar a que muchos no lo consideraran un ciclista propio y no era infrecuente que la gente acabara simpatizando más con el poderío y la hombría de bien personal de Eddy Mercks, el gran dominador del ciclismo de la época y un hombre que poseía todo el carisma personal que le faltaba al de Priego.

El primer equipo profesional en el que corrió Ocaña fue el Fagor, un grupo que a finales de los 60 rivalizaba con el Kas, posiblemente el mejor conjunto ciclista español de la época; en el Fagor corrían grandes ciclistas del momento como Momeñe, López Rodríguez, Perurena, Santamarina, Mariano Díaz o Errandonea. No obstante, sus mejores momentos los vivió en el Bic, un equipo francés cuyos ciclistas lucían una llamativa camiseta naranja. Al final de su carrera profesional Ocaña fichó por otro equipo español, el "Super-ser", que trató con poco éxito de plantarle cara al entonces incombustible equipo vitoriano del Kas. Ocaña fue la gran aparición española de la época; hasta que el conquense comenzó a competir los ciclistas españoles eran los mejores en la montaña, pero perdían todas sus posibilidades en el llano y contra el crono. Solamente Bahamontes fue capaz de ganar un Tour a base de dejar atrás a sus contrarios en las cumbres, mientras otros grandísimos campeones como Julio Jiménez, Fernando Manzaneque, Aurelio González, José Pérez Francés o Gregorio Sanmiguel acababan terminando el Tour sin opciones al triunfo final por sus limitaciones como rodadores.

Luis Ocaña era un corredor completo: poderoso, dominador de todas las facetas ciclistas, con una enorme facilidad para correr contra el crono y una inteligencia fuera de lo común para plantear las grandes pruebas y dosificarse a lo largo de las mismas. Las tres grandes desgracias de Ocaña fueron su fragilidad, su tremenda mala suerte y encontrarse con Eddy Mercks, para muchos el mejor ciclista de todos los tiempos. Si Ocaña hubiera nacido cinco años antes o cinco después, es posible que hubiera ganado unos cuantas Vueltas a Francia más.

Su debut en la ronda francesa tuvo lugar en 1969; fue el año en el que Mercks obtuvo el primero de los cinco Tours que ganó y Ocaña partía como la gran amenaza para el belga, pero una caída en una de las primeras etapas le dejó tan mermado que hubo de abandonar. En 1970 se repetían las expectativas, pero en esta ocasión fue una enfermedad la que tumbó al español, quien no obstante aguantó hasta el final y hasta ganó una etapa. El colmo de la desgracia ocurrió en la edición de 1971, cuando el conquense había dado un latigazo espectacular primero en el Puy de Dome y posteriormente en la etapa alpina que finalizó en Orcieres-Merlette que había dejado al caníbal -así se llamaba a Mercks- a casi nueve minutos. Los Pirineos no parecían suficientes para que el belga pudiera recuperar el tiempo perdido, pero un desdichado 12 de julio, cuando los corredores se dirigían a Banyeres de Luchón, Ocaña cayó en la bajada del Col de Menté, siendo posteriormente arrollado por el holandés Jupp Zoetemelk y viéndose obligado a abandonar la prueba.

En aquellos tiempos las etapas no eran retransmitidas en directo por televisión, sino que los aficionados esperábamos la conexión de los últimos kilómetros en la sobremesa de la comida; aún recuerdo la conexión de ese día, cuando el comentarista nos informó con voz llorosa que Ocaña no podría ser coronado en París por haber tenido que ser evacuado en helicóptero desde la cima citada. Fue un mazazo tremendo, en unos tiempos en los que la gente de mi generación, que no habíamos conocido la victoria de Bahamontes, suspirábamos por una victoria española en la prueba ciclista más importante del mundo. Para que el drama no lo fuera tanto, la etapa fue ganada por un entonces semidesconocido José Manuel Fuente, el "Tarangu", un asturiano que subía los puertos como si fuera un sarrio y que daría grandes tardes de gloria al ciclismo español y más de un quebradero de cabeza a Mercks, especialmente en el Giro de Italia.

En 1972 Ocaña volvió a tener una participación desdichada y no acabó la prueba, mientras que por fin ganó el Tour en 1973, tras realizar una prueba sensacional, con seis victorias de etapa y más de 15 minutos de ventaja sobre el segundo clasificado, el francés Bernard Thevenet, quien años después vencería en dos ediciones; parecía que este momento nunca llegaría, pero al fin vimos a un español en lo más alto del podium de los Campos Elíseos, aunque recuerdo perfectamente que muchos españoles seguían siendo reticentes ante el éxito del ciclista. Eso sí, ese año Mercks se tomó un año sabático y no participó, lo que dejaría cierta sombra de duda sobre lo que hubiera pasado de haber corrido el temible belga. La Vuelta a España de 1970, los campeonatos españoles de fondo en carretera de 1968 y 1972 y la Dauphine Liberé de 1970 y 1972 son los otros grandes triunfos de este corredor, que tuvo condiciones para haber alcanzado un número mucho mayor de ellos.

La wikipedia nos cuenta que el 27 de mayo de 2008, recibió a título póstumo la Real Orden del Mérito Deportivo en un acto presidido por la ministra de Educación Política Social y Deporte, Mercedes Cabrera, y el Secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky; muchos años tardaron en reconocer oficialmente los méritos de quien fue un gran campeón, por mucho que tuviera una trayectoria irregular, una personalidad poco dada a caer bien y, sobre todo, muy mala suerte en la vida.




23 de enero de 2012

Rigobertos por el mundo



"Rigoberto Picaporte, solterón de mucho porte" es uno de esos personajes del tebeo que deleitaron a los de mi generación; el autor de las viñetas que protagonizaba este tipo tan característico fue el catalán Robert Segura, un dibujante que falleció en la localidad costera de Premia de Mar en 2008. Segura era autor de otros personajes tan célebres como "Los señores de Alcorcón y el holgazán de Pepón", "El capitán Serafín y su grumete Diabolín", "La panda" y "Pepe Barrena". Segura se caracterizaba por unas historietas en las que dominaba el costumbrismo, con cierta tendencia a satirizar la realidad española de los 60 y 70, así como un trazo grueso y firme y algúna concesión a la exageración, pues con frecuencia sus historietas terminaban un poco "a lo bestia", con persecuciones, sustos enormes o auténticas situaciones completamente caóticas.

