25 de octubre de 2009

La ley del silencio (1954)

La vida de los estibadores de los muelles neoyorquinos es controlada por un mafioso llamado Johnny Friendly. Terry Malloy, ex-boxeador a sueldo, que trabaja para él, es testigo y autor indirecto de alguna de sus fechorías. Cuando conoce a Edie Doyle, hemana de una víctima de Friendly, Terry se arrepiente, y comienza a sentirse culpable de la vida que lleva. Ella le presenta al padre Barrie, quien le anima para que acuda a los tribunales y cuente todo lo que sabe.

Ya he contado en otras ocasiones que no soy un cinéfilo y, por lo tanto, las películas me gustan un poco a trompicones; por este foro aparecen de vez en cuando personajes como Tommy, Alberto o Suso que me consta sí entienden de cine y nos podrían referir con más precisión cuando una película es entretenida, cuando es interesante y cuando es, real y verdaderamente, una joya del cine. Yo me limito a colgar por aquí aquellas que en su momento me dejaron cierta huella. Por esta razón al hablar, por ejemplo, del director estadounidense de origen griego Elia Kazan me faltan conocimientos para valorar su calidad profesional y solamente puedo decir que hay un póker de películas suyas a las que calificaría con la máxima nota: Un tranvía llamado deseo", "Al este del edén", "Esplendor en la hierba" y "La ley del silencio".

"La ley del silencio" la he visto en varias ocasiones y estoy dispuesto a repetir. De entrada estamos ante un tema interesante, hay incluso quien habla de cierto toque de neorrelismo en la cinta basada en un guión de Budd Schulberg. Por otra parte hay una formidable puesta en escena, se entremezcla con la trama una bonita historia de amor y se crea una figura de héroe encarnada en un Marlon Brando del que se ha llegado a afirmar que realiza la mejor actuación de su carrera, que ya es decir. El gran actor de Omaha configura magistralmente el papel de Terry Malloy, un joven trabajador portuario que se ha dedicado al boxeo que decide jugarse el cuello enfrentándose al mafioso que controla el sindicato del puerto. Brando obtuvo su primer Oscar al mejor actor por está película -el otro se lod arían por "El Padrino I" (1972), aunque no fue el unico que dieron a este formidable film.

Efectivamente, la película de Kazan consiguió 8 estatuillas de las doce para que había sido nominado, entre ellas tres de las grandes: a la mejor película, al mejor director y al mejor actor principal. Además se llevó la de la mejor actriz de reparto (Eva Marie Saint), mejor argumento y guión, mejor montaje y mejor fotografía y mejor dirección artística en blanco y negro.

La película supuso la consagración de Eva Marie Saint, que supo llegar y besar el santo en su papel de chica guapa, valiente y enamorada; su carrera empezó muy fuerte al trabajar junto a Montgomery Clift y Elisabeth Taylor en "El árbol de la vida" (1956), junto a Cary Grant en el buen trabajo de Hitchcock "Con la muerte en los talones" y junto a Paul Newman en "Éxodo" (1960) no volvió a aparecer en películas destacables, salvo un papel secundario en la célebre "Titánic" (1996).

Pero esta película tiene otro aspecto destacable: la presencia de tres secundarios de primerísima fila que realizaron un trabajo de tal magnitud que los tres fueron nominados para el Oscar de esta categoría, aunque al final resultaron derrotados por Edmond O'Brian por su papel en "La condesa descalza". El primero de ellos es Lee J. Cobb, que borda el personaje de Johnny Friendly, el genuino villano de la trama; Cobb, que acabó trabajando en la serie televisiva "El Virginiano", cuenta en su carrera con miles de intervenciones inolvidables: "Doce hombres sin piedad" (1957), "Los hermanos Karamazov" (1968), con otra candidatura al Oscar, "La conquista del Oeste" (1962), ... Recientemente hablamos de Karl Malden, un actor de primerísimo nivel que encarna al personaje "bueno" del film, el Padre Barry y que falleció hace pocas fechas y no es menor el papel de Rod Steiger, quien encarna al hermano mafioso de Brando, Charles Malloy; quienes saben de ésto aseguran que Steiger era un fenómeno para encarnar a individuos duros y violentos, de manera que en la película "Al Capone" (1959) encarnó al mísmísimo líder mafioso, hizo de Napoleón en "Waterloo" (1970) y de Ponzio Pilatos en Jesús de Nazareth (1977); Steiger logró el Oscar al mejor actor en 1967 por "El calor de la noche".

La película no estuvo exenta de polémica: hay quien asegura que la obra sirvió para justificar la delación de Kazan, que había testimoniado extensamente frente al Comité de Actividades Antiamericanas dirigido por el senador McCarthy. En la época de la caza de brujas Kazan, que en su día había formado parte del Partido Comunista, se libró de las represalias al delatar a sus compañeros de profesión. De hecho los sindicatos portuarios que en la época estaban controlados por los obreros de izquierdas aparecen en la película bajo el mando de mafiosos, en una traslación que algunos consideran nada casual ni inocente.



Hay que añadir la preciosa música de Leonard Bernstein, y la magnifica fotografía de Boris Kaufman, que recrea perfectamente el ambiente de los suburbios neoyorkinos, que junto a todo lo dicho hacen que sea una película de visión obligada.




5 comentarios:

Jorge Orús dijo...

Es una gran película, una de mis preferidas. El guión es de Budd Schulberg, del que acabo de leer "El desencantado", una novela extraordinaria.

Modestino dijo...

Tomo nota de la novela, aunque tengo tantas pendientes....

Tommy dijo...

De Budd Schulberg -fallecido, por cierto, el pasado mes de agosto- hay editada otra de sus novelas, "Por qué corre Sammy", también ambientada en el Hollywood de los años treinta, así como un libro de memorias, todos ellos publicados por Acantilado. Será justamente recordado por el guión de "La ley del silencio", aunque también es suyo el de "Un rostro entre la multitud", otra película de Kazan que siempre me ha parecido estupenda. Por cierto, el título español del film poco tiene que ver con el original ("On the waterfront"), pero en algunos países sudamericanos se conoce como "Nido de ratas". Eso es imaginación.

Contaba Kazan que la sensibilidad que le hacía falta para rodar una escena de amor tan lírica como la del palomar la encontró en la fidelidad y el amor de su esposa después de que muchos amigos le dieran la espalda tras testificar ante el Comité de Actividades Antiamericanas. También decía que Hollywood no solía mostrar en aquella época escenas de amor entre obreros salvo que se tratara de una película de gangsters.

Modestino dijo...

Curioso eso de que Hollywood no mostrara escenas de amor entre obreros ... aunque yo pienso en "El cartero siempre llama dos veces" ....

Tommy dijo...

Pero ten en cuenta que en "El cartero..." ni Frank ni Nora son presentados precisamente como ejemplos de moralidad, ni siquiera en la versión de Tay Garnett del año 1946, que es a la que sin duda te refieres (y mucho menos en la peli de Rafelson de 1980, donde dicen que Nicholson y Lange poco menos que "lo hacían" de verdad). Dicho de otro modo, con un adulterio de por medio esa historia llamémosle de amor poco tiene que ver con la lírica del palomar de "La ley del silencio". En los años 40 James M. Cain, autor de "El cartero...", y otros escritores del llamado género negro podían llegar mucho más lejos que Hollywood.