31 de diciembre de 2010

Fin de año con Danny Kaye & Louis Armstrong





Recibo este mail de un buen amigo:

"Este vídeo musical sube la moral a cualquiera, y ni siquiera tiene contraindicaciones. Este trozo pertenece a la película "Las Cinco Monedas (the five pennies)", narrando la vida del trompetista Red Nichols, Louis Amstrong y Danny Kaye, el segundo además bailarín, son historia del espectáculo musical de Broadway y del mundo."

Y creo que tiene razón:


30 de diciembre de 2010

Falleció una de las caras famosas de los telediarios

El lunes 27 de diciembre fallecía en Madrid a la edad de 63 años el periodista Luis Mariñas; Mariñas era gallego -había nacido en A Coruña- y pertenece a una familia de periodista, pues era hijo de Enrique Mariñas, uno de los mitos de la sección de deportes coruñesa de Radio Nacional, donde también trabajó su hermano Enrique que falleció en un trágico accidente de coche cuando era uno de los directores del mítico programa "Radiogaceta de los Deportes": todavía recuerdo como si fuera hoy la voz entrecortada de Santiago Peláez anunciando la inesperada noticia de su muerte. Luis Mariñas no siguió la senda del periodismo deportivo y enseguida destacó como director de los telediarios. Cuentan los teletipos que comenzó en TVE con personajes tan legendarios como Jesús Álvarez, Victoriano Fernández Asis -""Señor ministro, dicen, yo no lo creo ..."- y Miguel de la Quadra Salcedo.

Luis Mariñas forma parte de esa primera línea de jóvenes periodistas que dinamizaron los telediarios de la primera cadena: Lalo Azcona, Eduardo Sotillos, Luis de Benito, Pedro Piqueras, ... gente con una soltura especial, simpáticos, ágiles y que sabían ir más allá del mero academicismo que definía a los locutores de épocas anteriores. A Mariñas, que estuvo entre la primera y la segunda cadena durante la década de los 80 -con un paréntesis en que fue asesor del Ministro de la Presidencia Virgilio Zapatero- le tocó lidiar con noticias tan complicadas como una serie de graves atentados de ETA de la época, la preparación de las Olimpiadas de Barcelona-92, el caso "Filesa", la entrada en la OTAN o la visita a España de Ronald Reagan.

Con la llegada de las televisiones privadas a nuestro país, Luis Mariñas fichó por Telecinco, donde también se encargó de los informativos y se convirtió en dura competencia de los telediarios donde se había formado. En la tele de Berlusconi Luis Mariñas se convirtió en el primer periodista que presentó un informativo desde otro continente, pues el 12 de octubre de 1990 lo hizo para Telecinco desde la plaza de Times Square en Nueva York. En dicha cadena puso también en marcha otros programas como "La hora de la verdad", "Hora límite", y "Mesa de redacción". Posiblemente una de sus grandes actuaciones fue la presentación el 31 de octubre de 1993 del segundo gran debate entre Felipe González y Jose María Aznar, un enfrentamiento que contra todo pronóstico había ganado una semana antes el entonces aspirante a la presidencia en Antena-3, obligando a González a poner toda la carne en el asador para recuperar el terreno perdido en la réplica posterior en Telecinco.

El periodista fallecido se convirtió también en un experto de las noches electorales, tanto en la televisión pública como en la privada, su cara, su voz y su saber hacer protagonizaron unas cuantas veladas de elecciones, con situaciones tan variopintas e históricas como las últimas mayorías absolutas del PSOE felipista, la inesperada victoria de los socialistas en 1993, con las famosas "horquillas" de José Luís Corcuera y la primera victoria electoral del PP en 1996. También cabe destacar las entrevistas que realizó al mismísimo Saddam Hussein en Bagdad antes de la primera Guerra del Golfo y a Mijail Gorbachev tras la desintegración de la URSS.

También colaboró en periódicos como Diario 16, La Voz de Galicia, Diario Digital y Metro y fue tertuliano de "La linterna" de la Cope con Luis Herrero; dirigió el programa "Los desayunos de TVE" y presentó el programa sobre ciencia, tecnología y humanidades de Telemadrid, "Años Luz". Entre los premios que recibió a lo largo de su carrera profesional, destacan dos de la Agrupación de Telespectadoras y Radioyentes, la Antena de Oro, el Micrófono de Oro, el del Club Internacional de Prensa, el Galicia de Comunicación y el de la Asociación Nacional de Informadores Gráficos.




29 de diciembre de 2010

Un artículo que da en la diana

Alejandro Nieto García es Doctor en Derecho por la Universidad de Valladolid y Catedrático de Derecho Administrativo en las Universidades de La Laguna, Alcalá de Henares, Complutense de Madrid y en la Autónoma de Barcelona, fue vicerrector de todas ellas y Decano de Derecho y Ciencias Económicas en esta última, habiendo sido Premio Nacional de Ensayo en 1997. Periódicamente recibo una revista de información jurídica que difunde la Editorial "Lex Nova" de Valladolid, una de esas publicaciones que le llegan gratuitamente a uno y no suele hacer mucho caso; no obstante siempre me detengo en la columna que escribe Nieto, pues desde mi punto de vista el hombre esta dotado de un sentido común notable y tiende a poner el dedo en la llaga, habitualmente con tanta elegancia como incisividad. El artículo del último trimestre, titulado "Arrogancia" me ha parecido una auténtica joya, y en mi opinión acierta de tal manera con la realidad que vivimos que no me resisto a incluirlo íntegramente, porque si me limitara a comentarlo creo que perdería buena parte de su valor.

"Arrogancia"
Alejandro Nieto. Abogado y escritor.


"La más insensata de las arrogancias es la histórica: creer que nuestra verdad de hoy es la que cierra la larga cadena de errores del pasado y que, además, va a durar ya para siempre; confundir lo último con lo definitivo; pensar que ya se ha llegado, que se está pisando al fin tierra firme, ignorando que nada hay firme en la Historia, que el presente es tan fugaz como el pasado, que el futuro está llamando con impaciencia a la puerta y que cuando venga barrerá todo lo que encuentre.

Qué arrogancia tan ingenua la de quienes están convencidos de que su generación se ha librado de todos los azotes de la Humanidad: de la superstición, de la crueldad, del egoísmo, y de que se vive actualmente en el mejor de los mundos, en el reino de la justicia, donde no hay más dios que la Democracia y la Razón. Son los que menosprecian a sus padres porque creían en dioses y en reyes falsos, desprecian a sus abuelos porque renunciaron a la libertad y aceptaron vivir en alguna dictadura roja, parda o azul, y se burlan de sus antepasados porque daban por sentado que la tierra era plana y que las enfermedades se curaban con agua bendita. Hoy la Naturaleza apenas si tiene secretos para nosotros, la política es una máquina perfecta y bien engrasada y el Hombre es libre frente a los demás y no tiene que soportar las estúpidas limitaciones religiosas, culturales y políticas de antes.

Dichosos nosotros, a quienes se ha regalado sin precio toda esta sabiduría, y más nuestros hijos, a quienes transmitiremos intacta tan estupenda herencia. Ya han quedado atrás para siempre las tinieblas, y el camino va en línea recta hacia adelante. Aunque bien mirado, ¿para qué seguir? Evitémonos el esfuerzo y quedémonos donde estamos, pues es imposible que vayamos mejor. Desgraciados los otros, los que no están a nuestra altura, los que creen en un dios estrambótico, los que están dispuestos a trabajar y a pagar el precio de las cosas. A quienes sin estudiar aprueban, alguien les cuida, y no tienen que dar cuentas a nadie de lo que malgastan y rompen.

Poniéndonos en lo peor, solo hace falta tener un poco de paciencia y esperar a que los terroristas desistan de sus locuras, a que los hambrientos pierdan el apetito o, al menos, se quiten de nuestra vista, a que los perseguidores se olviden de las víctimas, a que los miserables se queden en su tierra y no vengan a molestar, a que los sabios sigan investigando para nosotros y a que los políticos continúen gobernándonos con altruismo y dulzura. Con eso y con que todos los pueblos de la Tierra acepten la democracia y los negocios, la paz perpetua está asegurada, porque la democracia y los negocios, a diferencia de cuanto en el pasado ha habido, son la clave de la felicidad y no fallarán nunca."


¡Cuánto me ha hecho pensar este hombre! ... y ¡en cuántas personas he pensado leyendo lo que escribe!.