Rigoberto Picaporte era presentado como un genuino solterón, algo que al parecer conllevaba tenía algo de autobiográfico, y aunque su creador no lo ubicaba en población concreta alguna, cabe imaginar que fuera madrileño, pues no andaba el hombre exento de ciertos aires castizos. Rigoberto tenía una eterna novia, Curriquita Cencérrez, una genuina niña bien, de una clase social superior a la de aquél, que no pasaba de ser un modesto oficinista con pretensiones. Curruquita va siempre acompañada de su madre, Doña Abelarda, presentada como una especie de ogro malhumorado y caprichoso que hace recaer en el sufrido pretendiente de su hija sus delirios de grandeza y su mal genio; llama la atención que señora de tan alta alcurnia fuera bautizada con el nombre de Abelarda, algo que suena a santo del día. Otro personaje destacado es Eufemia, la criada de Rigoberto, a quien Segura nos presenta como una mujer gorda, fea y paleta, aunque a la larga termina apareciendo como el personaje más sensato y normal del grupo. En sus pretensiones de conquistar el corazón de Curruquita y la cuenta corriente de Doña Abelarda, el pobre Picaporte termina siempre haciendo el ridículo y quedando en evidencia, frecuentemente metido en líos enormes, pues le recuerdo rodeado de barro, acosado por tigres y leones, chamuscado por alguna explosión no medida o sometido al escarnio popular, siempre ante la vergüenza de Curruquita y el "cabreo cósmico" de su madre.

Aunque van pasando los años y situaciones como las que dan lugar a estas historietas suenan a ideas peregrinas y trasnochadas, por la vida uno se puede seguir encontrando "Rigobertos", que en el fondo no son más que personajes más bien fatuos, patosos y desorientados; la ambición, el deseo de destacar o la simple vanidad humana son susceptibles de darnos unas ínfulas que difícilmente pueden terminar en algo que no sea el fracaso, la frustración o el ridículo. Por el camino de la vida, que por rápido que ésta pase suele ser abundante en experiencias, encuentros y contrastes, siempre aparecen personajes que viven del humo, individuos instalados en una especie de estado de permanente ilusión por metas que no son alcanzables, en ocasiones ni siquiera reales; aún quedan solteros de foulard y descapotable, maduretes que no han madurado, eternos aspirantes a lujos inaccesibles y amores imposibles. La existencia de Rigoberto Picaporte va de la completa seguridad en el éxito de sus ocurrencias a los devastadores efectos del más espantoso de los ridículos, y lo malo es que el hombre seguía tropezando cada semana en la misma piedra. Posiblemente no queden muchas "Curruquitas" con madre millonaria, ni los oficinistas lleven sombrero, pero esa imagen del individuo con ínfulas de flamenco y triunfador por fuera e ingenuo por dentro parece un "cliché" de esos que existirán siempre.




21 de enero de 2012

Un toque humano entre tanto protocolo

Como cada año el pasado jueves viajé a Tarbes, donde asistí a un acto solemne, inundado de protocolos, discursos, vestimentas y personajes investidos de autoridad; si a eso añadimos que lo organizaban los franceses, amantes tanto por historia como por naturaleza de las formalidades y el boato, queda claro que todo fueron solemnidades y ceremonias, algo que lleva su parte de artificialidad y exceso. Ya confesé otras veces que mi dominio del francés es nulo, limitación que trae consigo el que en estas ocasiones ande medio perdido, en un mundo distinto al que estoy habituado a ver, rodeado de gente que o me sonríe con vete a saber qué pensamientos interiores o me mira cual elemento extravagante, ajeno a su ambiente y a su idiosincrasia. No quiero decir que observe hostilidad alguna, pues se trata de gente educada que procura ser amable y valorar que te has levantado a las seis de la mañana y has recorrido 300 km para acompañarles, pero no puedo evitar sentir estar siendo protagonista de un acontecimiento con ciertos toques teatraleso, casi de espectáculo, por mucho que todo ello sea llevadero y lo puedo vivir con tranquilidad y hasta satisfacción: al fin y al cabo sólo se trata de poner buena cara y sonreir cuando procede.

De cualquier manera, cuando el acto oficial se clausura y el personal sale al vestíbulo a disfrutar del cocktail, abundante y bien preparado por cierto, surge la ocasión de disfrutar de un espectáculo mucho más sencillo y natural; el aperitivo, regado con champagne francés -mucho mejor que el cava, no nos engañemos-, es servido por un grupo de jovencitos y jovencitas, aseguraría que ninguno rebasa los 16 años, que deben de pertenecer a algún tipo de Escuela de Hostelería y van ofreciendo canapés, delicatessen y pastelitos ataviados de unos elegantes uniformes de camisa blanca, pantalón o falda negra y chaleco y corbata granate. Ellos, evidentemente, también desempeñan su función, pero ésta tiene mucho menos de "papelón", carece de artificialidad, desenvolviendose en medio de unos adultos que se dan la mano, besuquean, conversan vete a saber de qué y se esfuerzan para no perder ripio ni bocado; este grupo de adolescentes sonríen con mucha más soltura, encaran sus bandejas con mayor o menor arte y facilitan que la cosa sea más llevadera a base de regatear entre los grupos para poder satisfacer a todos y cada uno de los asistentes. Este jueves, mientras observaba la jugada y oteaba las bandejas para ver si me interesaba más el canapé de salami, la salchicha hojaldrada o el mini tomate con jamón, me planteaba que todos estos muchachos -y muchachas-, con toda seguridad pululaban interiormente con planteamientos bien lejanos a las ambiciones, reservas mentales y pensamientos retorcidos de quienes eramos protagonistas más o menos principales del evento.

