8 de septiembre de 2008

Mis últimas policiacas

Cualquiera que haya entrado más de tres veces en este blog se habrá dado cuenta de mi afición por la novela negra, policiaca y de intriga. No todas las novelas de este tipo tienen que ser tratadas de la misma manera: hay unas de simple evasión, de esas que vienen bien para leer en la playa, en el tren o en el sofá de casa un día de esos en que uno no está para nada mas, mientras que otras tienen notable calidad literaria, incluso unas cuantas pueden incluirse en la lista de las joyas de la literatura.

Desde que regresé de vacaciones he terminado cuatro libros de esta naturaleza y, siendo muy diferentes cada uno de ellos, quiero dejar mi impresión de los mismos.



"Schlumpf, Erwin: Homicidio"
Friedrich Glauser
El Acantilado Barcelona (2003)
230 páginas

Había oído hablar mucho de Glauser, me habían dicho que valía la pena y no me he sentido defraudado. Se trata de un libro de esos que leerlos exige esfuerzo; me pasó lo mismo con Fred Vargas, con la que incluso tuve tentaciones de abandonar su lectura, hasta que comprendí que cuando la literatura es de calidad, es necesario leer con más calma y atención: hay libros que son para "devorar", mientras que otros, es el caso de Vargas y Glauser, lo son para "saborear". Glauser tiene un personaje principal, el inspector Jakob Studer, un policía suizo de una especial personalidad; en los libros de Glauser la intriga no es lo más importante, sino el estudio de los carácteres de los personajes, de los ambientes locales y de las reacciones de las personas.

Glauser tiene una producción literaria corta, como corta fue su vida -murió a los 44 años- marcada por el paso por diferentes instituciones psiquiátricas, algo que se refleja en los temas tratados en sus novelas y que justifica su definición como "el pionero atormentado de la novela negra en alemán".

"Schlumpf, Erwin: Homicidio" es la primera de la serie de Studer, y narra la investigación de una muerte ocurrida en una zona rural de Suiza. La lectura es gratísima, las frases ingeniosas son continuas, no puedes desperdiciar ni una página y el personaje de Studer es sencillamente magistral.




"Un baile en el matadero"
Lawrence Block
Factoría de ideas, Barcelona (2006)
319 páginas

Se trata de una novela muy distinta a la anterior, pero también de calidad. La publicidad presenta a Block como el heredero de los grandes nombres de la novela negra norteamericana (Chandler, Hammett, MacDonald), a lo mejor es una exageración, pero no les anda muy a la zaga. De Block había leído "Hit Man", de la serie de John Keller, un asesino a sueldo, y aunque tampoco me decepcionó, considero a ésta superior.

El protagonista también es un personaje fijo: Matt Scudder, un antiguo policía de Nueva York venido a menos por los excesos con el alcohol y que ahora trabaja de detective sin licencia. "Un baile en el matadero" es un formidable paseo por los ámbitos más corruptos de la sociedad neoyorquina y es de esos libros que, una vez comenzada su lectura, resultan muy difíciles de soltar.

La novela tiene todos los ingredientes de la novela negra tradicional: ambientes sórdidos, personajes siniestros, policías corruptos, protagonistas llenos de contradicciones, .... y el desenlace está bien logrado, algo fundamental en este tipo de litaratura, donde el autor debe de saber cerrar bien las historias.



"El último detective"
Robert Crais
Ediciones B, Barcelona (2004)
325 páginas

Tenía curiosidad por leer a Robert Crais: hay libros que cuando los ves en lun escaparate o en un catálogo te llaman la atención, muchas veces sin saber porqué, es como un ojo clínico que tenemos los lectores, aunque no siempre funciona por cierto. Por otra parte, dicho autor tenía cierto prestigio como guionista cinematográfico, algo que me animó más a hacer el intento.

Iba detrás de su última publicación, "El desconocido", pero al estar permanentemente cogida en la Biblioteca de Zaragoza acabé llevándome uno anterior, y no me equivoqué. "El último detective" entra de lleno en el género "thriller", por lo que siguiendo nuestro comentario anterior, cabría incluirlo entre los libros que uno "devora", pero le ponemos buena nota dentro de esta literatura que podríamos calificar como inferior.