28 de diciembre de 2010

El follón de la Ley Sinde



En los días inmediatamente anteriores a la Nochebuena andaba la cosa revuelta como consecuencia del pinchazo sufrido por el Gobierno de la nación en el Congreso con motivo de no haber podido sacar adelante la llamada "Ley Sinde" contra las descargas en internet. Me falta información respecto al contenido de la ley, pues tan sólo tengo un conocimiento meramente periodístico de la frustrada norma, y tampoco pretendo entrar en consideraciones profundas acerca del acierto o desacierto de lo que postulaba; me parece razonable que se pretenda establecer alguna regulación sobre un tema que plantea problemas completamente nuevos, a la vez que intuyo que en el espíritu del proyecto legislativo en cuestión hay un trasfondo de ese intervencionismo estatal que parece haber ido creciendo en los últimos tiempos y que, a mí al menos, lleva a sentirnos cada vez más controlados y dirigidos desde el poder.

Pero todo lo sucedido y escuchado durante estos días, traen a mi cabeza otras cuestiones que me hacen pensar y que creo pueden plantear debates bien interesantes; una de ellas es el respeto a las reglas del juego político. El Gobierno, formado por el partido que ganó la últimas elecciones, presenta una Ley antes las Cortes, formadas por los diputados elegidos en esas mismas elecciones, es decir, con la misma legitimidad democrática que el ejecutivo; podríamos darle muchas vueltas en torno a las razones por las que el resto de los partidos políticos con representación parlamentaria han dejado sólo al mayoritario, pero lo cierto es que con absoluto respeto a las normas establecidas la ley gubernativa es rechazada, ante lo que uno observa una especie de resistencia a aceptar el fracaso, el planteamiento de colar la ley por vías secundarias, como si no se estuviera dispuesto a admitir que gobernar tiene limitaciones, que a veces se imponen las minorías, que no siempre uno se puede salir con la suya.

También se puede reproducir aquí el debate acerca de los límites de la libertad; nos podríamos preguntar hasta qué punto uno puede disponer sin límites de todas las ventajas que las nuevas tecnologías nos ofrecen, cómo la entrada en el universo informático puede transformar tanto las reglas del juego como para crear nuevas formas de disfrutar de la música, la litaratura o las artes; o planteando la cuestión desde el otro lado, en qué medida los ahora llamados "creadores" pueden limitar el libre acceso a su obra, o lo que es lo mismo, si esa creación es un derecho absoluto, un privilegio excesivo o una forma de vida que no se puede poner en peligro.

Y unas palabras de cierto asombro ante las reacciones de los llamados "artistas de la ceja"; he leído y escuchado reacciones excesivas, como si no estuviéramos ante una cuestión de opiniones y matices, sino ante una aberrante violación de derechos, casi ante un delito de lesa majestad. También he escuchado posturas ponderadas, como el artículo publicado el pasado jueves en la tercera de ABC por el actual Director de la Academia de Cine, Alex de la Iglesia, pero los "aspavientos" de gente como Javier Bardem, Alejandro Sanz y algún otro más, me han sonado a pateleta infantil, a deportista que no sabe perder, casi a amenaza chulesca, como si eso del juego democrático fuera para ellos una pose más que una convicción.






27 de diciembre de 2010

Adios a Marcel Domingo



Hace unos días saltó a los teletipos la noticia del fallecimiento de Marcel Domingo: a la edad de 86 años falleció en la localidad francesa de Arles el pasado día 10 de diciembre Marcel Domingo, uno de esos hombres que dedicó toda su vida al fútbol, algo que según quien opine puede ser considerado una suerte enorme o una forma de malgastar los años. Era francés, aunque donde triunfó por todo lo alto fue en España, primero como portero del Atlético de Madrid, con el que ganó dos Ligas y un Trofeo Zamora allá por los años 50 y después como entrenador de élite. Fue precisamente con el equipo colchonero con el que consiguió más éxitos, haciéndole campeón de Liga en la temporada 1969-70. Recuerdo que aquél año los dos grandes de siempre, Real Madrid y F.C. Barcelona, no estuvieron a la altura y el título lo disputaron los dos Atléticos -al de Bilbao se le obligaba a denominarse así-, consiguiendo al final los del Manzanares llevarse el gato al agua en una última jornada en la que vencieron 0-2 en la Nova Creu Alta al C.E. Sabadell, entonces un clásico de 1ª División. El Atlético de entonces tenía dos estrellas principales: Luis Aragonés, un interior de clase y disparo formidable y José Eulogio Gárate, un delantero fino y goleador, además de todo un señor en el terreno de juego; junto a éstos destacaban dos clásicos veteranos: el lateral zurdo Isacio Calleja, titular de la selección que ganó la Eurocopa de 1964 y Adelardo, un todoterreno que se había casado con la hija de Vicente Calderón, presidente del club. Junto a ellos destacaban jóvenes jugadores de futuro brillante, como los centrocampistas ofensivos Alberto, Irureta y Salcedo, así como los clásicos jugadores de club que siempre ha tenido el Atlético, el meta Rodri, los defensas Melo, Eusebio y Martínez Jayo y el extremo Ufarte, además del recién fichado Iselín Santos Ovejero, llamado el "cacique del área". Los leones de San Mamés eran entrenados por un peculiar mister inglés llamado Ronnie Allen y tenían en su mejor momento a jugadores tan míticos como Sáez, Arieta, Rojo, Argoitia, Igartua, Uriarte y, por encima de todos, el "Chopo", José Angel Iribar, además de los veteranos Echeberría, Aranguren y Larrauri y un jovencísimo Javier Clemente.

Marcel Domingo era un hombre de carácter y personalidad, polémico y apasionado, con fama de duro en los entrenamientos y a quien los jugadores no solían toserle en exceso. Sus ruedas de prensa posteriores a los partidos solían ir aderezadas con ciertas dosis de picante y los periodistas sabían que podía ser fuente de noticias que duraran toda la semana. Su trayectoria como entrenador en España es impresionante: RCD Espanyol, UD Las Palmas, UE Lleida, Córdoba CF, Granada CF, Atlético de Madrid, CD Málaga, Elche CF, Burgos CF, Valencia CF, Real Betis, RCD Mallorca y Hércules CF. No obstante, mis recuerdos se centran fundamentalmente en su trabajo en el equipo del Manzanares y en otras dos labores que también fueron brillantes: su trabajo en el Málaga de principios de los años 70 y la Copa del rey que ganó con el Valencia en 1979.

Entre 1972 y 1974 el Málaga C.F. tuvo una época en la que frecuentó la parte alta de la clasificación; las razones de este éxito, poco habitual en la historia de este equipo, que a pesar de lo cual es todo un clásico de la liga española, tienen un nombre y un apellido, y son los del mistar francés fallecido. Domingo dotó al Málaga de una solidez y una capacidad de desplegar buen juego que nunca había tenido y estuvo a punto en un par de ocasiones de clasificarlo para jugar en Europa. La gran estrella de este equipo era el argentino Sebastián Viberti, el típico medio centro argentino que abarcaba mucho campo, tenía buena técnica y una gran capacidad de organizar el juego, una versión de los años 70 de Fernando Redondo; Viberti fue todo un fenómeno de la época y estuvo a punto en varias ocasiones de ser traspasado a un grande. Junto a él destacaba otros dos pibes, Vilanova, un interior izquierdo de larga zancada, buen disparo y notable técnica y el "Chupete Guerini", un delgadísimo exterior que acabaría fichando por el Real Madrid. Marcel Domingo supo además sacar un excelente partido a tres jugadores que con él acabaron siendo internacionales: el meta Deusto, que se había cansado de ser el suplente de Iríbar y se destapó en La Rosaleda como un portero espectacular, el central Macías, un sobrio defensa que era un fijo en la selección de Kubala y el centrocampista Migueli, capitán del equipo y auténtico líder dentro y fuera del vestuario. Los citados, junto a veteranos como los defensas Martínez y Monreal, un renacido Miguel Angel Bustillo, la gran promesa zaragocista a quien De Felipe arruinó su carrera en el F.C. Barcelona rompiéndole la tibia y el peroné, Alvárez, Irles, Aráez, ... Marcel Domingo construyó un conjunto que jugaba muy bien.

En 1979 Domingo llevó al Valencia vencer en la Copa del Rey, contra todo pronóstico, al mismísimo Real Madrid en el Vicente Calderón. Tras eliminar al Gerona, Real Sociedad, Barcelona, Alavés y Valladolid, los ches se impusieron 2-0 a los merengues de Santillana, Del Bosque, Jensen, Juanito, Roberto Martínez, Wolff, Stielike, Benito, Pirri, ... con dos goles de su gran figura, Mario Alberto Kempes; además del matador Marcelo Domingo alineó a Manzanedo, Carrete, Arias, Botubot, Cerveró, Bonhof, Saura, Castellanos SOlsona y Felman. Marcel Domingo supo navegar en un vestuario tan difícil como el del Valencia y fue el descubridor de un jugador que luego fue primera figura, Miguel Tendillo.