Al fin y al cabo ellos -y ellas- por mucho que su currículum andara tan lejano al de los mayores, son el futuro; yo los miraba y veía que los había gruesos y más estilizados, sueltos y con actitudes de inseguridad, rubios y morenos, ... pero todos y cada uno de ellos y ellas ofrecían una imagen mucho más oxigenante que la del resto de personas, en su rincón el aire era más puro y ese aire lo trasportaban al resto del lugar junto a las bandejas de viandas. Cada camarero y cada camarera serán, lógicamente, hijos de su padre y de su madre, vete a saber en que queda el futuro de cada uno, pero por ahora se encuentran en esa rampa de salida a la que aún no ha llegado ni la doblez ni la mala uva, y por ello, simplemente al contemplarles, ayudan a rejuvenecer el alma, a recuperar el deseo de mirar a alguien con ojos de cariño. Me encanta encontrar estas ocasiones para ubicarme en el observatorio de la vida y descubrir personajes anónimos, cuyo nombre completo desconozco -por mucho que llevaran el de pila grabado en el pectoral- y a quienes no veré nunca más, a quienes apreciar en silencio y desear sinceramente lo mejor.


Nota: Los dos de la foto son bastante mayores que los de Tarbes, que eran bastante más naturales, pero no ha habido forma de encontrar la foto adecuada en google.

20 de enero de 2012

Todo un clásico


¿Quién no ha visto alguna vez un lapicero como el de la foto?, esos lápices bicolores con doble punta que iban desgastándose conforme uno subrayaba casi compulsivamente libros, apuntes y cuadernos. Imagino que será una de esas "especies" en vías de extinción, pero ha formado parte de la filosofía estudiantil y opositora de generaciones y generaciones. De la misma manera que uno aprendió en el colegio rodeado de lapiceros, gomas de borrar, plumieres y sacapuntas, la llegada a la Universidad venía frecuentemente acompañada de la adquisición de uno de estos instrumentos que parecían casi tan necesarios como libros y programas.

Recuerdo haber escuchado en varias ocasiones, a veces hasta en tono acusatorio, que tales lápices eran vicio ordinario de los estudiantes de Derecho, y aunque supongo que su uso se extendería a otras disciplinas, he de reconocer que de esos tuve unos cuantos. La larga pervivencia de este medio de escritura da muestra de su utilidad, aunque puestos a rememorar tengo la impresión de que a veces lo usaba con bastante poco raciocinio y lógica. Teóricamente el azul servía para subrayar lo que debía estudiarse, mientras el rojo suponía de entrada un plus de importancia: si lo azul era necesario, lo rojo resultaba imprescindible; pero a la hora de la verdad uno corría el peligro de dejarse llevar por la primera impresión y acabar dejando el libro en cuestión en una situación de emborronamiento caótico.

El lápiz iba perdiendo tamaño conforme avanzaba el curso o la época, generalmente más por la zona azul y por esa situación de escasez económica que suele acompañar a los estudiantes lo normal era apurar al máximo la cosa, de manera que se terminaba disponiendo de una maderilla ridícula y mínima. Esos lápices bicolores fueron, en suma, compañeros de fatigas de aquella época de nuestra vida que nos parecía durísima y que ahora añoramos con nostalgia.

Desconozco si aún siguen funcionando por ahí estos objetos, aunque con la aparición de los rotuladores fluorescentes e instrumentos similares, más bien parece que los lapiceros azules y rojos se han debido convertir en objeto en desuso, en pieza de museo. Pero siempre que los veamos, nuevecitos e impecables o gastados por el uso y mordidos por los nervios, sentiremos la llamada de los recuerdos y el huequecito inevitable de la nostalgia.


19 de enero de 2012

Héroes y barbarie





"HHhH"
Laurent Binet
Seix Barral. Barcelona (2011)
390 páginas

Resumen: HHhH gira en torno a uno de los más bellos y emocionantes episodios de la Segunda Guerra Mundial, y, muy posiblemente, de la historia de la humanidad; dos miembros de la Resistencia aterrizan en paracaídas en Praga con la misión de asesinar a Reinhard Heydrich, jefe de la Gestapo y cerebro de la solución final. Delatados por un traidor y acorralados por setecientos hombres de la SS, se suicidan.

Hay veces en las que uno comienza a leer un libro y se va entusiasmando, pero no se sabe porqué razón ese entusiasmo va perdiendo gas y al concluir se comprueba que la cosa no era para tanto. Con "HHhH" -¡vaya título!- me ha ocurrido exactamente lo contrario, pues al principio me pareció algo anodino -tal vez las excelentes expectativas me obnubilaron- y poco a poco me fue cogiendo hasta terminar encantado con la lectura; es un libro que va a más y su novel autor consigue cerrarlo con acierto total. De hecho recibió el prestigioso Premio "Goncourt" de 2011 en su modalidad de primera novela.

Lo primero que sorprende del libro es su título: "HHhH", una especie de clave que hace temer por la buena promoción del mismo; en el propio dorso del libro explica que es el acrónimo de una frase en alemán, "Himmlers Hirn heisstn Heydrich", que en román paladino significa «el cerebro de Himmler se llama Heydrich», frase que aumenta el interés de leerlo y que los editores consideraron con más "punch" que la de "Operación Antropoide", que era el título que pretendía Laurent Binet para la novela, pues así se bautizó el plan que desde Londres se ideó para preparar el atentado contra Heydrich.

Del libro destacaría dos cosas; en primer lugar la peculiar manera de escribir de Binet, que va introduciendo comentarios en la propia narración de los hechos, algunos casi coloquiales, y estructura aquélla de tal manera que dota de una especial y acertada originalidad a su libro. Por otro lado quería hablar del género del libro, que muchos califican de novela histórica, si bien yo lo llamaría relato histórico, pues Binet no "novela" nada, sino que nos cuenta un evento plenamente histórico, de forma apasionante por cierto; evidentemente hay escenas surgidas de la imaginación del escritor, pero son meramente accidentales, pues lo esencial está caracterizado por un genuino rigor histórico.

Para quienes no somos unos expertos en la historia de la 2ª Guerra Mundial el libro tiene el aliciente de profundizar sobre una serie de temas francamente interesantes; por un lado la figura de Reinardt Heydrich, protector de Bohemia y Moravia, director de la policía secreta del régimen nazi (GESTAPO) y de la Oficina Central de Seguridad del Reich (Reichssicherheitshauptamt), ingeniero del Holocausto y mano derecha de Heinrich Himmler, el todopoderoso Reischsführer de las SS. A Heydrich le llamaban la "bestia rubia" y el libro de Binet nos da razones abundantes y suficientes acerca de la justificación del apodo. El libro nos adentra en la barbarie nazi, con detalles estremecedores de la crueldad y la sinrazón de los jerarcas alemanes de entonces, muy especialmente cuando nos relatan de forma estremecedora la venganza del III Reich ante el atentado a Heydrich, muy especialmente el aniquilamiento de los habitantes de la población de Lidice.

