24 de septiembre de 2008

El regreso de Lance Armstrong

Hace ya unas semanas que apareció la noticia del regreso a la competición oficial de Lance Armstrong, ese norteamericano que pulverizó las marcas de todos los mitos del ciclismo que en la historia ha habido al ganar siete Tours de Fancia seguidos. Los españoles, que estábamos -y seguimos estando- tan orgullosos de nuestro Miguel Induraín sentimos como un pequeño vació interior cuando vimos que el yankee superaba a quien era un auténtico héroe nacional.

Efectivamente, Armstrong correrá el próximo Tour, y bienvenido sea, aunque esta noticia puede ser ocasión para reflexionar sobre el campeón americano y sobre ese mundo tan convulso del ciclismo y de la ronda francesa.

Tengo que advertir que no soy ningún experto en ciclismo: ni lo practico -la última bicicleta que monté fue allá por el año 1975- y aunque creo que podría memorizar la lista de vencedores del Tour desde 1960, no estoy en absoluto al día de los detalles y circunstancias que han convertido desde hace años este deporte en una tormenta de escándalos. Eso sí, parece claro que hay muchas cosas que no se han hecho bien, que ha habido quienes ha intentado -y quizá conseguido en ocasiones- conseguir la victoria por atajos ilícitos y que no siempre se ha pillado a los tramposos.

Y digo ésto porque los éxitos de Lance Armstrong siempre han estado acompañados de la sospecha; no deja de resultar sorprendente que una persona que ha estado luchando contra un cáncer, con todas las secuelas que esta enfermedad deja, al volver a las carreteras, ya cercano a la treintena, deje de ser lo que era hasta entonces, un buen ciclista de distancias cortas con un discreto palmarés, para convertirse en el corredor más laureado de la historia.


Tengo la sensación de que en la cuestión del doping en el ciclismo no se ha querido -o no se ha podido- llegar hasta las últimas consecuencias; mientras se ha sido implacable con algunos, otros han campado a sus anchas, no se si porque han sabido protegerse con justificaciones o escudos convincentes o porque a la hora de perseguir la ilegalidad, como en tantos ámbitos de esta vida, no se ha medido a todo el mundo por el mismo rasero. Me parece, además, que el regreso de Armstrong llega fuera de control; ¿qué puede añadir ya a su palmarés?, y ¿qué puede aportar al deporte de las dos ruedas?, creo que es el momento de otros corredores, y que el norteamericano se arriesga a pasear su decadencia por las carreteras de Francia. Otra cosa es que tanto error personal en forma de divorcio le haya dejado la cuenta a cero y todo sea una operación económica.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Armstrong vive para el Tour. Según creo, no participa en ninguna otra competición europea; dedica todo su esfuerzo a prepararse para la ronda gala.

Por cierto, un poco fuerte llamarle yankee a un tío de Austin, Texas...

Modestino dijo...

Me parece que sufro lagunas conceptuales; aunque tras el final de la Guerra de Secesión cabría considerar yankees a todos los nacidos en USA..o no?