Fue uno de esos misters que ya no quedan; un polemista a la vez simpático y exigente, como Vujadin Boskov, Hennes Weisweiler, Rinus Mitchels, ... un entrenador que se convirtió en un rostro inolvidable para los niños de mi época a los que nos tiraba el fútbol.


26 de diciembre de 2010

De lo mejor en novela histórica española















"El alma de la ciudad"
Jesús Sanchez Adalid
Planeta. Barcelona. (2007)
646 páginas


Resumen: En plena Edad Media, la Reconquista avanza, a pesar de la fuerza del imperio Almohade. El rey Alfonso VIII funda, en un paraje idílico de los amplios territorios de la Trasierra, la populosa ciudad de Ambrosía (nombre griego que sonaba a pagano en la Edad Media y que se transformó en Plasencia, que significa lugar placentero para vivir). El joven Blasco Jiménez, la mano derecha del prelado, conoce a una bellísima mujer, que le iniciará en el amor y en los misterios de la Kabalah. Dos realidades entran para él en pugna: la fidelidad al espíritu de la ciudad recién fundada y su propia libertad. Después de su paso por la Escuela de Toledo, Blasco terminará siendo partícipe de un misterioso secreto en Coria, donde se guarda algo que le hará descubrir, casi por casualidad, la luminosa explicación a los apasionantes sucesos de su vida.


Ya había leído un par de libros de Sánchez Adalid y sabía que era garantía de seriedad y entretenimiento. "El mozárabe" me pareció una formidable descripción de la Córdoba musulmana y de un personaje tan atractivo como Almanzor, mientras "El cautivo" tiene trazos de aventura apasionante, aunque aún falta de pasar por mi mano su segunda parte, "La divina puerta". "El alma de la ciudad" me había sido fuertemente recomendada y tras terminarla he comprendido las razones ello: una excelente novela histórica, sin ningún genero de duda.

El los últimos años se ha producido una auténtica invasión en materia de historia novelada, con la consecuente aparición de auténticos pufos, es decir, libros escritos sin más intención de que aprovechar la moda y colocar el mayor número de ejemplares posibles. Por eso es de agradecer el rigor de Sánchez Adalid, que nos cuenta una historia perfectamente ensamblada con los hechos reales, a la vez que consigue que en ningún momento perdamos ni un ápice de interés. Y ello, sin que deje de haber ese punto de ficción que hay en toda novela, pues el respeto a la historia no es incompatible con la imaginación, e incluso con situaciones tan aventuradas como poner a San Francisco de Asís en plena peregrinación a Santiago de Compostela.

El libro lleva un apéndice en el que cuenta las circunstancias históricas y sociales de tiempo y lugar en que se ambienta la novela, aportando datos y demostrando que se trata de una novela histórica bien documentada, a la vez que añade al lector cierto baño cultural. El autor se recrea en el ambiente de Castilla y Extremadura y nos da una visión excelente de la importancia de las ciudades en la época a la vez que aparecen momentos tan importantes -y con signo tan distinto- de la reconquista como la batalla de Alarcos y las Navas de Tolosa. Emerge la figura del rey de Castilla, Alfonso VIII, aunque también hay espacio para eld e León, Alfonso IX, los Papas Celestino III e Inocencio III y el califa de los almohades Abu Yacub y Yusuf, aunque los grandes protagonistas son de ficción: el clérigo Blasco Jiménez y el Obispo Don Bricio, el mercader musulman Abasdu El Waquil o el traidor Hermesindo. La historia atraviesa lugares tan atractivos como Plasencia, Coria, Ávila, Toledo, Trujillo y Ciudad Rodrigo y consigue meternos perfectamente en el ambiente de la España de la segunda mitad del Siglo XII.

Sánchez Adalid también nos hace pensar, siendo notables y llamativas las frecuentes referencias a San Agustín, y en concreto a "La ciudad de Dios", con una visión muy ortodoxa de la fe cristiana y un respeto que es de agradecer, aunque en ésto habrá opiniones para todos los gustos, reflejadas por ejemplo en la negativa crítica que corre por internet y que en su día publicó el suplemento cultural de "El Mundo". Yo valoro que el escritor extremeño, a la vez que no nos oculta las miserias que afectan a los miembros de la Iglesia, no incurra en la cierta tendenciosidad en que caen algunos.


25 de diciembre de 2010

Duermete Niño Jesús




AL NACIMIENTO DE CRISTO


Lope de Vega

Repastaban sus ganados
a las espaldas de un monte
de la torre de Belén
los soñolientos pastores,

alrededor de los troncos
de unos encendidos robles,
que, restallando a los aires,
daban claridad al bosque.

En los nudosos rediles
las ovejuelas se encogen,
la escarcha en la hierba helada
beben pensando que comen.

No lejos los lobos fieros,
con los aullidos feroces,
desafían los mastines,
que adonde suenan, responden.

Cuando las oscuras nubes,
de sol coronado, rompe
un Capitán celestial
de sus ejércitos nobles,

atónitos se derriban
de sí mismos los pastores,
y por la lumbre las manos
sobre los ojos se ponen.

Los perros alzan las frentes,
y las ovejuelas corren
unas por otras turbadas
con balidos desconformes.

Cuando el nuncio soberano
las plumas de oro escoge,
y enamorando los aires,
les dice tales razones:

«Gloria a Dios en las alturas,
paz en la tierra a los hombres,
Dios ha nacido en Belén
en esta dichosa noche.

»Nació de una pura Virgen;
buscadle, pues sabéis donde,
que en sus brazos le hallaréis
envuelto en mantillas pobres».

Dijo, y las celestes aves
en un aplauso conformes
acompañando su vuelo
dieron al aire colores.

Los pastores, convocando
con dulces y alegres voces
toda la sierra, derriban
palmas y laureles nobles.

Ramos en las manos llevan,
y coronados de flores,
por la nieve forman sendas
cantando alegres canciones.

Llegan al portal dichoso
y aunque juntos le coronen
racimos de serafines,
quieren que laurel le adorne.

La pura y hermosa Virgen
hallan diciéndole amores
al niño recién nacido,
que Hombre y Dios tiene por nombre.

El santo viejo los lleva
adonde los pies le adoren,
que por las cortas mantillas
los mostraba el Niño entonces.

Todos lloran de placer,
pero ¿qué mucho que lloren
lágrimas de gloria y pena,
si llora el Sol por dos soles?

El santo Niño los mira,
y para que se enamoren,
se ríe en medio del llanto,
y ellos le ofrecen sus dones.

Alma, ofrecedle los vuestros,
y porque el Niño los tome,
sabed que se envuelve bien
en telas de corazones.


24 de diciembre de 2010

La belleza de la niebla



Los días de niebla siempre me han gustado; no sabría muy bien decir porqué, y tal vez algún psicólogo -o psicóloga- o quizás algún intérprete de sueños y deseos, pudieran explicar las razones. Algo de añoranza hay, pues tras tantos años por tierras catalanas y no habiendo estado nunca en Londres, mi experiencia de la niebla se reduce a mis años de infancia y primera juventud en Zaragoza. Hace un par de fines de semana, en Huesca la niebla bajó a ras de la calle, y pude experimentar de nuevo el placer de pasear en oscuridad, a pesar del frío, de la poca visibilidad y del ambiente de soledad y aislamiento que se crea ... o tal vez por eso.

Es mucho más fácil protegerse del frío que del calor; hay abrigos, bufandas, gorros, pañuelos, guantes, botas y toda la gama "Damart", así uno puede entregarse a disfrutar de la calle nublada sin miedo a constiparse, pelarse de frío o sentir crujir los huesos. Pero entre la serenidad del silencio, la paz del ambiente, el eco de los pasos, que indica vida a pesar de la oscuridad, y la propia tranquilidad del alma que descansa en medio del ajetreo urbano. Y entre la bruma aparecen gentes, historias, escenas y sucesos que nos deberían aportar algo, vivencias que compartimos sin hablar, casi sin mirar, en soledad.

Y es que la niebla me suele recordar esa soledad con la que te enfrentas al mundo, a los demás y a tí mismo, y que en la densidad del humo natural del invierno se convierte en necesaria para la reflexión, la idea, la decisión. Hay momentos puntuales en los que necesitamos encarnar ese alma solitaria que todos llevamos, en mayor o menor medida, en nuestro interior. Y la niebla, que purifica de sensaciones que sobran, de preocupaciones que pueden ser artificiales, pasa a ser testigo de nuestra vida, en momentos cumbres y en ratos tan supérfluos como imprescindibles.


23 de diciembre de 2010

Dos voces para unas fiestas





Sara Brightman y Plácido Domingo son dos voces de primer nivel, y en Viena hace unos años demostraron su capacidad para "quintaesenciar" también las canciones propias de estos días. Aquí dejo una muestra.