La novela relata, con acierto, ritmo y elegancia la historia de un secuestro. Por un lado, aparece la narración en primera persona del protagonista, el detective Elvis Cole, que reune las características propias de tantos detectives de ficción: ha sido policía y tiene un pasado marcado por una infancia desdichada y por su intervención activa y llena de riesgos en la guerra del Vietnam. Paralelamente a su relato se narra la historia desde el punto de vista del niño secuestrado, apareciendo también algún remake del pasado en letra cursiva.

El resultado es un libro entretenido, que deja buen sabor de boca y te anima a repetir con otras aventuras de Cole, a la vez que agradeces al autor la ausencia en su novela de morbo y sexo innecesarios.




Ciro Blume, detective privado
Antonio Civantos
Val de Onsera, Angües (2000)
256 páginas

He de reconocer que una de las razones que hicieron decidirme a sacar de la Biblioteca de Huesca esta novela fue la curiosidad de haberse publicado en una editorial oscense, ubicada en el pueblo de Angües, esa localidad por la que pasamos camino de Barbastro corriendo el riesgo de encajar una multa de tráfico importante.

Se trata, desde luego, de una obra menor. Es suficiente para pasar un rato entretenido, sin que deje de resultar siempre agradable la lectura de una novela ambientada en Madrid, por eso de que uno se identifica más con los lugares que conoce, máxime cuando la trama te lleva por las zonas más castizas de la capital.

Ciro Blume es un detective más bien caricaturizado: tiene poco éxito, le gusta más la buena mesa y la bebida que el trabajo y no acaba de encauzar la solución de los casos que se le presentan, que no obstante siempre acaba resolviendo. Esta es la valoración del libro que nos da la propia editorial: "Ciro Blume es un detective privado de escaso éxito, tragón y bebedor, que cultiva y defiende su soledad con el mismo esmero y desvelo que un jardinero sus gardenias. Y, aunque de rancio abolengo, es tan pobre que su oficina es una humilde taverna madrileña, El Pez Azul, situada en la calle Magdalena. Sin embargo, es elegido por una mujer que se parecía a Kim Basinger, para desentrañar el misterio de la muerte de su padre, un profesor de Historia Medieval de la Universidad Complutense de Madrid. "

La historia se relata y se resuelve con excesiva superficialidad, uno acaba la lectura con la idea de que se ha extendido en la descripción de las aventuras y comilonas del protagonista, mientras que la propia historia y los personajes quedan apenas hilvanados.

http://www.dip-badajoz.es/publicaciones/reex/rcex_3_2002/miscelanea_rcex_3_2002.pdf




7 comentarios:

Anónimo dijo...

Como veo que nadie se anima a hacer comentarios al espectacular despliegue literario de este 'post', me atrevo a confiarte que este fin de semana he leído (en realidad, debería decir que 'he bebido hasta embriagarme') la última novela de Paul Auster, 'Un hombre en la oscuridad'.

Casualmente, el domingo escuché a Jorge Herralde, editor de Anagrama, decir en una entrevista en la radio que esta era una de las mejores novelas de Auster. Está claro que Herralde trataba de 'barrer para casa', porque, aunque me cueste confesarlo (de Auster me gusta hasta su forma de caminar, hasta su voz y hasta su guapísima hija, Sofhie -aunque cante regular-), este libro no es en absoluto comparable con su 'Trilogía de Nueva York', ni con 'La noche del oráculo' ni con 'Leviatán', ni con 'Brooklyn Follies', ni mucho menos, con 'El libro de las ilusiones' (la novela más perfecta, original, inteligente y mejor estructurada que yo haya leído jamás, si bien no he leído tantas como tú).