Por otra parte, resulta de gran interés conocer el desarrollo de la ocupación nazi en Checoslovaquia, muy especialmente en los dos territorios, Moravia y Bohemia, confiados a Heydrich. La vida de la resistencia, la heroicidad de tantos habitantes y también el colaboracionismo y hasta la traición de algún otro son también temas centrales y llamativos de la narración. Binet va más allá de la pretensión de contar una historia, él mismo se mete en el argumento y muestra su fascinación por la "Operación Antropoide", íntimamente unida a la figura de Heydrich, cuya historia personal nos cuenta con pelos y señales.

Me ha parecido un libro excelente, absolutamente recomendable.


http://www.elpais.com/articulo/opinion/carnicero/Praga/elpepiopi/20111009elpepiopi_11/Tes

18 de enero de 2012

Globos de oro: nombres propios



El pasado domingo tuvo lugar la 69ª edición de los Globos de Oro, el certamen cinematográfico que es considerado como la antesala de los Oscars y cuyos premios suelen dar bastantes pistas respecto a quienes se van a llevar el gato al agua en la cada vez más próxima ceremonia de los Oscars del presente año. La película "The artist", que parece ser la favorita de muchos, fue la más premiada, llevándose tres de los galardones más deseados, si bien el film que se llevó el Globo de Oro a la mejor película fue "Los descendientes", un drama familiar protagonizado por George Clooney que aspira a conseguir en marzo su tercera estatuilla. Me remito a las noticias que se extienden por toda la red si alguien todavía no conoce el ranking de triunfadores, pero hoy tan sólo quiero referirme algunos nombres que han aparecido a raíz de esta gala.

En primer lugar, me ha alegrado comprobar que se ha otorgado un premio especial por su trayectoria a Morgan Freeman, un actor que me encanta y que tiene una enorme capacidad de encarnar personajes bien distintos; Freeman puede presumir de cinco nominaciones tanto al Oscar como a los Globos, consiguiendo una estatuilla por su papel en "Million Dollar Baby" (2004) y un globo por el inolvidable chófer de "Paseando a Miss Daisy" (1989). Junto a ellas nunca olvidaré sus papeles en "Tiempos de gloria" (1989), "Robin Hood, príncipe de los ladrones" (1991), "Sin Perdón" (1992), "Cadena Perpetua" (1994), "Amistad" (1997) o "Invictus" (2009).Claro que aún me ha removido más enterarme de que el premio le era entregado por Sidney Poitier, ganador de un Oscar por "Los lirios del Valle" e intérprete de films que en su día me hicieron disfrutar como "Rebelión en las aulas" (1967), "Adivina quien viene esta noche" (1967), "Buck y el farsante" (1972) y "Sneakers (Los fisgones)" (1992); un Sidney Poitier que va a cumplir 85 años y es un pedazo de actor. Por cierto que en la entrega del premio también estuvo presente Helen Mirren, la inolvidable Isabel II de "The queen".

Claro que puestos a citar nombres propios, siempre consideraré la mejor a Meryl Streep, que aspira a su 17ª nominación con un papel impresionante como Margaret Tatcher en "The iron lady"; la actriz ya ganó dos estatuillas -"Kramer vs. Kramer" (1979) y "La decisión de Sofía" (1983)-, con veintiséis nominaciones a los globos y, con la de esta edición, ocho premios -las citadas del Oscar, "La mujer del Teniente Francés" (1982), "El ladrón de orquídeas" (2003), "Angels in América" (2004), "El diablo se viste de Prada" (2007) y "Julie & Julia" (2009). Y la lista de trabajos sublimes sería interminable: "El cazador" (1978), "Silkwood" (1983), "Memorias de África" (1985), "Tallo de hierro" (1987), "Río salvaje" (1994), "Los puentes de Madison" (1995), "La habitación de Marvin" (1996), "Las horas" (2002), "Leones por corderos" (2007), "La duda" (2008), ... sin duda alguna la Streep no tiene rival, al menos entre sus contemporáneas y ya es equiparable a las grandes damas del Hollywood de siempre.

Y en la lista de premiados aparecía otro actor que también me trae recuerdos, Christopher Plummer, ganador del globo de oro al mejor actor de reparto por la película "Beginners", un drama romántico dirigido por Miki Mills. Plummer quedará siempre en mi memoria por dos papeles bien diferentes: el del capitán Georg Ludwig von Trapp de "Sonrisas y lágrimas" (1965) y el del el temible teniente nazi Kappler de "Escarlata y negro" (1983), aunque tampoco cabe dejar de mencionar su actuación como Comodo en "La caída del imperio romano" (1964), como Duque de Welington en "Waterloo" (1970) o como Sherlock Holmes en "Asesinato por decreto" (1979), sin olvidar sus intervenciones en "El hombre que pudo reinar" (1975), "Jesús e Nazaret" (1977), "El dilema" (1999), "Una mente maravillosa" (2001) o "Syriana" (2005). Plummer es uno de esos secundarios de lujo sin los que el cine no sería lo que es, el séptimo arte.

Tiempo habrá de hablar de las dos películas citadas al principio que parten como grandes favoritas para la cita de gala de los Oscar, de otros triunfadores de la jornada como George Clooney, Jean Dujardin, Octavia Spencer, Michelle Williams o el gran Martin Scorsese. Hoy tocaba algo de añoranzas.