22 de diciembre de 2010

El día de la Lotería



Hoy es uno de esos días que`podríamos llamar tradicionales; no se si el Sorteo de Navidad que tan bien sacan adelante los niños del Colegio de San Ildefonso atenta contra la Memoria histórica, supone falta de comprensión hacia la pluralidad de España o es una reminiscencia de épocas trasnochadas y de las que deberíamos pasar página, pero al menos yo no puedo evitar que ´con motivo de dicho sorteo me vengan a la cabeza recuerdos, nostalgias, ilusiones y hasta deseos notables de suerte, de esa fortuna que uno nunca ha tenido en estos eventos y que no sabe si con ella se disfruta más cuando es una quimera que cuando es una realidad que se puede acabar convirtiendo en una carga.

El sorteo de Navidad va mucho más allá del momento en que se cantan el gordo y los premios principales y de la alegría y el desengaño que el resultado puede producir; porque en el fondo lo que has hecho durante un tiempo es compartir expectativas, disfrutar organizando, repartiendo, vendiendo o comprando. Lógicamente podrá haber mil interpretaciones acerca del hecho de jugar a la Lotería de Navidad, seguro que nos encontramos estoicos que ven frivolidad y gasto, progres de salón que sacan unas cuantas tesis críticas, snobs que cambiarían el sistema e incluso algún iluminado capaz de extrapolar cualquier elucubración. Pero posiblemente sea más sencillo descomplicarlo todo y verlo como un juego, incluso como una forma de recabar dinero para una buena causa, juntar voluntades para acercar posturas y deseos y, en definitiva, para hacernos más humanos.

Y cuando todo termine, nos quedarán las imágenes de los triunfadores, que se mostraran inhibidos del todo ante las cámaras de televisión, haciendo afirmaciones y realizando aspavientos de los que tal vez luego se arrepientan, con alguna que otra imagen más bien hortera y excesiva, aunque por encima de todo aparecerá la alegría de quienes en un instante se han convertido en vencedores y en ricos, aunque quien sabe si a la larga el premio no hará más que complicarlesla vida, mientras el resto de los españoles nos conformamos con lo que tenemos -o con lo que no tenemos- y esperamos ilusionados que el próximo año seamos nosotros los visitados por la suerte.






21 de diciembre de 2010

Feliz Navidad



Para todos los que pasáis con frecuencia, para los que lo hacéis de vez en cuando, para los ocasionales, para aquellos que hoy lo hagan por primera vez, para todos: FELIZ NAVIDAD. En belén nos ha nacido un niño y estoy encantado de celebrarlo con todos.

"Gloria en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad"

20 de diciembre de 2010

Cuando el rostro se ilumina

Hay una persona con la que coincido de vez en cuando por motivos laborales que asegura que se me iluminan los ojillos en determinadas ocasiones; no es la primera vez que escucho comentarios relativos al brillo o a la falta de brillo de los ojos, y debe de ser cierto que las personas tendemos a poner de manifiesto exteriormente nuestros sentimientos y reacciones interiores. Dicen que el rostro es el espejo del alma, y no parece temerario plantearse que los ojos son, precisamente, la parte más expresiva de la cara humana. Así tanto lo que nos alegra como lo que nos entristece queda lógicamente revelado en nuestra mirada; es por ésto por lo que, en el fondo, a uno le gusta que le digan que le brillan los ojos, porque es algo que, en definitiva, nos hace más humanos y bien sabe Dios que una de las cosas que más me preocupa es que el paso de los años -el polvo del camino, como diría alguno- me deshumanice. De cualquier manera, yo también tengo mi particular experiencia de cómo un rostro se ilumina en determinadas circunstancias, o dicho de otra manera de cómo la misma cara que ves con mucha frecuencia puede pasar por circunstancias muy concretas de reflejar casi nada a reflejarlo casi todo.

Casi todas las mañanas me cruzo con una joven oscense que se dirige a su trabajo; es una persona amable y simpática y, como la conozco, pues soy cliente del lugar donde ejerce su profesión, siempre me saluda muy educadamente; habitualmente se le suele intuir cierta cara de sueño: es todavía hora temprana y a muchos nos cuesta entrar en actividad y despejarnos, algo que suele agravar en épocas de invierno ese frío casi polar de algunos días que tiende a afectar de manera muy especial a nuestra faz. Pero he observado que hay ocasiones en las que dicha joven se muestra especialmente alegre, con una sonrisa de oreja a oreja y ese brillo ocular al que hacía referencia, y tales ocasiones coinciden siempre con el hecho de que nos cruzamos cuando anda hablando por el móvil; es evidente que no es mi presencia la que la ilumina, ni la de las personas con las que se ha tropezado antes, los pajaritos de la zona o la simpatía de los niños que se dirigen al colegio, sino que su entusiasmo lo recibe de quien está al otro lado del auricular. Evidentemente ignoro con quien habla, incluso si siempre lo hace con la misma persona, aunque estoy muy seguro de que no anda de conversación ni con un empelado de "Movistar", ni con el vendedor de una enciclopedia ni con la enfermera de su dentista, y dudo mucho que me equivoque si afirmo que al aparato está su novio y que detrás de la luz de sus ojos está ese algo a lo que llamamos amor. Por eso, cuando recibo esa sonrisa tan bonita que pone en tales ocasiones, siento una doble satisfacción, la de ser mirado con cierto afecto y, sobre todo, la de saber que me cruzo con un momento de felicidad que me parece profundo e ilusionante, algo que no deja de ser una forma de compartirlo.


19 de diciembre de 2010

"Right here waiting", Richard Marx



Richard Marx es un cantante nacido hace casi 50 años en el Estado norteamericano de Illinois; estoy seguro de que la historia musical y profesional de este intérprete de baladas es mucho más larga que mi conocimiento sobre el citado, pero casi podría asegurar que la única canción que conozco de Marx es "Right here waiting", un tema que escuché por vez primera en la radio y grabé inmediatamente. Y es que no puedo evitar que aflore mi debilidad por las baladas pastelosas, romanticonas, sentimentales, ...

Con esta canción -y este intérprete- me ocurrió un fenómeno que ya se había repetido en anteriores ocasiones: ni sabía el título del tema ni conocía el nombre del cantante, de manera que para volver a escucharla necesitaba necesariamente de la suerte, pues con el mal oído que Dios le ha dado a uno, parecía aventura imposible que alguien me la identificara previa acción de "tarareo". Al final, gracias a un DVD lleno de grabaciones en mp3 que me regaló un buen amigo de Tarragona conseguí recuperar la pista del tema e incluirlo entre los fijos de mi lista.

Intuyo que a alguno le parecera una canción demasiado "blanda", y no niego que puedan tener razón; no me cabe duda de que son más "auténticas", de más calidad las interpretaciones de personajes como Bruce Sprigstein, Eric Clapton, Phil Collins o Sting, cantantes en los que debería profundizar, pues mucha gente de cuyo buen gusto y conocimiento musical me fío, los tienen en un pedestal, pero de momento aquí dejo a Richard Marx, que pienso canta con buen gusto una canción agradable.


18 de diciembre de 2010

Elogio del tomate

El tomate me ha gustado desde pequeñito; me encanta como salsa para los spaguetti, junto a la mayonesa y el tabasco en las patatas bravas, como complemento a un par de huevos fritos e incluso convertido en catchup con una hamburguesa o un perrito caliente; pero por muy bien elaborado que esté el tomate frito, no hay nada como el tomate tal cual es, bien fresco y aliñado en plato independiente, y por supuesto, sin necesidad de compañía alguna. Pero no me refiero al tomate congelado con sabor a nada que estamos acostumbrados a ver expuesto en los supermercados y tiendas del "ramo", sino al genuino tomate de huerta, sabroso, generalmente de tamaño notable, rojo y tierno; un tomate que bien cortado y presentado se convierte en un manjar de primer nivel, tanto que riete tú de langostinos, caviares y demás pijadas. Se habla mucho de la nueva cocina, de esos platos originales que con frecuencia uno sospecha que tienen su parte de tomadura de pelo, de engaño casi premeditado, o de platos exquisitos, reservados a paladares expertos o a bolsillos amplios; pero al final nunca pasará de moda la comida presentada "tal-cual", sin más elaboración que la imprescindible, los productos naturales, que van del campo a la mesa.