En este último libro, en algunos momentos da la impresión de que Auster está algo cansado o aburrido o agotado de tanto inventar (hay párrafos enteros dentro del libro que, claramente, los tenía ya reservados o guardados en sus archivos y los introduce como simple relleno). Sin embargo, es lo cierto que, aunque cansado, te vuelve a sorprender, con esa capacidad suya inigualable de superponer o mezclar historias imposibles dentro de otras historias también inauditas; de manera que el lector (al menos, eso me sucede a mí) no llega siquiera a imaginarse cómo podrá finalmente resolverlas, encajarlas y darles sentido. Pero lo consigue siempre, quizá porque tiene la capacidad (el don, diría yo) de hacer que lo inverosímil resulte tan sencillo como levantarse por la mañana o caminar o respirar. Si a ello unes la pureza, la claridad y la fuerza de su prosa, entenderás por qué sigo pensando que Auster es, a mi modesto entender y hasta donde sé y conozco, el autor más importante del siglo XX. Y del XXI, si alguien no me demuestra lo contrario.

P.D. ¿Se nota mucho que soy 'Austeriano'?. Como dirían los forofos del Sevilla, '¡Austeriano hasta la muerte!'. Tú, en cambio, te lo estás perdiendo, querido amigo e impenitente lector.

Modestino dijo...

Bueno, he leído "Broklien Follies" y "Leviatan", tengo en espera "El libro de las ilusiones" y en cartera "Trilogía de Nueva York" y "La noche del Oráculo", me parece una buena nuestra, me han encantado los dos citados no dudo de la calidad de Austér, pero reservo mis devociones en otra dirección.

Unknown dijo...

...En una ciudad tan populosa y cosmopolita como Barcelona en cualquier lugar hay broncas, en cualquier momento se comenten asaltos o te topas con borrachos al volante. Y la noche es otro país con otro idioma, donde predomina la palabra gruesa, el gesto seco y donde campan a sus anchas los pirados que se dedican a incendiar coches y contenedores para divertirse. A esas horas el peligro y la violencia aumentan exponencialmente, sobre todo en el centro. Por algo Las Ramblas se encuentra en el ranking de las diez calles más peligrosas del mundo...
...Otra cosa era el resto de la Plaza y sus aledaños, donde se movía otro tipo de ambiente. Un batiburrillo de gente de la más baja extracción se daba cita también allí. Los bancos públicos y los suelos estaban ocupados por una variopinta hueste antisocial: gente sin patria ni techo, pedigüeños, camellos, borrachos, drogadictos, liendrosos, feos y los más guarros de Barcelona y otras ciudades europeas se congregaban cada noche entorno al sembrado de terrazas más caras de la Barcelona cosmopolita, una milicia que había renunciado al amansamiento impuesto por el sistema y había asumido el extremismo social como forma de vida...
Extractado de SIEMPRE QUISE BAILAR COMO EL NEGRO DE BONEY M.

http://minovelanegra.blogspot.com/

Modestino dijo...

Muchas gracias por tu aportación. Apunto la novela en mi lista de espera.

Javier Cercas Rueda dijo...

BLOCK. Un baile en el matadero
Block pasa por ser uno de los importantes de la novela negra norteamericana. Y eso es bastante porque en ese club y en ese país hay gente que escribe muy bien. Su personaje en bastantes ocasiones es el detective Matt Scudder.
Lo digo de entrada: la violencia y la sexualidad son bastante explícitas en esta novela, los malos son una pareja de psicópatas -él y ella- que graban abusos y torturas (snuff). Si se trataba de mostrar lo que el hombre es capaz de hacer, podía hacerse con algo de más gusto. Con este argumento es difícil no mencionar ese tipo de actividades, pero hay muchos modos de hacerlo.
Otra cosa. Si te saltas las reglas, acabas siendo como aquello que quieres perseguir. Scudder se despista por completo.
El personaje de Scudder y muchos de los secundarios están magistralmente retratados y los diálogos son de lo mejor que he leído -en este género- en mucho tiempo.
Estos comentarios bastan para que el lector inteligente se haga una idea y sepa lo que puede esperar.
Otros personajes de otras series de novelas suyas son:
Bernie Rhodenbarr, ladrón.
Evan Tanner, espía.
Keller, asesino a sueldo.

Modestino dijo...

Efectivamente, Block se excede en determinadas escenas, pero en su conjunto pienso que el libro vale la pena. En su día leí "Hit man" y creo recordar que era mucho más suave.

Modestino dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.