17 de enero de 2012

En las garras del sociópata

El sábado pasado estuve en Lleida y, ya es sabida mi condición de "peatón", hice el viaje en autobús, uno que sale de Huesca a ls 9.15 y tras parar en Barbastro, Monzón, Binéfar y Almacellas, llega a la capital del Segrià a las 11.40. El regreso lo hice en sentido estrictamente opuesto y salí de la cutre y pringosa estación de buses lleidatana a las 7 de la tarde. El bus venía lleno, algo que desde mi punto de vista convierte un viaje en algo más molesto y agobiante de lo normal, ya que el interior del vehículo adquiere un aire de apelotonamiento, el personal se va tensionando conforme aumentan las dificultades para encontrar sitio y frecuentemente se respira un exceso de olor a "humanidad". Posiblemente estas impresiones se acentúan cuando uno va cumpliendo años y tiende a tener menos tolerancia a detalles que en la juventud se pasan por alto.

No se porqué razón me coloqué en un asiento cercano a la parte trasera, zona que suele ser más propicia al follón y la transgresión, aunque hasta Monzón el viaje se hizo amable, pues iba rodeado de un buen número de adolescentes montisonenses que habían acudido a Lleida para comprar en rebajas. Así, el trayecto anduvo amenizado por conversaciones propias de quinceañeras, que hablaban de amores juveniles idealizados, de chicos que "estaban bien" y de las prendas que habían adquirido en la capital catalana: chupas tejanas, bufandas, blusas, alguna falda, ... Uno se siente rejuvenecer escuchando tan ingenuos y superficiales comentarios, máxime cuando las mozas exhibían respeto, educación y sana jovialidad.

Las "chiquitas" de las rebajas se apearon en Monzón y mi zona del autobús perdió el encanto de sus voces animadas y cantarinas; el breve camino hasta Barbastro fue pacífico, con una notable disminución de pasajeros y un silencio que sólo interrumpía el lejano sonido de quienes retransmitían el encuentro que el líder jugaba en Son Moix -en Binéfar recibí la triste y ya habitual noticia del último tropiezo del Zaragoza- y el ruido monótono y constante del motor. Parecía que el silencio y la paz iban a protagonizar el resto del viaje hasta Huesca, pero lejos de ser así en Barbastro me esperaba el inicio de un breve infierno que me amargaría hasta el final de la ruta.

En la pulcra estación barbastrense subieron una pareja cuyas pintas ya prometían guerra; él llevaba el pelo corto, abundantes "pinchos" en las orejas y la típica indumentaria de sábado por la noche, mientras ella se había embutido dentro de un pantalón que le oprimía el trasero hasta el extremo, mientras bajaba ajustado hasta media pierna, donde se iba ensanchando hasta acampanarse a la altura del zapato. En cuanto se ubicaron, dos asientos detrás del mío, ambos se quitaron sus cazadoras y lucieron unas camisetas sin mangas completamente inadecuadas para una temperatura exterior próxima al "bajo cero". Muy pronto descubrí, su conversación era nítida, que se dirigían a Huesca para coger otro bus que les llevaría a la Discoteca "Coliseum" de Almúdevar, un auténtico "templo" del estilo más "macarril" que yo pensaba estaba cerrada al público desde hace tiempo. El tono de la conversación era de los más típico, y allí deduje que lo habían suspendido todo, que se pasaban el día presionando a sus padres para que les dieran dinero y que sus únicas aspiraciones en la vida se limitaban a bailar hasta la extenuación, beber hasta perder el control e imagino que alguna más, aunque de ésto no hablaron.

No obstante lo peor no fue eso, pues al fin y al cabo uno es capaz de aislarse y prescindir de necedades; el muchacho puso, no sabría decir desde que tipo de aparato, una música-disco de esas con tono siempre constante, como una máquina de tortura que, no se si fue sensación subjetiva, a mí me sonaba cada vez más alto. La situación era cada vez más insoportable, y así a la vez que ambos conversaban de sus "profundas" inquietudes, en mis oídos retumbaban cada vez más unos ruidos que a una persona normal le habrían de volver "majareta". En un momento descubrí que la música de marras estaba grabada directamente de la mentada discoteca, pues comenzaron a escucharse los gritos desbocados de quien al parecer debía de ser un "DJ" de esos, que literalmente berreaba: "Bienvenidoooos todooooooooooooos a Coliseummmm", "¿Cómo estaaaaaaaaaaá mi peña de Aragoooooooón?" ... aunque el "mini Travolta" continuaba impasible, imagino que incapaz de plantearse que le estaba dando la noche a unos cuantos.

Cuando llegué a Huesca me bajé en la parada de Martínez de Velasco, huyendo como alma que lleva el diablo de un autobús que durante más de 50 kilómetros de había convertido en una máquina de tortura. Pablo -así se llamaba el sujeto- y su novia "bollycao" se quedaron en el vehículo, ansiosos porque tenían poco tiempo para coger el otro bus y no sabían si se podrían fumar un cigarro; me dieron cierta pena, pues intuí que sus ambiciones se limitaban al disfrute discotequero de los fines de semana, fumarse unos cigarros y escuchar una música que me pareció0 horrible. Indudablemente no son ellos los únicos culpables de ser -aparentar al menos- unos sociópatas.



16 de enero de 2012

Ha muerto Fraga



Anoche murió Manuel Fraga Iribarne, uno de los políticos más significativos de las últimas décadas; tenía 89 años y llevaba varios meses delicado de salud. Su trayectoria política es extensa, habiendo formado parte del Consejo de Ministros del régimen anterior como Ministro de Información y Turismo desde 1962 a 1968, para ocupar la Vicepresidencia primera como Ministro de Gobernación en el primer gobierno de la Monarquía presidido por Carlos Arias Navarro. Entre ambas carteras Fraga fue embajador de España en Gran Bretaña y presidente del Consejo de Administración de Cervezas "El Águila". Posteriormente fue diputado por Alianza Popular, miembro de la comisión que elaboró la Constitución vigente, fundador del Partido Popular, perpetuo líder de la oposición y durante 15 años Presidente de la Comunidad Autónoma de Galicia, para terminar su carrera política como senador. Fraga Iribarne ha sido un político vocacional en cuya cabeza, como afirmó en su día Felipe González, cabía todo el Estado español.