Recuerdo los excelentes platos de tomate con jamón serrano que uno se puede tomar en el "Martín viejo" de Huesca, o los que cultivan en su propia huerta en el "Q-art" de la calle Cesáreo Alierta de Zaragoza; estoy seguro que se podría elaborar un magnífico mapa de la gastronomía "tomatera" a lo largo de toda España, que con investigar un poquito descubriríamos lugares donde disfrutar dando cuenta de algo tan simple y tan grandioso a la vez como un tomate sabroso y bien presentado. No obstante, no me cabe duda alguna de que los mejores tomates son los que ha cultivado uno mismo, aquellos que llegan a la mesa y al paladar después de haberlos trabajado pacientemente, con mimo y dedicación; y para aquellos que pertenecemos al clan de los de "piso", benditos regalos la de aquellos amigos nuestros que nos homenajean con una caja de estas hermosas hortalizas. ¿Dios salve al tomate de huerta! que es capaz de convertir en sencillo el aspecto culinario de la felicidad, ... que nadie dude de que también existe.


17 de diciembre de 2010

"El guateque" (1968), Blake Edwards in memoriam

Tenía este post preparado para el próximo lunes. ayer tarde me entero de la noticia del fallecimiento de Blake Edwards: sirva la entrada de homenaje a este formidable director, especializado en comedias y que tanto le gusta a un habitual colaborador de la casa.

SINOPSIS Hrundi V. Bakshi es un patoso actor de origen hindú que se encuentra rodando una película en el desierto. Por sus continuas meteduras de pata, es despedido del rodaje. Inesperadamente, recibe una invitación para asistir a una sofisticada fiesta organizada por el productor de su última película. Gracias a Hrundi, en la fiesta se producirán las situaciones más disparatadas.
Aunque he visto a Sellers en más ocasiones -"Un cadáver a los postres", "La pantera rosa", "El quinteto de la muerte", ...- al menos en mi caso la simple mención de su nombre me trae a la cabeza "El guateque"; su interpretación del hindú medio bobo, ingenuo y torpe que se presenta por error en una fiesta y la acaba reventando, me parece una de las mejores exhibiciones de maestría en la historia del cine de diversión. Si uno repasa el elenco de actores que conforman el reparto de la película, uno se da cuenta que solamente el actor inglés se puede considerar como famoso, el resto, por mucho que algún que otro conocido "friki" de la materia nos pueda sacar a relucir los méritos de los compañeros de plantel de Sellers, no traspasaron nunca la frontera de la celebridad; es por ello que "El guateque" es, ante todo y sobre todo, una película con el apellido del actor nacido en Hampshire, con permiso evidentemente de Blake Edwards, uno de los mejores maestros del mundo de la comedia.

Dicen que Peter Sellers era un hombre gris y sin personalidad, que todo lo que tenía dentro lo sacaba exclusivamente interpretando; no se si será cierto, pero lo que es evidente es que en "El guateque" sacó lo mejor de sí mismo. El papel de auténtico estúpido lo desempeña a la perfección; esa sonrisa medio tímida medio bobalicona, sus gestos, su forma de andar y de mirar, ... me parece una recreación sencillamente genial. El film tiene además una serie de escenas verdaderamente geniales, comenzando por la primera, cuando Sellers en plena actuación como extra va tocando la trompeta a pesar de encajar un tiro detrás de otro, uno de esos momentos del cine en los que puedes perder el control de tus carcajadas. Igualmente su presencia por error en el convite da lugar a otras situaciones desternillantes: los equilibrios con el zapato, la comida con vuelo del pollo asado incluido, la escena del papel higiénico, ... una película para cuando uno necesita desentoxicarse de los agobios de la vida. También es cierto que al final uno tiene la sensación de que el asunto se le va al director de las manos; desde la llegada del hijo hippy de los dueños, con elefantes incluidos el film entra en una especie de descontrol que, en mi opinión, le hace perder el ritmo de comedia simpática y divertida que llevaba hasta entonces. Pero ésto no quita que en su conjunto sea una película de las que aguantan el paso del tiempo, como alguien ha dicho "una obra maestra de la risa".

Unas palabras finales para ese primer espada de las comedias que es Blake Edwards, el afortunado marido de Julie Andrews que en 1984 recibió un Oscar honorífico por su carrera. "Operación Pacífico" (1959), "Desayuno con diamantes" (1961) -dicen que es la comedia romántica más famosa de la historia-, "La misteriosa dama de negro" (1962), "La carrera del siglo" (1965), "Dos hombres contra el oeste" (1971), "La semilla del tamarindo" (1974), "¿Víctor o Victoria?" (1982) y, por supuesto, toda la serie de la Pantera Rosa son títulos con suficiente entidad como para hablar d euno de los grandes directores de la segunda mitad del siglo pasado; y el haber dirigido, entre otros, a Cary Grant, Audrey Hepburn, Omar Shariff, Nathalie Wood, Toni Curtis, Rock Hudson, David Niven, James Garner, James Coburn, Claudia Cardinale, Bing Crosby y, ¿cómo no?, a Julie Andrews, es un mérito evidente. Y no nos olvidemos que si no por su calidad, sí por su fama, cabe destacar "10, la mujer perfecta ", donde se consagró Bo Derek como una belleza universal; sin olvidar su colaboración con Henry Mancini, uno de los mejores creadores de melodías de Hollywood: imposible no recordar con ternura infinita a Audrey Hepburn cantando "Moonriver" en el rellano de la escalera o el sonido de esta música mientras se come un cruasán ante el escaparate de Tiffany's en la Quinta Avenida. Aunque su gran especialidad fue la comedia, no podemos olvidar dramas espectaculares como "Días de vino y rosas" (1962), con unos geniales Jack Lemmon y Lee Remick, westerns como "Dos hombres contra el oeste" (1971), con un cartel espectacular: William Holden, Ryan O'Neal y Karl Malden y genuino cine negro como "Chantaje contra una mujer" (1962), con Glenn Ford y la citada Lee Remick. Puede que "El guateque" no sea su película "fetén", pero no me cabe duda que es con la que más me reí. A Blake Edwards y a Peter Sellers les debemos todo lo que en su día disfrutamos.










16 de diciembre de 2010

Pero que elocuentes somos a veces, madre del cielo



Si alguien tiene una duda o no lo acaba de ver bien, puuedo asegurar que el cartelito de marras lo dice así: "El W.C. de este establecimiento está reservado para los clientes"; así, sin anestesia, en el mismo lugar donde se anuncia que se admite la tarjeta VISA, que hay menú del día, que los bocadillos de calamares son la especialidad de la casa y que se descansa los lunes. Y no es un único sitio con esa ocurrencia, pues hace unos días cuando, pasado el Mercado Central, me dirigía a la Plaza del Pilar, observe anuncios similares en un par de locales de hostelería más ... no se si es la costumbre de la zona, si obedece a un convenio o protocolo firmado por los dueños de bares del casco viejo o a que soy muy despistado y hay un aviso similar en todos y cada uno de los establecientos hosteleros y no me he fijado hasta ahora, ... aunque no me imagino una indicación así en el "Moss", en el "San Siro" o en el "Monumental", y no quiero ni pensar lo que hubiera ocurrido en los tiempos de "Imperia" o "Las Vegas" ante un pasquín de esta naturaleza.

Y es que en Aragón somos en ocasiones así de claros y contundentes, una forma de ser que tiene ventajas, pero que a veces, como es el caso, lleva a la inoportunidad, a la falta de elegancia y a convertir lo propio en genuino modelo cutre; estoy seguro de que el aviso trae consecuencia del hartazgo de tanto aprovechado, de algún que otro cafre y de más de un ciudadano sucio e indelicado, pero uno piensa que siempre hay procedimientos más elegantes y pulcros para plasmar decisiones que en sí mismas pueden ser comprensibles. Cuando ví estos anuncios recordé ese dicho de "Aragón, todo poesía".


15 de diciembre de 2010

Una cruda disección de la sociedad actual














"La cena"
Herman Koch
Salamandra. Barcelona (2010)
288 páginas



¿Hasta dónde es capaz de llegar un padre para encubrir a un hijo que comete un delito injustificable? ¿Debe prevalecer el instinto de protección paterna, o la lealtad a unas normas sociales que garantizan la coherencia y la fortaleza del grupo? Estas y otras preguntas de igual calibre surgen como dardos durante la lectura de La cena, una novela ácida y provocadora que apunta sin miramientos a toda una clase social acomodada de los Países Bajos y, por extensión, de toda Europa, instalada en una inercia de autosatisfacción y complacencia, e indiferente hacia el devenir de la generación que ha de sucederla. Dos parejas se han citado a cenar en un moderno y exclusivo restaurante de Ámsterdam.
Mientras saborean el aperitivo y charlan con aparente despreocupación sobre la última película de moda y sus planes para las vacaciones, son conscientes de que, tarde o temprano, deberán abordar el incierto y acuciante asunto que los ha llevado a reunirse: el futuro de Michel y Rick, sus hijos de quince años, que según algunos indicios podrían estar envueltos en un caso de violencia grave. Así pues, tras los postres, cuando la cena llegue a sus últimos compases, la tensión entre los comensales habrá alcanzado su punto culminante y la cadena de secretos y revelaciones confluirán en un final dramático en el que nadie podrá esgrimir su inocencia.


