10 de septiembre de 2008

Equilibrios con Montesquieu
























Con dos años de retraso, tras una situación de provisionalidad y encallamiento que solamente ha traído perjuicios para todos, el partido del gobierno y el de la oposición han alcanzado un acuerdo para la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Conozco a unos cuantos de los nuevos miembros del nuevo equipo y no tengo ninguna duda ni de su profesionalidad ni de su buena disposición; a otros los conozco por haber desempeñado en tiempos pretéritos cargos de responsabilidad política -Margarita Robles fue Secretaria de Estado de Interior cuando Belloch era superministro, Margarita Uría, diputada del PNV, Ramón Camp, vicepresidente de las Cortes catalanas y portavoz de CIU en el Senado, Fernando de Rosa pasa directamente de la Consellería valenciana de Justicia al Consejo- y aunque tampoco dudo de sus capacidades, creo que su presencia choca con los parámetros de independencia e imparcialidad que deberían regir en ese colectivo.

Personalmente, aunque no haya supuesto ninguna sorpresa, la forma en que se ha producido el acuerdo y el resultado del mismo me ha causado notable desolación. El nuevo Consejo, una vez más, nace fruto de la negociación política, se hace al gusto de los partidos políticos y tiene, no podía ser de otro modo, un perfil netamente político. Al ciudadano, si tiene un mínimo de interés y sensibilidad por el asunto, la cuestión le tiene que desanimar y es completamente lógico que a estas alturas la confianza en la independencia del tercer poder esté a nivel bajo.... casi subterráneo.

El reparto del pastel judicial por los partidos mayoritarios me resulta inconcebible, un auténtico dislate ...... pero es lo que tenemos, y lo que es peor, es lo que tendremos; y ello porque los partidos políticos no tienen voluntad alguna de cambiar las cosas, ninguno de ellos está dispuesto a renunciar a manejar el cotarro cuando le corresponda. Cuando en 1996 el PP tomó el poder tras 14 años de soberanía socialista, algunos ingenuos pensamos que en la Justicia española iba a volver a brillar la autonomía, el imperio de la ley: llevaban tanto tiempo pregonándolo, prometiendo transparencia y respeto a la independencia judicial¡ ... qué poco conocíamos al personal¡, tras ocho años de gobierno popular el Poder Judicial siguió siendo objeto de tejemanejes, el ejecutivo siguió intentando meter mano a los jueces y el Fiscal General del Estado continuó siendo un apéndice del Gobierno ..... y cinco años después de que aquéllos abandonaran el poder, las cosas siguen sin cambiar.

Para más inri, los dos vocales propuestos por los nacionalistas catalanes y vascos van a tener la llave del asunto: otra muestra más de politización, otra concesión a la minoría en perjuicio de la mayoría, otro motivo para llevarse las manos a la cabeza.

No se cual es la alternativa mejor, solamente se que la actual situación es la peor. No soy partidario de un Consejo elegido exclusivamente por los jueces, por el peligro del corporativismo, pero sí de arbitrar una composición plural del Consejo, con participación, junto a los jueces, de representación del resto de componentes del aparato jurídico.

Si queremos una Justicia moderna, eficaz, rápida e independiente las cosas hay que hacerlas de otra manera, y en este momento decisivo en que se habla de transformar la Justicia, de modernizarla, de superar defectos ancestrales, uno se estremece al ver como han empezado las cosas.


Fotos:


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3 comentarios:

annemarie dijo...

Tienes mucha razón: de la Historia nadie escapa. Se puede emigrar, claro. :))

Gracias por la película de Al Pacino! :))

Anónimo dijo...

Y falta nombrar al Presidente, que puede ser la guinda del pastel... He leído que le habían ofrecido el cargo a Encarnación Roca Trías (o Trías Roca, nunca me acuerdo muy bien del orden) y que declinó. A voir.

Modestino dijo...

Encarna Poca me dio clase de Derecho Civil en la Universidad Central de Barcelona: una excelente profesora. Parece que al final el Presidente va a ser Xiol, otro pseudopolítico.