Fraga ha sido también un personaje controvertido; en primer lugar porque fue, junto a Adolfo Suárez, el más relevante de los políticos que sobrevivieron al franquismo y tuvieron el saber hacer y la habilidad suficiente para mantenerse en primera línea en la transición y la democracia. Como Ministro de Información y Turismo fue capaz de dar, dentro de los límites de un régimen autoritario, un toque de modernidad y progreso al país. Fue famosa la enorme actividad que desplegaba Fraga, quien aparecía prácticamente en todos los telediarios, sin olvidar su influencia en la Ley de Prensa, una norma que supuso un cierto avance en su día; todo ello contrastaba con la línea de su antecesor, Gabriel Arias Salgado, un hombre peculiar que se caracterizaba por su estrechez y afán censor, tanto que había quien aseguraba que tenía una lista de los españoles en peligro de condenación al infierno.

Fraga Iribarne tenía un carácter explosivo; recuerdo que cuando fue cesado, contra todo pronóstico, en octubre de 1968 haber escuchado que sus visitas como ministro eran temidas y que era capaz de cesar ipso facto a aquél cuya actuación no le había satisfecho. Fue famosa su frase cuando siendo Ministro de Gobernación aseguró que "la calle es mía", un comentario desafortunado que le generó no pocas críticas. En aquel primer gobierno del Rey compartía gabinete con José María de Areilza otro político que en ese momento aspiraba a encabezar la transición española: eran dos pesos pesados que se quedaron fuera de la foto con la inesperada aparición de Adolfo Suárez.

En las primera elecciones democráticas Fraga reunió en Alianza Popular a otros seis viejas glorias del franquismo -Cruz Martínez Esteruelas, Licinio de la Fuente, Laureano López Rodó, Federico Silva Muñoz, Gonzalo Fernández de la Mora y Enrique Thomas de Carranza-, un grupo que fue bautizado como "los siete magníficos" y que se estrelló contra el desacierto de tratar de reflotar el pasado y la popularidad de Suárez. Cuando la víspera de las elecciones salieron los principales políticos en televisión a plantear sus proyectos vimos a un Fraga disparado y vehemente, soltando a velocidad de vértigo afirmaciones y "boutades" que dieron una imagen de intemperancia que no le favoreció nada; aseguran que se le ofreció repetir la grabación y el se negó a hacerlo con cajas destempladas.

Los años parecieron templar un carácter que nunca fue fácil; él cogió la alternativa que le brindó el espectacular hundimiento de la UCD, encabezando un largo peregrinaje en el desierto de la derecha española durante los 14 años de mandato de Felipe González, fundando el Partido Popular y retirándose a sus cuarteles gallegos cuando asumió que con él el partido tenía un techo. En Galicia consiguió por fin presidir un gobierno, el de su tierra natal, donde permaneció 15 años a base de reiterar mayorías absolutas. En 2005 volvió a ganar las elecciones con83 años, aunque perdió la mayoría por un escaño y hubo de pasar a la oposición por el pacto entre PSOE y BNG.

Manuel Fraga ha sido un personaje polémico, hay quien no le perdona ni su pasado ni su carácter, pero no me cabe la menor duda de que estamos ante un hombre de una capacidad intelectual tremenda, un político de calado y un parlamentario de primera fila. Y desde luego, alguien que no dejaba indiferente.


14 de enero de 2012

La tentación de la melancolía



El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define la melancolía como "Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada"; si atendemos a este concepto oficial es evidente que la melancolía no puede ser nada bueno: ¿cómo vamos a desear a nadie que esté melancólico?, y ¿en que medida vamos a considerar que nos convenga ese estado del alma?. Pero, paradójicamente, la melancolía ha sido siempre musa de inspiración para poetas, escritores, pintores, músicos, ... detrás de muchas poesías, bastantes cuadros y un buen número de piezas musicales se esconde la tristeza de su autor, que ha encontrado una válvula de escape en un arte que quién sabe si hubiera aflorado al exterior de no haber sido precisamente por ese estado de melancolía.

Ayer alguien colgó en facebook una foto de Francoise Hardy, la bellísima francesa que conquistó el mundo con su maravilloso "Tous les garçons et les filles", un tema delicioso que no es más que una de las muchas canciones llenas de sensibilidad y buen gusto de esta auténtica musa de la música moderna de los años 60 y 70; al comentar sobre la belleza de una mujer que ha envejecido tan maravillosamente, la misma persona que había puesto la imagen hablaba de una belleza con un "aire de melancolía", y es verdad, ¿qué sería del encanto de la Hardy sin esos ojos más bien tristes y esa expresión entre tímida y taciturna?. Es posible que muchas de estas imágenes de artistas y demás famosos tengan su buena parte de pose e intereses varios, pero no por ello dejan de resultar gratas en cuanto aportan ternura y sensibilidad.

De la misma manera que algo en principio tan nocivo como la soledad puede convertirse en reconfortante si se trata de una soledad temporal y buscada, la melancolía, que en términos generales no debe de desearse a nadie, nos puede venir bien en momentos concretos, cuando necesitamos compartir con nosotros mismos el desahogo de una pena, de una añoranza, de una ausencia, ... en ocasiones es bueno y sanativo mirar al horizonte, relajar las tensiones y sentirnos vulnerables. ¿Quién no ha aventado alguna vez sus fantasmas escuchando una canción de amor o una balada tierna, o no se ha ido en alguna ocasión a la cama tras sentir esa mezcla de pena y serenidad que provoca una película con final agridulce, o simplemente, se ha dejado llevar por recuerdos y nostalgias?. Claro, que la melancolía no puede desembocar en desesperanza, porque ese tiempo melancólico nos tiene que hacer más humildes y aprender que hay Alguien que consuela y acompaña siempre.




13 de enero de 2012

Dos autores propios

Me gusta de vez en cuando leer alguno de los autores españoles de ahora; España ha sido siempre cuna de excelentes escritores y es bueno poder ir descubriendo a aquéllos que pueden ofrecer algo, que tienen ese punto de calidad que hace que valga la pena leer uno de sus libros. Del panorama nacional actual me han gustado bastante autores como Javier Cercás, Ignacio Martínez de Pisón, Marta Rivera de la Cruz y Domingo Vilar, entre otros, y en las últimas semanas han pasado or mis manos dos novelas de escritores de aquí: "Sombras del pasado" de Jordi Sierra i Fabra, un autor con unos cuantas novelas escritas que ha ganado el Premio Ciudad de Torrevieja y "El verano de los juguetes muertos", el debut literario de un pormetedor autor de novela policiaca, Toni Hill. Se trata de dos géneros y estilos de narrativa bien distintos, pero ambos con notas de interés, aunque como se verá una de las novelas me ha gustado más que la otra.