La primera noticia que tuve de esta novela fue en uno de esos blogs dedicados en exclusiva al mundo de los libros; y como pasa en tantas ocasiones, tras el primer eco comienzan a repetirse otros nuevos; en este caso todos eran tremendamente positivos y puse su lectura entre mis prioridades en el tema. La novela ha tenido un record de ventas en Holanda y trata un tema tan absolutamente actual como es la educación de los hijos. Hace unos años la opinión pública española quedó consternada ante la muerte de un indigente que dormía en un cajero tras ser quemado por dos adolescentes que pertenecían a familias acomodadas de Barcelona; Herman Koch ha trasladado los hechos a Holanda y ha construido un libro formidablemente escrito en el que enfrenta a dos matrimonios a una realidad tan grave como la implicación de sus hijos en un hecho tan graves como el citado.

El planteamiento no se centra en el hecho violento en sí, que no es más que la causa primera de las reacciones que nos describe el autor; la novela es ácida y cruda, muestra descarnadamente las debilidades de la sociedad occidental, ataca con dureza el consumismo, la falta de fortaleza en la educación de los hijos, el desinterés por la vida de éstos, la superficialidad. Y al final, lo que Koch acaba tratando es la historia personal de esos padres, muy por encima de la de sus propios hijos; la cobardía, el egoísmo, la falta de comunicación y la búsqueda de los propios intereses por encima de los de los demás son descritos sin ninguna atenuante por Koch.

La narración está ubicada en un restaurante de lujo, de esos de diseño y cocina moderna; el snobismo al uso es atrozmente ridiculizado por el escritor, que no se para en barras en describir situaciones que nos suenan a conocidas, a la vez que nos pueden avergonzar si alguna vez hemos caído en la tontería de dejarnos engañar con estas bobadas; a la vez Koch aprovecha para ir desgranando la historia principal y la de los progenitores, en especial la del padre de uno de ellos, que relata en primera persona. Es escritor holandés muestra una gran agilidad a la hora de ir saltando del presente al pasado, intercalando sucesos ya vividos con los acontecimientos de la misma noche de la cena. Los dos padres son hermanos, no se llevan bien y uno de ellos se postula como próximo primer ministro, circunstancia que aprovecha Herman Koch para incrementar su ácido tono crítico.

Pienso que "La cena" es una novela excelente, pero no me quedé plenamente satisfecho con el final; es posible que no haya sabido comprender plenamente la intención del autor, pero no he visto ni soluciones ni salidas airosas a la situación, ni siquiera salidas dramáticas. Cuando terminé me quedé con la sensación de que faltaba algo; a pesar de ésto, disfrute y mucho con esta novela.


14 de diciembre de 2010

Cuando conocí a Bárbara Stanwyck

Bárbara Stanwick fue sin duda una de las actrices de más personalidad de Hóllywood, trabajó mucho y destacó fundamentalmente en los papeles de mujer fuerte y dura, y también de vez en cuando como mujer fatal. Fue nominada cuatro veces al Oscar a la mejor actriz, aunque nunca se impuso, algo que no debe suponer demérito si tenemos en cuenta que quienes le arrebataron la estatuilla fueron actrices del nivel de Joan Fontaine, Louise Rainier, Ingrid Bergman y Jane Wyman, aunque al final la Academia deshizo la injusticia concediéndole un Oscar honorífico en 1981. La actriz nació en 1907 nada menos que en Brooklyn, y trabajó de telefonista y corista de vodevil tras una infancia difícil después de fallecer su madre y ser abandonada por su padre. Con estos principios parece comprensible que Bárbara fuera una mujer de carácter y que este carácter se reflejara en sus intervenciones en el cine. Recuerdo que de niño se me superponía su nombre con el de la Streissand y como ésta figuraba entonces en los carteles estelares de unas cuantas películas -"Funny girl", "Hello Dolly", "¿Qué me pasa, doctor?", ...- pensaba que era mejor actriz, hasta que me he juntado con personas expertas que me han dejado bien claro que la buena era la Stanwyck.

Pero para los que fuimos pioneros en el mundo de las generaciones educadas por la tele, la vida profesional de muchas personas existía no conforme la iban desarrollando, sino de acuerdo con sus apariciones en la primera pantalla; por eso, durante muchos años Bárbara Stanwyck fue para mí Victoria, la matriarca de la familia más rica y poderosa de Stockton, en San Joaquín Valley (California), donde dirigía con mano de hierro los múltiples negocios del "Rancho Berkley". "Valle de pasiones era una serie de las tardes televisivas que protagonizaba la Stanwyck y a mí, siendo un niño, ya me llamaba la atención el atractivo personal de la actriz. En "Valle de pasiones" la Stanwyck tenía cuatro hijos: Jarrod, que interpretaba Richard Long, un habitual de las series televisivas de la época, Nick, cuyo papel lo encarnaba Peter Breck, otro que frecuentaba los repartos televisivos, Heath, a cargo de Lee Majors, famoso por su papel de Steve Austin en la serie "The Six Million Dollar Man" y haber estado casado con Farrah Fawcett Majors y Audra, papel que correspondía a Linda Evans, quien también destacó como Krystle Carrington en Dinastía. Stanwyck, además de controlar el ganado, plantaciones, minas y demás patrimonios familiares, deberá enfrentarse, con la ayuda de sus hijos, a cuatreros, chantajistas, forajidos, matones y todo tipo de desalmados que intentarán por todos los medios amargarle la vida. No deja de ser curioso que mi conocimiento de esta excelente actriz comenzara por el final.

Curiosamente, la primera película que vi de la actriz neoyorquina no fue una de sus películas estelares, sino una con menos fama que echaron una noche en torno al año 1977, cuando ya la censura permitía emitir películas como "La gata negra" (1962), un film de Edward Dmytryk en el que Bárbara interpreta a la madama lesbiana de una casa de alterne y en la que trabaja junto a un reparto estelar: Anne Baxter, Lawrence Harvey, Capucine y una jovencísima Jane Fonda. Recuerdo que eran mis primeros años universitarios y el tema morbosillo de la cinta suponía una especie de novedad, por mucho que la película lo tratara con tremenda elegancia. la película es dura y Bárbara Stanwyck desempeña un papel que le viene como anillo al dedo, con una interpretación magistral a la que solamente le hace sombra una Jane Fonda que ya anunciaba la enorme actriz que iba a ser.


Con los años pude ver más películas de esta actriz; si no recuerdo mal, las dos siguientes fueron dos comedias: "Juan Nadie" y "Bola de fuego", ambas del año 1941 y en las que Bárbara compartía cartel nada menos que con Gary Cooper; "Juan Nadie", dirigida por Frank Capra, fue la demostración de que la actriz era también capaz de triunfar en una comedia; en dicho film interpreta a una osada y embaucadora periodista que engatusa a un Gary Cooper formidable en su papel de vagabundo, con la presencia de dos secundarios del nivel de Walter Brennan y Edward Arnold. "Bola de fuego" supuso la segunda nominación para el Oscar de la actriz y aquí encarna a una chica de cabaret malintencionada y posteriormente arrepentida; la dirección corrió a cargo de otro primer espada de las comedias, Howard Hawks y junto a Stanwyck y Cooper destaca el trabajo de Dana Andrews.

Cuentan, no obstante, que fue "Perdición" (1944), de Billy Wilder, donde Stanwyck hizo el mejor papel de su vida; de hecho obtuvo por ella su tercera nominación para el Oscar y el film se ha convertido en uno de las películas míticas de Hóllywood. En el espacio "Cowboys de medianoche" que tan bien manejan cada viernes en "Es-Radio" tres grandes expertos como José Luis Garci, Eduardo Torres-Dulce y Luis Herrero, se eligió entre los oyentes a las diez mujeres fatales de la historia del cine, en la votación el número uno indiscutible fue para Phyllis Dietrichson, la mujer que lleva a la perdición a Fred Macmurray en esta película, en la que junto a Stanwyck y Macmurray brilla como nunca Edward G. Robinson. "Perdición" es una de mis asignaturas pendientes, sentí hablar muy bien de ella por vez primera leyendo "Armas, mujeres y relojes suizos", de Torres-Dulce, y tengo claro que es una laguna que debo llenar cuanto antes. Sí que ví, y no hace mucho, "El extraño amor de Marta Ivers", un film de Lewis Milestone en el que Stanwyck comparte cartel con Kirk Douglas y Van Heflin y del que hablé ya por estos lares.

Hay muchas otras películas destacables de Bárbara Stanwyck, como lo deben ser "Stella Dallas" (1939), de King Vidor y "Voces de muerte" (1948), de Anatole Litvak, pues por ambas también fue propuesta para la estatuilla principal de las actrices, y seguro que nuestros amigos "expertos" podrán apuntarnos otras; de momento solamente quería dejar constancia de una excelente actriz y de cómo con el tiempo acabé comprobando que Barbara Stanwyck iba mucho más allá de "Valle de pasiones", como también, por ejemplo, Lee J. Cobb era mucho más que el dueño del rancho donde trabajaba "El Virginiano" o que John MacIntire trabajo mucho y bien antes de ser el jefe de "Caravana".


13 de diciembre de 2010

El temido cartelito alcanzó al fotógrafo



Hace unos años, ante la periódica necesidad de renovar mi carnet de identidad, y como suele ocurrir en estos casos, necesité hacerme unas fotos: no se trata de robarle años a la realidad aportando en la oficina correspondiente unas imágenes en exceso cercanas a la 1ª comunión. Tras hacerme unas que no satisfacieron, en absoluto, no se si mi gusto o mi vanidad, acudí a quien necesariamente tenía que saber de ésto, una funcionaria dedicada a la renovación del referido documento, y le pedí consejo sobre el establecimiento de Huesca más adecuado para que tales fotos fueran de primera calidad. Sin dudarlo me recomendó a "JALPER", una tienda del ramo ubicada en la calle Vicente Campo, justo en la esquina con Juan XXIII.

El día que acudí a hacérmelas tuve ya claro que el consejo había sido acertado; se trataba de uno de esos fotógrafos de siempre; nada de franquicias, cadenas ni tiendecillas de aficionado, sino un lugar tradicional, con una habitación oscura en el interior y una profesionalidad evidente en la persona que me atendió, un señor que debía de estar entonces próximo a los 60 años. Y cuando hablo de profesionalidad, no me refiero solamente al buen hacer del concreto trabajo de sacar una foto tamaño carnet -algo que hizo a la perfección-, sino la realidad de esa sensación que uno tiene cuando no es atendido por alguien al que le da igual vender un jamón, una lima o una pluma estilográfica. cuando el que te recibe sabe lo que hace, incluso si hablamos de la simple relación humana; una profesionalidad que rezuma quien lleva años haciendo lo mismo sin caer en la rutina, quien le importa que salgas satisfecho de su tienda, que te aconseja sin tener en cuenta el importe de cada opción que te ofrece, ... El resultado, efectivamente, fue perfecto; no salí guapo, porque el hombre no era la Virgen de Lourdes, pero a la Comisaría de Policía pude llevar una foto adecuada, bien hecha y con un aspecto externo y un gesto respetables, porque la foto era para el DNI, y no parecía adecuado que reflejara la apariencia de quien va destinado a formar parte de un cartel de aviso de terroristas sueltos.

Y el pasado viernes, cuando daba una saludable vuelta por la ciudad -no saben lo que se pierden quienes alardean de no dar paseos- vi que el establecimiento se traspasaba; al fijarme descubrí el cartelito que anunciaba la jubilación del dueño, y comprendí que todos tenemos derecho a alcanzar y disfrutar un descanso que en este caso me constaba, además, era ganado a pulso. La próxima vez que por el mismo u otro motivo tenga que hacerme una foto, ya no podré acudir con la confianza de obtener un buen resultado, tendré que volver a investigar donde se encuentra un profesional de nivel, ... o resignarme a acudir a quien te enchufa la máquina como si fuera a poner la colada. ¡Feliz y merecida jubilación!.




12 de diciembre de 2010

"Juntos", Paloma San Basilio (1981)



Hace poco hablé de Paloma San Basilio; la opera-rock "Evita" y su participación en el Festival de Eurovisión de 1984 con "La fiesta terminó" fueron posiblemente los momentos cumbres de su carrera, si bien muchas otras de sus canciones las escuchamos con el mismo agrado aquellos que vivimos esos años y somos aficionados a ese tipo de música tranquila y romanticona: "Ámame una vez más", "Beso a beso, dulcemente", "La hiedra", "Bailando" ... o una serie de magníficas versiones de canciones inolvidables como "Over the Rainbow", tema que cantaba Judy Garland en "El mago de Oz", "Ahora", versión en castellano del célebre "Ancora" de Mina o Recuerdos, tema principal de "Cats", de Andrew Lloyd Webber).

Recuerdo perfectamente que el debut de Paloma San Basilio, ocurrido en 1975, no fue como cantante, sino como presentadora de un programa que dirigía Joaquín Prat y se titulaba "Siempre en domingo", Paloma formaba un equipo de jóvenes locutoras junto a Marigel Navarro, Mercedes Ibáñez y Cristina Verón. En uno de esos programas se suscitó una cierta polémica cuando el locutor valenciano y la cantante madrileña se lanzaron a cantar fuera de guión, aunque a la larga quedó demostrado que Paloma San Basilio tenía sobrados argumentos para hacerlo.

Entre los temas que hicieron famosa a la cantante he seleccionado "Juntos", una canción rítmica, alegre y algo transgresora que sonaba continuamente en los programas de radio a finales de 1981 y principios del 82; es un vivo recuerdo de mis primeros años de preparación de oposiciones y escucharla me hace revivir esos dorados tiempos de juventud. Es posible que treinta años después esta canción suene a trasnochada, pero en su día me hacía gracia eso de colarse en el autobús, leer a medias el periódico, cantar hasta quedar afónicos, ...


11 de diciembre de 2010

Héroes anónimos



Me encontrada el día de la Inmaculada en Jaca y ví de lejos un joven matrimonio con dos hijos, una niña de unos 7 u 8 años y un niño pequeñito que aún era trasladado en un cochecito; uno de los que estaba conmigo, compañero de trabajo -y superior jerárquico- del padre de dichos niños, me comentó que el chaval tenía síndrome de down y que así se lo habían diagnosticado a la madre durante el embarazo por medio de la amniocentesis. Los padres habían decidido seguir adelante con el embarazo -literalmente usó palabras tan adecuadas como "con dos pelotas"- y tener el niño. Ahora podrán disfrutar de un hijo que vale tanto o más como cualquier otro y que siempre podrá agradecerles su valor y su generosidad, seguro que pagándoselo con creces a base de un cariño que solamente saben dispensar esas criaturas que viven para querer.

Recuerdo que hace ya bastantes años tuve acceso, por razones profesionales, a la historia médica de una persona y en ésta figuraba un aborto que tenía su causa en "venir el feto con síndrome de down"; sentí un estremecimiento y el mal sabor de boca aún me dura; el encuentro del día 8 fue como una compensación, la comprobación de que aún quedan personas que valen la pena. Hace poco más de media España sentía una emoción especial al contemplar la escena de un ciudadano que se jugaba la vida para salvar a otro de ser arrollado por el Metro de Madrid, los padres a los que me refiero tienen, por lo menos, el mismo mérito que ese héroe de las vías, unos y otro, al fin y al cabo, han hecho lo mismo: salvar una vida.

Siempre he pensado que pretendiendo eliminar la posibilidad de que nazcan niños como éste se está emulando a determinadas leyes que los prebostes del III Reich impulsaron para generalizar las prácticas eugenésicas. Afortunadamente, aún quedan personas de bien, ... sinceramente, creo que muchas.


10 de diciembre de 2010

El fenómeno Auster

Salta a la vista que Paul Auster es uno de los autores de mayor éxito de la actualidad. Conozco a unas cuantas personas que sienten auténtica devoción por el escritor de New Jersey, de esos que cuando sale un libro nuevo de Auster lo primero que hacen, el mismo día de su puesta a la venta si es posible, es comprarlo y lo siguiente, de manera inmediata, leerlo ... luego ya entrarán en consideraciones sobre su mayor o menor calidad literaria. Y no son, ni mucho menos, unos snob, ni unos pardillos literarios, para ellos Paul Auster se ha ganado a pulso el prestigio y están hasta dispuestos a perdonarle que alguna vez les salga rana. Vamos, que los libros de Auster son como la boda de un hermano, uno asiste "de todas todas", aunque intuya en algún caso que la novia no le vaya a caer excesivamente bien.