"Sombras en el tiempo"
Jordi Sierra i Fabra
Plaza & Janés. Barcelona (2011)
512 páginas


Resumen. La épica historia de una familia que emigró a Barcelona en busca de un sueño. Carmen y sus hijos llegan a la Barcelona de 1949 para reunirse con Antonio, el padre de familia, que les espera después de trabajar varios años en la ciudad. Animados por la promesa de una vida mejor, alejada de las penurias del campo en Murcia, su tierra natal, se enfrentan a la dureza de un mundo desconocido para ellos donde las heridas entre vencedores y vencidos están todavía demasiado abiertas. El deseo de Úrsula por triunfar en los escenarios como cantante, las dificultades de Fuensanta para incorporarse al mundo laboral, los devaneos amorosos del galán Ginés, la lucha de Salvador contra la intolerancia y la brecha que empezará a crearse entre Carmen y Antonio por los secretos de un matrimonio oscuro marcarán sus destinos en un país que camina con esfuerzo en pos del futuro. Con las cartillas de racionamiento, la represión ideológica, la amenaza de las cárceles franquistas o la tenaz rebeldía de los maquis como telón de fondo, Sombras en el tiempo es una historia minuciosamente ambientada que atrapará al lector por sus personajes emotivamente trazados, sus tramas apasionantes y la sensacional recreación de los años más emblemáticos y turbulentos de la posguerra, un tiempo donde la subsistencia del día a día era el único recurso frente a la adversidad.

Se trata de un libro que me entró por los ojos en cuanto lo vi en las librerías; el hecho de haber sido el ganador del último Premio de novela Ciudad de Torrevieja era un buen aval, especialmente si comprobamos que entre los vencedores de otros años figuran nombres como Juan José Armas Marcelo, Javier Reverter, César Vidal. Gustavo Martín Garzo, ... además de estar ambientada en la Barcelona de la posguerra -como "Nada", "La gangrena", "La noria", ...- y ser obra de un autor, Jordi Sierra i Fabra, tremendamente prolífico y capaz de tratar diversos géneros y temas. Por eso no dudé en cogerla cuando la vi en la Biblioteca Municipal y la leí en unos pocos días navideños.

En mi opinión, el libro posee unos cuantos aspectos positivos: está bien escrito, el autor consigue desarrollar bien la trama utilizando el método de ir alternando las vivencias de los distintos protagonistas, en este caso los miembros de la familia Cerón, unos personajes que crea magníficamente, consiguiendo incluso que alguno de ellos, en concreto la joven Úrsula, acabe convirtiéndose en alguien entrañable con el que te identificas inmediatamente.

Pero el "debe" de la novela me temo que es más amplio; ya he dicho que está correctamente escrita, pero sin el más mínimo alarde, con ausencia total de descripciones, pues Sierra i Fabra se limita a los diálogos. En un país en cuya historia de la narrativa han brillado nombres tan ilustres como Pío Baroja, Miguel Delibes, Ana María Matute o Antonio Muñoz Molina la lectura de "Sombras en el tiempo" tiene que parecer necesariamente insuficiente. Se trata de una novela entretenida, escrita con pulcritud, pero que dudo llegue a perdurar en el tiempo.

Por otra parte el relato de la vida de una familia de emigrantes en Barcelona en plena posguerra está hecho con demasiado recurso a los tópicos y ofreciendo, desde mi punto de vista, una visión más bien sesgada de la historia reciente de nuestro país. Sierra nos cuenta cosas que indudablemente son ciertas y habla del estraperlo, de la reprensión franquista, de la intolerancia hacia la homosexualidad, de la hipocresía social, ... pero cae en un maniqueísmo que acaba rechinando. Volviendo a las comparaciones -que no tienen porque ser odiosas- nos gustó en su momento mucho más la crítica social contenida en libros como "Los bravos" de Fernández Santos, "Los santos inocentes" de Delibes, "Tiempo de silencio", de Martín Santos o los formidables cuentos de Ignacio Aldecoa.








"El verano de los juguetes muertos"
Toni Hill
Random House. Barcelona (2011)
371 páginas


Resumen:
El inspector Héctor Salgado lleva semanas apartado del servicio cuando le asignan de manera extraoficial un caso delicado. El aparente suicidio de un joven va complicándose a medida que Salgado se adentra en un mundo de privilegios y abusos de poder. Héctor no solamente deberá enfrentarse a ello sino también a su pasado más turbio, que en el peor momento y de modo inesperado vuelve para ajustar cuentas. Los sueños, el trabajo, la familia, la justicia o los ideales tienen un precio muy alto… pero siempre hay gente dispuesta a pagarlo.


Los buenos informes sobre esta novela venían de diversas fuentes, razón por la que la puse en lugar preferente dentro de mis lecturas en materia de novela policíaca; y una vez terminada, he de comenzar confirmando que efectivamente estamos ante una excelente novela del género. Dentro de mi limitado campo de conocimiento y, sobre todo, de volumen de libros leídos, pienso que Toni Hill es, junto a Domingo Vilar y Rosa Ribas, la mejor aparición española de los últimos años en este tipo de literatura. El libro de Hill invita a esperar con ilusión la próxima entrega y, además, me parece que puede ser una buen punto de partida para el guión de una futura película.

La novela tiene todos los elementos para ser un éxito, en primer lugar porque tiene una excelente estructura argumental: posiblemente la principal virtud del autor es saber establecer un ritmo unívoco desde el principio, sin alteraciones y llevando poco a poco al lector hacia donde quiere llegar. Toni Hill va encadenando las sucesivas intrigas, todas ellas relacionadas, de manera que a la vez que van apareciendo va incoándose paulatinamente la solución de las mismas. El autor consigue así mantener la atención, pues van planteándose incógnitas que nunca acaba de resolver, ya que utiliza el sistema de ir pasando de personaje a personaje, dejando abierto un problema al final de cada capítulo que en su momento acaba resolviendo con maestría.

Estamos también ante una novela de personajes, con dos figuras principales que, sin ningún género de duda, van a continuar apareciendo en futuras narraciones: el inspector de los Mossos de Esquadra Héctor Salgado y la agente de dicho cuerpo Leire Castro, lo que no deja de ser algo sorprendente, pues el primero es argentino y el apellido de la segunda no es precisamente catalán, aunque ya están los secundarios Comisario Lluis Savall e inspectora Martina Andreu para aportar credibilidad a unos Mossos dÈsquadra que posiblemente hayan encontrado en todos los citados la alternativa adecuada a Bevilacqua, Chamorro, Petra Delicado y demás. Tanto Salgado como Castro tienen la entidad suficiente para dar peso a la narración, además de que el autor sabe introducirnos en su particulares peripecias vitales al margen de la trama central.

La ambientación es también excelente; ya suena a reiterada mi debilidad por las novelas cuyo argumento se desarrolla en Barcelona, pero aquí cabe añadir la perfecta disección de la clase alta de la ciudad condal -Sarriá, Bonanova, Pedralbes, ...-, puesta magníficamente en contraste con las zonas más populares como Gracia, la Barceloneta o el Barrio Antiguo. El libro de Toni Hill contiene un notorio toque de crítica social, y desde luego cabe decir que no deja títere con cabeza.

Puestos a poner algún inconveniente a la novela, pienso que el final, teniendo el acierto de esa sorpresa necesaria en una obra de este tipo, no está del todo conseguido: creo que es forzado y poco creíble. Y, siendo tal vez en exceso suspicaz, he notado un toque de anticlericalismo en la narración,aunque a lo mejor estoy con ello especulando demasiado. De cualquier manera, creo que es una de las mejores novelas de intriga españolas que he leído, algo meritorio si tenemos en cuenta que estamos ante el debut literario de Toni Hill. Dejo un par de críticas que he encontrado por la red.


http://cinelatura.wordpress.com/2011/07/26/critica-literaria-el-verano-de-los-juguetes-muertos-de-toni-hill/

http://www.lasmusas.com/blog/?p=1295

12 de enero de 2012

"Georgia on My Mind", Ray Charles



Ray Charles, ciego desde la infancia, fue un cantante, clarinetista y pianista de soul, R&B y jazz nacido en Albany, en el núcleo de Georgia, un estado donde la segregación racial fue una constante durante siglos. Ray Charles comenzó con el jazz y la música gospel, un género que cantaba añadiéndole letras populares, pero con su inseparable piano fue capaz a lo largo de su larga carrera como cantante de llegar a una multitud de registros. Ray Charles fue sin duda uno de los grandes genios musicales del siglo pasado; la revista "Rolling Stone" le atribuye el número 10 en su lista de los 100 mejores artistas de todos los tiempos, mientras que en 2009 se publica la lista de los 100 mejores cantantes de la historia, elegidos por cantantes y personas relacionadas con la música, en la misma aparece Ray como mejor cantante masculino y como el segundo mejor cantante de todos los tiempos, sólo superado por Aretha Franklin.

La vida de Ray Charles fue dura y conflictiva: se quedó ciego a los siete años como consecuencia de un glaucoma, debiendo aprender música y piano por métodos especiales. Fue adicto a la heroína, sufriendo varias detenciones y llegando a entrar en prisión; destacó por su lucha contra la segregación racial, actuando con valentía y compromiso en múltiples ocasiones, como en 1961,cuando canceló un concierto programado en el "Bell Auditorium" de Augusta (Georgia) para protestar por las ubicaciones segregadas. Su vida fue llevada al cine en la película "Ray" dirigida por Taylor Hackford y que le valió a su protagonista, Jamie Fox, el Oscar al mejor actor.

He de confesar que mi intención de incorporar a Ray Charles a mi lista de canciones inolvidables se debe a haber visto un magnífico dueto suyo con Barbra Streissand cantando "Crying time", pero profundizando en su discografía me he quedado prendado de "Georgia on My Mind", una canción inicialmente dedicada a una chica llamada Georgia y que acabó siendo proclamada como la canción por excelencia del estado de Georgia el 24de abril, de 1979, con la aparición de Charles en el piso de la legislatura de dicho estado.




11 de enero de 2012

Este hombre tiene peligro

"Irán ha redoblado su desafío a la comunidad internacional al iniciar el enriquecimiento de uranio hasta cerca del 20% de pureza en la instalación fortificada de Fordo, a 160 kilómetros de Teherán. Así lo confirmó ayer el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), cuyos inspectores han verificado el comienzo de la producción de uranio enriquecido en esa planta, descubierta en 2009 por los servicios de inteligencia occidentales. " A mí esta noticia me parece muy importante y me pone los pelos de punta; queda muy lejos el viejo imperio persa con sus absurdos y decadentes lujos, los mantos de armiño que se posaban majestuosos sobre los hombros del Sha y de Farah Dihba en esa excesiva ceremonia de coronación que protagonizó los noticiarios de hace unos cuantos decenios. Con la llegada del Ayatollah Jomeini, otro individuo de presencia estremecedora, la nación iraní se ha convertido en un hervidero de fanatismo religioso, odio a occidente y búsqueda constante de poder. Al mando del país se encuentra ahora Mahmud Ahmadineyad, un personaje que ha abandonado las sucias túnicas de sus antecesores para presentarse con indumentaria occidentalizada, aunque con un indiscutible aspecto no se si más cercano a un jefe de mafia búlgara o a dueño de bazar cutre con mala uva.

El individuo éste me da muy mala espina, y tiene un gesto y una mirada de tipo poco de fiar y capaz de cualquier cosa, puñalada por la espalda incluida. Los referidos avances en materia de enriquecimiento de uranio son una amenaza contra el resto del mundo y a uno le entran sudores fríos cuando le viene a la cabeza algunas de las manos que manejan ahora la energía atómica. El temor inevitable es que entremos en tiempos en los que pase a hacerse realidad lo que hasta hace bien poco parecía ciencia ficción, y no se si en occidente andamos conscientes y concienciados de la que se nos puede venir encima. Por si las moscas, a lo mejor sería bueno que comenzásemos a dar un buen repaso al Apocalipsis y a plantearnos como andamos de asuntos pendientes con el prójimo, Dios incluido.