Mi primer contacto con Auster fue a través del cine, pues ví "Smoke", la película dirigida por Wayne Wang en 1995 que protagonizaron Harvey Keitel, William Hurt, Ashley Judd y Forrest Whitacker sobre un guión de Auster; un film que me pareció distinto, tremendamente humano, perfectamente definido en su día por el propio Harvey Keitel: “Esta película habla de la esquina que cada ser humano tiene en el mundo”. ; eso sí, tengo bien claro que se trata de un film que debo volver a ver, que me queda aún mucho por sacar de él. "Smoke" gira en torno a un estanco, un establecimiento en el que se van encontrando personas de carne y hueso que ni son unos héroes ni aspiran a serlo. la película es la primera aventura cinematográfica del escritor; todo empezó en 1990, cuando Paul Auster publicó en el "New York Times" un relato titulado "Cuento de Navidad de Auggie Wren"; en éste narraba la historia de un dependiente que cada mañana a las ocho en punto hacía una fotografía de su pequeño rincón en el mundo, un estanco situado entre la Calle 3 y la Octava Avenida de Brooklyn; aquí surge el germen del guión de "Smoke", film cuyo principal mérito fue conseguir recrear en imágenes el espíritu de las novelas de Paul Auster.

En 2006 el escritor recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras; fue otro momento en el que mi interés por Auster se renovó; recuerdo que, incitado por un buen amigo y aprovechando que me encontraba de baja por enfermedad, presencié la entrega del premio a cargo de los Príncipes de España; me fijé en su llegada al Teatro Campoamor de Oviedo, con un aparente aspecto de timidez que hacía intuir cierta reserva ante acontecimientos sociales de esta índole; su discurso prudente e impecable, una actitud discreta y comedida que chocaba con el dominio de la escena y el populismo de Almodóvar y Penélope Cruz. Auster no disfrutaba especialmente del momento, pero ahí estaba dando la cara, como persona que sabe donde ha de estar en cada momento, como hombre agradecido.

Mi experiencia lectora con Auster es corta, solamente han pasado por mis manos tres libros suyos; dicen que es el escritor del azar, de la contingencia; tal vez sus planteamientos me causan respeto, me falta soltura para lanzarme a fondo a empapuzarme de un autor tan especial. Lo que no me ofrece ninguna duda es que Paul Auster escribe maravillosamente; sus libros están redactadops con sencillez, pero a la vez hay que hablar de una compleja estructura narrativa: hay quien habla de la "metaliteratura", de una estilo de narración compuesto de digresiones, de metaficción, de historias en la historia y de espejismos. "Brooklyn Follies" fue la primera novela de Auster que leí; me pareció formidable; la búsqueda de la identidad, la amistad, el azar, y el poder de la literatura. son los temas que plantea el escritor. El protagonista es Nathan Glass, un hombre de 60 años que acaba de superar el abandono de su mujer y un cáncer de pulmón, y es que la desgracia humana es principio frecuente de los libros del escritor. En segundo lugar pasó por mis manos "Leviatán", una novela que relata la vida de un misterioso hombre, Benjamin Sachs, contada por su mejor amigo, Peter Aaron -una suerte de alter ego del mismo Paul-; se trata de una historia en la que se entrelazan destinos, algo común en las historias de Auster, y también comienza con un drama, la muerte de una persona al estallarle una bomba en sus manos.

He terminado recientemente "El libro de las ilusiones"; el listón lo tenía alto, pues uno de esos austerianos irredentos de los que he hablado asegura que es el mejor de todos ... tal vez por eso lo he tenido esperando en la librería unos cuantos años, como si tuviera miedo a la decepción. No se si es o no el number one -me faltan aún referencias-, pero puedo asegurar que no me ha decepcionado: se trata de una novela que se lee muy bien, con gusto, disfrutando, y creo que la razón de ello estriba en algo tan elemental como estar maravillosamente escrita. Confirmé lo mucho de cierto que tenía el comentario de mi amigo, quien afirmaba que el libro era como una de esas muñecas rusas, pues va apareciendo una historia detrás de otra conforme avanzas en la lectura. El argumento tiene mucho de original, y en él se superponen dos historias: la del narrador, el escritor David Zimmer, un hombre que también está marcado por el drama: su mujer y sus dos hijos han fallecido en un accidente de aviación y la del viejo actor de cine mudo Héctor Mann, un personaje misteriosos desaparecido hace decenas de años sin dejar rastro. La lectura del libro tiene también sus contrastes, pues uno no puede prescindir de la acidez del autor, ese cierto cinismo al que se unen ciertos tonos escabrosos que al menos a mí no me agradan. Pero nada de ello puede perturbar una novela escrita de forma magistral.

Me queda mucho para hacer diagnósticos definitivos: "La trilogía de Nueva York", "El Palacio de la luna", "La noche del oráculo", "Tombuctú", "Viajes por el scriptorium", "Sunset park", ... demasiados libros pendientes como para lanzar opiniones rotundas sobre Paul Auster. Uno se plantea si tendrán razón quienes hablan de fama excesiva, de escritor hinchado, de snobismo literario, ... pero mi breve experiencia me lleva a la opinión contraria, veo un escritor pulcro, profundo y brillante, alguien para pasar a la historia.


9 de diciembre de 2010

Aumenta mi deuda con Vargas Llosa

Cuando hace un tiempo saltó a los teletipos la noticia de la concesión del Premio "Nobel" de literatura a Mario Vargas Llosa mi primera idea fue abrir una entrada glosando las excelencias del autor peruano, como de hecho lo hice posteriormente cuando el "Planeta" se lo llevó Eduardo Mendoza y al ganar Ana María Matute el "Cervantes"; pero enseguida me dí cuenta que no tenía ni fundamento ni datos para elaborar un post medianamente digno, a la altura del personaje: no había leído ningún libro de Vargas Llosa y ¿de qué iba a hablar entonces?; ya me he puesto manos a la obra y me he hecho con "La fiesta del Chivo", que empezaré en cuanto encuentre un hueco, además de haberme informado de que, sin menospreciar otros, también "La guerra del fin del mundo", "La ciudad y los perros" y, en menor medida, "Lituma en los Andes" son novelas de calidad notable. En el momento en que terminara el primero de los citados pensaba saldar mi deuda con el escritor, pero tras leer el discurso que ha pronunciado durante la entrega del citado galardón mi reacción es doble: por un lado siento como se incrementa mi sensación de débito, a la vez que encuentro una excusa para empezar a saldarla.

El discurso de Mario Vargas Llosa me ha parecido, sencillamente, una auténtica joya; leerlo, además de disfrutar y asentir, me ha producido una cierta sensación de complejo, de pequeñez ante tanta maestría, ante la perfección formal puesta de manifiesto por el premiado en sus palabras. Creo que no es posible ni hacer un resumen, pues pienso que lo único que merece la pena es su lectura íntegra, ni entrar en valoraciones, porque en este caso no se trata de coincidir o discrepar, sino simplemente de admirar.

El discurso es un maravilloso elogio de la literatura: la pasión por la lectura, el interés por conocer nuevos autores, por descubrir nuevos caminos literarios, la creación y la innovación literaria, ... la literatura se convierte para Vargas Llosa en una vía de escape, en lugar donde vivir los sueños, en fuente de rebeldías, en modo de vida y origen de su felicidad. “Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida”, una frase que lleva, necesariamente, al recuerdo personal, a rememorar cuando, donde y con quien aprendimos a leer, dispuestos tal vez a recuperar oportunidades no aprovechadas, a recomenzar caminos iniciados e interrumpidos.

Me ha encantado la universalidad que destilan las palabras de Vargas Llosa; así habla de la literatura como vía de unión entre los pueblos: "La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan."; magistral como citando obras maestras como "Moby Dick", "Anna Karenuina" o "Madame Bovary" es capaz de plasmar esa idea común de unión: "La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez". Esa universalidad se manifiesta también en el rechazo a los nacionalismos, con un valiente y sincero enfrentamiento contra la cerrazón que lleva a enrocarse en lo propio de manera excluyente; crítica que sabe conciliar con un evidente elogio del amor a la patria, descrito con primor: "La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver."

Y me ha encantado también cuando habla de la literatura como medio para transformar la sociedad, sus referencias al inconformismo, la insumisión, su visión del trabajo del escritor como forma de mejorar el mundo, reivindicando los logros de la buena literatura en los avances sociales e históricos. Y he admirado su valentía, el hablar sin reservas mentales, a pecho descubierto, sin miedo a ser declarado políticamente incorrecto; y su sinceridad, esa nobleza con la que reconoce errores del pasado y defectos de carácter, sin escurrir el bulto a la hora de ejercitar esa costumbre tan inusual como es la de rectificar.

El discurso de Vargas Llosa, que es mucho más amplio y mucho más rico que lo que puedo reflejar en cuatro trazos, se convierte en una auténtica y maravillosa guía para el amante de la lectura; va citando autores, obras, épocas, escenas relevantes, ... ofreciendo alternativas, ideas sugerentes, elevando, por su propia autoridad tanto como por la del citado, a lo altares de la literatura a nombres tan plurales como Cervantes, Stendhal, Albert Camus, Andre Malraux, Marcel Proust, Julio Cortázar o Bertol Brecht. Una auténtica invitación a leer, a conocer y a disfrutar.